-Sí, yo también te quiero –dijo Conchita-.Pero lo de la boda me da un poco de miedo.
-Ya verás como todo sale bien –afirmó Paco.
Eran casi las seis de la mañana. Paco había aparcado su coche ante la finca de su novia. Los dos estaban cerca de los veinte años. Les gustaba salir de discotecas y usar ropa de marca.Volvieron a besarse.
-¿Y tú crees que tu padre te adelantará la herencia?
-No lo sé, es posible.
-Con ello podríamos poner un bar de marcha y pasarlo bien.
-¿Y de tu familia, qué?
-Mi madre, si me caso, seguro que me regala el piso de Gandía.
-Eso vale una pasta.
-Claro.
-Mira, Conchita, en este mundo hay que ser listo, sobre todo con la familia.
-Para ello nos han traído aquí.
-Tienes razón.
-Y trabajar lo menos posible.
-Creo que estamos de acuerdo en todo.
-Mañana hablaré con mi madre –dijo Conchita.
-Sí, cuanto antes mejor.
-¿Y piensas que tendremos hijos?
-Me da igual.
-A mí me gustaría que fuera una niña.
-Te quiero, Conchita.
-Yo también, Paco.
-¿Y ya no tienes miedo de la boda?
-No.
-Eso es bueno.
-¿Hacemos el último porro, cariño?
-Venga.
Paco no tardó en hacer el canuto y se lo pasó a Conchita.
-¡Esto es vida! –dijo ella.
-Tienes razón, cariño. ¡Esto es vida!
***
Si existe otro nombre, además de Charles Bukowski, al que está dedicado Hank Over, es Raúl Núñez. Maravillas como People ( poemario de culto donde existan ), Derrama whiskie sobre tu amigo muerto ( en aquella fascinante edición de Star ) o Sinatra siguen grabadas a fuego en nuestras mentes. Admirado por todos los herederos de Satanás, fue el causante, en gran parte, de nuestra pasión por el realismo sucio. Figura como invitado de honor ( gracias a David G. ) en Hank Over, y para él va ahora este brindis: a tu salud, hermano: no te olvidamos.v.
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