sábado, 29 de octubre de 2022

BUSCANDO UNA LUZ por BEATRIZ BERNABÉ



Hay palabras que cuesta decir.

Palabras simples en superficie,
crueles entre los labios.

Por eso una intenta evitar las letras que las nombran,
como si de esa manera el golpe fuera menos seco.

Da igual dónde tengas que decir,
a qué ojos
has de mirar,
qué manos
vas a tener que tomar,
para articular el miedo.

Confías,
sabes que detrás del hallazgo,
continuará el tiempo incierto,
la angustia,
el insoportable dolor tantas veces,
y tantas veces rendirse por segundos,
y ponerse nuevamente en pie.

Cambiar las miradas.

Volverse de cerca,
del día siguiente,
del corto plazo.

Del abrázame siempre,
que siempre es corto
como una soga al cuello.

Contemplarse, y no reconocer más que una parte de ti.

Porque te faltan pedazos,
raíces,
balas.

Porque el monstruo se hace grande en las noches.

Porque no me queda nada por recordar.

Porque el resto sigue
buscando una luz.

Beatriz Bernabé


jueves, 27 de octubre de 2022

4 POEMAS de LA SED Y EL BRINDIS por ÍCARO CARRILLO




LA ARISTOCRACIA DEL BARRO

El latido de una mentira
suele caducar antes que su estruendo
así que huimos del mármol
moldeando ídolos de tierra y sol.
Somos la aristocracia del barro
y blindamos nuestras paredes con estas palabras:
tras un disparo injusto
primero cae el pájaro,
después el cielo entero.


ÁRBOLES GRISES BOCA ABAJO

Me entra frío por los ojos.
Joe Strummer


A principios del invierno
el frío entra por los ojos del anciano
cuando los párpados son puertas demasiado endebles
para retener la embestida de la escarcha.

El parte meteorológico ya no invierte sus esfuerzos
en el inútil intento de reconstruir el verano
a base de presagios incumplidos.

Hoy
las nubes son árboles grises boca abajo
a punto de romper en tormenta.


DESPUÉS DEL INCENDIO

Los mapas que alquilamos coquetean con el fuego
prendiendo caminos -uno tras otro-
hasta desembocar en un callejón sin salida.

Aprendemos sobre la marcha
que avanzar al margen de la senda
es la herencia del lobo.

Este poema es de tinta y papel
porque el mordisco de la ceniza
siempre viene después del incendio.


POLVO O CENIZAS

Gimen de infinito las catedrales.
Pedro Casariego Córdoba

La historia se repite:
es martes por la mañana
y las campanas roncas de la catedral
perfilan jaulas en el centro de la ciudad.
El asfalto es un lienzo imperfecto
donde el frío dibuja sombras encogidas.
Todas quieren conservar a salvo
el pájaro azul de Bukowski dentro del pecho.
Todas terminarán siendo
polvo
o cenizas.

Ícaro Carrillo, de La sed y el brindis (Ediciones En Huida, 2022)


martes, 25 de octubre de 2022

HOJAS DE CALENDARIO por EMILIO CARRÈRE



Las hojas del calendario
con el viento loco van;
las horas de nuestra vida
¿qué viento las llevará?

Nuestra mano temblorosa
cada día va a arrancar
la hoja de papel, que es una
puerta de la Eternidad.

Las que arrancó nuestro anhelo
y las que aún ha de arrancar
son pedazos de la vida
que no han de volver jamás.

¡Horas de amor y gloria,
horas de la adversidad,
quién pudiera detener
el minuto que se va!

El dolor y la alegría,
después de pasados ya,
dejan el mismo sabor
de nostalgia y de ansiedad.

Las hojas del calendario,
símbolo de lo fugaz,
son el montón de hojas secas
que forman la eternidad.

¡Fecha de un amor feliz,
cifra de un amor fatal,
risa que vino a buscarnos
y lágrima que se va!

¡Áureas campanas pascuales
de nuestra felicidad;
canción del sepulturero
que se dispone a cavar!

El montón de hojitas blancas,
¿cuántos arcanos sabrá?;
es un corazón que late
de nuestra vida a compás.

Hasta que en el torbellino
terriblemente fugaz,
volemos nosotros mismos,
briznas del huracán.

Y aquel año el calendario,
casi intacto quedará,
porque las hojas que queden
nadie las arrancará.

Emilio Carrère, de Ruta emocional de Madrid (La Felguera Ediciones, 2020)


lunes, 24 de octubre de 2022

LOLO LEÓN

 
In Memoriam

4 POEMAS de HABITACIONES DE INVIERNO por ALFREDO PERÁN PÉREZ



Regresará la luz a tu casa.
Te hallará el alba tendido
con la desidia de quien
se sabe derrotado.
Como una vieja letanía
que aprendió el tiempo,
despertarán todas las voces
alejando los ecos callados
de una noche en fuga.
Desnudo de piel, calor y sueños,
arrastrarás tus pies
con el bagaje de todos tus pasos
hasta el patio donde surge el día.
Y allí, vestido de sol,
observarás tranquilo
tu minúscula existencia.
Absorto ante la realidad que reflejan
los ojos cuando miran al vacío.

*

Como una noche recién hecha, 
la carne se despoja de su luz 
quedando a oscuras 
en el laberinto que el tiempo 
va dibujando. 
Algo en nosotros se rompe 
con la lentitud con que avanzan 
los días maniatados 
en que morimos y nacemos 
siendo otros. 
Retazos de medias vidas, 
encerradas en su propia pequeñez, 
que nunca han sido nuestras, 
y que sin embargo están, ahí, 
vagando solitarias en la penumbra 
que deja la memoria, 
con la mirada errante, sobrecogida, 
esperando el silencio que precede 
al olvido último.

*

«Es aquí donde estoy, 
tras las grietas de un yo parapetado 
en las profundidades 
de sí mismo». 

José Luis Morante 

Se abre lento el día 
sobre la carne deshabitada, 
que yace tranquila, 
inadvertida a la realidad y al reloj 
que han quedado suspendidos. 
Vuelve al hogar la luz, 
esculpida sin prisas, 
a la par que el viento, 
con la costumbre de quien 
se sabe dueño de todo, 
recorre los vértices 
del silencio, vacío, cotidiano. 
Sobre una cama sola 
se adivina un solo cuerpo, 
agazapado en mitad de su existencia. 
Todo lo hace con calma, despacio. 
Respira, se mueve,  
se estremece, vive... 
Como la vida que crece 
en las calles. 

Entre el sueño y la consciencia 
súbita se despierta la mirada. 
Y observa en su extensa quietud 
los pasos breves del presente. 
Hay un mundo devastado 
tras sus ojos de agua. 
La tristeza inacabable 
de las cosas que se fueron. 
Poco queda ya debajo de su piel, 
salvo los restos de un naufragio 
a pocos metros de la orilla.

*

«Te he sobrevivido suficiente 
como para recordar desde lejos». 

Wislawa Szymborska 

La vida continúa, a pesar de mí. 
Todo se marcha en algún momento, 
con el dolor que deja la carne 
que se arranca a la fuerza 
cuando aún sigue latiendo. 
Y así, con ese daño, 
me he desprendido del yo que fui 
mientras era conmigo. 
Me lavé mi antiguo rostro, 
mi antigua mirada, 
y estrené zapatos de caminar 
a solas, conmigo. 
Y cuando quise salir, 
hallé unos pies desaprendidos 
de tanto estar parados. 
Y a sus pies la sombra de otra sombra
sosteniendo unos huesos desgastados 
que ya no podían roerse. 
Debo decir que en este breve 
espacio en que ya no eres, 
he echado la vista atrás 
una, dos, mil veces. 
Y me alivia saberme huido 
de aquel yo que he sido, 
abandonado al abandono, 
perdido en el olvido último 
del tiempo que quedó sin tiempo. 

Alfredo Perán Pérez, de Habitaciones de invierno (Olé Libros, 2022)


miércoles, 19 de octubre de 2022

RODRIGO CÓRDOBA QUE ESTÁS EN LOS CIELOS



La segunda época de Vinalia Trippers no hubiera sido posible sin el impulso y aliento del editor Rodrigo Córdoba: de él fue la idea de resucitar en el año 2009 el fanzine, él se encargó del diseño, la maquetación, la impresión y la distribución, y de volver a encender su llama...y Del fondo, con sus correspondientes Poemash, Especial Raúl Núñez, Master of Horror, El Ángel, Deseo de ser Piel Roja, Santa Sangre y Dolores de Poesía en los bares, fueron las joyas que nos regaló, además de su generosidad y amistad, su casa y su corazón... Editor, también, de Zoográfico Ediciones, que catalizó a los mejores cerebros de nuestra generación, e impulsor de la más brillante cultura subterránea del foro, la notica de su trágica muerte nos deja huérfanos y de luto para toda la vida... Buen viaje, hermano, allá donde ahora estés: que la Tierra te sea leve.

Vicente Muñoz Álvarez


lunes, 17 de octubre de 2022

TRES POEMAS de LA DONNA DEL CLAQUÉ por MJ ROMERO




Podría intentar venderme como un valor seguro
ser un valor seguro al alza
sin tachaduras 
y recuperar mis tacones abrillantados allá para el año 3020 
por decir fecha futura y libre de compromisos históricos 
como una furia económica sin cuartel de principios de siglo 
¿verdad, doctor, que usted entiende este tiempo paranoico 
de intercambio de monedas sin monedas? valor cartón tipo americano sin estar en uso 
valor timbrado 
y cubrir el espacio con un mazinger z cabreado 
o con cualquier supermán precipitándose 
contra los mármoles de la avenida principal traídos desde 
       carrara 
antes del terrible año de las torres 
superhéroes y héroes 
y provocadores sobre el granito sembrado de estrellas 
y describir desde su nuca las llagas de mi boca 
desde mi boca a la suya los cuervos guays y superguays 
las alas desangeladas de sus vuelos 
y cuando llegue diciembre y descubra que los cuervos no 
       sonríen 
acercarles los chales a sus damas 
los abrigos de cachemira a sus abuelos 
y cargar la batería del escenario animado y sin flores 
the movie sin director 
el sueño más perfecto 


un sueño orquesta.

*

Desde la última alambrada donde creí verte morir 

Cuando me hablas de mí 
nunca acaba la sucesión de sonidos tan largamente 
      pensados 
nunca los hombres saben excepto las tonalidades de su 
     propio yo 
sombra de su sombra 
por eso destruyo abril en olor de cedro 
o en campos de cerezos sin flor 


y no respondo del poema 
no busco solo en su sonoridad 
el ritmo cadente o ascendente del verso 
ni siquiera busco en la palabra 
espina 
alambrada 
ortigas o precipicios
 busco que la voz se encuentre en el borde de la última letra 
afásica y distorsionada 
antes de darla al aire 
como si fuera el último bambú de un río imaginario 

no responderé si tras el pronombre no significas mi sombra 
de topo u hormiga rastreando raíces y ramas de árboles 
      secos 
o de pájaro de taxidermista sobre un cenicero vacío 
no responderé si me observo alejada de mi sombra 
mientras avanzo sobre esta línea negra trazada sobre blanco.

*

Ya verás cuando más allá de los cerros anuncien que allí no 
     se acaba el horizonte 
desandarás los valles colina arriba 
en ligera pendiente 

buscarás los nombres 
los prefijos del padre 
las alboradas de las mujeres 
los colores de los globos de los niños 
las vestimentas oscuras de las viudas de otro tiempo 
los pies descalzos de los últimos guerreros 
y será tarde 
para recomponer las historias 

inventa los últimos días 
el caos y el silencio o el grito 
la negritud fuera de tu oscuridad 
busca en el más pequeño bit de tu cerebro 
pequeña caja rugosa y reblandecida
cualquier cosa que encuentres te servirá 
como alivio a la incertidumbre 
ignorar no fue lo más deseado
           
           ni cerrar los párpados 
           ni apretar fuertemente los puños.  


MJ Romero, de La donna del claqué (Eolas Ediciones, 2022)


domingo, 16 de octubre de 2022

EL SUICIDIO DE LOS POEMAS por MAREVA MAYO



Me abuhardillo entre pasos sin escapatoria que en tu barro, me destaparon el frío. Yo sólo quería un poco de lo que fumabas para que te acordaras de mí cuando la lluvia te diera miedo, cuando todo te torturara el vacío que ponías entre los dos, y ser yo, una culebra de naipes y sedas, con cascabeles de los domingos perdidos bajo los autobuses abriendo grutas en la tiniebla. Quería que me evocaras entre esos andenes helados que te hacían hacer la guerra contra todo aquél que se acercara, quería ser la excepción a la que guardaras un hueco en tus manos para refugiarme de ti. Quería ser la que mano a mano, botella a botella, golpe a golpe, comprendiera tu odio y lo convirtiera en gasolina en mi cerilla para iluminar la noche, la que jamás te llegara con condicionales ni ley, la que jamás rechazara nada de ti, ni te quisiera mío ni de nadie. La que amara en ti lo que nadie amó. Lo que te aterraba. Lo que te hacía violento. Y arriesgué los puntos de sutura y el suicidio de los poemas, los ojos arrancados de mi muñeca de trapo, el alcoholismo incendiado entre amores de cianuro e islas que nos ahogaban.

Fue mucho después, al limpiarme la sangre, cuando entendí, que te aterraba y odiabas tanto lo que había detrás de tus cicatrices, que sólo podías tirarte a matar a alguien que pusiera allí los ojos. Jamás amarías al amor, ahí, en lo profundo, en el lugar donde el amor es. Sólo podías amar como la carrera hacia los barrizales cuando en la noche suena una alarma y se acercan las sirenas. Sólo como el rodar por el suelo para apagarse las llamas. Como el dejar caer el coche tomado monte abajo y verlo ahogarse en el pantano. No podía salir ilesa de ti. Nadie podría. Y con todas las muertes que bailé en ti, aprendí a que mis causas perdidas, me dieran algo más que hachís. Y que si tengo que romperme los huesos y perder el amor y la fe, al menos que caiga algún rey, alguna patria, algún hijo puta como tú, conmigo.

Mareva Mayo


sábado, 15 de octubre de 2022

ÉTER según MANUEL COVA TENARDD



UNA PELÍCULA DE GÉNERO MAD DOCTOR
QUE SE EMBORRACHÓ CON METAFÍSICA

KRZYSTOF ZANUSSI es un cineasta polaco que a lo largo de su dilatada carrera (hoy en día es octogenario) se ha granjeado una merecida fama de artista complicado. Por sus películas pululan científicos e intelectuales que perennemente intentan domeñar los secretos de la existencia humana. Él mismo es un hombre de ciencia: físico. Y además, sin temor a estrellarse contra la incongruencia y la paradoja, es un contumaz católico.

Se diría que en él podríamos encontrar a un discípulo de Swedenborg: ese místico tardío -reconvertido con casi 60 años- que abandona su carrera de científico tras la visita de lo que el creyó reconocer como un prodigio celestial que le convirtió en el trasunto de Fausto que, según cuenta Jorge Luis Borges, fue el artífice de la abrupta epifanía que este recibe, y que le lleva a "describir", con conocimientos ilimitados, las bondades de la fe en Jesucristo.

Habría que decir que tanto Zanussi como Swedemborg pueden ser valorados por una obra de extraordinario brillo intelectual propiciada por la vasta cultura que en ella se refleja, que les aleja del vulgar charlatán fanático religioso, otra cosa sería decir que su propuesta sea incontroveritble.

FAUSTO: DE GOETHE A THOMAS MANN

Con esta sapiencia que abarca lo humano y lo divino, los secretos del alma humana propia de un Fausto, construye su trama el cineasta: un film imbricado de referencias literarias que quedará irresoluble si no se tienen en cuenta.

En este alegato de Zanussi contra lo que considera actividades científicas deshumanizadas, encontramos un pacto diabólico con un Mefistófeles ensoberbecido que se verá diseccionado por la lupa moral del cineasta; asistiremos a la exoneración del malvado Doctor -tras librarse de una condena a muerte por el asesinato de una mujer-.Y a su retiro en Siberia con honores militares y carta blanca para proseguir sus experimentos, pero más que con el personaje de Goethe, sería preciso indicar que la devoción y el asombro que demuestra su potencial ayudante (y cobaya!!) encuentra mayor semejanza con el demoníaco esplendor de Adrian en Doktor Faustus de Thomas Mann percibido y relatado por Serenus Zeitblom, el amigo que en la película encuentra un equivalente en un muchacho que acepta aportar el cadáver de su propio padre para que el doctor austro-húngaro progrese en sus pesquisas mientras transcurre la primera guerra mundial.

LA ESTRUCTURA DEL AGUA

Será en ese epílogo inesperado (Zanussi se refiere a el como La Historia nunca contada) que encontremos más diáfanamente la estela del teólogo y científico sueco; ese plano final con el rostro del médico, por primera vez, sonriente y resplandeciente, es el se un hombre transmutado según la tesis central de la obra datada en 1758 de Emmanuel Swedenborg: la sorprendente De caelo et ejus mirabilibus et de inferno, ex auditis et visis. 

Será más allá de la muerte, en un limbo ultraterrenal que el film encuentre el sentido propuesto por el cineasta polaco. En un ritornelo alterado que evoca una de sus primeras películas: la evocadora La estructura del cristal. Esta vez será la del agua; un elemento imprevisto propondrá la clave del enigma. La intrincada línea que separa una sustancia sedante como el éter y un exorcismo por posesión diabólica.

Manuel Cova Tenardd


viernes, 14 de octubre de 2022

NAUFRAGIO EN EL GÁLATA: Un videopoema de José Ramón da Cruz.

LOS MILAGROS por CARLOS RODRÍGUEZ VILLAFAÑE



Vivieron aquel día con la fe del que ha visto milagros más allá de toda duda, y aún así, las horas siguientes hubieron de borrar de sus mentes el recuerdo imborrable de aquella vela hinchada al viento con que cumplieron su sueño al grito tribal de !vela¡ !vela¡ !vela!

Porque una vez instalado el campamento en aquella protuberancia del terreno empapado en la que los tejidos de sus tiendas quedaron indeleblemente manchados por los cientos de arándanos que tapizaban los pocos centímetros cuadrados de terreno llano, todas las maravillas del día dieron paso al más sublime de los eternos atardeceres del Ártico.

Las nubes que habían dejado caer su agua sobre las cosas y sobre ellos pusieron rumbo al sur, alzando lentamente el telón tras el que el sol del otoño jugó con su luz a embrujar Quivitoks. Uno a uno sintieron dentro de ellos la llamada ineludible del Norte, el silencioso y fulgurante canto de sirena del mundo entero revelado sin más por la luz del eterno atardecer en un planeta inclinado. Unos sonrieron al cielo, otro no resistió el impulso de palear en su kayak de nuevo, rumbo al sol.

Cuando el embrujo pareció ceder, reunidos ya en torno al fuego casi extinguido, una duda expresada en voz alta dio paso a la certeza de que los milagros no habían hecho sino comenzar, pues las luces del Ártico comenzaban a danzar cuando la dicha parecía completa.

Con la mirada en el cielo caminaron por turberas hasta encontrar el reflejo de la aurora posado sobre las aguas del gran lago, y allí permanecieron empapados, helados, atónitos, sonrientes durante las horas o siglos que el regalo siguió en el cielo.

Luego caminaron entre la vegetación empapada en busca del campamento, incapaces ya de sentir con intensidad creciente el sólido paso de aquel tiempo y se entregaron al calor del fuego sin dejar de observar los últimos movimientos de aquella aurora ni de aquella vena de violeta que rubricó la noche aún dorada por el atardecer o el amanecer, un poco avergonzados de tener frío, hambre, sueño.

Podían ahora secar calcetines, rebuscar en la despensa, avivar el fuego que competiría con el cielo en su fulgor sin hacer más pequeños los milagros que los rodeaban. Todo era.

Carlos Rodríguez Villafañe


miércoles, 12 de octubre de 2022

HABITACIONES DE INVIERNO: Prólogo.



Este es el primer poemario publicado por Alfredo Perán Pérez. En él nos adentramos en las estancias de una casa en la que habitan los poemas y las ausencias, el amor y lo que debió ser el olvido. 

Alfredo Perán Pérez se sitúa entre referencias explícitas a poetas de diferentes escuelas, más clásicos (Salinas, Cernuda, Miguel Hernández o Luis Rosales, Leopoldo María Panero, Gloria Fuertes, Ángel González), más cercanos (Margarit, Dulce M.ª Loynaz, Francisca Aguirre, José Luis Morante, Amalia Bautista) o lejanos (Pizarnik, Borges, Benedetti, Cortázar, Szymborska), filósofos (Camus, Cioran) y más canallas (Bukowski, Karmelo C. Iribarren) y algunas no tan explícitas, como Luis García Montero. Hay poetas de diferente escuela y músicos de varias generaciones y estilos, Pearl Jam, Pink Floyd, Ismael Serrano, L.A., Mark Knopfler, Bowie. 

Los poemas se organizan a partir de la experiencia de un yo doliente, que mira a través de las ventanas desde dentro hacia afuera, como en la primera parte, «Habitaciones Interiores»: «La ciudad aparece encogida y silenciosa, / arropada tras las pareces desvencijadas / que la abrigan torpemente. / El tiempo queda pausado adentro /.../ a estas habitaciones interiores / donde apenas alcanza la luz de otros». Otras veces, desde la calle hacia dentro. Quizás sean estos los de más peso en el poemario. Alfredo P. Pérez dibuja una primera persona hecha de piel y de carne, que denodadamente se enfrenta al paso del tiempo que, si no al amor, tampoco detiene al olvido. Un eterno cuestionamiento personal («Tengo la débil sospecha / de que estoy solo»; «intentando sobrevivir a hoy, / intentando sobrevivir a uno mismo») que dirige la corriente hacia la tristeza. 

Fue Gaston Bachelard quien propuso en La poética del espacio un reconocimiento de las estancias como un reflejo de la esencia humana. En Habitaciones de invierno podemos recrearnos en un museo de la intimidad, cuartos de espejos que fijan a las paredes lo que solo es perceptible en el interior. Cuando proclama que es un «corazón deshabitado» nos hace partícipes de la ruina y la desolación interior como quien admira la belleza del paso del tiempo que todo lo corroe. Un ejercicio de introspección que fija su bisturí en los afectos, en un amor que se derrumba y que se resiste a desaparecer, que se ancla a los cimientos de estas habitaciones. 

Hay un poema en el que los puntos en común con la poética de García Montero quizás sean más explícitos: «Sé que era en este cuerpo de aquí. / Que existes bajo esta piel mía /... / Porque sin mi tú también / dejarás de ser. / Porque sin mí será / como si no hubiéramos sido». Aunque en estos poemas el protagonista no se presenta como un personaje de ficción, el poeta aparece como un sujeto escindido entre la realidad y el deseo, entre el amor y el olvido, entre la carne y el poema. El romanticismo sin manierismos de los poemas remite a una metáfora básica, la de habitar, que no está hecha de argamasa, cemento o ladrillos, sino de carne y deseo, de piel. En otro de los poemas encontramos recursos muy queridos de poesía de la experiencia: «Te confieso que he vuelto a encontrarte / en otros abrazos». La influencia de Pedro Salinas, por su parte, es especialmente apreciable en los poemas de verso corto: («En ti. / Contigo / Como dos relojes de péndulo»). 

El recurso a lo más cotidiano, a la hoja en blanco, al gesto sencillo, es esencial tanto en la forma como para el contenido, la intención del argumento del poemario. Sería inconcebible una épica de conquista, una elegía a lo sublime cuando lo que se retrata es el vacío de unas paredes que fueron habitadas y que esperan volver a serlo un día. Es siempre más real admitir que «se ha colado la tristeza en casa, / con maleta de antaño y cuatro piezas de ropa vieja». La habilidad poética de Alfredo Perán Pérez consiste en integrar la reflexión sobre la vida y el amor, que no está tan lejos de Cioran, entre los cuartos, las puertas y las ventanas. Los recuerdos, el recuerdo en suma de alguien que se va cuando ni el corazón ni la cabeza están dispuestos a admitir el vacío de la ausencia. El complejo sentimiento debe ceñirse expresivamente a elementos cotidianos: «Pero poco queda ya de aquel YO / Tan solo una débil sospecha / de esta vida maniatada, / con el tiempo herido, / diluyéndose, / a punto ya de derramarse». 

Si los primeros poemas son básicamente introspectivos, en «Habitaciones desalojadas» nos cuenta desde la pareja, desde la ruptura de una pareja. La sensación de fin que no termina de acabar es uno de los temas clave en una segunda parte: «Tú nunca mentías al despedirte, / pero jamás cumpliste la verdad de tu regreso». Pero no todo es naufragio, hay resurrección y esperanza, la experiencia vital de que el amor resurge, por mucho que pueda el dolor instalarse en las habitaciones de invitados. Un posible retorno, una esperanza que se resiste a morir, que anhela el roce de la piel y la comunión de las intimidades. Habitaciones compartidas que serán en la última parte, cuando lo carnal y sensitivo pasen a primer plano: «Te empeñas en vibrarme / la carne desnuda». La perspectiva de habitar de nuevo esta casa, porque «Mientras tú me recuerdes. / Podré encontrarte». La clave consiste en estar pendiente de las ventanas, desde donde llega la luz, donde se aloja el olvido y donde aparece el horizonte. 

No quiero ser un recuerdo descosido (...) 
Así que no me inventes
si sientes que algún día
vas a tener que olvidarme 
antes del olvido último. 

Francisco Javier Gallego Dueñas Rota, Cádiz.


martes, 11 de octubre de 2022

CINCO POEMAS de LUIS COLDER



el delirio de una voz en primera persona, desplegar identidad, acurrucarse
en un arquetipo para que no te disparen,
garabatear una relación valorada
y su ejecución material.
crear, dar de comer a mi psiquiatra
y que le guste lo que escribo con su lápiz
de labios en el espejo del baño

vengo ahora, muy ahora para todo
lo que nos está pasando; caminamos ellas
y yo, seres más estables que la ficción
de nuestros carnets de realidad
 
creo en el flujo de acontecimientos
que acabaron con Ballard, también
en las limas de uñas, y en las otras,
las que duermen en las barras
de pan de tu masa madre;
creo en barbecho porque de él será
el reino de nuestro cielo

*

jamás volveré
agua bendita
a los templos;
de ti;
por mi gran culpa,
por la coordinación
invas–hora

no ecaja la mañana
en el buril del tiempo

entrena tu mente
y su arte cisoria,
sangran los cuerpos
que amas

cultivas haikus, kortas

*

caerme bien,
sin demasiadas
abolladuras

exonerarme
de todo deber
cumplido

renunciar a patrias,
a signos de identidad
cardinales, al uso
y a la costumbre

entenderme a solas,
dejarme ir, mudar,
jugar a dados
con la sombra,
perdurar en el empeño
de abandonar el control,
dejar que se desvanezcan
patrones y símbolos;
dejar estar, en la vacuidad
de cada instante

*

amo a las detectoras
de movimiento,
a las células fotoeléctricas
que duermen equivocadas
en los oscuros garajes
del mundo

deseo sin cuartel
a las detectoras de humo
y a sus puertas correderas

palabras envasadas al vacío,
a granel

bajas en calorías
hasta mí

*

devolver algunas palabras
antes de que caduque
tu plazo de garantía,
usar las pocas
que te van quedando
disponibles, hacelo
con la escasa ortografía
que te permiten los años;
reservar sombra para dos

supervivir gracias a los baños
de arcilla y a la intemperie del jazz

Luis Colder


lunes, 10 de octubre de 2022

COMO VUELAN LAS BICICLETAS por GEMA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ



De vez en cuando
ensayabas la vida,
eso decías,
la vida bocetada por
los otros.
 
Arrojabas los ojos
por la ventana
directos a un mañana
todavía abarcable,
subordinado siempre
al dictamen exacto
de sus pies
y caminabas sin rumbo
ni aspiraciones peatonales,
sin planos y sin planes.
 
La mañana era un huerto
de córneas perezosas
y párpados sellados,
un bostezo ahogado,
la eutanasia del sueño
prendiéndole el silencio
a la garganta,
un cielo adolescente,
un quejido de cafetera
subtitulado...
 
Ensayabas la vida
como las plantas
trepadoras
le bailan la quietud
a las fachadas,
como vuelan
las bicicletas, los pájaros
y los dragones,
igual que las farolas
observan a la luna
por encima del hombro
 
y te quedabas quieto,
muy quieto,
con un profundo esguince
en los playeros
y un pozo petrolífero
en la boca,
vivo de miedo,
tembloroso, alerta...
 
Entonces me mirabas
desde lejos,
cansado del guión
parecías decirme:
¿Qué tal si improvisamos?
 
Y yo me reía
con la lengua y los dientes
manchados de un futuro
alternativo
y quemaba el telón
antes del primer acto.
 
Ya sabes,
por si acaso otras vidas,
las vidas de los otros
dirigiendo la nuestra.

Gema Fernández Martínez


viernes, 7 de octubre de 2022

CADA VEZ MÁS AJENA por EVA SOLIVERES



Se me perdieron las palabras ante las atrocidades de un mundo que la mayoría asegura civilizado. Se me perdieron la fe y la esperanza en el hombre ante el horror que supone una guerra. Se me perdieron los sentidos y las razones. Pues ninguno me resulta relevante. Cada vez más ajena a lo que me rodea para no naufragar en mis emociones me aferro fuertemente al latido de mi corazón, a ese rayo de sol que ilumina y aún calienta el mundo, al canto de los pájaros, a una mano amiga, a esa sonrisa que cruzas con un extraño en plena calle, al silencio que susurra bellos sonidos ininteligibles y secretos lanzados al viento en la naturaleza, al agua limpia y cristalina de los ríos, al mundo animal que, durante un momento, me reconcilia con nuestra naturaleza humana, destructiva y voraz.

Se me perdieron las ganas de justificar nuestro egoísmo, nuestro canibalismo hasta con el prójimo, nuestra falta de entendimiento, nuestra fealdad. Se me perdieron las ganas de escribir cuentos con finales felices e infantiles que ni yo misma me creo. La cruda realidad lo devora y lo invade todo desde dentro y te lo vomita en plena cara. Una y otra vez. Y tú te lavas el rostro con ese vómito pegajoso y maloliente. Una y otra vez. Mientras se asoma una sonrisilla sarcástica y maligna de Satán, mirando de reojo, viendo satisfecho el espectáculo de la debacle.

Yo intento seguir respirando. Pausadamente. A pesar de todo. Intento que la realidad no me aplaste como una enorme losa y me fijo en ese pequeño gorrión que revolotea de rama en rama y me mezclo con su naturaleza risueña y vivaz durante un instante. Momentos fugaces con destellos sonoros de verdad.

Eva Soliveres


domingo, 2 de octubre de 2022

LA HISTORIA ES PERRO por NATACHA G. MENDOZA



La historia es perro. De esos marrones, paridos por mil perras distintas. Es de ladrido fácil, sin correa porque vive de la caridad. Es perro -obviamente tras enumerar lo anterior- veis pulgas. Me atrevería a jurar que alguno de vosotros os estáis rascando. La historia avanza hacia el martes, verano. Una ciudad inmensa, donde nadie es importante salvo los que salen en la prensa. Estoy segura que habéis visto algún titular, ¿sucesos? ¿política? Y discrepáis conmigo en eso de la importancia. Tranquilos, yo también siento que fracasé al utilizar esa palabra. La historia intenta avanzar más allá de vuestros complejos, regresa al perro sin dueño, que olfatea en una esquina. Un señor va distraído leyendo alguna noticia. Nuestro perro ladra, el hombre lo mira con desprecio y regresa al periódico. La historia se vuelve ruido, estruendo, una bocina de coche que no pudo frenar. El periódico cae manchado de sangre al lado de nuestro perro, que levanta una pata y lo mea. La historia se detiene en ese periódico sangrado, nuestro animal se echa encima. ¿Veis? al final, nadie más era importante.

Natacha G. Mendoza


sábado, 1 de octubre de 2022

UN ÁRBOL QUE TIEMBLA: Isabel Marina.



La poesía de Isabel Marina me recuerda las sugerentes palabras de Blanca de Navarra que sostenía que la melancolía «era lo propio de toda alma bien nacida». No sé si tenía o no razón Blanca de Navarra, pero en la poesía de Isabel Marina hay un alma bien nacida, una melancolía no exenta de dulzura y llena de piedad, tal vez a un paso de sentir como sentía Victor Hugo que «la melancolía es la felicidad de sentirse triste», puesto que su poesía es un canto íntimo y en voz baja, pero nítido, de amor ininterrumpido sustentado en una esencial percepción y expresión de la belleza. Así son constantes en ella no solo las reflexiones comunes a quienes vivimos esas mismas experiencias, y que comparte con una honestidad encomiable, puesto que no intenta impostar su sencillez comunicable con malabarismos «metafísicos» inextricables, sino también las «iluminaciones» en la captación de espacios y momentos para los que encuentra imágenes de alta y bellísima expresividad: «Ofelia ha muerto / y nosotros ya solo somos / el río que la lleva / hacia la eternidad».

Ángeles Carbajal