martes, 29 de noviembre de 2016

PIE A TIERRA: Felipe Zapico Alonso.



Felipe Zapico nos muestra un registro hasta ahora no sondeado por él. Como me dijo el día de la presentación en el teatro de Barakaldo "salir del espacio conocido del registro amigo y cómodo no es fácil, pero sí necesario" y eso ha hecho, ha rebasado ese espacio cómodo y el resultado es magnífico en las tablas del escenario.

lunes, 28 de noviembre de 2016

HELTER SKELTER en MADRID




LA VIDA ES UN BAR (Vallekas)



La vida es un bar (Vallekas)
Colección de relatos en torno a bares vallekanos

Editoras: Ana Grandal y Begoña Loza
Ilustración de la cubierta: Javierre
Amargord Ediciones, 2016

Encuentros alrededor de unas cervezas, garitos que te atrapan entre sus pentagramas, tapas intemporales con solera, camareras/os polifacéticos que acogen risas y quebrantos, tascas en color sepia, parroquianos que nunca se toman la última, bares que nos sirven la vida: estamos en Vallekas y estas páginas brindan por ello.

Autor@s participantes: Capitán Narváez, José G. Cordonié, Valeria Surcis, Roxana Palacio Platero, Esteban Gutiérrez Gómez, Luis Miramon, Robértez, Gsús Bonilla, Alberto Avila Salazar, Morado (Tiempos de Chuta y Pota), Patxi Irurzun, Morris, David G. Panadero, Ana Grandal, César Ramos Zaragoza, Sonia Fides, Pablo Cerezal, Julio Jurado.

Presentación: 30 de noviembre, 20:30 h, La esquina del zorro, c/Arroyo del Olivar, 34, Madrid.




sábado, 26 de noviembre de 2016

¡VIVA NOVIEMBRE! por DOMINGO LÓPEZ



El día que amaneció con el Cabrón muerto, no hubo clases. Llegamos de mañana al colegio y todos los maestros estaban como atrincherados en la Sala de Profesores, bisbiseando y confabulados. Así que nos dejaron a todos a nuestra bola. Uno de la panda, el Canijo, sacó entonces el paquete de Bisontes, birlado en la tascucha de su viejo, y nos juntamos a fumar y toser detrás del edificio, donde languidecía un arbolito, el único vegetal de aquella escuela con ínfulas de reformatorio. Era noviembre, como ahorita mismo, y hacía un montón de frío. Como teníamos claro cuál sería nuestro destino de niños descarriados y menesterosos, juntamos unas ramitas y algunos papeles y enseguida hicimos una pequeña hoguera. Había que ir practicando para cuando nos viéramos tirados en la puta calle. Tras fantasear un rato con meterle fuego al colegio, cuando se acabaron los pitillos y la fogata se extinguía decidimos volver al patio a echar un vistazo al panorama. Al cabo de un rato, un profesor se asomó y casi prorrumpiendo en sollozos, tartajeando de emoción, anunció que éramos libres, eso dijo, y que ese día no había clases y que nos fuéramos al carajo por ahí. Entre gritos de júbilo, el conserje, temblando, acertó por fin con la llave y abrió la puerta y por ella salimos todos en estampida, soltando blasfemias y patadas, hurras y empujones. Y ya afuera, vimos cómo el Director, un tipo barbudo y larguirucho, se acercaba dando saltitos de pollo a los mástiles de las banderas, vimos cómo arriaba sin solemnidad ni hostias el trapo rojigualda y como sacaba de una bolsa otro trapo, cómo lo ataba a la cuerda y cómo izaba el nuevo estandarte y levantaba el puño como si quisiera amenazarnos o darle un mamporro a cualquiera. Y todos, como digo, vimos ondear una bandera roja, que mas bien parecía un mantel y como no entendíamos nada y además nos importaba una mierda, alguien opinó no sé qué cosa de los toros y que si nos íbamos a la playa a gandulear o al colegio de monjas, a subirnos a la tapia y vacilar a las niñas y por el camino nos encontramos con el viejo loco del Guindi, con una botella en la mano, borracho como una cuba y cantando estiró la pata el Cabrón, olé, olé, estiró la pata el Cabrón… Y decidimos irnos detrás de él a festejarlo, porque aquella muerte de aquel cabrón pintaba bien, tenía que ser buena, muy buena cosa para, por lo menos, nuestro dudoso futuro y para nuestro deprimente barrio.

Domingo López, del libro inédito Todas las cosas que no hiciste antes de decir chau.


viernes, 25 de noviembre de 2016

SON UNA DECENA DE OLVIDOS por IÑAKI HERNÁN




Son una decena de olvidos
los que te marcan la senda
de lo que antecede a tu nada.

Son unos pocos gestos
los que quiebran vanidades
inventadas con cerveza.

Son, antes de ser vacío ,
cenizas sin olor y transparencias
que sobrecogen a la luz.

Son cegueras que hieren
el cariño que la fe te otorga.
Personas... sólo son personas.

Quizá fue un mal paso,
un "tal vez otro día",
puede que sólo la palabra.

¿Cuál es tu alba?
¿dónde pernocta tu bilis,
cuando tú eres... ausencia?


Iñaki Hernán


lunes, 21 de noviembre de 2016

LLORONA: Brenda Ascoz.




NOCTURNO

Imposible situarla,
como a un espejo en la oscuridad
-que es papel o puerta o es espalda-.

De nuevo la Angustia,
sólida y oscura,
animal al acecho.


CANGREJO ERMITAÑO

Buscaba
cuerpos a los que adaptarme,
cuerpos donde construir un hogar
que me resguardara
de las inclemencias de la vida.
Cuanto hallé
fueron cuerpos vacíos,
cáscaras;
pero era peor
que habitar la intemperie.


CONTROL

Pero en esos momentos
soy yo contenida,
yo a punto de caer
a través de las fisuras de tanta contención.
Por supuesto,
tampoco entonces
-por supuesto no entonces-
soy feliz.
Ni nada parecido.


DE PADRES E HIJOS

Adoraba
la parábola del hijo pródigo.
A menudo nos contaba esa historia:
la del hijo
que regresa al hogar, humillado,
y se arrodilla ante el padre
suplicando perdón.

La clemencia de ese padre
como la más formidable
ostentación de poder.


Brenda Ascoz, de Llorona (Isla de Sitolá, 2016).

http://laisladesiltola.es/

viernes, 18 de noviembre de 2016

OMBLIGOS Y UNIVERSOS por JULIA NAVAS MORENO



Y tú
Abres los ojos al mundo
y adivinas un horizonte inmenso
un pastel completo
listo para ser devorado.
Y tú,
hambrienta, te relames.
Y tú,
valiente, planeas conquistar el Universo.
Pero el espacio está invadido de selva,
mosquitos y culebras
y el pastel tiene mordidas
todas las esquinas.
No hay rincón que lleve tu nombre.
No hay certezas salvadoras.
No hay un «te doy» sin un «dame».
Y tú,
bordeas cada señal surcada de dientes,
cada silla ocupada
para encontrar tu sitio sin molestar
y desde allí,
conquistar el terreno
de lo perverso
para pintarlo de blanco
desde tus actos,
tu sonrisa y tus palabras.


Claudico —solo por un momento—

Hoy necesito taparme un ojo
para acortar horizontes,
mi dimensión del mundo.

Para qué tanto espacio
si no puedo disfrutarlo.

No me deis interminables carreteras;
con un camino de ida y vuelta
tengo bastante.

Para qué esa paleta de colores
si todo es blanco y negro,
gris o marrón.
Para qué voz de soprano
si siempre tengo que hablar
en susurros o callar.

No es cobardía
sino hastío por tener que luchar
por un metro cuadrado
con tapia de piedra
todo él rodeado.
                            Un metro cuadrado, Vainica Doble

Curvas

Es redondo el marco que rodea
el bodegón de flores muertas
que veo desde mi cama.
Cerradas las curvas
que hacen del camino una sorpresa.
Ondeante el piso que sostiene mis pies.
Es difícil no marearse,
no perder el equilibrio.

Pero el vértigo espolea,
aviva los pasos que oscilan
a izquierda y derecha.

No hay baile con caderas rectas,
pasos al frente.
No hay emoción sin ángulos.

Y las flechas, en algún momento,
girarán para
                  caer
                      en picado.

Julia Navas Moreno, de Ombligos y Universos (Canalla Ediciones, 2016).

A lo largo de las páginas de Ombligos y universos, la poeta Julia Navas desgrana su permanente ansia de vida, observa el mundo y el destino de dentro a fuera, a veces en clave de derrota, sin duda idealizada, y otras con coraje para inventar una nueva realidad. 

Elige para ello el lenguaje de la desesperación, más intenso y más bello que el de la esperanza, para contar con una gran capacidad lírica el paso de lo relativo a lo absoluto, inscribiendo lo personal en lo universal.

Subyace en este poemario una clara vocación de resistencia profunda, de rebelión contra el opresor, que en ocasiones puede ser uno mismo y pretende robar el derecho a vivir una vida feliz, normal, sin ser héroe ni víctima. 

Inés Pradilla


jueves, 17 de noviembre de 2016

INFERNO por FRAN SOTO




Hemos mirado cara a cara al diablo,
sopesado todas las variantes;
la posibilidad de un mundo mejor ante nuestra falta,
la arena de reloj acumulándose en los bolsillos laterales,
la necesidad de perder y encontrar,
la urgencia honesta de regalarnos un puñado de sexo y poesía.

Inferno...

Atrapados en el último adiós,
en el eléctrico instante entre reencuentro y despedida.
En el último adiós,
donde se posan las moscas muertas
y un efímero recuerdo a máscara de fina piel
y cordero degollado nos envuelve.


Fran Soto

https://www.facebook.com/Fran-Soto-335568329916715/?fref=ts

martes, 15 de noviembre de 2016

LAS LÁGRIMAS DE CHET BAKER CAEN A PISCINAS DORADAS: Abel Santos.



“Abel Santos sabe matizar tonos diversos, desde el patetismo de la desolación en el que la soledad atormenta y emite su queja hasta el lamento elegíaco que despide la penumbra triste de un bar de copas, cuando el cliente llega a deshora y el camarero aleja su cansancio soñando con la huida a cualquier litoral deshabilitado. La actitud reflexiva de estos poemas nace en ese instante en el que sueño y realidad se confunden y el yo se siente único habitante de un espacio en ruinas; horas en las que el reloj de la melancolía marca el paso a una actitud vital que acumula fracturas y cicatrices”

José Luis Morante

(Jass, Ediciones Tuertas, 2016)

“Ahí, más allá de la marquesina de la parada de autobuses, en un collage alucinado y furioso, están todos los versos de Abel Santos, sus hijos bastardos y queridos…”

Javier Cánaves

(Demasiado joven para el blues, Eirene Editorial, 2014)

“Los poemas de Abel Santos son como las notas lánguidas de Chet Baker, que viven entre las calles de una ciudad cualquiera en una tarde de verano; se deslizan entre los sillones del bar de un hotel, desde los labios de una mujer de ojos altivos hasta el corazón helado del hombre que la acompaña. Son versos que salen a la calle a respirar el aire bañado por la luz del sol.”

Diego Vasallo

Las lágrimas de Chet Baker caen a piscinas doradas, Chamán Ediciones, 2016.

http://chamanediciones.es/producto/las-lagrimas-de-chet-baker-caen-a-piscinas-doradas/

BIO-BIBLIOGRAFÍA

Abel Santos (Barcelona, 1976). Ha publicado los libros de poesía: Esencia (1998), El lado opuesto al viento (2010), Todo descansa en la superficie (2013), Jass (2016), y su Antología poética 1998-2014 Demasiado joven para el blues.
En 2015 coordina la antología de varios autores La casa de los corazones rotos, donde reúne a más de una veintena de poetas que admira y que conformaron a lo largo de los años su universo de lecturas.
Ha colaborado en numerosas revistas de poesía a nivel nacional y del extranjero, y participado en un buen número de libros tanto de poesía como de narrativa.
Las lágrimas de Chet Baker caen a piscinas doradas (Chamán Ediciones), es su quinto libro de poesía, de poemas breves y espontáneos como una lágrima, escritos en servilletas de bar.
En 2011 fue encargado de prensa y relaciones públicas del I Festival de Poesía y Microrrelato: Vilapoética, de la ciudad de Viladecans.
Tras 12 años metido en drogas y alcohol, Abel Santos nos habla en sus poemas del peligro de traspasar ciertos límites. De formación autodidacta, él mismo ha bautizado su poética de "realismo bastardo", que bebe tanto del mundo real como del mundo poético o más introspectivo, sin una clara escuela o movimiento literario como padre definido.
Algunos de sus poemas han sido traducidos al árabe y al inglés.
Desde 2010 administra su blog de poesía: Demasiado joven para el blues.

lunes, 14 de noviembre de 2016

A BASE DE REFORMAS por MARÍA DONOSO




Ahora que tengo los huesos recién pintados
-por eso de que mueren por ti
y quiero que lo hagan guapos-
he reformado las ganas de recibirte.

El colchón no para de decirme que
hagamos con su relleno de tripas corazón.

La almohada tiene complejo de brújula
y me pregunta si ya he aprendido a dormir.

¿Cómo se consigue si los sueños
siempre viran a tu orientación?

El suelo tiene los brazos abiertos
para que juegues con mis braguitas
al balón prisionero.

Parece que se ha jubilado el timbre.
Por eso de que no llamas y
hogar suena a ciencia ficción.

El felpudo de la entrada me ha pedido
un tiempo para pensar
qué coño significa "Bienvenido".
Estaba pensando en darle plaza,
del hueco que deja,
a un cartel de "se busca auxilio indefinido"

No sé si lo sabes,
pero creo que la etiqueta del jersey
me está rascando los besos de la nuca
y el frío viene y va como Pedro por su casa.

Me he pintado la boca de poderes
para ver si con esas las heridas
son menos carne de cañón
y se quedan en recámara.

En los ceniceros quedan
restos de cosquillas
que me tienen calada.

Me miran.

Susurran:
"¿A qué aspiras, chiquilla?"

Ahora que tengo las caderas
acondicionadas a tus palmas;
y en faena los escalofríos de la piel.

Tienes que volver y,
con todos mis respetos,
no esperes que me porte bien.


miércoles, 9 de noviembre de 2016

LA CUARTA HIJA DE ROSA: Jorge M.Molinero.




PRÓLOGO

Isla Mujeres, en el mar caribe, fue un santuario dedicado a la diosa Ixchel, diosa maya de la luna y la fertilidad. Allí depositaban ofrendas con formas femeninas las muchachas como parte de su paso de niñas a mujeres. Al llegar los conquistadores españoles y ver las figuras, la bautizaron Isla Mujeres.

Me pregunto si su peregrinaje a la isla lo hacían solas o acompañadas de otras mujeres adultas o si algún padre o hermano las observaba de cerca en la playa con devoción y curiosidad. 

Como la de este poeta que escribe desde el naufragio transgénero de la infancia: un niño que se mira en el espejo de sus hermanas; que roba sus vestidos y el neceser con el maquillaje; que en carnaval se disfraza de mujer y se queda en casa pasando el aspirador.

Los poemas de Jorge M. Molinero son el peregrinaje del niño, del muchacho, del conquistador a una isla de nostalgia familiar, de castración y angustia ante lo femenino desconocido. Allí también se reúne con un Saturno futbolero, herido, desorientado como su hijo al que no devora sino que nombra “príncipe con habitación compartida y puerta del baño siempre abierta.”

Pero el hijo, el hermano, el titán, se siente atrapado en su isla de mujeres y atraído por la diosa Ixchel de tantos rostros diferentes: de loba, de gata, de violada, de gitana, de muerta… de niña adorable si no le llevas la contraria. 

El náufrago, el número cuatro en la deriva de la infancia, observa rendido a Ixchel porque “tiene en los ojos dos alacranes copulando”. Porque “sus labios son siempre fruta del tiempo”. Porque “ella es de esas mujeres que sin mover los labios te indican a quien hay que matar sin motivo.”

No matar. No matarse en la hechicería de los géneros y sobrevivir como un hermafrodita emocional superando fantasías tocadas y hundidas.

Entonces un aquelarre de mujeres con migas de pan y siesta sobre un hule de conspiraciones necesarias, hace erguirse al antropoide por encima de su miedo a no ser y aprende a no pesar, a no ser denso, a sentirse libre como “alga en una playa de Lampedusa”.

Viajen a este Yucatán urbano con un coro de sirenas en la sobremesa. 

Bajen con el dios Cronos en el ascensor a por el periódico y unos churros. Escuchen a Edipo cantar “Somewhere over the rainbow” mientras se prueba unos zapatos de tacón.

Láncense a esta playa con resaca de versos apasionados y hermosos junto a este hombre, también mujer, también poeta: Jorge M. Molinero.


Manuela Paso Rodríguez

*
Fui de todas el que menos belleza heredó
                 -apenas los ojos verdes-
Nunca hablé con ella
de cómo me desvirgué [mucho menos
pedirle consejo antes, como las otras tres]
Cuando todas las reglas se acompasaban y
bloqueaban la entrada del w.c
yo simplemente participaba de aquella conjura
bajando a la tienda a comprar tampones:

          Raro     distinto      a un lado.

….......................................

Los rincones de la salita limpios
para que las visitas no adviertan
el rastro de un vendaval de silencio
que apenas se llevó lo que ya no valía la pena
                             [o eso pensábamos]
La camisa planchada,
el juego de café a juego con el mantel,
las pastas danesas perfectamente colocadas esconden
el piso de abajo vacío
y el reloj
            parado
en una hora como otra cualquiera
a ojos de nadie.

Las pilas         dirás,
cualquier día olvido la cabeza por ahí.

Las pilas             dirás,

y dos veces al día seguirá siendo el momento exacto
en el que seguías peleando dentro del absurdo
juego de la vida,
absurdo como el juego de café.


Jorge M. Molinero, de La cuarta hija de Rosa (La penúltima editorial, 2016).

lunes, 7 de noviembre de 2016

AYERES EN LA ESTAFETA: Puri Sánchez.




La vida es
            una gran mentira;
los hombres, serpientes con sotana
cuyo alimento es la fe de los corderos;
el amor es vuestro hábito.
En su nombre, proclamáis vuestro veneno,
pero no hay verdad en el corazón de los hombres,
tan sólo podredumbre e interés vano.

Me uno vosotros, reptiles. Desde hoy,
comeré moscas e insectos;
bífida será la lengua que, escondida entre mis dientes,
terminará devorando toda la mierda en que reptáis.

El alimento que hoy me estáis robando,
lo repartiré entre las ratas
algún día.

*

Madre, se ha quebrado la luna.
Subió la marea durante la noche, madre,
y el oleaje se llevó ciudades enteras
entre sus fauces.

Y con ellas, a sus gentes, madre.
Sólo hay desolación en las orillas.
Los bosques se llenaron de escombro y cadáveres.
Cuelgan, suspendidos unos,
en el acero retorcido de antiguos edificios;
otros, esparcidos están por las laderas del monte,
entre el lodo y la sangre que va dejando a su paso
la barbarie animal.
Los niños muertos
son pasto ahora de lobos y hienas.
Los buitres devoran las sobras
de carne humana que dejan las alimañas hambrientas.

Estoy sola, madre, entre la carroña.
Y tengo hambre.

*

Veinticuatro horas
con sus manos tatuadas en mis nalgas.
Veinticuatro horas de esclavitud
encadenada a los tejados de la costumbre,
morando en esta crisálida donde soy
gusano sin forma ni medida,
un producto, una cosa,
moneda de cambio para satisfacer
un mercado de ida y vuelta de hombres, como yo,
sumidos en la desesperanza.
Sin embargo, yo
les sirvo a ellos,
espectros sin luz que sirven el interés de otros
a los que dicen que pertenezco.
Quizá sea verdad —pues libertad no tengo—
que soy de aquéllos que me compraron
por un puñado de sueños que nunca se cumplieron
y que hoy
sé que jamás se cumplirán.
Seré de ellos, seré de todos. Seré
brizna de hierba que se mueve a razón del viento.
Seré lo que quieran que sea, pero puta...
puta no.


Puri Sánchez, de Ayeres en la estafeta (PiEdiciones, 2016).


sábado, 5 de noviembre de 2016

BACO por JOSÉ G. CORDONIÉ



Como un monstruo de dos cabezas, como un Jekyll y Hyde, como un ser binario en la palabra y en el hecho, Esteban Gutiérrez y Baco se adentran en la Literatura (sí, en mayúscula) a través de la dualidad de la palabra con la lengua bífida del cuentista y del poeta, ambos de mirada cruda y tierna, realista y reflexiva, sin embrollos y sin imposturas, conocedores de lo que nos rodea, sin tapujos ni escapismos de la puta realidad.

Dos que son uno. Dos caras en la misma moneda. Esteban Gutiérrez Gómez. Humano, demasiado humano, como escribiera hace tiempo un tal Nietzsche.

Yo sé de él, del gran conversador, del amigo de sangre de tinta y rocanrol, de su pura literatura en el pensamiento y en el papel, porque yo soy de aquellos que bailaron en las llamas de su «Ardimiento», de los que se quedaron con la boca abierta ante la prosa de su colección de relatos «Mi marido es un mueble», de los que se sacudieron ante la maestría narrativa y sorprendente de su novela «13.0.0.0.0 (the revolution is now)». 

… volver a la palabra, a la conmoción del significado, a la sal de la piel del léxico, a la llama que la prende, al humo de su combustión…

La palabra se alza

en tinta y papel

sobre el alma cruda.


José G. Cordonié, en Artefactor.


viernes, 4 de noviembre de 2016

POEMA DESCONCERTANTE por LUIS MIGUEL RABANAL



Y QUÉ SI EN SOLEDAD ME DIGO
estar ya condenado
al vértigo y a la carne podrida.
Afuera no llueve aún,
e ignoro hasta cuándo ha de durar
este antifaz del dolor insoslayable,
este dolor que desmerece
con su despaciosa prosodia.
Alguna vez fui el encargado
de lanzar la piedra blanca a la terraza
de alguien que huía de mí.
Ahora no me impaciento
cuando cuentan que todo termina.

Luis Miguel Rabanal