sábado, 27 de marzo de 2021

1 POEMA de JULIA GUTIÉRREZ



Ella que nunca se rinde,
es una valiente
Wonder Woman
del día a día.

De su arsenal de las armas
destaco el Lazo de la Verdad
y una Aguja Mágica
con la que sigue cosiendo
la paz
puntada a puntada.

Impera la libertad
en su hogar -que es de todos-
donde volver a casa
es más que una expresión,
donde solo ondean
banderas de ropa limpia
recién lavada.

Ella atesora todas
las competencias
que puedas imaginar,

lleva el peso ella sola
de todos los ministerios
sin sueldo alguno,
sin derecho a vacaciones
ni baja laboral,

y sabe que no se puede
gobernar nada
sin la ética del cuidado
sin la constitución del amor.

Ella conoce y ha reescrito
los estatutos de una vida feliz.

Y así lo creo firmemente
-que tome nota España,
Europa o el mundo entero-:

siendo la gallina
de los huevos de oro,
koro koko, kiri kiki,

si mi madre
hubiera sido presidenta
del gobierno,
otro gallo
-con más arte-
cantaría en este país.


Julia Gutiérrez, del blog A la cola del viento.


viernes, 26 de marzo de 2021

LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO por GABRIEL CELAYA



Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.


Gabriel Celaya

jueves, 25 de marzo de 2021

POR DONDE UN DÍA PASEÓ POE por H.P. LOVECRAFT



Divagan eternamente las sombras en esta tierra,
Soñando con siglos que se fueron para siempre;
Grandes olmos se alzan solemnes entre lápidas y túmulos
Desplegando su alta bóveda sobre un mundo oculto de otro tiempo.
Una luz del recuerdo ilumina todo el escenario,
Y las hojas muertas hablan en susurros de los días idos,
Añorando imágenes y sonidos que ya no volverán.

Triste y solitario, un espectro se desliza a lo largo
De los paseos por donde sus pasos le llevaban en vida;
Pero no es visible a los ojos de cualquiera, a pesar de que su canto
Resuena a través del tiempo con una extraña fascinación.
Sólo los pocos que conocen el secreto de su magia
Pueden encontrar entre estas tumbas la sombra de Poe.

H.P. Lovecraft

domingo, 21 de marzo de 2021

BUKOWSKI NUNCA LO HIZO por LUIS SÁNCHEZ MARTÍN



Tal vez vaya siendo hora
de que cante el otro gallo
mientras la lluvia condensa el fango
y borra las carreteras.

Esperar frente al televisor
con cerveza y patatas fritas
por si acaso no amanece
no parece la mejor solución,
lo sé.

Sé también
que existe una razón
por la que ni la luz escapa
de la antimateria
y que barriendo el salón
siempre aparece la moneda
que perdimos en la cocina.

Pero pesa más
la ausencia de futuro
que los años vencidos
y no seré yo quien averigüe
por qué.

Total,
Bukowski nunca lo hizo.


Luis Sánchez Martín, de Carrera con el diablo (Lastura, 2019).


sábado, 20 de marzo de 2021

1 POEMA de LOIDA RUIZ RODRÍGUEZ



nadie podría
                              - ni sabría-
escuchar
el sonido
de esto que yo llamo
vaciedad
                 que no es más que
un tiempo de
erosión
                                   fricción
                     de los elementos
contra la palabra
que se hace hueca
porosa
                                          pero
                                 tan sonora
                               tan habitada
como la ausencia

Loida Ruiz Rodríguez


viernes, 19 de marzo de 2021

ÁNGELES CAÍDOS (La resistencia) por RAMÓN GUERRERO



Bajamos de las nubes en estado de gracia, en enormes desfiles donde siempre desaparece algún conocido, como si hubiéramos estado meses entre las ruinas de la noche y faltaran sentimientos y sobraran estrellas. Observando las colinas cercanas apareció la gran columna de humo negro que el tren del futuro, desde su cabeza contaminada, lanzaba hacia el pasado. El ultimo vagón, el más pesado de todos, arrastraba la culpabilidad del mundo. Viajaban hacia el sur buscando nuevos afectos más consolidados, insistiendo en la búsqueda del extremo más oscuro de la libertad perdida.

Al fin llegamos a casa. Habían desaparecido las telarañas. Los huesos viejos perdieron su armadura al caminar tan despacio y nuestros corazones de acero solo esperaban las señales oportunas para desaguar íntegramente la amargura acumulada en tan largo viaje. Con nuestra vuelta hemos reventado sus cálculos, sus fórmulas matemáticas de hombres que entre ellos se fanatizan como ecuánimes. Sus antiguos hábitos de codicia han modelado un gallinero casi indestructible, aunque aún nos queda un trozo de madera que flota detenido en la ultima gota de agua que guardamos solo para nosotros.

La fiesta nos espera. Es una buena oportunidad para tomar una decisión y desplomar con rapidez ese cielo artificial por donde transita toda la mendacidad del mundo. Debemos reinventar la vida, precipitarnos trascendentes tras lo indulgente del ser humano. Quemar todo lo que odiamos. Sentarnos en el palco más alto de la supervivencia y desarrollar un escenario lleno de energía intelectual positiva, sin sufrimientos. Con amor, las ideas crecen de manera honesta con una perfecta visión de la historia que hay detrás y frente a nosotros, atravesando a la carrera el bosque de huellas que paraliza nuestros cerebros.

Hace tiempo que los periódicos dejaron de existir pues no hay novedades. Hace decenios que no evolucionamos, que nuestra permanencia está comprometida y unida a causas prácticamente perdidas. Aun así sabemos que somos capaces de fracturar hasta las cadenas más románticas inventadas, capaces de asomarnos con rostros sonrientes a las más profundas grietas de esta tierra para hacerla más libre aunque no podamos volver a ser criaturas débiles, aunque no podamos entendernos entre tanto miedo. Hemos estado en torno a una comodidad, víctimas del sudor del trabajo. Ya no hay. No tenemos excusas.

Tendremos que dirigirnos hacia el sur siguiendo a los cráneos brillantes que escribieron tanta basura, vengar tanto deshielo y tanta esclavitud, anticiparse a lo que están esperando. No hay nada que perder. Todo aparece como una recompensa. ¿Será esa lucha nuestro destino? ¿Habrá demasiadas lágrimas en nuestros ojos? Quizá podremos hablar entre nosotros. La cara contra el cristal, los ojos acariciando el hambre y el frío. Grotescos el tiempo y el aire que se respira, las leyes que nos conquistaron cuando la luna aun nos ofrecía sus virginales pulmones. Yo, que comencé a vivir a base de golpes, con una brutal adicción al salvajismo carmesí, a desplomarme desnudo sobre otros cuerpos, ahora debo moverme sigiloso para que la historia sea un poco menos cíclica, que la razón sea quien actúe como protagonista principal, se precipite y encienda la luz de los abismos abiertos en tantos sótanos de los Estados, siempre unidos y borrachos. El juez y su peluca, la pequeña y dulce militante, la nieve que madura en los cuernos del ciervo que apuñalan el globo, que vuela a través del desierto y que dejó la última bomba.

Un agujero tan profundo, tan negro y ahogado que ninguna brisa le da reposo. Hacía tanto tiempo que no existía diálogo entre el poder y el pueblo, que el conocimiento había dejado vacante su lugar primordial y cercano. La naturaleza no tiene ya el lugar que se merece. No existe ni un solo final feliz, solo nubes y promesas incumplidas. La juventud no tiene tiempo para el placer y la madurez no puede detenerse a contemplar lo realizado. De este modo, el deseo está erradicado casi por completo. Ellos lo quieren así.

Nosotros, no.

Ramón Guerrero


miércoles, 17 de marzo de 2021

1 POEMA de LUIS COLDER



Y quella fragancia a Chanel antiguo​
de los desguaces, con la sociedad​
anónima de los charcos y el humo​
compartido de Sombra que buscaba​
el cielo oxidado de los sesenta. ​

En la memoria aquel paraíso ​
de negros suaves tocando blues,​
B.B. King con su Gibson ES-335​
en una gasolinera de Nevada. ​
Morir no era una opción entonces, ​
el tambor de Ariel lo limpiaba​
casi todo en aquella infancia teofórica.

Luis Colder


martes, 16 de marzo de 2021

3 POEMAS de DAVID JARABA



EL COLOSO EN LLAMAS

Predicar en el desierto.
Tan inútil hablar a todos
como hablar a ninguno.

Transformar el agua en vino,
transmutar el plomo en oro,
la vida en cenizas para un huerto.

Cristo contra los romanos
Cristo vs Arizona,
la corona de espinas en el ecuador
convirtiendo el mundo
en un reloj de arena.

Compré -ridículo- tres rosas rojas
al hombre con córneas de cara de rey.

Tras deshincharse mi cuerpo
nunca crecieron las flores;
la sal había inundado mi tumba.

Un legado en ruinas
como el apellido Kennedy.


CENOTAFIO DE LA TURRITOPSIS NUTRICULA

Yo ya he estado vivo,
siempre lo he estado.
He conocido -conozco- los ritos
las leyendas, las tradiciones;
en mi tersa carne reposan las balas,
las llagas, el acero;
el agua, los clavos, el fuego.

Esperé cien años en los campos de Gettysbourg
antes de volver.
Aquella niebla en torno a la casa Wentz,
el gas sarín quemando mis pulmones.
Vodka frío, hipotermia.
Tequila, sol, sobredosis.

Así es mejor;
el nuevo amanecer sólo traerá moscas y buitres


TROMPETAS EN EL CIELO DE DITE

No existe el pasado,
el presente sólo es una piedra
directa hacia la porcelana del futuro.
Un mariachi canta mi evangelio
y las monedas siguen pesándome en el bolsillo.

Desconozco la lengua y el lenguaje de las mariposas,
no sus aladas afiladas.
Al Pacino en Scarface Vs Robert de Niro en Taxi Driver.
Apunto un nombre, paso de página,
aprieto el gatillo:
pulso firme de bayoneta cosaca.

Porque alguien tiene que hacerlo.
Porque es algo personal.
Porque sigo siendo el rey.


David Jaraba


lunes, 15 de marzo de 2021

CRÓNICA DE LOS DÍAS QUE PASAN por NURIA VIUDA



Cuando la casa sale a esperarte y no llegas.
Cuando los laberintos regresan y las habitaciones sin puertas comprenden la calamidad de las horas en que no estás.
Cuando todo esta listo para el parpadeo que alumbra el dolor.
Cuando el regreso es un latido en sombra.
Cuando todo parece listo para soplar las velas.
Cuando los héroes buscan el anonimato.
Cuando las sorpresas viajan a la intemperie de los días.
Cuando la distancia y la magia juegan al escondite y a desaparecer.
Cuando el corazón.
Cuando el infinito.
Cuando el amor.
Cuando el regazo.
Cuando tú.
Cuando lo eterno.
Cuando los ángeles.
Cuando tú.
Cuando la placidez de las horas.
Cuando el sueño.
Cuando tú.
Cuando las letras de tu nombre se dan un chapuzón en los océanos.
Cuando recoleccionas conchas en los surcos arenosos.
Cuando yo.

Nuria Viuda. de Crónica de los días que pasan.


domingo, 14 de marzo de 2021

COEFICIENTE DE VACÍO por RAFAEL SANZ SIERRA



Invariablemente
pago con billetes de 100 pelas
de Manuel de Falla
para ver que cara ponen
los humanoides
y ensayo
ese futuro demoledor
que fulge
en Perseguido.

No hay sino tontos
con motos acuáticas
contaminando el Ebro.

Escribe para que te persiga
toda España
o vete a Marina D'Or.

Tu vida puede ser
un homenaje a Cernuda
o la consecución macabra
de los algoritmos que dejó Deleuze.

Rafael Sanz Sierra


sábado, 13 de marzo de 2021

MI REINADO por TOMÁS SOLER BORJA



Conduciendo por carreteras reviradas
subiendo y subiendo
en tercera
sin prisa: sonriendo, cantando
canciones infantiles
con mis hijas          pequeñas
sentadas en sus sillitas
en la trasera de nuestro viejo seat
de segunda mano

ahí enfrente las cimas del Mulhacén y el Veleta
refulgiendo el blanco de sus crestas
destellos sobre destellos
y más arriba un sol grandioso        enorme
amarillísimo
calentándonos las miradas
            y el corazón

nosotros cuatro
pobres españoles de a pie
pobres de dinero
pobres pero solemnes
jajajaja
desheredados, españoles de la tierra y la mar
españoles de pueblo           y anónimos
aprovechando tres días
con cuatro duros         ahorrados
tras el mucho sudor
de un cuerpo entregado a las olas y el salitre
durante todo el año

y a 400 km de aquí o algunos más
en las antípodas de la galaxia
la boda       el bodorrio         el casamiento
los grandes fastos de los más grandes
            y fastuosos
españoles

y la lluvia
y la lluvia
y

la

lluvia

mi reinado ha sido de sol
y risas
de amor y gloria
sin oros pero adorado

no todos podrán decir lo mismo
el día

de mañana

Tomás Soler Borja


viernes, 12 de marzo de 2021

MI CASA HUELE A MUERTO por PEDRO ANDREU



Hace ya siete años que mi padre
vive muerto en mi casa. Me sonríe sin dientes
cuando pongo la tele, me cambia de canal por fastidiarme.
Me la apaga. Se queja si cocino y no le sirvo plato,
aunque los dos sepamos que los muertos no comen.
Hace ya siete años que me fuma en el baño.
Sus cigarrillos negros apestan el pasillo,
el ascensor, armarios. A pesar de mis súplicas,
mis quejas. ¡Ni en paz cagar se deja en esta casa
a los muertos, pues vaya educación!, me echa en cara.
Hace ya siete años que duerme en el salón.
Mi padre muerto. Sus ronquidos me pueden
y salgo al comedor y grito basta. Él se ríe
y aflojo y terminamos hablando de la vida
hasta las tantas y él me dice esas cosas que dice:
mira, hijo mío, me vivo de la risa
con tus preocupaciones. O si no: mira, hijo,
la muerte no es tampoco para tanto,
mejor tomarla a broma que demasiado en serio.
A veces me lo encuentro en la nevera
echándose la siesta entre yogures.
Es que es verano, dice. Y ya no aguanto más
y exijo que se largue. Pero jamás me escucha,
se pone con sus cosas tan de muerto, se hace el zombi
por sacarme de quicio. Sabe que no me gusta.
Le digo que mamá se enfadaría, que
esto no es muy normal, que debería estar
en una urna negra en casa de su esposa,
como los otros padres que se han muerto.
Pero no me hace caso. Él siempre va a la suya.
Hace ya siete años que revuelve mis cosas,
me esconde los apuntes de Barroco, usa mi ropa,
me vuelve del revés los calcetines, los despareja.
Y si le digo algo, sale por la tangente:
me echa en cara que no lo saco a pasear como antes,
que me entretengo al salir del trabajo,
que no lo llevo al bar cuando juega su Atleti,
que lo echo del cuarto cuando me traigo amigas.
Un par de veces lo he puesto de patitas en la calle.
Pero es testarudo. Se queda tras la puerta,
toca al timbre con esa eterna persistencia de los muertos.
Yo trato de no abrirle, le grito que estoy harto,
que se marche, que se largue de viaje, que me olvide.
Pero no me hace caso. Él nunca me hace caso.
Como un perro se sienta y aúlla hasta que vence
y le ruego que pase. Pero esta vez se fue
como no se fue otras. Discutimos más fuerte.
Le dije que esto y que lo otro, que a veces
fue un mal padre, que faltaron quizás
más tardes junto a mí cuando era un crío,
que si esto y si lo otro y lo de más allá
y no sé qué le dije de cuando era niño
y nos llevó a una playa y nos gastó la broma
de dejarnos allí y largarse en su coche
y hubo que volver caminando hasta casa.
Se ve que le dolió. Que le dolió de veras
como a veces les duelen las cosas a los muertos.
Agachó las orejas, el rabo entre las piernas,
arrojó al cielo raso un puñado de moscas
de su boca. Se me marchó en silencio
escaleras abajo. No esperó el ascensor.
Siete años de tapas levantadas, de mordernos
como se muerden padre e hijo, vivo y muerto,
mañana tras mañana. Y ya van dos semanas
sin que apague mi tele ni cambie de canal por fastidiarme.
Dos semanas sin nadie escondiéndome llaves.
Y ahora echo de menos a los pies de mi cama
sus pellizcos fantasma. Sus ronquidos de noche.
Y me digo que no, que no tenía derecho,
que él era mi muerto y yo su vivo,
que eso es importante. Que le he fallado igual
que me falló él a mí, aquel verano
que me dejó olvidado en una playa.
Hasta he pensado en llamar a mis pobres hermanas,
por si se fue con ellas; preguntar a mi madre,
empapelar el barrio con carteles:
se busca padre muerto. Y me da por llorar
como lloran los vivos cuando pienso en las calles,
que es invierno, que se fue sin chaqueta, que la muerte es helada,
que no tiene dinero para comprar tabaco,
que qué será de él sin mí, que soy su vivo.
Y he llegado a pensar si no será el Gobierno.
Igual han recortado: como recortan sueldos, derechos,
sanidades, educación, cultura, amores… Será eso:
al Gobierno le ha dado por recortar en muertos.
Pero eso sí que no. Eso no. Por ahí no pasamos.
Mañana al levantarme empiezo una. Papá se la merece.
Haré revolución, desmontaré el Estado. Vendrán conmigo
muchos. No estoy solo. Todos tenemos muertos.
No saben lo que han hecho. Que nos tengan cuidado.
Mañana por la tarde triunfará la insurgencia
y luego volveré a casa con mi padre del brazo
a discutir de nuevo, a levantar la tapa él
y yo a bajarla, a robarnos el mando de la tele
el uno al otro, a hablar hasta las tantas,
a emborracharnos y celebrar por fin
que él es mi muerto y yo su vivo, qué carajo,
y que ningún gobierno, ningún mundo asqueroso,
podrá echarnos por tierra siete años.

Pedro Andreu

miércoles, 10 de marzo de 2021

WALT WHITMAN Y EL HOMBRE NUEVO por PABLO CEREZAL



para Isabel, que respira humanidad y natura

Me canto a mí mismo
y lo que yo acepto tu aceptarás
pues cada átomo de mí es también parte de ti

Walt Whitman

Con todo lo erróneo que pueda parecer a los grandes próceres de las letras y aledaños, siempre he considerado a Whitman el padre todopoderoso de la lírica norteamericana. Whitman, y su canto al hombre nuevo y libre del que enseguida se adueñaron los líderes/dueños de esa nación mundial que, si alguna valía tiene es, justamente, la de ser mundial y carecer de esas raíces que hoy, unos y otros, ensalzan para revivir el lodo en que deberían haberse hundido, hace tiempo, las nacionalidades. Me enredo, cuando sólo quería decir que Whitman cantó al hombre (o mujer, u «hombra», vete tú a saber a qué vericuetos lingüísticos nos llevará esta corrección política actual, que nada corrige y todo lo impone), inventándole un lenguaje nuevo en que explicarle como ración esencial del gran banquete de la naturaleza, advirtiendo de la inevitable comunión de ambos. He ahí, en dicha comunión, según el bardo, la esencia del hombre nuevo.

Whitman sabía que el hombre desorienta las mariposas que andan prestas a enredarse en la barba desaliñada del que nada tiene que hacer más allá de vivir y sentirse vivo. Whitman no entendía de sexos ni correcciones políticas. Así, le brotaba un zagal entre las piernas, suturando ladridos de esperma con la aguja de descoser sonrisas, o una sonrisa de algodón, entre los labios nervio negro, rimando ¡aleluya! con el crujir del látigo que anticipaba nuestro mantel de mediodía con usuras de maíz tostado. Whitman, y aquel canto a mí mismo que nos canta a todos nosotros, por más que nos empeñemos en olvidarlo. Después el hombre, para serlo, aprendió que no le quedaba más remedio que ir pagando, a lo largo de su vida, diversos peajes. O alguien se lo enseñó, y él aceptó de buen grado tan perversa docencia.

Hoy, a falta de una Venus de las pieles dispuesta a tricotar franelas con las propias, me monto un Sacher-Masoch imbécil y casero mirando la "información" televisiva, y así descubro que uno de esos automóviles que ya nos advierten del futuro inmediato, uno de esos que no necesita conductor, ha atropellado, con resultado defunción, a una ciudadana norteamericana. No han dado el nombre de la fallecida, al fin y al cabo es norteamericana, y no ha sido violada ni violentada ni asesinada a sangre fría, como esos niños que, aquí, en esta España de crucifijo y guadaña, rellenan los noticiarios y alimentan la voracidad mala baba de bocas desastrosas y contabilidades políticas. Sólo han dicho, en televisión, que la fallecida era ciudadana de un pueblo de Arizona y... ¿dónde coño (perdón por la incorrección) está Arizona? El caso es que la industria automovilística avanza inventando coches que no necesitan conductor, y que la presentadora de los informativos patrios ha advertido que el atropello se considera, por parte de la industria, un peaje tecnológico... sí, así, lo cursivo para llamar la atención sobre la capacidad lingüística de quien quiera haya inventado la expresión. ¡Qué hallazgo!, pura poesía: peaje tecnológico. Bravo por la lengua, sus avances y su lírica de arritmia. La televisión nos especifíca la poca importancia que tiene la muerte de dicha mujer atropellada, pero lo hace reinventando el lenguaje, como lo hiciese Whitman para cantar al hombre nuevo. La televisión, siempre, corrobora lo que Sartre avanzase en los periódicos de su tiempo. Que la vida no es esencia, o sea, sino sólo existencia... hasta que desaparece bajo los errores de frenado inepto de la tecnología, y muere atropellada. He ahí la esencia, sobre el asfalto.

Después, el noticiario, ha dado paso a las mentes pensantes del I+D+I (investigación y tal, pero debidamente adaptado al lenguaje actual) automovilístico, permitiéndoles cantar las bondades de ese futuro que ya es hoy, un futuro en que los coches no precisarán chófer de levita ni de traje corbata. No precisarán conductor alguno. El progreso, ¡albricias!, el progreso. Y esa mujer atropellada ya sólo es silueta de tiza que floreció en el asfalto como una primavera temprana. Igual que aquellos ciudadanos con que los grandes emporios germanos del automóvil experimentaron los efectos del dióxido de nitrógeno. A ellos, les floreció una puñalada de gasóleo en los pulmones y, ahora, descansan junto a la mujer atropellada, en los arcenes de la historia. ¡El progreso! El progreso recaudando sus peajes tecnológicos, qué grandiosa creatividad la del lenguaje humano, ahora que lo pensábamos oxidado tras dar con aquel otro brillante hallazgo de los daños colaterales.

Pienso en Whitman, y me pregunto si no estaría equivocado, el poeta, si la verdadera comunión del hombre nuevo no habría de ser con la máquina, en lugar de con madre natura. Así, al igual que los cuerpos de nuestros ancestros son peaje que fermenta la tierra que nos dará de comer, hoy serán los cuerpos de atropellados y enfisémicos los que alimenten la máquinaria que viene para hacernos la vida más cómoda, más nutritiva. Y esos daños colaterales, vestidos de metralla cuando debieran hacerlo de primera comunión, por ejemplo, considérense necesarios peajes tecnológicos. De hecho, hasta el propio Whitman lo comprendió. En caso contrario, jamás hubiese exclamado:

¿Te han dicho que era bueno vencer?
Digo, también, que es bueno caer… las batallas se pierden
con el mismo espíritu con que se ganan

¿Con qué espíritu estamos perdiendo esta batalla?, lo sé, preguntará alguno. Pero, qué más da, cuando están en juego el progreso y el albor del hombre nuevo.

Pablo Cerezal,
Postales desde el Hafa


martes, 9 de marzo de 2021

POESÍA DE PARQUE: Albert Sihod.



TRINCHERA

ante la
vida mi
única
arma

siempre 
fue
la poesía.

aprendí
así
a disparar.

TODO O NADA

te miras al espejo y ahí están,
los años que han pasado sobre ti,
las borracheras de días
enteros, las largas charlas en
la barra con desconocidos
personajes extraños, la violencia
viva de las calles muertas que
te abrigaban por las noches.
todo está ahí, en tus ojos aún
agresivos, está en cada una 
de las cicatrices de tu rostro
en tus huesos, en tu carne, todo
está ahí, las facturas - nunca
lo dudes - se cobrarán, serán
onerosas y deberán ser pagadas.
pero dentro de ti - lo percibes -
está también el incontenible
deseo de volverlo a hacer y pese
a cualquier pronóstico, duplicar
la apuesta.

ES POSIBLE

no sabremos nunca
qué nos espera
después de la muerte.

la vida hasta su punto
final no es más
que incertidumbre.

quizá sea tan solo el
primer paso del
camino que nos lleve

de regreso a casa.

LECTORES

a ellos, hombres,
mujeres, les
gusta leer poemas
en los que haya dolor
y angustia.
preferiblemente tu
dolor y tu angustia
por supuesto.
te quieren ver siempre
arder.
pero de vez en vez
es bueno dejar
de lado la hoguera,
por lo menos para bajar
a coger más leña.

SOBRE LA POESÍA

coger el dolor
propio
y expresarlo
como si fuese
ajeno;

e ahí
la poesía.

Albert Sihod, de Poesía de parque (Grupo editorial Caronte, 2020).


lunes, 8 de marzo de 2021

TODOS LOS DÍAS SON UN CALUROSO DÍA DE JULIO DE 1995 por VÍCTOR PÉREZ



Nada más hermoso que vivir la infancia en un desguace. Crecer con el culo al aire entre las filas de coches a los que atraviesa el viento día y noche. Qué bonito estar en las llantas. Qué bonito que te falten los ojos.
Esos coches, en su más allá, son seres buenos e inocentes, todos amontonados, como con un fuerte sentido de la familia que fueron sacados de las carreteras para siempre. Es bonito mirar esos perros vagabundos que se masturban en sus capós. Esas riñas de gatos en las lunas desaparecidas.
Deberían poner bares honrados en los desguaces. Qué mejor paisaje para contemplar que esas ruinas rodantes mientras te cueces a calamares y vinos. Los desguaces son lugares tranquilos y sagrados donde los coches llevan vidas distendidas y luminosas.
Ser joven y estúpido y desfilar mirando tu reflejo en hierros medio aplastados es como ir por el fondo del mar mientras te ven pasar criaturas legendarias. Cada coche abandonado se va abriendo lentamente como un libro. Cada coche abandonado es un titanic.
Esos coches son solistas que viven entre la vegetación y las puestas de sol, aturdidos bajo el poderoso influjo de la falta de nutrientes. El sueño de todo niño es pillarse algo de heroína y meterse en el coche más feo a ver pasar los pájaros, la tarde.
Coches a los que solo les falta escribir viejas notas en mitad del invierno, mientras en sus desmangados asientos traseros surgen parejas que buscan bebés, con una sonrisa de oreja a oreja. En esta vida hay que visitar alguna vez un hospital, la cárcel, tu propia casa y un buen desguace antes de morir.
Cada vez que piso un cementerio de esos me quedo con ganas de sembrarles mi aliento mientras paso un paño a todas las carrocerías. Me gusta verlos deshuesados, como si hubieran acabado de potar.
Yo les pondría sábanas y una radio a todo lo que dé, en mitad de ellos, como si todos hubieran matado maridos. No hay coche que no merezca tener su propia calle. Los coches están para verlos.
Para verlos pasar o verlos descansando para siempre. Lo de conducirlos es secundario. La vida de un coche es una batalla que no podemos imaginar. La paciencia de los coches debería estar metida en cajas.
Cuando dejas tu coche detrás de las puertas de un desguace eres menos tú y más del otro mundo. Los coches son chicos inocentes. Los coches son los hombres más felices de la tierra. Los coches son hijos de marineros.
Crecieron en las calles con otros coches. Las ventanillas y los motores están hechos para que acaben saliendo hierbajos. Los coches solo quieren que sepamos que fueron felices con lo que hicieron en sus vidas.
Cuando están en esos descampados rezan para que algún día se les acerque un manitas que les vuelva a dar cuerda. Todos tratan de hacerlo bien y quieren vivir felices y no meterse en problemas.
Quieren amar y ser amados y tener un futuro. Son gente sincera. Si se quejan es por algo. Son animales desnudos de vidas breves.
Dios solo está en los cementerios de coches, zampando grillos y palomas.

Víctor Pérez


domingo, 7 de marzo de 2021

NOSTALGIA DE LAS HORAS por MARLUS LEON



Uno guarda el mundo
guarda todos los verbos
en el corazón…
un lugar incierto
donde se cruzan los vientos
Guarda la esencia
y la nostalgia de las horas
guarda el alma
para que nada
la toque
Uno guarda el mundo
y espera junto al horizonte
que los días se desnuden
y te enseñen
a guardar dentro
la alegría de vivir

Marlus Leon


sábado, 6 de marzo de 2021

POESÍA DE PARQUE: Prólogo por Ape Rotoma.



Es raro prologar el primer libro de un autor al que llevo años leyendo. En el siglo pasado, que es el mío, esto no me habría ocurrido a menos que se tratara de alguien cercano. Pero no, resulta que vive en otro continente. Así que, claro está, todo se debe a esa cosa que lo ha cambiado todo y que llaman Internet.

Un amigo me dijo hace unos años: “Mira lo que escribe este chico. Me parece que te va a gustar.” En realidad, no me dijo nada, me lo envió escrito por Messenger, pero detesto toda esa terminología anglófila y la evito en lo posible. Digamos que me lo dijo y que tenía razón porque quien me lo dijo me conoce. Aquellos poemas me gustaron. Algo más, me sorprendieron.

Y entré en contacto con él y se lo dije (se lo escribí, claro, porque todo esto ocurrió en el puto mundo virtual) y adopté la costumbre de leer lo que publicaba continuamente en las redes y hasta teníamos charlas de vez en cuando (chats más bien, ay), normalmente cuando yo acababa de levantarme y desayunaba frente al ordenador mientras él estaba a punto de acostarse allá en la Guadalajara de Jalisco. Todo muy siglo veintiuno, como veis.

Podría decir que su poesía es la que me gustaría hacer a mí, lo que me haría quedar como un pringado, un pelota o un embustero, pero es que eso no es exacto: la suya es la poesía que me gustaría hacer a mí si yo viviera en su mundo y si yo viera las cosas como él. En fin. Un lío.

En este género tan raro, como es sabido, hay de todo. Hay autores cuya obra exige un gran esfuerzo al lector. Y a veces es un esfuerzo que merece la pena y todo. Albert es justo de los otros. Su escritura es tan transparente que desarma, que uno puede hasta pensar: ¿esto es todo? Y lo es, claro, porque dice siempre lo justo, porque se limita a observar y a contar lo que ve a su alrededor, sin añadirle nada que no sea su mirada.

Y ese es el truco. Su mirada es tan distante como empática. Se diría que nada le molesta, nada le altera, nada le sorprende y eso que se trata de alguien muy joven. Sin embargo, el mundo que retrata duele. ¿Cuál es el truco de esto otro? Ni puta idea, francamente.

En resumen, Albert hace magia. Esa magia que, a falta de otra palabra, desde hace siglos nuestro idioma llama poesía. Así de sencillo y así de inexplicable. Os invito a disfrutar lo que viene detrás de esta página inútil. Vais a conocer a quien será vuestro amigo para siempre y vais a comprender muchas cosas de esta realidad absurda que nos rodea. Vais a pasarlo de puta madre además. A cambio, no pide nada. Es de lectura fácil, como queda dicho. Lo difícil, claro, y eso lo sabe quien lo intenta, es su escritura.

Ape Rotoma

https://www.facebook.com/ape.rotoma


viernes, 5 de marzo de 2021

PEQUEÑOS TROFEOS por JULIA NAVAS MORENO



A Juanjo.


Todo lo que el tiempo ha desgastado
lo suplimos con pequeños trofeos
que guardamos en la memoria.
Las sorpresas son encuentros bajo la lluvia
y protegernos bajo el mismo paraguas.
Dormir al calor de las sábanas
que forman parte del ajuar de una vida
en la que nadie pudo hacer sombra
a tanto y tan cómplice amor.
A pesar de desvaríos y curvas peligrosas,
de puentes colgantes que soportaron
toneladas de sinsabores y agravios,
permanecemos en la pared de sombras chinescas
dibujadas con la entrega más absoluta.


jueves, 4 de marzo de 2021

UN POEMA de JUAN CUEVAS



A veces eres otra
la que se aleja
para sentirse otra.
Pero eres tantas
que se me enredan lirios y juncos
en los tobillos
allí donde fuiste.
Y eres la muchacha de la gorra color gorrión,
la oculta bajo el dorso de los libros,
la encantadora de perros
que duermen dentro de tus ojos,
la niña
perfume de rabia y avispa,
la que esconde una habitación desamueblada
en cada línea de su mano,
la de la risa que sabe a cerveza
y espigas prendidas en el mediodía de tu pelo,
la adolescente bailando canciones
que huyen de los puertos a las buhardillas,
la fotógrafa de las edades del viento,
la que da de comer a los cisnes en la noche,
la que escribe el disparo
y de par en par abre después su pecho
para recibirlo,
la anciana amamantando
la sombra de un niño muerto
con sus senos esparadrapos,
la prisionera,
la que entierra el mar bajo la arena,
la sepulturera del hombre que no sueña,
la oscurecida en la piel amanecida,
la superviviente,
la que sobrevive en la ceniza de los olivos,
la mujer de siete leguas,
la inmortal al borde
de tejados crepusculares,
la prójima,
la compañera ofreciendo un corazón
que ocupa el lugar exacto
donde arranqué el mío.

A veces eres una
la que se acerca
para sentirse una.
Y eres entonces, otra.


miércoles, 3 de marzo de 2021

HAGA LO QUE HAGA EN LA TIERRA



«No hay aventura más fantástica ni vertiginosa que la propia vida»

Diario de León. 28 DE FEBRERO DE 2021. Cristina Fanjul

Ha convertido el camino en el protagonista de su creación y por eso sus obras van sedimentando y permiten contemplar escenarios y emociones tan diversos...

Vicente Muñoz es una rara avis en el mundo de la literatura. Su extensa obra abarca la poesía, el ensayo y la novela, pero siempre hay un denominador común: el escritor habla sin artificio y desde la palabra esencial y, como él mismo defiende, sigue implicado en la rebeldía. Parafraseando a uno de sus ídolos, sigue en el camino.

—Vicente, ¿se cansa uno de escribir antes que de vivir?

—En mi caso en concreto, ambas cosas, vivir y escribir, van a la par e indisolublemente unidas, y son, por decirlo de algún modo, las dos caras de la misma moneda. Para mí la escritura es una forma de vida, de ser y estar en la Tierra, de entender el mundo y de expresarme y desarrollarme como individuo en él, así que mientras viva seguiré escribiendo, imagino, esté cansado o no. Como ejercicio auto sanador al menos.

—Tienes una carrera literaria impecable, sobre todo por tu voluntad de escribir, no por la fama. Es decir, en tu caso se puede decir que vives para escribir. ¿Cómo ves desde esa atalaya el mercantilismo literario?

—Desde que comencé a publicar mis primeros libros, hace ya muchos años, tuve claro que por el tipo de literatura que a mí me gusta y practico, sería un escritor de fondo, no de grandes éxitos ni ventas, y no tendría prisa ni estaría sometido a servidumbres de ningún tipo a la hora de escribir. Entre otras cosas, supongo, porque vivo de otro trabajo, como bien sabes, y me he permitido siempre escribir lo que realmente quiero y siento por dentro. Respeto, por supuesto, la literatura comercial, de hecho tiene que existir porque es la que el gran público lector demanda, pero siempre he tenido claro que ese no es mi camino, como no lo ha sido tampoco el de los premios ni las subvenciones. Sin embargo, he tenido siempre el privilegio de tener editores dispuestos a publicarme y apostar por mi obra, muchos ya a lo largo del tiempo, y de poder escribir y publicar siempre lo que realmente he querido. Ese es mi camino y mejor premio.

—Parece que la realidad regresa a los años ochenta, que todo lo que creíamos que quedaba en el pasado regresa. ¿Cómo crees que la estética en la creación va a gestionarlo?

—Yo creo que en España siempre regresaremos a los años ochenta, por lo que tuvieron de especial y representaron, la Transición, la Movida, el rupturismo, la celebración y la fiesta... Dediqué, como sabes, mi novela Regresiones a esos años precisamente por eso, porque fui testigo en primera fila de todo lo que sucedió culturalmente en León, algo único e irrepetible, sobre todo a nivel musical, en esa década prodigiosa, y nadie en esta ciudad lo había contado aún. Comparado con aquello, lo que ha venido luego, desde mi punto de vista, ha sido un sucedáneo, así que no me parece en absoluto extraño que se regrese siempre con nostalgia a aquel tiempo, como referente de todo lo que pasó después.

—¿Qué hay en la literatura fantástica que tanto te atrae?

—Desde niño me apasionó la literatura fantástica y de terror, con Allan Poe como indiscutible precursor y maestro, y todos los discípulos que vinieron después, Lovecraft y demás cultivadores del género. Es curiosa esa pasión mía, si la relacionamos con mi propia obra, porque de mis más de veinte libros publicados hasta el momento, sólo dos, Marginales y Del fondo, el primero de relatos y el segundo de poesía, pueden calificarse de ficción pura, y son, de hecho, sendos homenajes a mis maestros antiguos. El resto son más bien autobiográficos, realistas y confesionales, en sus diversas vertientes, pero en las antípodas, en cualquier caso, de la literatura fantástica como género. Supongo que porque, aunque como lector me guste y necesite a veces la evasión, como escritor prefiero escribir sobre la realidad y el mundo que me rodea.

—¿Cómo has evolucionado tanto a nivel personal como literario desde tus comienzos?

—Sobre la marcha y a medida que he ido viviendo, viendo y aprendiendo. Como se han ido formando también mis propios libros, en función de mis experiencias. Dejando fluir la vida y el tiempo, en suma, y plasmándolo sobre el papel. No hay aventura más fantástica ni vertiginosa que la propia vida, creo. Y sobre ella y lo que durante la travesía me ha ido sucediendo y he visto, he ido escribiendo. Eso sí, enlazando con lo que comentaba antes, decantándome por un estilo y estética cada vez más definida, escueta, crítica, existencialista, autobiográfica y real como la vida misma.

—Todavía hay sitio para lo underground o las cosas son demasiado simples?

—Siempre lo habrá, creo, porque por mucho que nos quieran uniformar, controlar, dirigir, automatizar, lobotomizar, siempre habrá disidencia, alguien, siempre, tomará otro camino y tendencia y se rebelará contra lo establecido. Y de ahí nace lo underground y alternativo, sea del rasgo que sea.

—Dime qué es lo más underground de la política en estos momentos.

—Lo de siempre en política: el anarquismo, entendido como organización voluntaria y esporádica de las personas en aras del bien común. Eso, que debería ser la regla y el canon, es la excepción y la meta.

—¿Dónde tienes más lectores, en León o en Barcelona?

—La verdad es que no tengo ni idea, supongo que aquí, en León, aunque no lo sé con certeza. Unos pocos, pero fieles, aquí y allí, imagino.

— ¿Dónde está Babilonia?

—Fuera de nuestro corazón: en los muros y fronteras que nos quieren a toda costa imponer.

—¿Crees que alguna vez hemos dejado de estar en crisis?

—Imagino que no, que la crisis y la procesión va siempre por dentro, allá donde vamos nosotros. Pero como esta, desde luego, este mundo distópico y teledirigido que estamos viviendo, ninguna hasta ahora.

—¿Hay que tener miedo a los que nos prometen la felicidad?

—No deberíamos, pero dadas las circunstancias y el momento de manipulación y entropía que nos está tocando vivir, yo diría que como mínimo hay que ser prudentes y escépticos al respecto. Ojalá pueda pronto decir otra cosa.

—¿Qué ha cambiado entre el Vicente de ‘Monstruos y prodigios’ y el de ‘Haga lo que haga en la Tierra’?

—A nivel literario, casi todo, me atrevería a decir. Ese libro, el primero, Monstruos y prodigios (un guiño al de Ambroise Paré), que publicó la Junta de Castilla y León en 1996, fue un homenaje a la literatura gótica, decadentista y fantástica de la que antes hablábamos, digamos que la conclusión de muchos años de lecturas y pasión por el género, con la que me inicié como lector. Siempre he estado orgulloso de ese extraño libro, entre otras cosas porque creo que no podría volver aunque quisiera a escribir algo así y lo considero una rareza en mi obra. A partir de ahí, comencé a alimentarme de otros maestros y lecturas, la Beat Generation, que ha sido otra de mis grandes influencias literarias, Henry Miller, Céline, Carver, Bukowski, Lowry, Thomas Bernhard y un larguísimo etcétera de autores, que poco a poco han ido cambiando mi estilo, orientación y meta literaria. Parafraseando a Gsús Bonilla en el epílogo a Haga lo que haga en la Tierra: « Cada vez más escueto, cada vez más certero, cada vez más verídico, cada vez más identitario...». Ambos libros, efectivamente, están temática y estilísticamente en las antípodas.

—¿Qué es lo que más duele en la vida y qué en la literatura?

—En la vida y en la literatura lo mismo: la falta de esencia y espíritu. Dejarse llevar. No vivir ni escribir lo que realmente queremos y ser cómplices del sistema. Contra todo ello, como individuo y escritor, me rebelo.

—¿Sigues en la penumbra? ¿Se puede salir de ella?

—No como cuando escribí ese libro, Mi vida en la penumbra, en un momento de crisis personal y cruces de caminos. Siempre en parte, porque yo creo que veo la realidad, para lo bueno y lo malo así, a través de un filtro o penumbra, pero desde luego no en la que describe ese libro, mucho más negra y oscura. De todo, salvo de la muerte, se puede salir y escapar. Y la luz también está ahí, esperándonos. Nosotros tenemos la llave.

—¿Cuál es el verso que mejor te revela?

Seguir escribiendo /seguir siendo yo / seguir mi camino //por encima / de todas las cosas // lo único / que me identifica // no puedo ni quiero / cambiar mi destino.



lunes, 1 de marzo de 2021

ÁGUILA QUE VUELA SOLA por PABLO MALMIERCA




Todo es luz en la oscuridad

Arde en mis manos
la soledad luminiscente,
las luciérnagas pasan sin detenerse
en la contemplación de tus pasos.

Todo cambia
cuando te ofrecen la luz que supera tu oscuridad.
Todo cambia
cuando te ves relejado en el destello de un disparo.

La herida se agarrota
en el verso descarnado
que deja el zumbido de la lámpara que se apaga.

Cada noche
la porcelana reflejada en el fondo del pozo
te devuelve soledades recíprocas.

Águila que vuela sola
se siente iguana en tu espalda,
extrañeza de un mundo
que resuena en la música de mis oídos.

Pablo Malmierca