jueves, 30 de enero de 2020

CÓMO NO AMARLA? por JOSÉ PAJARES IGLESIAS



Y cómo no amarla? Mientras se nos despertaban los primeros pulsos del vientre ella desnudaba altiva su pecho comunista en aquella portada de Interviú del 76 que abrió más cabezas que las porras de los grises y el humo del Ducados de las asambleas clandestinas. Pepa mató a Marisol en esos años, aunque ahora se reconozca en las dos. Cómo no amarla si vendió los oros que le dio el Caudillo para regalarle el dinero a sus compañeros del PCE? No cabe más paradoja ni más justicia poética. Más útil el oro de Marisol que el de Moscú. Mientras los viejos cachorros del 18 de julio, ajados y decrépitos, corrían a comprarse trajes de persona decente a Galerías Preciados para que no se les viese la camisa azul, Pepa se casaba en Cuba con su bailarín. Por lo civil y con Fidel de padrino. Cómo no amar su misantropía de las últimas décadas?. Pepa quiso limpiar su piel hermosa de aquellas babas fascistas que la paseaban por las fiestas domésticas en los chalets secretos como si fuera un pequeño trofeo adolescente. Aquellos miserables camisas viejas que sólo fumaban puros buenos y bebían brandy caro llevaban la pederastia de serie, y creían haber cazado a Bamby.

Resulta que están todos muertos. Y resulta que Pepa está toda viva. Cómo no amarla?


José Pajares Iglesias


miércoles, 29 de enero de 2020

NO MORIR ESCUECE DEMASIADO por PEDRO P. VALDÉS




La botella vacía, el cenicero lleno, el papel en blanco y la noche negra. El humo danza réquiems sobre los restos de los cadáveres que ahogados al atravesar mi garganta yacen por el suelo. Huele a cementerio, a vasos sepultados bajo papeles rotos con pensamientos de última voluntad.
La moqueta es una lápida embebida en alcohol donde chapotea mi caos. La musa se ha atado a mis latidos para tirarse por la ventana arrancándome el corazón de cuajo, las horas se ahorcan en la pared y tu recuerdo sumerge mi razón en una bañera llena de distancia.

Me he pintado las uñas con el esmalte que dejaste en la repisa del baño tras escribir mi epitafio en el espejo, justo antes del portazo que te haría regresar al mundo de los vivos y me he masturbado hasta eyacular lívidas lágrimas que olvidaron el rumbo al derramarse desde una mirada perdida.
He visto el vacío en la taza del váter mientras vomitaba, he creído ignorar los límites meando fuera, todo dá vueltas para restregarme que el universo sigue girando, que la lógica o la inercia devorarán cada sueño e ilusión y la realidad volverá mañana rebañándome los huesos, royéndome el alma.
Hace un frío del demonio en la soledad de este infierno, repaso las líneas frustradas que de ti me separan, tan matemáticamente y jodidamente calculables en kilómetros con decimales periódicos mientras el corazón endiosa cada uno de los milímetros de piel que te recorrí como en una infinita cuerda floja.
Me duele, me duele cada pared que me ha escuchado llamarte, cada mueble que grita tu silueta como respuesta.

No morir escuece demasiado.
Me levanto maldiciendo del suelo de esta necrópolis y camino tropezando con todos mis ancestros, atravesando la niebla ciega mientras cristales crujen bajo cada uno de mis desequilibrados pasos. Abro la puerta y salgo a buscarte.

Hoy he vuelto a las andadas; mañana a los tropiezos; pasado a las caídas. Hoy he vuelto a las andadas, a apostar por la piedra que afila mis delirios, a eructar pedazos de alma... Hoy he vuelto a perderme, al salir del portal.


Pedro P. Valdés


martes, 28 de enero de 2020

APUNTES PARA UN FUTURO CAOS: Christian Nieto Tavira.




VI

igual nunca creerás en lo que digo,
pero te aseguro que cuando paseo por malasaña
me siento el poeta más solo del mundo.
como un sonámbulo en un mundo de gente despierta.
mientras los demás son felices y es la una de la madrugada
en cualquier reloj de arena,
este murciano perdido en una tierra que no le pertenece
va en busca de un garito abierto
donde las esperanzas se paguen a euro el litro.


VII

el cielo está gris.
los pájaros saben qué pasa y vuelan hacia otro lugar,
los jóvenes lo gritan,
los ancianos lo dicen en susurros,
en las noticias no se habla de otra cosa,
la gente corre buscando cobijo,
todo el mundo lo sabe ya:
se avecina tormenta.


XXI

en el fango también se puede vivir.
me he hecho un palacio de cristal envuelto en todos los «quizás»
que acabaron en un no.
he sentido que vivir aquí
es un poco como el morir.
sé que no entiendes este poema,
pero yo tampoco entiendo mi vida.
y aquí estoy. y aquí estamos.


XXXVII

a veces no sé si escribir una nota de suicidio o la lista de la
compra.
sigo vivo,
así que supongo que acabo eligiendo
la peor opción. 


Christian Nieto Tavira, de Apuntes para un futuro caos (Boria Ediciones, 2020).


*

«Mi paz está en avergonzarme de la esperanza», decía Antonio Gamoneda en uno de sus versos. La realidad de Christian es esa paz de la que hablaba Gamoneda, es la vergüenza por sentir esperanza alguna. Este libro, como nos puede adelantar el título, es el sistema de un caos inminente en un ahora desesperanzado, un conjunto de poemas que exaltan y glorifican el sufrimiento y la derrota conformando una única y gran visión de la inevitabilidad de la muerte. Los poemas son, pues, el espejo a una realidad ficcionalizada en un presente delicado y profético.

Es esta la inútil esperanza que se busca dentro de una visión caótica profetizada, la mecha consumida que detiene inmóvil la materia de la explosión, he aquí el Caos, un preludio reflejado en el libro como el sonido de un disparo que ha asesinado antes de dar en el blanco.

Jesús Miguel Pacheco Pérez

lunes, 27 de enero de 2020

TODOS MIS DEMONIOS por SAMUEL BRESSÓN




Debussy me despierta de madrugada. Está tocando al piano el Arabesque nº 1 y enciendo un cigarrillo. Mi amor duerme a mi lado un sueño inquieto por demonios de otros tiempos. La vida se encarga de ocupar cada tramo de nuestra existencia con algún demonio. Mi amor hace movimientos abruptos durmiendo un sueño que trata de huir de sí mismo. Abro una lata de cerveza. Miro por la ventana hacia la calle limpia de vida humana. Cuando el ser humano se quita de enmedio me siento menos expuesto, más protegido. Todos mis demonios son hijos del ser humano. Casi todos mis ángeles son hijos de la soledad. Debussy garabatea en mi mente notas de brisa y susurro. La noche fresca, clara, me abriga. La cerveza me abriga. El silencio me abriga. Mi amor emite un quejido profundo y sostenido; proveniente de un dolor que, probablemente, en su vida consciente ya no existe. La abrazo, la beso en la mejilla; se abraza a mí fuertemente tratando de huir del lugar al que no ha deseado ir. En el que no desea permanecer. A medida que la edad me alcanza sostengo incertezas que no necesito descifrar. Todos los rugidos provienen de la misma jauría. Toda la miseria de espíritu reposa en la misma víscera. Toda la mediocridad. Toda la arrogante sumisión. Me deshago del abrazo de mi amor que duerme ahora un sueño plácido. Apuro mi cerveza y abro otra. Escribo esto. El rugido nocturno, libre del hombre, palpita dentro de todo lo que he conseguido, por fin, comprender que soy.

viernes, 24 de enero de 2020

DIGTERNE / POETAS: Pejk Malinovski.




El poeta opina que hay que oír la verdad no de los niños y los borrachos, sino de las camareras y los camioneros.

El poeta le reza por la noche a Kafka.

El poeta siente que le escucharán.

El poeta observa largo rato la solicitud.

La poeta busca una sustancia que funcione como creía que funcionaba la cocaína antes de haberla probado.

La poeta quiere enseñarte su twist de rohypnol.

La poeta tiene miedo de que el lavabo la venza.

La poeta escribe mejor puesta de Ritalin. Y otros dilemas.

38 años y el poeta sigue sin saber hacer el nudo de la corbata, tiene que ver un vídeo en youtube.

La poeta sube a Facebook una foto con sus hijos.

La poeta tuitea que la puedes contratar por 1000 dólares para empotrar un coche en casa de tus padres si necesitas ponerle un poco de picante a la Navidad.


Pejk Malinovski, de Digterne / Poetas (Traducción Daniel Sancosmed) – Edición bilingüe danés / castellano (Chamán Ediciones, 2019).


jueves, 23 de enero de 2020

UNA BRIZNA DE ESPERANZA por DAVID GONZÁLEZ




perdido el norte
por       el centro

me acerco peligrosamente
a los cincuenta y cinco
y hago mía
esta oración de james michener (1):

me siento como si tuviera
noventa años
y viese el fin
de una vida desperdiciada:

la pobreza como una enfermedad crónica:

la poesía como una maldición insufrible:

la soledad como única compañía posible:

y perdido el norte
por          el centro

por Helena:

me siento como si tuviera
noventa años
y viese el fin
de una vida desperdiciada:

me vienen a la memoria entonces
los pensionistas de bilbao
mi amiga Andrea (2) entre ellos

luchando cada lunes sin desfallecer
por el futuro de sus pensiones
y las de sus hijos y nietos:

me viene también a la memoria
el documental la sal de la tierra (3)
donde entre otras cosas se nos cuenta
que a sus cincuenta y cinco
o cincuenta y seis años
el fotógrafo sebastiao salgado
con su compañera de vida Leila Wanick
empezó a reforestar
semilla a semilla
un bosque en brasil:

me vienen a la memoria por último

miguel de cervantes saavedra
que dio el quijote a la imprenta
siendo ya casi sexagenario

y el escritor maldito charles bukowski
que andaba por los cincuenta y seis
cuando conoció a Linda Lee Beighle:

tomar en consideración estos casos
me hace concebir una brizna de esperanza:

tal vez
después de todo
lo mejor de mi vida

aún esté
por llegar:


David González, de Fuera de guion (Más madera, 2019). Edición al cuidado de José Yebra.

1 Escritor estadounidense (1907-1997)

2 Andrea Uña Barrientos, poeta y rapsoda.

3 La sal de la tierra, 2014. Directores: Win Wenders y Juliano Ribeiro Salgado… Guión: Win Wenders y Juliano Ribeiro Salgado... Música: Laurent Pettigard… Fotografía: Hugo Barbier y Juliano Ribeiro Salgado…Premios: Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes (2014) … Premio César al Mejor Documental (2014) … Premio del Público en el Festival de San Sebastián (2014).

viernes, 17 de enero de 2020

1 POEMA de JORGE M MOLINERO




De niño
no entendía por qué
mi abuela
cuando la leche
estaba demasiado caliente
en vez de
echar fría
la pasaba a otro vaso
y luego al origen
y luego al otro
y vuelta al primero
así hasta que
se templaba el desayuno.

Ahora
que tiramos tanta comida
descubro el porqué:
mi abuela
sabía la medida exacta
del hambre. De la penuria
la pobreza y el no tener
ni tierra
que echarse a la boca.


Jorge M Molinero


jueves, 16 de enero de 2020

EL BUQUE MALDITO 32



Ya está a la venta el nuevo número del fanzine El Buque Maldito.

Centramos gran parte de su contenido en la crónica de la edición número cincuenta y dos del SITGES – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya.

El reportaje del SITGES 2019 viene acompañado de las entrevistas a los realizadores: Michele Soavi (La befana vien di notte, Aquarius, El engendro del Diablo), Juan Diego Escobar (Luz), Rudy Riverón Sánchez (¿Eres tú, papá?), Pupi Avati (La casa dalle finestre che ridono, Zeder, Il signor Diavolo), Orçun Behram (The Antenna) y David Gregory (Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson).

En paralelo al certamen podréis leer una extensa y exclusiva entrevista con el realizador italiano Enzo G. Castellari, realizada con motivo de su presencia en Isla Calavera 2018 – Festival de Cine Fantástico de Canarias, donde recibió el Premio Isla Calavera de Honor.

Los artículos Demonios bajo túnicas de frailes, centrado en el film portugués O construtor de anjos (1978) de Luís Noronha da Costa, y Juan José Plans, La voz del miedo, repaso-fantástico a la figura del escritor y guionista Juan José Plans, cierran el nuevo número.

PVP: 4€ + gastos de envío. 43 páginas.

A la venta los últimos ejemplares de los números 30 y 31.

Pedidos y más información: 



martes, 14 de enero de 2020

EL TIEMPO SIEMPRE TE ENCUENTRA por NATACHA G. MENDOZA




Así el reloj, que insulta a un tiempo del que nadie puede escapar. Esa es la verdadera agonía, el “tic tac” en cada acto. Llego a la cafetería de siempre, pido el café de siempre, con el azúcar de siempre, a la misma hora… entonces, me doy cuenta de que hace siglos que no llevo reloj de pulsera, pero aparece por otros lados. Se cuela en los móviles, en las computadoras, cuando entras en la estación; por las calles hay banderolas que te hablan del clima, parpadean y sale el reloj. El tiempo sabe cómo colarse para derramar su ira, sabe cómo abrir las cloacas de nuestra desesperación. Una vez intenté vivir ajena a él, me encerré en casa, con suficientes víveres. Bajé todas las persianas, escondí los aparatos electrónicos y me tendí en la cama mirando al techo. La luz del sol se filtraba por las ranuras, las paredes de mi cuarto eran una proyección de esa mañana. Las líneas comenzaron a bajar según caía la tarde… y de nuevo el maldito “tic tac”, y esa agonía colándose desde el exterior, haciéndote ver que el tiempo siempre te encuentra.


Natacha G. Mendoza


viernes, 10 de enero de 2020

CARRERA CON EL DIABLO: Prólogo.





NO PARTICULAR PLACE TO GO


El poeta Luis Sánchez Martín me invita a subir a este flamante libro descapotable: Carrera con el Diablo.

Yo me comprometo a pagar el combustible de este viaje a ninguna parte con un prólogo. Los tipos como nosotros no sabemos vivir sin música, pienso, porque la música es todo lo contrario de nuestra propia ausencia, el soplo de aliento que por muy bajo que hayamos caído aún nos ata al mundo, y siempre hay una canción para un poema, y un poema para un adiós. Sé de antemano que este libro de poesía, rápido y potente como aquellas canciones breves llenas de energía de los años cincuenta, no es una carrera directa hacia un abismo, sino la obra de alguien que ha aprendido a despedirse del propio vacío de su existencia. Quiero moverme por cada pasaje de estas páginas al ritmo del viejo rocanrol, pues siempre me recuerda a los días de inocencia, de un hogar en el corazón, antes de que los excesos y el autodesprecio lo estropearan todo:

«Manchas imborrables al estar
hechas de tiempo y no de materia.»

Luis se adelanta a mi idea y hace girar un disco de Chuck Berry en el cedé. Antes de arrancar el motor de su poesía me avisa, con voz serena y una sonrisa nada minúscula, que a mitad de camino debemos pasar a recoger a alguien... Yo sé que no será nadie peligroso ni de mal vivir. Sé, con total seguridad, que será alguien relacionado con la catarsis de la poesía, porque los dos ya sabemos por experiencia que lo contrario de la sobriedad es quemar con alcohol tus demonios y echarse a dormir al volante de tu vida, la vida que sólo se vive una vez, la vida que nadie puede vivir ni morir en tu lugar:

«Total. Bukowski nunca lo hizo.»

Este es su primer poemario, sí, pero no su primer día en la poesía y el dolor. El autor abre totalmente su corazón, le tiembla la voz y me dice que el día que murió su abuelo su madre le dio una paliza, que allá por los años 90 él tenía una familia pero que no la usaba, después chasquea los dientes y me habla del caradura de su hermano mediano, de su hermano mayor, que fue también su profesor, y vivía sobre un cementerio de relojes en la cara norte de la pensión de mala muerte donde dormía sus sueños; el mismo hermano / profesor a quien, en secreto, le dejaba pagadas algunas copas en el bar donde simplemente pasaba por la vida durante los últimos treinta años. Me habla también de la casa que juró no pisar nunca más, y del día en el hospital donde su padre moribundo lloraba no porque fuese a morir, sino por haber sido alguien que había desperdiciado su tiempo:

«Y besé la lona como un plomo,
como un poema mal traducido
o una canción desafinada.»

Guardamos silencio al pasar por la curva donde se mató el rockero Eddie Cochran, y el actor James Dean. Pero si creías, lector, que en este libro dos viejos rebeldes iban a jugarse de nuevo la vida con el diablo en unos versos directos a un precipicio estás muy equivocado:

«El secreto de la vida eterna
es saber dar el salto a tiempo.»

Entonces, Luis Sánchez Martín frena, poco a poco, en la Calle Desengaño. El libro se para; una brisa fresca hace brillar las sílabas de sus versos. Le comprendo. Yo bajo del coche y me siento atrás. Una chica se acerca a nosotros y se sienta junto al poeta que la besa. Y nos presenta, casi recitando, con dulce agradecimiento:

«La chica de las gafas de pasta
y el pelo muy corto
que sueña conmigo las noches
y me abre la puerta de los días.»

Ahora el libro avanza por la misma calle que de repente cambia de nombre, y se convierte en otra calle llamada Teresa, mientras Luis, el poeta, deja rugir sus sueños mal dormidos.

Escuchad, ahora suena “When the man comes around”, de Johnny Cash, y entre el loco irresponsable que fue y el ridículo cadáver que pudo haber sido, hay un hombre que es amante y amado, el hombre que ya no camina por la cuerda floja, pues ahora, junto a su chica, y rodeado de poetas que admira y le admiran, está marcando la diferencia, está creando su propia familia y ha entrado, para quedarse, en el verdadero lado salvaje de la vida:

«Sin poder evitar caer en la paradoja
de pedirle disculpas al espejo
por seguir teniéndolo todo
y todo el tiempo del mundo por delante.»

Y es que no importa lo que uno hizo en el pasado, sino lo que vas a hacer mañana. Porque cuando creas que ya no puedes hacer nada más para mejorar tu salud, tu amor y tu trabajo, todavía te queda lo que haría una buena persona: bañarse en extrañeza, amar los cambios que se te presenten en el camino, porque con cada cambio ―así lo he aprendido yo mismo de mi mujer― siempre hay una primera oportunidad para todo, y ningún sitio en particular a donde ir.


Abel Santos, prólogo a Carrera con el diablo,
de Luis Sánchez Martín (Lastura, 2019)


jueves, 9 de enero de 2020

WEST 33RD STREET por JOSÉ MARÍA FONOLLOSA




La pareja perfecta es uno solo
haciéndose el amor. Ninguna chica
conoce el cuerpo mío cual yo mismo
y, por tanto, es más sabia mi destreza.

Qué suave recorrido placentero
por las zonas sensibles de mi físico.
Qué mano que no es mía ni es ajena
sino que es tacto, roce, soplo angélico.

Qué en su justo momento el adentrarme
en la medida exacta de mis límites.
Anchura o estrechez, cuanto me plazca,
consigo en el instante apetecido.

Qué variación inmensa obtengo estando
conmigo mismo, amando incluso a aquellas
que niéganme el contacto. A todas cuantas
me venga en gana entonces disfrutarlas.

La pareja perfecta es uno a solas
haciéndose el amor. En ambos sexos.
Resulta incomprensible esa obsesión
que nos lleva al amor en compañía.


José María Fonollosa, de Ciudad del hombre, New York.

miércoles, 8 de enero de 2020

UNA VIDA NO VIVIDA: Rafael Sáenz de Cabezón.




Son muchas las vidas que nos rodean y de las que no tenemos noticia alguna. Muchas las situaciones que se desarrollan en nuestro entorno acerca de las que no conocemos los detalles más importantes. Internarse en ellas, descubrirlas y analizarlas es una de las virtudes indudables de la prosa de Rafael Sáenz de Cabezón y, en particular, de estos relatos suyos que se asoman a la vida secreta, a las emociones escondidas. 

Una vida no vivida ilumina con acierto las zonas prohibidas, los sentimientos alojados en lugares de difícil acceso. El autor consigue dar con los elementos oportunos para así permitirnos visualizar a sus personajes, entender sus decisiones, compadecer sus dolores, sorprendernos ante sus asombros. Y lo hace a veces desde la ternura, a veces desde el humor, la rabia, el desconcierto, la piedad. 

Rafael Sáenz de Cabezón no da puntada sin hilo. Cose con paciencia sus historias para llevarnos, a través de ellas, también a la nuestra. Nos hace vivir las vidas que no vivimos para comprender que podríamos ser otros y desear cosas distintas y ver el mundo de otro modo. Nos abre caminos por fuera y por dentro.

Este libro de relatos es obra de un gran observador, un escritor capaz de comprender que la literatura cobra su auténtica dimensión cuando consigue inmiscuirse en la forma de mirar la vida que tiene el lector. Y Rafael Sáenz de Cabezón triunfa en su empeño. Tras la lectura de estas historias es imposible no preguntarse qué vida no vivimos, qué vida dejamos atrás.


Flavia Company


martes, 7 de enero de 2020

ELLA por JULIA NAVAS MORENO



Dice que ya apenas sonríe,
que a menudo sus ojos nadan
en lagunas de alta salinidad.
La observa mientras ella sube
las persianas con desidia.
Susurra que sus manos no aprietan como antes
y que ya no tatarea canciones al atardecer.
Se pregunta de quién es ese cuerpo
que se acurruca en su cama
postrado como un árbol caído;
que dónde están las ramas
en las que brotaban tallos verdes
y se posaban pájaros carpinteros
que repiqueteaban nuestros nombres.
Se queja de que ya no pronuncia palabras de amor:
solo las escribe en poemas olvidados.
Busca en los armarios
sus zapatos de baile
para resucitar a la eterna danzante,
pero sabe que sus pies están rotos
de subir y bajar tortuosas escaleras sin barandilla.

Sabe que la niñez muere entre los juncos de las charcas
pero se conforma con observar
la belleza decadente del estático vuelo de la libélula.


Julia Navas Moreno


viernes, 3 de enero de 2020

CARRERA CON EL DIABLO: Luis Sánchez Martín.




EL DÍA QUE MURIÓ MI ABUELO

El día que murió mi abuelo
mi madre me dio una paliza.

Han pasado casi cuarenta años
y sigo sin ver relación alguna
pero ella parecía convencida.

El día que murió mi madre
llevaba diez años sin verla
y aunque sabía dónde y cuándo
era el entierro
no pude ir:
tenía que hacer la compra, lavar el coche
y limpiar la casa.

¿No ves la relación?
Es el mercado, amigo.


ELLOS NUNCA LO ENTENDIERON

Mi casa sufrió un incendio.
Yo soy las cenizas.

(Brenda Ríos)

Me hubiera gustado
sentarme en tu sillón junto a la ventana
y con un cenicero en el reposabrazos
encender un amargo ducados
frente al televisor
y poder entender algo más

pero el televisor explotó sobre un espejo
y no he sido capaz jamás
de volver a poner un pie en
aquella casa.

No quiero engañarte, creo que nunca te quise
como creo que jamás he querido a nadie
aunque me escondí para llorar cada tarde
y otras, borracho, lo hice frente a todos

y recuerdo las risas que suplieron los consejos
y al amigo que ocupó el lugar de un padre
(hoy mi ventaja es notable frente al resto
no puedo añorar lo que no tuve)

pero me asusta verme desde fuera
pues como tú sonrío y hablo
y hago creer a todos que soy feliz
cuando simplemente existo

ahora entiendo la vocación, la coraza
esa sonrisa torcida
que he heredado
esa barba de tres días
que empezaba a crecer
nada más pasar la cuchilla

ahora me afeito y te veo
pero no sobre el espejo
siempre fuiste viejo y nuestros rasgos
nunca se impregnaron

te recuerdo en una cama de hospital
con un pijama azul abierto
llorando porque te marchabas
y yo a medio metro
entendiendo tu llanto
como ellos nunca lo entendieron

fue lo primero y único
que llegué a comprender

y tengo miedo
me aterroriza convertirme en ti
y algún día llorar
por haber perdido un tiempo
para el que no hay segunda vuelta
sabiendo que viví despacio
morí viejo
y dejé un ridículo
cadáver.


LA CUALIDAD ESFÉRICA

¡Buuuuuuuuuh, que salga Sha Na Na!
(Abraham Simpson en Woodstock)

Hace unos días participé
en una lectura conjunta
de Cien años de soledad.

Pensaba en eso anoche
mientras veía el pressing catch
en internet

y mientras Dean Ambrose alzaba
su cinturón de campeón intercontinental
pensaba, también
que los polos presionan el globo
frustrando su cualidad esférica
y que si se hace camino al andar
también construye quien tropieza.

Y es que a veces la mayor incógnita
es saber si merece la pena
despejar la x.

Y tú,
sí, tú
que crees saberlo todo
déjame decirte algo:

el siglo XX no acabó
hasta que murió Chuck Berry.


Luis Sánchez Martín, de Carrera con el diablo (Lastura Ediciones, 2019).

http://lastura.es/?product=carrera-con-el-diablo

jueves, 2 de enero de 2020

LA MALA RAZA por NACHO ESCUÍN




EL NOMBRE DE LAS COSAS

Esa maldición,
la de saber
con exactitud
el nombre de las cosas

sin la más mínima
posibilidad
de equivocarte
o de acertar.

A eso lo llamaban
política.


PÓLVORA EN LAS MANOS

Cuánto se tarda
en destruir
lo más costoso,
la construcción imposible.

Nácar los dientes,
nácar también los días,
y pólvora en las manos.
Mi historia es
la de un militante
duro y blanco
que lo incendia todo.

Eso es todo
lo que soy capaz de recordar.


TIEMPO ATRÁS

Lo recuerdo casi como si fuese ayer.
La emoción,
el temblor de las manos
y el sudor frío.

La presión de leer un poema
como si en él terminase el mundo.

Hoy no confío en mí,
no confío en nadie,
he perdido las ganas
y te he perdido a ti.

He perdido la voz,
he perdido el poema.

A lo lejos alguien entona
el canto final de los días.

Tranquilos amigos,
no es una despedida
es solo poesía.


MORTAL Y ROSA

Años después
delante de tu propia vida,
con el espejo plano
sin artificios que valgan,
te ves de nuevo en el inicio.

Es algo así como si nada hubiera sucedido.
Como un sintagma vacío,
un recuerdo nítido que te lleva
a ninguna parte.

Estás fuera del mundo,
el propio mundo así lo ha decidido.

Atrás solo queda algún que otro café helado,
las náuseas de cada mañana
y cuatro intensos años
de amargura y socialismo.


Nacho Escuín, de La mala raza (Bala Perdida, 2019).

https://balaperdidaeditorial.com/libros/la-mala-raza/