Cuando yo era otra cosa diferente a la que soy
jugaba con mi hermana invisible a soñar
algo quimérico. Teníamos pesadillas incoloras en la cama de
un hotel. Hacíamos agujeros
en el techo
en el suelo
en las paredes
algo quimérico. Teníamos pesadillas incoloras en la cama de
un hotel. Hacíamos agujeros
en el techo
en el suelo
en las paredes
contemplábamos cómo era el mundo de otros niños;
entrábamos en su cabeza
pedaleábamos hasta su corazón
entrábamos en su cabeza
pedaleábamos hasta su corazón
a veces no nos gustaba lo que veíamos;
ni su cara
ni su sonrisa
o el modo en que
dejaban colgada la ropa
en el radiador
ni su cara
ni su sonrisa
o el modo en que
dejaban colgada la ropa
en el radiador
los imaginábamos
en silencio, quietos
en una estación, donde no había
trenes
ni barcos
ni televisión.
en silencio, quietos
en una estación, donde no había
trenes
ni barcos
ni televisión.
Cuando yo era otra cosa diferente a la que soy
espiaba en las habitaciones desnudas de cada hotel
y encontraba alhajas brillantes que ataba a la cintura
o hacía malabares con
medallas de valor.
espiaba en las habitaciones desnudas de cada hotel
y encontraba alhajas brillantes que ataba a la cintura
o hacía malabares con
medallas de valor.
Cuando yo era otra cosa diferente a la que soy
me tumbaba en la moqueta de ése hotel de Copenhague
me hacía la muerta un rato,
¡ya está!
me tumbaba en la moqueta de ése hotel de Copenhague
me hacía la muerta un rato,
¡ya está!
me costaba respirar.
Roxana Popelka, poema inédito.
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