Mírate, mírate digna.
Si puedes.
Mírate y clava tu conciencia
en la carne,
en el currículum,
en los recuerdos que
no te permites.
En la basura que te sobra.
Mírate, mírate digna.
Y calla.
O grita
sin pulmones
si ves que se te ha deformado
el espíritu
con las miserias que te comes
todos los días.
O cómo aprendiste a digerirlas
mejor que las proteínas.
Mete la cabeza en el cubo
y respira.
Mírate, mírate como puedas
si ves que los prejuicios de antes
tampoco te dejaban ser
libre
y ahora ya no son prejuicios
tus responsabilidades
y te sigue faltando el oxígeno
porque ya no tienes derecho a
gritar.
Mírate, mírate y recuerda
lo que eres,
porque cuando vuelvas a hacerlo
ya no serás lo que ves.
Pero serás más fuerte.
Y podrás soportarlo.
Eva Vaz, del poemario La otra mujer ( Celya, 2003 ).
Nuestra hermana de sangre Eva Vaz, una de las más ilustres hijas de Satanás por derecho propio, entregó a la imprenta en el año 2003 uno de los poemarios más impactantes y demoledores de la poesía española femenina del nuevo milenio, La otra mujer, del que transcribo como botón de muestra este contundente y visceral poema titulado La historia de cualquiera de nosotras. Frente al discurso poético femenino que desde las altas esferas editoriales y críticas se empeñan en vendernos como nueva poesía, contenido, conservador, distante y frío, cuando no directamente hortera y ñoño, los vástagos de Satanás replicamos con libros y credenciales de este talante... Os toca a vosotros, queridos drugos, decidir como adultos no manipulados que sóis, qué poética os dice más... La mecha, en calquier caso, está encendida. v.
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