todos los que se hayan visto inmersos alguna vez entre al niebla, se habrán percatado de que las imágenes que se visualizan se hacen desde una óptica externa y desde otra interna... desde el raciocinio y desde el instinto que, a veces, se alía con el primero para intentar descodificar esa imagen... si descodificar es según la rae, esa que en su afán de pulir a veces roe al raer el lenguaje: Aplicar inversamente las reglas de su código a un mensaje codificado para obtener la forma primitiva de este... en la niebla se produce una paradoja pues, al intentar racionalizar una forma codificada de sombras para extraer su mensaje original, primitivo, nuestra parte racional echa mano de lo que queda en ese pozo oscuro en el que depositamos lo que creemos mierda en nosotros, y así, de la imagen primigenia, por ejemplo: un árbol agitado por el viento, al filtrarla por nuestro cerebro podemos acabar creyendo que vemos, no sé... cualquier cosa...
así acabé viendo en los dos años que custodié esa mina perdida en la montaña, donde la niebla casi perpetua era inescrutable, cosas que pueden parecer irreales pero que en ese contexto eran la única realidad... y allí aprendí a desarrollar eso que hoy llamo "visión entre las grietas de la realidad", y de allí parte mi teoría de la "realidad virtual" que comparto con otros autores a los que entonces no había leído y que es hacia donde quieren llevarnos las corporaciones integristas del capitalismo como último paso para la desaparición de lo único que tenemos: nuestra conciencia: allí donde podemos discernir y adaptar a nuestra realidad lo que podemos asimilar en este mundo tridimensional pactado que no es único pero sí excluyente.. y se conforma, entre otras cosas, con el acervo cultural interrelacionado y el genético o, como dijo el maestro Jung, arquetípico...
buscando la esencia de las cosas he caminado solitario durante mucho tiempo... oyendo, viendo, escuchando... captando ese momento en el que parece que la imagen se congela o rompe, en el que perdemos nuestras máscaras y somos como realmente somos... para intentar hacerlo, ya que no poseo ningún don paranormal o lo que comúnmente se entiende por ello, paso por dos estados que son habituales en mi vida y que van interrelacionados, pero en mi percepción de las cosas siguen un proceso inverso a lo que es habitual: la búsqueda de un estado alterado de conciencia y su tránsito a la normalidad: la resaca...
sé que puede sorprender que yo diga que las resacas para mí son cojonudas y que soy dichoso paseándolas... pues consigo percibir entre la gente cosas que construyen algo dentro de mí... adquiero una visión creativa, cojo cierta distancia de mí y puedo aprehender algo que nunca sabré definir y que es una especie de comunicación con mi yo interno... y, también, he de decirlo, me gusta jugar cuando paseo entre la gente, cuando me desvío por calles que no transitan, más oscuras y llenas de esa vida que se acumula en las piedras...
Alfonso Xen Rabanal, de Crónicas para decorar un vacío.
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