Oscuro
y deprimido
entré
en el bar
apoyando
mi cuerpo
tambaleante
sobre
la sucia barra.
De un manotazo
aparté
los vasos vacíos
que se agolpaban
molestando.
Agaché
mi cabeza
buscando refugio
acostándola
en mis brazos.
Algunos
Murmuraron
que estaba
borracho.
Casi
avergonzado
me tapé
la cara
para ocultarme
de sus miradas.
Una rabiosa
lágrima
resbaló
por mi mejilla
haciéndome
sentir sucio.
Tal vez
debi
escarmentarles.
Sólo
les di
la espalda
y les enterré
en el olvido.
y deprimido
entré
en el bar
apoyando
mi cuerpo
tambaleante
sobre
la sucia barra.
De un manotazo
aparté
los vasos vacíos
que se agolpaban
molestando.
Agaché
mi cabeza
buscando refugio
acostándola
en mis brazos.
Algunos
Murmuraron
que estaba
borracho.
Casi
avergonzado
me tapé
la cara
para ocultarme
de sus miradas.
Una rabiosa
lágrima
resbaló
por mi mejilla
haciéndome
sentir sucio.
Tal vez
debi
escarmentarles.
Sólo
les di
la espalda
y les enterré
en el olvido.
Ahora ya se qué hacer.
Josep Esteve Rico Sogorb, del libro Estas son nuestras ruinas ( Cuadernos Imposibles, Ediciones para los Amigos, Asociacion Literaria Frutos del Tiempo, 2004 Elche).
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