miércoles, 19 de marzo de 2008

LAS BOLAS CHINAS, un relato de Pepe Pereza.

Había llegado al lugar de la cita un cuarto de hora antes, tenía tantas ganas de verla que no pudo esperar. Encendió un cigarro y absorbió la nicotina nervioso e impaciente porque ella llegase cuanto antes. Después de dos cigarros más, ella dobló la esquina y se encaminó hasta él.

- ¿Las llevas?
- Como para no llevarlas. Llevas todo el día llamándome para que me las ponga.
- ¿Cuánto hace que te las has puesto?
-Justo antes de salir, más o menos media hora.
- ¿Y?
- Están bien.
- Sólo bien.
- Da gustito al andar.
- ¿Te sientes excitada?
- Se puede decir que sí.
- Yo lo estoy mucho. Estar junto a ti, caminando tranquilamente por la calle, sabiendo que las llevas ahí metidas, con toda esa gente que nos rodea, ignorantes de nuestro secreto. Me pone como una moto.
- De eso se trata.
- Y está funcionando a las mil maravillas.
- ¿Y ahora donde vamos?
- Dos opciones. A elegir...
- Tú dirás.
- Podemos ir tomando unos vinos, mientras picamos unos pinchos o sentarnos en la mesa de un restaurante.
- Ya que las llevo puestas, prefiero andar. Así les saco más rendimiento.
- Entonces de pinchos. ¿Las sientes ahora?
- (Con sonrisa picarona) Sííííííí.
- ¿Qué sientes?
- Es difícil de explicar.
- Inténtalo.
- No es como llevar un tampón. Es más estimulante. Me siento llena, mojada, al andar o moverme siento placer por dentro.
- En cuanto terminemos de cenar nos vamos para casa. Estoy tan cachondo que la polla me está empezando a doler. Toca, ya veras.

Ella palpó el paquete de su acompañante.

- Hacía tiempo que no te veía tan dispuesto.
- Esto es nuevo y la novedad siempre es excitante.
- Me alegro que las comprases.
- Entonces ¿te gustan de verdad?
- Mucho. A cada paso que doy, más me gustan.
- En cuanto entré en el sex shop, supe que tenía que comprártelas. Tuve la certeza que con ellas íbamos a pasar buenos momentos.
- Por ahora van muy bien.
- El chico que me atendió me dijo que algunas mujeres las utilizan para ejercitar sus músculos vaginales.
- Qué interesante.
- Y que la mayoría de las mujeres tienen esa zona muscular atrofiada de no ejercitarla, por eso las mujeres budistas las apreciaban tanto.
- Muy sabias, las mujeres budistas.
- Oye ¿y si pasamos de cenar y nos vamos directamente a la cama?
- Estaba pensando lo mismo.

Caminaron deprisa y excitados. Ella llevando las bolas chinas dentro de su cuerpo, él llevándolas dentro de su cabeza.

Pepe Pereza, del libro inédito Amores Breves.

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