CORRO y no tengo prisa,
camino sin fuerzas,
trabajo sin necesidad,
todo el día,
amo sin rostro
y acudo a citas sin hora
queriendo encontrar lo que no busqué
cuando podía y no tenía ganas.
Ahora, bebo sin sed,
acabo cervezas tirado en la plaza del Sol,
contemplando la punta de los zapatos
como si fuesen una puesta de sol sucia.
Miro el escote de la camarera
y recuerdo tu voz sin arrugas,
tu ansia sin reproches
y el calor de tu amor
sin confianza, sin compromisos,
sin plazos que cumplir,
el calor de tu viejo amor como meta.
David Castillo, del poemario Bandera Negra. Antología personal ( Sial/Contrapunto, 2001 )
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