lunes, 31 de mayo de 2021

EL TACTO ESTREMECIDO: 7 poemas.


 

1. Opiáceo

La profundidad de lo tácito nos hace buscar seguridad en el mundo permeable. Del alcaloide al opiáceo, del delirio a la calma engañosa, dulce vaivén. El amor, el odio, los extremos de la muerte. Visiones que no nos pertenecen. La raigambre del absoluto. El despertar de la luz catódica.

2. El otro

El otro, siempre acechante, a la espera de un resquicio en nuestra cordura para hacerse con el control. El alimento de la locura, el tacto, la no muerte. Todo se condesa en pos de nuestra escasa lucidez. Caminar unido a la no persona, tus ojos te engañan, el odio, el olfato, se aúnan para hacerte ver que a tu lado hay una persona que te habla, que en ocasiones te dice qué hacer. Vives engañado o son, quizás, los demás los que se engañan. Transido de la pureza de lo que los otros no contemplan caminas aterido y te agarras a lo único que crees verdadero: tu otro yo.

FUTURO

Recuerdas la piedra pómez
abrasando tu piel,
arrancas la dermis más profunda.

El pasado
enterrado en una masa
de barro y ortigas.

Las puertas saben a miel y limón,
las casas se reconstruyen cada noche,
arquitectura salvaje del laberinto.

En la discontinuidad del pensamiento
buscas nuevos retos.
entre los restos del día anterior
el sueño aposenta lo dado.

Sobre las ruinas de cada construcción
se dispone el conocimiento,
apuntalas el olor a mar
cerca de tu oído.

Mi mirada entre el olor de los naranjos
y el azufre de los vientos.

AZUL

Ardo entre las ramas
de un infierno azul.

El frío
cauteriza
las cicatrices
que deja el paso de los días.

Mis pies
se agrietan
en el crujir de la nieve virgen.

La ventisca
borra
la pesadez de tus delirios;
La escarcha
se acumula
en la superficie de tu córnea helada.

Enormes témpanos de hielo 
envejecen
en un baile de sargos y libélulas.

Recostado en tu regazo
acaricio
la fragilidad de tu ausencia.

Las yemas de mis dedos
se ad-hieren
a la sequedad de tu fluir.

3. Salvación

Los sentimientos se evaporan y reaparecen al instante, son el éxtasis místico del iluminado en el camino desesperado que atraviesa horizontes desérticos. Las plantas de los pies arden al contacto con la arena cristalizada, no importa, el corazón devanea la siega de los nervios. El tacto como salvación.

POEMA NECRÓFILO

Todo es quietud - terrorífica quietud -,
con un silencio cuya inmensidad promete
lo solemne y los espantoso.

(H.P.Lovecraft, Los amados muertos)

Pensaste tanto en sus huesos,
en el sabor de sus capilares,
en la monstruosa morbidez de sus labios.

Yace muerta cogida de tu mano,
con un rubor azulado en sus mejillas,
la mirada fija en la araña,
que, ajena a tu locura,
pende del techo.

El miedo te invade,
no te atreves a lamer sus senos,
aún recuerdas el sabor a sal
que impregnaba su piel.

Quieres acariciarla,
dudas de la dureza de sus miembros.

Todavía la quieres,
eres incapaz
de arrojarla lejos de tus brazos.

La duda te corroe,
¿quién es el muerto?

EXTREMO

Me hubiera gustado entender a las flores,
a los árboles,
a los pájaros.

Me hubiera gustado cantar a la armonía,
a la perfección,
a la vida.

Pero me atraen demasiado las flores muertas,
las piedras,
los pantanos,
los cadáveres incorruptos.

Me acaricias con tus lágrimas,
mi vista en el torbellino 
que rodea el caos de mis ojos.
Me acunas con tus dedos llenos de miedo,
mis sentidos sobre un caballo desbocado,
la diferencia entre una estrella
y un grano de arena.

La búsqueda 
termina en los extremos de tu cuerpo,
tanto tiempo desperdiciado
al borde del abismo de tu pelo,
a la lumbre del hielo de mis manos.

Estos son los lugares
donde brotan las palabras.


Pablo Malmierca, de El tacto estremecido (Eolas, 2021)


jueves, 27 de mayo de 2021

SURF COMPANY PRESENTA por VÍCTOR PÉREZ



Poetas, cantaores y modelos prófugos que siguieron su corazón y desertaron de lo de escribir, de lo de cantar y de todo.

Poetas, cantaores y modelos que pasaron a vivir una vida sincera, fuerte, llana, honda.

Tíos que miraban despacio e iban pasando de un pensamiento largo a otro más largo y bestial. Y aquello no tenía fin.

Tíos tan guapos. Tan salvajes. Tan deslumbrantes. Tan fuera de todo.

Tíos que cenaban cuando amanece soñando con drogar algún día a todos los chicos de Norteamérica.

Hay pocos tíos como ellos. Me refiero a tíos que hayan tenido varias personalidades o que hayan interpretado a un personaje interpretando a otro personaje.

Tíos que solo pensaban en convertirse en los más nadie que haya parido madre, hasta llegar a tocar, mediante el enfriamiento emocional, a sus ancestros alienígenas.

Cosas de este palo.

Los azulejos del baño transmiten perfectamente lo esencial y escalofriante de sus vacíos incontrolables.

Tíos a los que les gustaban las historias vacías que hablan de tíos descamisados que arreglan fregaderos.

También las historias que hablan de perros hambrientos y cariñosos que tienen arrebatos raros, únicos, divergentes. Perros de gustos retorcidos y amplio criterio.

O las que inciden en esas cosas que hacían los bosnios. Como lo de embarazar a las prisioneras serbias, y devolverlas a sus familias para que los padres las mataran, con hermosa lentitud los domingos por la mañana, por llevar un hijo cristiano dentro.

Tíos que siguen siendo el sueño de los cineastas españoles de los 70-80. Porque el cine de aquí y el de todo el mundo tienen mucho que aprender de sus oscuros y valientes deseos.

Películas a las que les faltó aprender mucho de ellos. Odio mi cuerpo de León Klimovsky. 1974. Me siento extraña de Enrique Martí Maqueda. 1977. Manuela de Gonzalo García Pelayo. 1976. El huerto del francés de Paul Naschy. 1978. Esas recuerdo ahora.

Poetas, cantaores y etc que lo dejaron todo y engañaron a medio mundo sin engañar jamás a nadie. Ellos contra las ciudades. Sus narcisismos contra los pueblos y las ciudades.

Algunos de ellos se fiaban ciegamente de sus madres. Otros nunca se fiaron.

Cuando Estados Unidos celebre su tricentenario solo estará festejando eso de que lo mejor del amor es envejecer y ser ignorado. La típica frase de ellos.

Todo lo que nos rodea son ríos del color de los recuerdos de estos reventados. Tíos guapos que nunca se equivocaban.

Las vaciladas que salían de sus caras regordetas nos siguen hablando de sus infinitos y muy hermosos dilemas mentales.

De todo el cine español filmado y del nunca filmado solo quedarán ellos y su sed de sangre de puta madre.

Les gustaban mucho las historias que tratan de locos que escapan del hospital y les pasan muchas cosas (entre comedia y drama), todo el mundo les llama locos y se titulan El loco. El loco de viaje. Vacaciones con el puto loco. Cosas así.

Tíos que llevaban vividas tantas noches españolas, que todo a su alrededor les impulsaba a tener pensamientos tan espeluznantes como enamorados, y eran capaces de ver aquello que sucede después de morir. Ver cómo desaparecen los recuerdos y qué es lo que queda. Movidas.

Tíos que llevaban bonitos fulares mientras perdían la juventud. Tíos a los que solo les interesaban los poetas que entran en crisis de refritos y hoyos creativos. La vida.

Tíos de apodos intimidantes que siempre fueron mucho de adioses tranquilizadores y poco probables.

Tíos a los que solo les gustaban los viajes espirituales que venían de los denostados lugares comunes. Porque los lugares comunes solo eran el ejemplo de la eternidad de sus almas.

Navajeros de Eloy de la Iglesia. 1980. Es lo que hizo humanos a estos tíos. Viciosas al desnudo de Manuel Esteban. 1980. Es lo que les hizo humanos.

Al final de los 80 se acabaron sus conciencias. Desde entonces viven su ausencia pero sin quejarse ni dar el coñazo. Desde entonces buscan trasplantar sus mentes a una horda de perros vagabundos a los que el tiempo se les agote.

Tíos que adoran las esquelas de todas las épocas. Que les encanta todo el viejo cine español extremo.

Tíos que mueren y dejan dicho que donan su corazón al que se tire a sus madres escuchando su colección de discos durante un par de décadas.

Sinfonía erótica de Jesús Franco. 1980. La caliente niña Julietta de Ignacio F. Iquino. 1980.

La vida de todas las generaciones que murieron permanecía en ellos de algún modo y de una forma abrumadora, y un día despertó en mitad de una cena y sus familias pudieron contemplar esa vida de todas las generaciones que murieron y permanecía dentro de estos tíos.

Colegas de Eloy de la Iglesia. 1982.

Apocalipsis sexual de Carlos Aured y Sergio Bergonzelli. 1982.

Tíos a los que les gustaba cuando las lágrimas rodaban por sus mejillas, y se iban arrastrando de rodillas por toda España porque recordaban esos rostros suyos que afeitaban o no cada amanecer.

Eran de esos tíos que al final del día riegan la esperanza de la gente con sus almas, siempre muy hasta arriba de vacilón y muerte.

Si piensas en ellos piensa en los típicos morenitos en una banqueta que se vieron atrapados por canciones cuidadosas.

Ellos creían en datos fuertes, emotivos, y en recursos frescos que llevaban poco en la tierra. Ellos veían a través de la carne. A través de toda explicación.

Dejaron dicho que cada fibra de sus seres tomará la decisión de volver cuando Mulder y Scully esperen su cuarto hijo.

Les gustaban las mujeres que se mueven como un pollo. La basura actoral en el cine y los trucos de la mente vengativa.

Siempre tuvieron conexión psíquica con los más desesperados, porque cada uno de ellos estaba más desesperado que todos los demás desesperados de toda la vida juntos.

Eran de la opinión de que todo el cine y la literatura es una reiteración que lleva nublando nuestras mentes desde el minuto uno.

Un incesto perpetuado.

Los bosques son incestos, decían también. El cielo es un transparente incesto muy a lo bestia. Cantaban.

Solo sabían que les esperaban toneladas de sexo, oscuridad, autodestrucción, autodegradación, niños perturbadores, músicas sáficas, mentes incontrolables, caras desquiciadas, tráilers de cocaína hacia Eurovisión, cerebros apabullantes, sexualidad insana y musas sórdidas.

Decidieron plantarse hasta ver venir el futuro de la literatura down. El futuro de la literatura de los retrasados mentales más salvajes.

El boom de la poesía de los paralíticos cerebrales. La era de la súper narrativa de los subnormales. El do de pecho de la nueva prosa mongoloide, etc.

También el teatro espectacular de los tipos de inteligencia mermada que defienden sus obras con sus propias vidas ante quien sea.

Para estos jambos la mejor literatura siempre fue el malentendido. Los poemas malentendidos que buscaban el malentendido. Las novelas que se extienden miles de páginas al desarrollar el malentendido que sale en la primera y nociva frase.

A todo el mundo que se cruzaba en sus caminos le decían lo mismo:

“Yo te digo que todas las maneras, todos los modos y todas las formas renacerán en el gran siglo. Y te faltará campo para correr, colega”.

Tíos que donaron su intuición al todo. Y lo hicieron con alegría. Donaron sus cuerpos a la literatura. Donaron sus terribles uñas a la literatura. Sí.

Les gustaban los documentales sensacionalistas a los que la humanidad llama basura. Adoraban los filmados bodrios súpercapitalistas.

Les ponía la piel de gallina la vida de Franco en colores.

Tíos que sabían eso de que desde 1939 no se ha captado ni una sola señal de radio que tenga origen artificial. Eso de que todo lo que se capta es ruido blanco o fondo de microondas, ni una sola portadora inteligente, solo señales naturales totalmente explicables. 82 años de señales viajando a la velocidad de la luz.

Eso demostraría que, o bien hay un silencio de radio espectacular o no hay nada en 82 años luz a la redonda.

Lo que se ve pueden ser fenómenos atmosféricos, drones de países avanzados y lo demás todo explicable.

Tíos que sabían de sobra que eso de emitir vía radio ya no se lleva (dejan huellas), aunque hay civilizaciones que aún las usan. Que, sin ir más lejos, en la Tierra nos pasamos todo el día enviando al espacio microondas indestructibles vía móvil, y que por lo tanto deben estar hasta los webos de nosotros, etc.

Eran tíos sabedores de todo eso. Pero, a la vez, estos tíos habían conocido a más de un extraterrestre que paró en nuestro planeta a mear.

Tíos que estaban más que acostumbrados a que los del CNI no supieran darles respuesta a sus mentes.

Cuando estos tíos coincidieron haciendo la mili en el hospital militar Gómez Ulla, en el 92, les realizaron test psicológicos y psiquiátricos, y vieron claro que algo inexplicable pasaba con los colegas. El top secret se impuso entre todos los soldados que estaban allí.

Eran de los tíos que adoran esos documentales de fantasía que ni informan ni educan. Porque les recordaban a sus vidas. Una mezcla de Laberinto de pasiones de Pedro Almodóvar (1982), la Isla de las tentaciones, el antisuicidio, la cocaína y Eurovisión a manta.

No hablo de miles de tíos. Solo hablo de seis. 6 tíos 6.

Dejaron dicho que algún día lo más recóndito y opuesto a nosotros, nos desenterrará ayudado por el reflejo de nuestra propia maldad mezclada con nuestra propia verdad en un ángulo de 45 grados.

También quisieron dejar claro que solo de nuestra más verdadera e inmensa decepción nacerá la profecía que lo alcanzará todo.

Les gustaba jugar a sus vidas, entre ellos, en un tremendo juego. Lo mejor era jugarla con los otros colegas en una tv de 14 pulgadas partida en 6. Cada dos por tres se decían uno a otro qué putada lo tuyo tío.

La visita del vicio de José Ramón Larraz. 1978. Bilbao de Bigas Luna. 1978.

Sí. Tíos supremos que un día llegaron a la luna y volvieron con dulces y sutilísimos desequilibrios mentales, y les empezó a gustar la alternancia de toques cursis y toques bizarros en las películas y textos largos. Y se volvieron aficionados a hacerse pajas corales para matar la tensión delante de una Pepsi helada.

Un día los millones de años que nos preceden y los que quedan abrirán por fin el pico y empezarán a largar ocurrencias aleatorias, mensajes de Dios, predicciones funestas, instintos que vienen de todos los futuros y de todos los pasados que nos faltan como si fueran el sheriff Hoytt que sale en un par de películas de la Matanza de Texas.

Cuando llegue ese día, estos tíos -vivos o muertos- estarán preparados para todo eso y para mucho más.
.
Debutaron de la mano de Jorge Grau en La trastienda de 1976. Seis breves papeles de pilotos de helicóptero. A lo largo de los siglos, Jorge miraba los astros para inspirarse, y solo les daba esos papeles de piloto, en los que a lo largo de más de doscientas películas balbuceaban un par de veces frente a la cámara.

Desde que fueron alcaldes de todos los pueblos de Zamora y, sobre todo, desde que de todos esos puebluchos terminaron saliendo en llamas, siempre buscaron cosas en el cielo a simple vista, sin telescopios ni mariconadas. También, desde entonces, empezaron a vivir en un limbo de locura y euforia, hedonismo, egolatría, materialismo, narcisismo y la más hermosa superficialidad nunca vista.

Cuando salían a ligar por ahí, estuvieron a punto de matarlos muchas veces.

Las fotos de sus primeras comuniones son un signo de aquello que marcará al mundo en sus días finales. Qué cabezas. El resto de la gente debería dedicarse a estudiar sus interesantes infancias depresivas 24 h.

El sueño de estos tíos era tumbarse en la hierba de sus pueblos y reinar en las películas de serie B.

Porque en la serie B empieza todo.

Estos tíos llevaban clavados en los pies los suelos de España.

Llevaban clavadas en sus corazones a las mujeres de España que llevan pariendo toda la vida desde que empezó todo. Desde la primera a la última.

Estos tíos siempre llevaron clavadas en sus mentes las novelas mexicanas en las que salen.

El que olvida canta. Todos los que cantan mueren. Los bingueros de Mariano Ozores. 1979. Bragas calientes de Julio Pérez Tabernero. 1983. El que muere solo piensa en cantar. Todos los que cantan mueren.

Estos tíos no se detuvieron ante nada, hasta que pudieron ver las fotos de familia de todos los españoles. Se llevaron todos esos álbumes a sus casas. No salieron en 200 años.

Aprendieron de memoria todas las caras, todos los gestos. Todos los nombres.

Los seis se aprendieron también todos los nombres de los pueblos de España, de tanto mirar el mapa de España en el mantel de hule de sus abuelas eternas.

Jugaban a preguntarse pueblos unos a otros. Hasta que se los supieron todos. No solo sus nombres sino también dónde estaban. Desde niños se tragaron seres inmortales, monedas de cinco duros, phoskitos, lugares que les partieron el alma, etc. La inmundicia de ser.

Mira. Estos tíos lo que quieren es que os vengáis a vivir a su coche. Podréis hablar con ellos de la NASA, de las estrellas de rock y toda esa mierda.

Sus mentes eran como una farmacia mejicana al lado de un arroyo.

Solo se fiaban de la gente que salía con cinco duros de casa un domingo absoluto a vivir la vida. Gente que volvía engloriada, invisible de kojaks y gusanitos.

Estos tíos sabían que hay que tener desplante en la garganta y despejados los ojos. Porque toda aventura comienza con una gitana gorda, unas patatas con carne y medio pollo de perico en el bolsillo del corazón.

Amaban el confusionismo. Lo vivo. Lo mil veces muerto. Los chicos de ojos tristes. Los quejíos que se transparentan en el aire y hacen del aire algo mucho mejor que el aire. Amaban las posesiones, los exorcismos. La originalidad que sale sola, sin forzar nada. La potencia. Las vueltas de tuerca. Adoraban el cine hecho para gente enferma. A los seis les gustaba cuando el Banco de España de Badajoz estaba en la plaza de la soledad.

Para ellos la vida es como un paso de semana santa de la virgen de las Tristezas. Ir en punto muerto, mientras todo el mundo te mira y tú vas todo ciego de speed mirando las estrellas.

Eran muy dados a escribir con la llama del mechero en los azulejos de los baños de la estación de autobuses el nombre de los que les debían pasta. El arte iba con ellos allá donde fueran.

Les molaba ir con el colchón a cuestas por las calles del Gurugú de Badajoz y enroscarse donde pillaban. Al alcalde de Badajoz no le gustaba verles la cara porque a ellos les gustaba ir a vacilarle con la borrachera. También porque el señor alcalde nunca soportó que amaran a María Teresa, a Terelu, a la hija de la Terelu y la mierda la droga.

Odiaban viajar porque les salía del nabo.

Ojalá algún día vuelva Mourinho a Badajoz, y les mate veinte veces a cada uno y funde un reino alucinante que dure milenios.

Estos tíos creían en los cabrones con pintas que son a la vez folladores solitarios y seres pensantes que se desuellan la garganta de tanto comer coños. Creían en su talento y su fuerza y en sus miradas fijas. Creían en su infernal pasatiempo, que era mirar culos y conseguir culos. Eran tíos que creían en esos tíos porque estos últimos se habían recorrido todos los bares del mundo destrozando camareras. Creían, digo, en sus vidas silvestres y en sus pollas definitivas, siempre alegres y dispuestas como constantes cosmogónicas.

Creían en esos maromos porque cuando llegaban a los 40, se cansaban de romper bragas y se arrancaban los webos y los ponían en lo alto de la puerta, y se quedaban mirándolos en la penumbra. Mientras pensaban hasta las últimas consecuencias en el poema de Gimferrer, Oda a Venecia ante el mar de los teatros.

Un buen día estos seis tíos vieron una película de Dios
y decidieron encontrar a uno de dos patas como él
Avisaron al ejército diciendo que iban en su busca
Cogieron el Supermirafiori blanco que les cuidaba mejor que sus madres
Preguntaron por ahí
Les dijeron que Dios era un pastor portugués
que se llamaba Eliseo y que vivía en Benavente
Cuando dieron con él estaba sentado en una banqueta
Tenía un bonito tatuaje en la frente que ponía:
PAQUI IN LOVE

Le abrieron la boca grande y pegaron las orejas
Le entendieron esto:
La puntería de los niños buenos os recorre
Ser aprendices de río. Pillar una mata de romero para que os salga todo el mal de esos cuerpos morenos.
Decirle al siguiente que pase.

Estos tíos buscaron ser toreros, cantaores, anomalías cuánticas, ser los mejores fumadores del futuro, vivir los botellones a pares porque en todo momento llegaba hasta ellos el olor de las patatas fritas que hacían aquellas madres de los 90.

En el fondo eran vendedores de tela y fruta, y buenos hacedores de potajes. Querían novias bonitas, con los andares y la cara y el mirar seductor -hacia abajo- y la melena bonita de Paco de Lucía. Chicas serenas, luminosas. Novias clavadas a Paco.

Si algo vieron desde siempre es que la vida son silencios, soleás, algo de furia contenida y mucha redención. Que cuando el blues se ensancha todo lo que se puede ensanchar sale el flamenco, también lo vieron rápido y sin problema.

Los poemas que escribieron estos tíos cuando les daba por escribir, solo se dicen a las cuatro de la tarde. Se abre la ventana y se dicen en voz baja con el primer porro, recién levantado uno de la siesta.

El lado cabrón de que les dieran palmas, era que eso siempre les hacía comerse el calor y olvidarse de todo.

Los morreos que le metía Camarón a su madre la Juana cada vez que volvía de los madriles, se siguen extendiendo en las tardes y nunca acaban cuando el sol coge buen ángulo de 110 grados.

Estos tíos cantaban y escribían y posaban para esos muchachos que ya tenían los webos muy negros e iban a la mili sin saber escribir ni sumar, pero cantaban bien y fumaban mejor. Punto.

Sabían que la vida se reduce a las tramas trilladísimas de la vida, a las locuras mentales alucinantes, a los colegas gore de la infancia, a las masturbaciones podridas que son como patadas a los sentidos, a la potente desesperación que lleva uno muy metida y a los bonitos desmadres que nunca cansan.

El cantar de los ríos. El agua que son los pájaros. Los mares son más listos que el hambre. Los mares ese psiquiatra cojonudo. VENTA EL CANARIO. CAMAS. MENÚ DEL DÍA. 5.99.

Solo les interesaba el sarcasmo bizarro, el humor raro, los temas lisérgicos y el exceso de talento. Opinaban que todos somos ex boxeadores que se acabaron convirtiendo en sacerdotes, y por las noches solo nos atrae ver engendros cinematográficos y aprendernos de memoria las revistas del corazón y el santo Marca.

A estos tíos lo único que les gustaba de la vida era ver cómo los gordos se quitan las zapatillas.

El folk lo inventaron ellos cuando iban a EGB porque ya por entonces tenían las cabezas muy fuertes. Cada uno de ellos solo quiso ser el típico español que canta cosas sobre adolescentes.

Eran preciosos e incomprensibles los cuentos que se contaban a sí mismos, mentalmente, desde que decidieron pasar de todo. Solo se fiaban de esos tipos que salen escaldados de Hollywood, y se acaban convirtiendo -sin temor ni esperanza- en los poetas salvajes de sus pueblos.

Querían que les pillara un rumano por la calle y se los llevara al monte y estar todo el puto día fumando raíces y porros y de bulerías y escapando de la civil. Y que en los telediarios les llamaran los Rambos de Badajoz.

Confesiones íntimas de una exhibicionista de Lina Romay y Jesús Franco. 1983.

Apocalipsis sexual de Carlos Aured y Sergio Bergonzelli. 1982.

Muchas veces vi a estos tíos juntos por ahí. Muchas veces los vi a los seis por Malasaña.

Al anciano Antonio Vega con el rubito niño Camarón y la cabaretera García Lorca y Er Migue de los delinqüentes de la mano del gitanillo Pérez. Y el Pérez con el bebé del Nevermind en el brazo.

Parecía que solo les iba dar por culo y entretener a la gente. Esa malá follá como de querer a todo bicho viviente y todo eso.

A los seis les gustaba caminar mirando la luna y hablando de sus cosas. A veces se partían la boca entre ellos.

Siempre fue bueno dejar ladrar a los perros hasta que revienten.

Una cosa. Lorca, Camarón, Antonio Vega, Er Migue, el Pérez y el bebé del Nevermind tienen poca pierna pero tienen paquete.

Otra cosa. Los hijos del Sergio Ramos con la otra son de ellos. Que lo sepa el mundo.

Lo de estos tíos era el amor, la ciencia ficción, las madres y los dilemas entre la reencarnación y la religión.

Lorca llegó a Nueva York en burro. Con la melena y la faria en la boca.

Camarón llegó a Nueva York en burro. Con la melena y la faria en boca.

Antonio llegó a Nueva York en burro. Con la melena y la faria en la boca.

El Pérez llegó a Nueva York en burro. Con la melena y la faria en la boca.

El bebé del Nevermind llegó a Nueva York en burro. Con la melena y la faria en la boca.

Er puto Migue, que también le decían Verde Reverde, que le decían Gufi, que le decían El Búlgaro, que le decían El Cuerdo, llegó a Nueva York en burro.

También con la melena y la faria.

Er Migue llegó allí sabiendo que todos los españoles somos el gordo de gafas y melena que sujetaba por delante y a la izquierda la caja de Camarón.

¿Sabes qué fue lo mejor del entierro de Camarón?

La bandada de pájaros que pasó justo cuando estaban metiéndolo por la puerta del cementerio.

Había mucha gente. Pero fueron más pájaros al entierro de Camarón que gente.

Los pájaros y la gente siempre se empalman recordando la última frase que escribió en esa nota que encontró la enfermera entre las sábanas:

“Con simpatía y cariño De este que Lla es libre”.


Víctor Pérez


martes, 25 de mayo de 2021

5 POEMAS de NICOLÁS CORRALIZA




RAZA

Aplaude a deseo.
Odia la tierra que pisa
y labra el ruido
con la miseria de sus manos.
Tuvo que ser el hambre
un caldo de huesos
insoportable.


ANDAMIOS

En el tragaluz,
andamios de acuarela
del cuarenta de mayo.
Garabatos desde el círculo,
un nudo de gente en la calle
con su cuerda cuesta arriba.


LA LÍNEA HORIZONTAL

Llega de Oriente para que veas,
para llenar de luz tu casa y tu mirada.
Ponte en camino, ya no hay abismos
entre las piedras.
A tu lado, me alejo del oscurísimo
donde no hay regreso.
Una noche en llamas también es claridad.


OTRA VEZ

locura en grito, Fausto en la metralla como la vida.
Vuelve la sangre incompatible;
el odio entre los dientes de la muerte más viva.
Fin del diagnóstico: en esta lenta primavera,
la esperanza trabaja para el amor y en los árboles mirlos.


ROTACIONES

Cae el agua convencida,
sabiendo que llegarán tardes de fuego.
No hay nada más elevado y místico
que esta lluvia deseada
sobre el cantil inclinado de las horas.
Permanece posado el vuelo de la sed
mientras sucede el diluvio.


Nicolás Corraliza


sábado, 22 de mayo de 2021

¿ERES ESCRITOR? por RAFAEL LÓPEZ VILAS



Estaba sentado en un bar
de buena muerte
cuando aquella mujer
arrastró su cascarón
hasta la oscuridad de mi mesa
y me abordó a quemarropa
Allí estaba yo
tranquilamente
afilando palabras
y hablando solo
con mi dolor
bebiendo cerveza
y paladeando el silencio
que enmohecía cada instante
con las delicias de su olvido

¿Eres escritor?, preguntó
¿Sabes? Yo también escribo
Relatos cortos, dijo
¿Y qué estás escribiendo?

De la tristeza
Del azufre
La sal, contesté

Entretanto
Ella me miraba guiñando
aquellos ojos de sapo viejo
y envolviendo mi labios
con la desazón de su aliento

¡Oh qué triste!, dijo

qué triste, dije

Deberías escribir
sobre cosas más alegres

Y tenía razón
Pensé
que la tenía
y también
pensé
lo fascinante
que sería
que se ahogase con el eco
de su propia voz
y lo jodidamente hermoso
que habría sido contemplar
cómo se inmolaban sus ojos
y el resto de su cabeza
allí
justo delante de mí
y del ejército
de vasos vacíos
que ocupaban
el resto de la mesa
y de mi vida
con su silencio
estremecedor

Rafael López Vilas


Cover by Jennifier Dionisio

viernes, 21 de mayo de 2021

HAZAÑAS PROPIAS DE OTRA PRIMAVERA CUALQUIERA por GSÚS BONILLA



en cada primavera hago crecer piedras
como un cultivar oscuro

a mis pies hay árboles que no conozco, y ya presentan brotes propios de hojas irrecuperables

hoy se conmemora el vientre ovoludando de una rosa
y seguramente, donde sea
el viento sople fuerte
por cortesía de los amadores de las rosas

los ancianos se abrazan en esta fiesta mía
han pasado toda la mañana con estas criaturas,
que nada tienen que ver con los hijos de mi lobo
paridos, tiempo atrás, detrás de las retamas

me cuesta tanto esfuerzo sostener un vaso
y brindar por el bronquio asumiendo
el oxígeno distinto
de un posible otro mundo
que me auguro un mes de mayo implacable con una hierba más

ejecutada, sin sentencia, morirá al paso de mi máquina

en este sufrimiento vegetal
las últimas visitas toman suelo
insectos sin alas, animales sonrientes
y una mezcla de metales
con forma de guadaña

antes fui amante de la pólvora y
he usado alguna vez ceniza en el jardín
sangres de caballos, trozos de carbón
hasta que pude dibujar, casi de memoria
la cápsula inmadura de una adormidera

merece señalar cuando surgió la peonía

me sentí atraído por su limpio olor profundo a guerra
y entre ella sigo,
en los túneles cavados por debajo de la corteza de la tierra

buscando cadáveres, buscando sobrevivientes
en esta torbadera

aunque solo encuentre niños negros y poemas
huyo despavorido igual que ellos
como si me hubieran visto a mí

Gsús Bonilla


jueves, 20 de mayo de 2021

LA POESÍA EN CUALQUIER SITIO por ANTONIO JAVIER FUENTES SORIA





Estaba
en la guantera del coche,
también había cartas del banco
y una bayeta sin estrenar
y un par de discos de Quique González,
y las llaves de la casa de tus padres,
y una ventosa caída
de alguno de los parasoles
con dibujos de Minnie
que compré
en aquella gasolinera de Estepona
y que tanto les gustan a las niñas.
Estaba ahí,
acurrucada, tranquila,
esperando a que llegara
algún poeta.

Antonio Javier Fuentes Soria


miércoles, 19 de mayo de 2021

ANTOLOGÍA DE LA BEAT GENERATION: Marcos-Ricardo Barnatán.



Han pasado 51 años desde que la editorial Plaza & Janés editara por primera vez la Antología de la «Beat Generation» de Marcos-Ricardo Barnatán (1970, con tres ediciones posteriores, la última en 1977). Medio siglo desde que por primera vez se pudieran leer traducidos y editados en España poemas de Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Philip Lamantia.

Para esta nueva edición antológica nos hemos basado en la primera edición mejorando algunos aspectos ortotipográficos, corrigiendo algunas erratas y actualizando algunos datos de la biografía de los autores, entonces en plena actividad literaria, así como algunos aspectos de la traducción.

Valga esta nueva amanecida beatnik como recuerdo de aquella que alumbrara el comienzo de la década de los 70.


martes, 18 de mayo de 2021

OTRA VEZ EL TEMBLOR por MAYA MUKTI



No es engañarse: es peor.
Es enterrarlo debajo de almohadas,
colchones y alfombras,
ahogarlo hasta el punto de ya no escucharlo.
Pero sigue ahí.
Y cuando se mueve el colchón que lo tapa
y le deja un resquicio a su voz,
grita tanto y tan fuerte
que se hace imposible simular más tiempo
que sigues tan muerta de miedo
o aún más -el monstruo ha seguido
creciendo en esa oscuridad-
que antes. No soportas verlo.
Vuelves a enfrentar a esa niña
incapaz de mirarlo a la cara y le dices
Ya te lo advertí.
Y no sirve de nada, como tantas veces.
Quién diablos te crees que eres.
Apenas un tenue borrón de mujer
que no ha conseguido jamás
imponer la razón sobre el sentimiento.
La abrazas y lloras con ella.
Prometes que la cuidarás,
que ya no hay motivos para tener miedo.
Pero ambas sabéis que en la próxima esquina
podéis encontrarlo esperando
y no hay nada ni nadie capaz
de matarlo más que la Verdad.
Y la Verdad duele.

Maya Mukti


lunes, 17 de mayo de 2021

4 POEMAS de RAMÓN GUERRERO




ANIMAL EN MOVIMIENTO

Mañana
volverá
la boca que me acuna.
Mañana
volverá el mundo que no canta.
Buscaré amparo en el cielo que envenena.
Clavarás tus razones
tus compases
tu desdén,
y el pequeño oasis no servirá de nada.
Porque el calor se enfría
y los frutos entre esos blancos
se congelan se olvidan,
sublimando el tiempo evaporado.


TU PRESENCIA 

Como animal despavorido 
crezco en los contrapesos vitales. 
La quietud 
el entusiasmo 
lo oscuro que me rodea. 
Regiones donde no quiero estar.
 Volver de la noche con los ojos cerrados
 abrir la conserva del crudo invierno. 
Desde el fondo de la pulpa 
arranco todo lo que es incierto, 
la umbría que alcanzó campo abierto. 
Comienzo la guerra contra lo desaparecido. 
Cada mañana abro la urna de lo inquietante: 
la vida frente al arte de vivir.


SIN EQUIPAJE 

No encuentro hospedaje para estos pensamientos. 
Tiemblo cuando los escucho. 
Una y otra vez 
vuelven 
se van 
y sigo amando su extensión, 
su recuerdo 
que camina en silencio a mi lado 
intentando congelar 
el agua que corre entre estas rocas. 
A veces la vida enferma 
y el lobo aprovecha 
para hincar sus dientes. 
Entonces solo entonces, los oigo
 respirar tan cerca que abandono 
todo aquello que amo 
y busco lo que nunca encuentro.


CUANDO SUEÑO, CUANDO MUERO 

Como un tigre en cualquier mañana de invierno 
resisto a la lluvia, amanso mis músculos 
hasta llegar a los agujeros de la noche. 
Observo y espero el momento justo para encontrar 
la melancolía que pueblan tus ojos 
la sabiduría que me susurra el lugar 
donde nos despediremos, como soldados caídos en batalla. 
Al frente, el horizonte ardiendo a favor del viento 
refleja una estrategia que promete la victoria de quien sabe quien, 
allí donde se unen los significados ante la humildad del perdedor. 
El hambre enciende el deseo, la pasión de amante libertino. 
Moriremos y volveremos a nacer juntos. Latiendo la aventura. 
Naves, corazones rotos 
¿qué esperabas? 
de este laberinto que es la vida de la sabana 
una migaja en el ritmo de este mundo salvaje 
donde los reyes se asientan sobre nuestras tumbas 
y las piedras tatúan nuestros manos. 
Voy a rescatarte aunque esto se pone duro 
y no sé si podré llevarte a bailar al viejo café 
junto a la chimenea, el humo de la memoria 
intentando dispersar a los buitres del presente 
que devoran el interior, incrédulos de lo que encuentran, 
del significado de tantos sueños atesorados.


Ramón Guerrero,
de La Isla Amada (inédito)


sábado, 15 de mayo de 2021

ARÁBICA: Pablo Cerezal.



Munir es un periodista que viaja por el Mediterráneo musulmán para realizar una serie de reportajes acerca de la importancia histórica y cultural del café. Tiziana, una prostituta, y Francesco, el portero de un inmueble, son testigos indirectos de sus periplos por Estambul, Beirut, El Cairo, Argel, Granada o su Tánger natal.

Tres personas que sufren la herida del desarraigo y una bebida, el café, cuya historia migrante es el espejo al que se asoman para mejor reconocerse.

Arábica es una novela río en cuyas turbulentas páginas habitan infinitas posibilidades y en la que Cerezal nos regala una nueva muestra de su magistral dominio del ritmo, la forma y la palabra.
En Arábica recupera a varios personajes de su primera novela (Los cuadernos del Hafa), considerada hoy obra de culto, para acompañar al lector por los meandros emocionales de un viaje que es el de la sociedad actual, naufragada en su propia cultura y extranjera de sí misma.


viernes, 14 de mayo de 2021

TODO ES MISTERIO por MAX BENÍTEZ



La milla marina no debe medirse de la misma manera que la terrestre, de la misma forma que la vida no puede calcularse partiendo de la trayectoria que marcan los sucesos más significativos de una persona. La distancia en altamar, para aquellos que detentan una forma de vida consagrada a las aguas, es algo tan profundo como los sucesos que quedan en el desván de la memoria. Cuántas metáforas y analogías tienen en la base de esta idea una senda o un cruce de caminos? Por qué siempre se habla de un punto de partida y otro de llegada? La milla marítima, además de ser un poco más extensa que la terrestre, nos sitúa siempre en el territorio de lo desconocido. El puerto no es el punto de llegada, no es el fin de nada. Siempre se parte a un ciclo centrífugo. Tan significativa es esta diferencia hasta el punto de que las embarcaciones llevan un nombre. Y suele decirse que es de mal agüero no hacerlo. Pero quién se atrevería a bautizar un automóvil o una moto? Sabemos de la tierra que pisamos, pero en el mar todo (hasta ese lago tantas veces surcado) es misterio, tenso descubrimiento velado en un celo inconmensurable. Y aunque no lo fuera, la simple idea de que al caer al agua todo podría acabar en unos pocos minutos nos da la magnitud del sagrado y grave respeto que le profesan quienes mejor lo conocen. El mundo se parte precisamente en estas acepciones tan próximas y distantes, como la vida a través de la percepción de un invidente...

Max Benítez


jueves, 13 de mayo de 2021

RESUMEN PARA GAMBETTI (Sobre Corrección, de Thomas Bernhard) por MIGUEL GUERRERO



Gambetti, un personaje de Extinción, la última y más extensa novela de Thomas Bernhard, le hace una extraña petición a un viejo amigo al que no ve desde hace tiempo. Le envía una carta en la que le pide que le resuma la novela bernhardiana Corrección, le apremia diciéndole que donde está no tiene posibilidad de leerla y que le urge un resumen de ella, sin dar más explicaciones. Su amigo, ingresado en un psiquiátrico, se presta con gusto a esa petición, y emprende la tarea de, mientras lee el texto, ir resumiendo la historia o las historias que en esa novela o relato se cuentan.

Miguel Guerrero, confinado este último año cóvico en el centro sanitario SPK de la comarca, única sucursal en España de la institución que creara en Alemania Wolfgang Huber, nos entrega en esta ocasión un relato que se cree ser ensayo o un ensayo fingiendo ser relato, dejándose fagocitar y al fin siendo devorado por el malsano territorio bernhardiano, un lugar terrible, en el que, como es natural, la posibilidad de éxito está totalmente negada.


miércoles, 12 de mayo de 2021

DONDE EL HOMBRE SE PARECE A LA BESTIA por SERGIO MAYOR



Sí, venga cuando quiera. No puedo ofrecerle gran cosa, salvo el lugar, el desierto, un paisaje poco estético, un paisaje profético. Aquí puedo vivir. Granada era un vergel de exterminio, una alambrada de palacios, la ecología de una diosa que no era cielo ni era azul, la Portinari habitual de los ingenuos. La ciudad me corrompió con sus crepúsculos de Zyclon y sus noches de cuentos persas. Un día escapé por la A42. Encontré la refutación de los jardines. Este es el lugar donde el hombre se parece a la bestia, pierde el lenguaje, no se ocupa de la belleza, no le conmueve el mirador de Carvajales, amanerado y estético. Sí, venga. Le llevaré al Puntal de Don Diego. La gente viene y se pone un poco Messiaen cuando el Cañón de Utah: "belleza salvaje y colorida… desfiladero en picado, inmensa soledad". Sí, el lugar es inmenso, pero yo estoy en mi cuerpo, y mi cuerpo es más pequeño que una celda. ¿Entiende? El desierto no es más grande que una celda. Venga, le digo. Querrá ver los dólmenes. Me disgustan los dólmenes, su modernidad, los petroglifos de cinco mil años, absolutamente recientes. Usted vive en la ciudad. La gente lee a Walter Benjamin en un McDonald, la gente habla de los candidatos que reciben navajas y balas. Nada noticioso en los barrancos, en este desastre geológico. Uno, en el desierto, concibe el tiempo en milenios. Uno se vuelve un inmoral, un marginal, lejos de los hombres, ajeno a sus grandes importancias. Usted, poeta. dígame ¿le interesan los comicios, la lucha de la clase transexual, los movimientos de tropas en la frontera? Levinas dice que ningún sistema salva. En eso creo. En la caída. Este lugar fue un mar, y el mar no se salvó. Luego fue un bosque, y el bosque se pudrió como se pudrieron las bestias. Un señor me llama fascista porque a veces escribo elogios de los sistemas teocráticos y los monarcas guerreros, pero eso forma parte de mi extravagancia, mi contribución a los grafitis. Dios, yo sería un fascista inútil, tibio, sin esperanza, un paupérrimo fascista. ¿Y usted? ¿En qué cree? Se ha hecho tan difícil creer. La historia desacreditó a los dioses y luego vilipendió los regímenes políticos. No importa. Aquí, en el desierto, se acaba la historia. Aquí gobierna el Gran Tiempo.

Sí, venga. Le presentaré a gente del lugar, gente buena. No me toman en serio. No soy el primer excéntrico, el primer enfermo mental que viene, bebe mucho y se muere en el fondo de una cueva.
Venga. Le llevaré al Mesón La Ilusión, comidas caseras, pero no pruebo la comida. Una cosa le aviso: con dos ginebras, soy un tipo educado; con cuatro ginebras, soy un tipo elocuente; con siete ginebras, quizás tendría que llamar al exorcista.

Sergio Mayor


martes, 11 de mayo de 2021

VOTOS por BALLERINA VARGAS TINAJERO



El amor me ha vuelto cursi.
Ya no puedo escribir
poemas gamberros y todo
son latidos y luces y tardes
y noches… y no me aguanto.

Pero no te querría menos
si te dijera, amor (ya estamos),
que me gustas más que un bocata
de sobrasada o un jamón
ya cortadito;
que te cedería gustosa
el primer trago largo de todos
los botellines de Cruzcampo
que me toque en suerte beber;
que mi lugar favorito en el mundo
está justo en ese hueco donde
tu pecho y tu hombro confluyen;
que me hago la olvidadiza a veces
solo para que te repitas,
por cómo disfrutas,
por cómo cuentas y adornas
tus historias de la mili.
Que un día sin ti suena
a banda sonora de Titanic
tocada con flauta a trompicones
por un alumno con asma
de 1º de la ESO.

Que me encanta
que me imites roncando,
que bailemos como el culo
y que destrocemos en el coche
Rock ‘n’ roll star.

Y que, a pesar de no entender todavía
cómo funciona tu mente cuando se trata
de meter la comida del súper en el carro,
espero, en fin,
pasar los días que nos queden juntos,
como la tristeza y el chocolate,
como los hijos y el miedo,
como el cocido y los gases,
como el lavabo y los pelos.


Ballerina Vargas Tinajero, de París 13 (Ediciones Liliputienses, 2021)


sábado, 8 de mayo de 2021

EL TACTO ESTREMECIDO: Prólogo.




TOCAR PARA DEJAR DE NO-SER
 

Llegamos al tacto, a la disolución de lo inventado, a la única verdad que se enfrenta a la nada. Después de consumir la voz como eje de lo pensado, Pablo Malmierca nos hace una propuesta de vida en este segundo volumen de su trilogía. Tal vez, más que nunca, en estos tiempos convulsos donde la distancia nos desdibuja de lo que realmente somos, este libro de Malmierca cobra una importancia esencial en la búsqueda de lo que somos.

“La vida de cada uno de nosotros no es un intento de amar. Es la única prueba.” dice Quignard –autor que aparece de muchas maneras en este libro-. Y sin duda Pablo ha sabido conectar con esa oscura visión de lo que somos: Un atajo de duelos, sangre y vísceras acumuladas en el ahogo infinito de la trascendencia. 

Pero hay un salvoconducto para poder soportar la nada tan absoluta, hay un lenguaje que nos conecta y nos transforma en pulsión más allá de lo reflexionado. Ese lenguaje no es otro que el de la pura locura y su camino de carne.

En “El tacto estremecido” Malmierca hace una punción magistral en el retorno de lo primitivo que nos hace humanos. La carne, su deseo, los sexos puestos al servicio de sí mismos para temblar con más hambre de vida que nunca. Es la única escapatoria al tedio que nos confiere; es, a través del sudor y sus temperaturas, la única manera de definir nuestro ancestral conocimiento de la trascendencia.

Pablo supo nombrar en su anterior poemario y nos ordenó el vacío de lo decible. Aquí, en este libro que gime, goza, convulsiona… entronca la raíz del placer con la noción eminente de la existencia. Somos porque sudamos, execramos, compartimos pálpito y muerte en cada éxtasis corporal. Hay vida porque hay movimiento, retorcimiento, acto reflejo que nos envuelve.

Aquí tenéis un libro para quitaros la máscara, un libro que acaricia, asume la realidad de lo leve y nos trasmuta en la carne que somos para no despreciar el orgasmo sensorial que nos define. Leed este libro sin ropa, sin artificios, gozaréis descubriendo vuestros miedos y tal vez probéis algún verso en vuestros partenaires; sólo así entraréis de lleno en esta poesía del estremecimiento.

Rafael Saravia,
prólogo de El tacto estremecido (Eolas, 2021),
de Pablo Malmierca


viernes, 7 de mayo de 2021

GUERRA DE IDENTIDAD: Déborah Vukusic.



La autora, como la guerra, nace y crece en este poemario.

Mitad gallega, mitad croata, se pasea en estos versos oyendo disparos cercanos, escuchando mil lenguas, anotando todo como si fuera un diario de soldado. Así, el libro, se convierte en testimonio, en un viaje vital cruzando fronteras, en una pérdida gradual de lo que ancla y en un intento denodado por recordar el olvido.

La presente edición, reescrita y ampliada, es un mapa del dolor y el amor, una «historia para un espacio / que ya no es el mismo espacio», el dibujo, a lo largo de los años, de los límites del vacío.


lunes, 3 de mayo de 2021

PRÓXIMAMENTE



Tras la gran acogida de "Tratado de hortografía (Una novela sobre el Rock Radikal Vasco)", Patxi Irurzun retoma las peripecias del protagonista, el cantante del grupo de punk ochentero Los Tampones, a quien encontramos ahora, en un pandémico 2021, grabando con sus hijos una versión trap de su única canción de éxito, "Estamos contra las reglas", participando en el casting de La Escalera, programa concurso de la tele, o convertido en performer (es decir, pidiendo en la calle con un disfraz de Spiderman de talla infantil comprado en los chinos)...

domingo, 2 de mayo de 2021

OUTSIDERS por GEMA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ



Es porque nos creímos
libres de etiquetas,
es por eso, dicen,
porque incumplimos reglas,
porque nos desviamos
deliberadamente
para salvaguardar
la esencia más salvaje
de nuestra identidad
que nos hacemos viejos
de tanto cumplir daños,
que somos dos extraños
que no saben
muy bien cómo tratarse.

¿Qué porcentaje de valor diario
es el más adecuado
para nuestro organismo?
¿Qué índice de cobardía?
¿Cuánto cloruro de odio
podremos soportar
sin sufrir un infarto
a los 40?
¿Cuántos gramos exactos
debería pesar
la piel que se desea
para cubrir de golpe
todas las calorías
que necesitaremos
cuando amenace el frío?
 
No sé si me entiendes,
claro,
eso tampoco lo pone la etiqueta.
 
Pero por ejemplo:
¿Te gusta más el agua clorada
de la ducha
o caminar desnudo bajo la lluvia?
¿Si nos centrifugamos
a altas temperaturas
te encoges de miedo?
¿eres hipoalergénico,
eco-ilógico, bio-agradable?

Es porque nos creímos libres
de etiquetas,
cariño,
porque solos, tú y yo,
porque libres,
porque el amor
con un significante
universal
es para los que no han sentido
nunca nada,
porque mis labios, tus dedos,
mi pelo, tu lengua,
tus ojos, las uñas de mis pies,
tu vientre...

Oh, my god!!!
 
y esos microrganismos
tan simpáticos jugando
al escondite en nuestras bocas
y que le follen al mundo,
y jo, cómo te quiero,
pues yo te quiero más
que no que yo
y bla, bla, bla,
¡qué únicos somos!
e irrepetibles
e inconfundibles,
e indefinibles
tan, tan, tan...

así,
sin etiquetas.
 
Es por eso, amor,
sólo por eso,
para que me descubras
por primera primera vez
todos los días
que jamás te diré
que según Howard Becker
y su cruel, nefasta y despiadada
teoría del labeling
tú y yo,
aunque no lo creamos,
somos un par de outsiders
de los de manual

y eso, maldita sea,
ya es una etiqueta.


Gema Fernández Martínez


Foto por Alejandro Viña