jueves, 21 de noviembre de 2024

LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.




Tríptico al óleo del alma humana

Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso

en los poetas y sus cantos 
―desencantados― 
al aire, al verbo que todo lo avienta 

mas registraos el pecho 
vosotros, todos vosotros que leéis 
que incapaces de apartar la mirada 
en realidad os relaméis de gusto 
de oscuro placer, inconfesable placer 
mojando la ropa interior del corazón 

No sois, no somos 
ni mejor ni peor que ellos 
que ninguno de ellos 
                    que nadie


La caída de los gigantes 

Trepas por el tronco de la edad 
rama tras rama 
con la ayuda de pies y manos 
lo mejor que puedes 
siempre hacia arriba, evitándote 
mirar abajo 
y cuando llega el momento en el que resbalas 
o se quiebra el punto de apoyo 
y pierdes paso, sostén, equilibrio 
y te pierdes 
y caes 

mientras flotas, escasamente 
unos segundos 
en el aire, en ese limbo hecho de angustia y miedo 
entre tantas cosas te da tiempo 
a pensar, a preguntarte 

¿y papá? ¿y mamá? ¿y Dios? 
¿y esos brazos que me cojan al vuelo 
estarán, seguirán ahí 
dónde se han metido? 

pero la realidad es otra bien distinta 
más prosaica, más cruel 
tan real 

su nombre es suelo 
                                      y duele


La certeza de lo inasible

Sal para echarse por encima 
              de los hombros 
calderilla para el pozo de los deseos 
y cantos de grillos 

de los bolsillos vueltos 
de un poeta 
caen las rentas y tanto afán 

Junto al vuelo de mirlos blancos 
por el cielo azul 
la certeza de lo inasible 
más viento al viento


La verdad del tacto 

Ni trago ni escupo 
cómo pasar esta bola de hiel 
sin hacer sangre ni asfixia 

en mi garganta la razón última 
de ser mundo 

no ha de ser el asco ni sus gusanos ciegos 
el sentir propio del poema 
sino la impotencia ante tanta postura 
impostada 

escuchas, ves 
y a pesar de litros de perfume 
intuyes la única verdad que hay detrás 

al tacto han de quedar bien a las claras 
las razones para la duda 

aun con lazos, flores y oropeles 
la mierda, nunca deja de ser mierda


El sueño de los justos 

"Mi mejor libro es siempre el último
que he escrito "

 Charles Bukowski 

Acaba aquí un nuevo libro de poemas 
otro más 

y aun no escribiéndolo, o sí 
como final 
sólo se me ocurre este verso 

amarillento lugar este, donde dejarse la vida


Tomás Soler Borja, de La labor del Terminator (Balduque, 2024)


martes, 19 de noviembre de 2024

PAULINE. MEMORIAS DE LA MADAME DE CLAY STREET: Pauline Tabor.



«En mi trabajo me he topado con unos cuantos mafiosos importantes y, sin excepción, son escoria humana. Pero, por malos que sean, no son tan bajos como los funcionarios públicos que están en sus nóminas. El llamado sindicato no podría existir ni una semana si no fuera por los funcionarios corruptos —incluidos policías, jueces, legisladores y abogados— que les sirven».

Pauline Tabor nació a principios del siglo pasado en un entorno rural (Bowling Green, Kentucky) y dedicó la mayor parte de su vida a ejercer como madame. Una vez jubilada, escribió estas memorias desde su apacible granja.

Si, como mujer, «emprender» un negocio hace un siglo era una tarea difícil, todavía lo era más en un gremio como ese; pero se trataba de sobrevivir. Tuvo que enfrentarse a una sociedad que de cara a la galería era una cosa, y en realidad era otra. Lidió con gangsters y con borrachos violentos, también con la policía, con políticos o con comunidades religiosas. Bregó con todo tipo de gente chunga, que además era su clientela.

«Supongo que habrá quien diga que escribo mis memorias para disculparme por la vida que he llevado, o que busco dar glamour a un negocio turbio e ilícito. Esa no ha sido mi intención. Soy muchas cosas, pero no soy una hipócrita. He tenido mis alegrías y mis penas, mis altibajos, mis sorpresas y mis decepciones. Pero nunca he perdido la fe en mí misma».

El título Pauline. Memorias de la madame de Clay Street ni puede ser más descriptivo ni la historia que contiene puede ser más real. No son unas memorias de esas que (¡oh sorpresa!) aparecen en un cajón y se tienen que dar por verídicas; Pauline Tabor existió.

En Bowling Green se han llegado a hacer rutas turísticas relacionadas con Pauline y su casa situada en el 627 de Clay Street. Gran parte de su legado se conserva en el museo de la biblioteca de Western Kentucky University, quienes nos han cedido esta foto de Pauline.

Falleció en 1992, el mismo año que Iceberg Slim, fijate tú. Pero si se hubiesen encontrado (uno en Chicago y otra en Kentucky), no habrían terminado muy bien.

«En mi opinión, un proxeneta es una basura, un ser humano totalmente despreciable que vive como un parásito a costa de las mujeres a las que consigue enganchar a la prostitución».

Curiosa sentencia viniendo de una madame, ¿eh? Pauline es una caja de sorpresas.

*

Pauline (Martin) Tabor Webster (1905-1992) regentó durante casi cuatro décadas la casa de Bowling Green (Kentucky), un prostíbulo —célebre entonces— situado en el número 627 de Clay Street. Poco después de dejar el negocio, decidió contar su historia y vivencias como madame, y en 1971 apareció Pauline’s. Se tradujo hace medio siglo al español por Grijalbo (México) y es difícil encontrar ejemplares de segunda mano. Si los buscáis hacedlo con la palabra «madama», aparece así (un abrazo a la RAE).

Para esta edición, contamos con una nueva traducción escrita por Miguel Ángel Medina, también conocido como Med Vega, quien le devuelve el poderío a la voz de Pauline. Recordad: no sabemos de moda ni de eufemismos. Y por eso, incluso en el remoto caso de que ya hayas leído esta novela, no te la puedes perder con esta actualización, ¡maldita sea!

Y con Pauline estrenamos el diseño que ha creado María de la Mostaza y que seguirán los libros de esta colección. La ilustración de portada, la imponente lechera, también es obra suya. Si queréis saber qué tiene que ver una lechera con un burdel (no seáis simples, por favor), pedidnos que os guardemos un ejemplar.


sábado, 16 de noviembre de 2024

ES MEDIANOCHE EN CASI TODO EL CUERPO: Gema Fernández Martínez.



Un poemario también puede ser un mapa, un acertijo, una tirita, una linterna que arroje algo de luz a cada semioscuro. En este libro, la autora traza un paseo psicogeográfico a través del cual explora su propio territorio emocional para tratar de descifrar las distintas partes de ese todo confuso que conforma su existencia. Así, avanza verso a verso, articulando su aventura en tres partes donde la literatura es el bastión que sostiene sus interrogantes y la poesía la brújula que guía sus cuestionamientos hacia una posible comprensión de sí misma y del mundo que habita.

«Ya es media noche
en casi todo el cuerpo.
En CASI todo el cuerpo.
CASI...
El corazón lo ignora».


sábado, 9 de noviembre de 2024

PELÍCULAS QUE ERIZAN LA PIEL: Prólogo de Jorge González del Pozo.



Especialmente apto para todos los públicos:
El contrapunto y la pasión por el cine
de Vicente Muñoz Álvarez

El pulso de Vicente Muñoz Álvarez se hace notar desde las primeras líneas en esta colección única —tan especial como singular— de lecturas e interpretaciones fílmicas. Sus letras poseen frescura y cercanía, anteceden a la gravedad que requiere el momento de acercarse a los más célebres fotogramas de filmes consagrados, menos conocidos, obras de culto, rarezas y piezas diversas, todas dignas de recuerdo y, por supuesto, de visionado y reivindicación.

Reconozco con placer que comparto con el autor —entre otras muchas opiniones y posiciones—, su ternura y atracción por El baile de los vampiros (1967), de Roman Polanski, por mencionar una de las más señeras; no había oído ni leído de una forma tan bien articulada una oda a esta joya poco ponderada de la filmografía del atribulado polaco. Muñoz Álvarez navega por la obra de directores como Romero, Cronenberg, Ibáñez-Serrador, Waters, Luna, Herzog, Zulueta, Kubrick, Jarmusch, Ripstein, Saura, Haneke o Aronofsky, entre otros. Pero no olvida títulos y creadores mucho menos conocidos por el gran público, ensalzando su calidad, el impacto, o el diferente punto de vista, estético o de montaje, que despliegan buena parte de estas películas.

Aunque tras un primer vistazo pudiera parecer que el corpus es aleatorio y extremadamente personal, una mirada atenta contradice esta opinión. Vicente Muñoz Álvarez ofrece, en esencia y con excepciones, una forma de contemplar la producción cinematográfica basada en tres pilares que se esbozan ya en la introducción, cuando el propio autor menciona la siguiente triada como obras esenciales para entender el panorama fílmico histórico y global: Réquiem por un sueño (2000), la confirmación de Darren Aronofsky como baluarte de la escena alternativa estadounidense; Aguirre, la cólera de Dios (1972), de Werner Herzog, una de sus obras más reconocidas y reconocibles, y Elisa, vida mía (1977), del gran Carlos Saura, donde despliega toda su simbología y saber técnico-estético. La triangulación que muestra Muñoz Álvarez comienza tocando Hollywood y al gigante estadounidense desde su cara B, planteando y replanteando la dicotomía entre el cine comercial y el cine de autor. También desde las estéticas más personales, la segunda referencia, con estilo marcado por el Nuevo Cine Alemán, recoge de alguna forma los movimientos cinematográficos europeos del siglo XX. Por último, el tercer apoyo del trípode es una obra nacional, alejada de la norma en la filmografía de Saura y reflexionando desde la mirada sensible y particular sobre cuestiones fácilmente extrapolables a realidades más amplias. Estas tres esferas en la perspectiva de este libro son pertinentes y abarcan buena parte de la producción relevante para el espectador, desde luego el nacional, y sin duda cualquiera que tenga una curiosidad genuina por el cine.

El otro elemento que hace que este texto destaque por encima de muchos otros paseos a través del cine es la forma de mirar, de analizar y de plasmar el impacto de la imagen en la gran pantalla y de la edición y el montaje como forma de comunicar en las narrativas audiovisuales. El autor desarrolla su retrato de cada película apoyándose en un estudio pseudo-barthesiano que contrasta la imagen general con el detalle. Roland Barthes aclaró en su breve pero clarividente manual para el análisis de la fotografía La cámara lúcida la diferencia entre el studium y el punctum; siendo el primero el comentario, descripción y aclaración amplia de una imagen, y el segundo, la forma en la que el analista se centra en un detalle de la imagen que resalta sobre el conjunto y que ofrece, no sólo el contrapunto que dota de verdadera vida al retrato, sino también el elemento discordante que abre la puerta a una interpretación mucho más profunda y certera de lo que se observa. La gran mayoría de piezas que componen este texto se debaten entre ambos factores, saltando de uno a otro para enfatizar cómo opera el cine, esforzándose en ensalzar para el lector los elementos más claros, pero también los más especiales y que hacen que recordemos estas cintas.

De manera específica, Muñoz Álvarez detalla con curiosidad ilusionante y con ojo sabio películas de culto y aplica un “criterio de fondo [basado en] lo crítico, lo atípico, lo raro, lo grotesco, lo perverso, lo incómodo, lo hiriente, lo hipnótico, lo arrebatador…”. Para este espectador avezado no hay barreras, ni “tópicos, ni hipócritas principios: de la exploitation al Arte y Ensayo, del mudo al technicolor, del Hollywood mágico de otrora a la coproducción europea, del trash al indie, del cine de autor a la Serie B...”. Realmente se muestra como un visionario que ya habla de la difuminación de los géneros planteándose: “¿Dónde está la línea de separación entre unos y otros géneros —terror, suspense, drama psicológico, thriller, ciencia ficción, etc.—, y cuál se atiene o no a unas y otras etiquetas?”. Rompe con todas esas manidas etiquetas que ya conocemos y que actualmente comprobamos se mantienen de forma muy artificial y forzada. Temas como el erotismo, el satanismo, los vampiros, zombies y demás monstruos más o menos góticos o fantásticos, la violencia aparentemente gratuita de obras como Perros de Paja (1971) de Sam Pekinpah, o la disección de la mente de asesinos en serie, entre otras muchas facetas consideradas marginales y descastadas, tienen cabida en este libro, en palabras del propio autor, no apto para todos los públicos. Tampoco hay barreras nacionales: ¿cómo podría haberlas en una disciplina como el cine, universal desde sus orígenes? Muñoz Álvarez lo demuestra frase a frase tocando lo español, aunque se haya desterrado del canon público del terror y su reconocimiento en muchas ocasiones; también se aproxima al cine mexicano, brasileño y latinoamericano en general; menciona, cómo no, la impronta y el peso de la productora Hammer, los clásicos de Alfred Hitchcock, como Vértigo (1958) y Psicosis (1960), añade curiosidades y anécdotas que hacen las delicias del cinéfilo, del iniciado y del meramente interesado. Asimismo, traza líneas de fuga que reconocen la originalidad de cintas como Déjame entrar (2008), de Tomas Alfredson, de las que no tanta gente se acuerda y que lograron reactivar el género o subgénero englobado dentro de la temática de los vampiros, aunque sean difíciles de clasificar, como el mismo autor reconoce: “sería mejor no encasillarla en ningún género, o crear para ella uno específico, ya que no se parece a ningún otro filme anterior”. La cinta, de factura excepcional, se enfoca en los espectros sedientos de sangre de una forma sumamente novedosa.

La capacidad de Muñoz Álvarez de saltar de lo específico a lo trascendental en un espacio mínimo es asombrosa, pasa de los “ecos de Nietzsche y de Poe, de Huysmans y Sade, de Buñuel y la Hammer, y una atmósfera de total pesadilla y blasfemia [haciendo] de [una] película una pieza clave del cine de horror” con una naturalidad con la que el lector claramente conecta, permitiéndole contemplar y reflexionar sobre una película a múltiples niveles, sin la pátina de la jerga académica, ensayística y engolada, presentando unos textos dinámicos y extremadamente atractivos. A raíz de A medianoche me llevaré tu alma (1963) de José Mojica Marins, Muñoz Álvarez reverbera los versos del brasileño, que recuerdan a otro gran maestro contemporáneo del cine de terror, Guillermo del Toro: ¿Qué es la vida? / Es el comienzo de la muerte / ¿Y qué es la muerte? / Es el final de la vida / ¿Qué es la existencia? / Es la continuidad de la sangre / ¿Y qué es la sangre? / Es la razón de la existencia. Los planteamientos góticos como premisa, la conexión entre el terror y lo sobrenatural, evocan a los créditos que abren El espinazo del diablo, en la que el mexicano se planteaba lo que era un fantasma, como un trauma que regresa para atormentarnos mientras no se cierre la herida. Tanto los versos de Mojica Marins como las premisas de Del Toro emplazan al espectador a conectar con la película no sólo de forma pasiva y desde el objetivo de entretener, sino desde el ánimo de sembrar una semilla e ir más allá de la imagen, dejando un poso memorable, tal y como hace el propio Muñoz Álvarez. El autor no se olvida del terror doméstico, casi siempre en un segundo plano para la producción global y para la crítica, hablando de los freaks hispanos, como comenta sobre El extraño viaje (1964), de Fernando Fernán Gómez, obra única en la filmografía nacional, o cuando menciona la obra de Jorge Grau No profanar el sueño de los muertos (1974), aclarando que: “contiene todos los ingredientes esenciales del género [...] y muy importante, una crítica social encubierta contra el sistema capitalista, en este caso con tintes ecologistas añadidos”; sin dejar de mencionar la joya entre las joyas del cine rural nacional que supone Furtivos (1975), de José Luis Borau, con la irrepetible Lola Gaos. También abraza rarezas dentro de las rarezas, como El topo (1970) del incalificable Alejandro Jodorowsky, sobre la que acertadamente dice ser pieza diferencial, ya que no muchas películas “han logrado recrear un far west tan inmundo y pesadillesco, degenerado y lleno de freaks (al más puro estilo de Browning), malvados y místicos, rameras, borrachos e iluminados, y pocas, también, han conseguido descontextualizar con tanto acierto el género”. Además, abraza anomalías cinematográficas formidables como El faro (2019), de Robert Eggers o Las mariposas disecadas (1978), del mexicano Sergio Véjar, y pone al mismo nivel numerosas cintas contemporáneas, como El pájaro pintado (2019), de Václav Marhoul, The Dark and the Wicked (2020), de Bryan Bertino, Mad God (2021), de Phil Tippett, o la inclasificable Titane (2021), de Julia Ducournau, que no sólo contemplan el legado de los géneros fantástico y de terror, sino que también lo actualizan.

El compendio de referencias y cinefilias nos lleva a adaptaciones de Edgar Allan Poe, como La tumba de Ligeia (1964), de Roger Corman, a un referente en el cine patrio como es Eloy de la Iglesia, o a un clasiquísimo de culto que el gran Quentin Tarantino rescatara, como es Lady Snowblood (1973), de Toshiya Fujita. En su relato muestra una querencia cariñosa hacia el cine italiano, sin mencionar el giallo como tal ni su influencia en el fantaterror español, y alaba al pensador de la imagen-mundo que fue Pier Paolo Pasolini. La mirada crítica de Muñoz Álvarez no sabe de fronteras. El autor habla de The Yellow Sea (2010) de Na Hong-jin, y de la relevancia del cine coreano antes de que se hiciera famoso, sin abandonar su criterio y sabiendo ensalzarla en su justa medida: “Aunque por momentos pueda resultar excesiva y abrumadora, la película de Na Hong-jin mantiene clavado frente a la pantalla al espectador y ofrece algunas de las más vertiginosas secuencias de acción de los últimos tiempos”. Con la excusa de obras tan esenciales como Posesión infernal (2013), de Fede Álvarez, este analista se adentra en el mundo de los remakes y diferentes versiones, así como en el concerniente a los efectos especiales, demostrando de nuevo que no tiene límites en su forma de entender el cine: “Posesiones escalofriantes, impresionantes efectos especiales y litros de hemoglobina, así como numerosos guiños a la saga ochentera, hacen de este remake un impactante filme con sello propio, que no dejará indiferente (para bien o para mal: tiene también detractores) a nadie”. Habla de los personajes secundarios y de su valor en el cine con verbo agudo y una honestidad que manifiesta, al ser capaz de separar al artista de la persona, algo sumamente difícil en estos tiempos que corren, como se puede apreciar en el caso de la forma en la que se sopesa a Lars Von Trier acerca de Anticristo (2009).

Vicente Muñoz Álvarez, en su brevedad, más necesaria hoy que nunca, condensa ese punch-line constante que ofrece sin necesidad de vivir en las redes sociales. Aglutina en este texto —recorrido esencial por muchas de las caras menos conocidas de la cinematografía mundial— la visión personal con el análisis más profundo, a veces cáustico, de una serie de piezas dignas de revisión, de alabanza, de enfatización y de recuperación para el imaginario popular.

En ocasiones no he podido evitar en mi lectura centrarme, por deformación personal, en el cine español, ya que profeso un interés y pasión especial por el mismo, sin dejar de asombrarme constantemente cómo los ojos de Muñoz Álvarez navegan y divagan por estas cintas. Cada persona puede centrarse en lo que le gusta, caminar por la mente del autor y tender desde sus ideas puentes visuales hacia mundos tan íntimos y personales, como colectivos, sociales y trascendentales.

No quiero terminar este prólogo sin manifestar que esta obra singular sirve para salvar del olvido muchas de estas películas. Hay que alabar esta operación de rescate en obras como Morbo (1972), de Gonzalo Suárez, o la satánica Escalofrío (1978), de Carlos Puerto, presentada por el ya mítico Dr. Jiménez del Oso, casi borradas de la memoria fílmica popular. Por poner un par de ejemplos significativos entre una larga lista de las que aquí aparecen. Buena parte del cine de terror y gótico (así como otros subgéneros aquí también recogidos) que se estrenan hoy en día beben de las películas comentadas, igual que estos filmes bebieron de otros mitos literarios, folclóricos u orales, y así sucesivamente, pero en la transición a nuevas formas de producción y de distribución en las plataformas que hoy dominan la pantalla, el cambio de siglo ha instaurado un paradigma que borra buena parte de lo creado antes del siglo XX, por lo que esta obra se erige más necesaria que nunca. Ya que las páginas que vas a comenzar a disfrutar son especialmente aptas para todos los públicos, en este libro, querido lector, podrás salirte del mainstream (aunque si lees con detenimiento también lo entenderás mejor) y disfrutar del cine, de nuevo o por primera vez, con la ilusión de la luz apagada, la tensión de un grito, un suspiro o un silencio que, en efecto, nos dejará erizados.

Jorge González del Pozo,
prólogo a Películas que erizan la piel
(Underdog Ventures, 2024)



miércoles, 6 de noviembre de 2024

EL UNIVERSO ES SUGESTIVO Y BIZARRO por PE TER



Yo me escondo
De las sombras
En las sombras
Y finjo
Ser un vampiro
Un pequeño Golem
Nace de pierna
Y me indica divertido
Que es hora
De seguir provocando
Orada lo sagrado
Para que descascare
Y caiga
Es bueno
Erigir nuevos dioses
Sobre el barro diluido
De los mismos.

*

Su madre es la IA
Lo repararon para ella
Guardan señales
Ultraterrestres
Es el vínculo
De la barbarie del sol
Y la antimateria
Nodos y fisuras cuánticas
Los alimentan.

*

La iluminación total
Te llevará
A odiar a los autores
Y amar sus obras
Todo vestigio de humanidad
Es el cadalzo
Las fiebres que vienen consigo
Te contaminan
Sólo lo no humano prevalecerá
Lo humano es un estigma
Y no existe
Existe la barbarie, la mentira
Y el egoísmo
Así que quédate solo
Y advierte que la alta magia
Acabará contigo.

*

En los medanos
De la vejez
Se encerró
A esperar la muerte
La niña patibular
Que nunca envejece
Creó un circulo
Ciego y oscuro
Y su contracara
La luz obnubilante
Que dicen
Que tiene el final.

*

El universo
Es sugestivo y bizarro
En las profundidas
De Dios
Subyace
Nuestra sangre
En una gemelidad
Cuántica
Por eso nuestros
Arrobados
Sentimientos
De superioridad
Frente a los otros
La finitud
De las especies
Es el limite impuesto
A éste poder inescrutable.


Pe Ter


viernes, 1 de noviembre de 2024

PELÍCULAS QUE ERIZAN LA PIEL en LA NUEVA CRÓNICA



El autor de ‘Películas que erizan la piel’, Vicente Muñoz. | MARLUS LEÓN

Vicente Muñoz: "El terror es un género que no tiene fecha de caducidad"

El escritor acaba de publicar una versión extendida de ‘Películas que erizan la piel’, que recopila más de 250 títulos

Camino Díez Llamazares 01/11/2024 La Nueva Crónica

Cinéfilo confeso, escritor y gestor cultural leonés, Vicente Muñoz Álvarez regresa a las librerías de la mano de una cuidada edición extendida. ‘Películas que erizan la piel’, publicada por primera vez en 2019, recopila ahora los «comentarios apasionados» del autor sobre más de 250 filmes.

– Esta es la tercera entrega de una trilogía de libros sobre cine a los que preceden ‘Películas para llevarse al infierno’ y ‘Películas para la penumbra’. ¿Cómo se relacionan la literatura y el cine y, en su caso cuál de las dos artes pesa más?

– Sí, efectivamente, esta es la tercera entrega de la Trilogía Cult Movies, que he dedicado al cine de culto, tras Películas para llevarse al infierno y Películas para la penumbra. El cine y la literatura son, para mí, las dos caras de la misma moneda, imagen y letra, letra e imagen, dos formas paralelas de expresión, interrelacionadas e inseparables. De hecho, el cine parte de un guion y la literatura de una imagen (mental), y en mi caso en concreto tienen el mismo peso. Escribo pensando en imágenes, como si estuviera viendo películas, y veo películas pensando en libros, como si estuviera leyendo novelas. Creo que ambas formas de expresión se retroalimentan.

– La primera edición salía a la luz en 2019. ¿A qué se debe esta versión extendida y cómo ha sido el proceso detrás de su alumbramiento?

– La primera edición la publicó en 2019 Canalla Ediciones, una editorial madrileña que desapareció, como tantas otras, poco tiempo después, con la pandemia, y por lo tanto el libro tuvo, por desgracia, breve recorrido. Hace unos meses Javier Campelo, el editor de la Editorial Páramo, que también es el distribuidor de La Sombra de Caín (y por lo tanto de varios libros míos), me llamó proponiéndome reeditar este libro, que en su día le había parecido muy interesante y, de hecho, un libro de fondo, sin fecha de caducidad. Quería abrir una nueva editorial, Underdog Ventures, me dijo, dedicada a la cultura pop y alternativa, ensayo, cine, cómic, etc, y le gustaría inaugurarla con ‘Películas que erizan la piel’. Así que aproveché para revisar y ampliar el libro con un montón de nuevas reseñas, que pensaba incluir en otra entrega de la saga, para ofrecer algo nuevo al lector y hacer más completa y atractiva la selección. Por otro lado, esta edición lleva como novedad en sus páginas centrales cuarenta carteles originales en color de las películas reseñadas, lo que la hace mucho más atractiva.

– El libro recoge títulos clasificados en el género del terror. En su entrevista con Joaquín Revuelta para este medio con motivo de la primera edición de ‘Películas que erizan la piel’, confesaba su debilidad por el género tanto en la literatura como en el cine. ¿Cómo percibe la evolución del terror en las diferentes ramas artísticas?

– Aunque parezca imposible, el género se sigue renovando constantemente, tanto en el cine como en la literatura, a medida que evoluciona la sociedad. Buena prueba de ello son películas como Titane, Mad God o Saint Maud, las últimas que reseño en el libro, que poco tienen que ver con los clásicos de toda la vida, tanto desde el punto de vista estético como argumental. Yo creo que el terror en un género sin fecha de caducidad, una emoción primigenia y atávica del ser humano, que seguirá existiendo y adaptándose a los nuevos tiempos mientras el hombre siga en la Tierra.

– A sus espaldas lleva la publicación de poemarios, relatos, novelas y ensayos. ¿Cómo cree que han podido influir en su obra literaria su carácter cinéfilo y todas esas películas que le han cautivado?

– Pues evidentemente, de forma muy acusada. Underdog Ventures, la editorial que ha publicado Películas que erizan la piel, va a reeditar antes de fin de año otro libro mío de terror, Del fondo, ilustrado por Andrés Casciani, que es un homenaje al cine de David Cronenberg y a la literatura de H.P. Lovecraft y Aleister Crowley. Mi novela El merodeador está inspirada en la película del mismo título de Joseph Losey. Para la portada de Mi vida en la penumbra, una antología de mis relatos más conocidos, elegí una fotografía de Tod Browning con los protagonistas de Freaks. Regresiones, mi novela dedicada al León de los años 80, está llena de referencias cinéfilas, etc. Me crié viendo cine y leyendo, y para mí ambas disciplinas están estrechamente interrelacionadas, como decía al principio.

– De entre los más de 250 títulos, enmarcados entre los años 1928 y 2022, reseñados –o «comentados apasionadamente», como indica en su prólogo–, ¿podría quedarse con solo uno?

– Es una pregunta que a menudo me hacen en las entrevistas, y siempre respondo lo mismo: no, me resultaría imposible quedarme con una sola película. Podría, en todo caso, elegir unas cuantas (El asesino de muñecas, El molino de las mujeres de piedra, El carnaval de las almas, El cuerpo y el látigo, El rojo en los labios, La llamada, Plan siniestro, etc), pero una sola no. De hecho, ya en el prólogo al libro explico que este no es un listado de las que yo considero las mejores películas de terror de la historia del cine, sobre las que ya hay mucho escrito, sino sobre otras mucho menos conocidas que es también necesario y justo reivindicar. Mi intención al escribir este libro ha sido descubrir al cinéfilo otro tipo de cine, de culto o de serie B, que no es el que normalmente proyectan en los cines y en la televisión, poco conocido por la gran mayoría, y que sin embargo está a la altura de los grandes clásicos del género. He escrito, en suma, el libro que a mí me hubiera gustado leer hace cuarenta años para descubrir películas que me ha llevado muchísimo tiempo encontrar. Aunque no menos importante, también, ha sido el punto de vista y enfoque literario con que las reseñas han sido ideadas, las conexiones de todas estas películas con libros y escritores que admiro, igualmente básicos y determinantes para mi formación. Más que una guía cinéfila al uso, pues, este manual está concebido como un diario personal donde me he despachado a gusto con muchas películas que yo opino que nadie debería dejar de ver.

– ¿Hubiese sido en otra vida director de cine?

– Me hubiera encantado, sí. Y no descarto todavía serlo en esta.




miércoles, 30 de octubre de 2024

DOS BESOS LLEVO EN EL ALMA por PILAR PEDRAZA




Cuenta la leyenda que el Día de Difuntos de cada año se les aparece a la Llorona y a su hijito a la hora de la cena el espectro del marido, joven soldado muerto durante la Revolución. El mozo no llegó a ver vivo a su niño, nacido en doloroso parto el mismo día en que él murió alcanzado en el corazón por una pinche bala de los federales.

Durante la cena el espectro canta a la viudita entre vaso y vaso de oloroso mezcal del Santo Gusano de Oaxaca y genuino tequila de Jalisco, unas coplas de amor y nostalgia a lo mariachi occidental, coreado por otros difuntos compañeros suyos caídos en combate. Cada uno viene condecorado con una medalla militar de rubíes que recuerda la herida que recibió en la balacera, y alguno con sus pedazos sangrientos recompuestos por una deidad habilidosa tras la explosión o cañonazo que lo jodió. La mejor copla dice así:

“Dos besos llevo en el alma, Llorona,
Que no se apartan de mí:
(bis)
El último de mi madre, Llorona,
Y el primero que te di.”

La Llorona llora de tiernísimo amor hacia su esposo y toma de él entre sus dedos gordezuelos como de niña un encendido clavelón de la China naranja y amarillo que en náhuatl se llama cempasúchil y está consagrado a los muertos. El se lo tiende con sus manos consumidas y purificadas de difunto enamorado que ha pasado por las cinco capas del Mictlán y ha ido dejando atrás la podredumbre de la carne que recubre los mondos y puros huesos que gustan a los dioses.

La flor parece un sol. El niño, asustado, esconde la cara en el terso y moreno cuello de su madre, que huele a humo y a piel de ángel, pero enseguida se repone y dedica a su padre una sonrisa que rezuma vida e inocencia.

Todos los buenos difuntos se reúnen esa noche bajo la protección y guía de las Cihuateteo. Son estas las diosas que acompañan al alma de las mujeres fallecidas al dar a luz y a los héroes caídos en combate, que para el pueblo y para los sabios y chamanes vienen a ser lo mismo. Los que se fueron y solo vuelven en su día de muertos tienen culto y el respeto de la gente, que les llora y les canta y se ríe con la risa de las calaveras.

Esta muerte, como la que une a la Llorona jarocha y su soldadito que tanto se aman, es más dulce que el San Muerte, o la Virgen de los Olvidados, que son avatares del arcángel Azrael en el vaivén popular, entre la fecundidad y la osamenta.

El beso a la novia viva y a la difunta madre son el mismo y mejor de la vida que comienza y termina. Pero, ojo, que de un tiempito a esta parte rondan los demonios de las sectas y de los cárteles de la droga, que tanto poder tienen y establecen sus propios oscuros cultos al santo rojo de la guadaña.

Las Cihuateteo son amables con los muertos y las muertas, pero suelen acechar a los caminantes en las encrucijadas para devorarlos, por lo que en tales sitios los fieles colocan ofrendas que les son gratas a esas diosas o espectras, como unos bizcochos que ellos saben hacer y yo no, y así no se comen a la gente, contentándose con la golosina.

Fray Bernardino de Sahagún llama a las cihuateteo Cihuapipitln y dice que son diosas de cara blanquecina como si estuviese frotada con polvo como de hueso mondo molido, y lo mismo los brazos y las patas, porque no tienen lindas piernas como las mujeres, sino que sus cuerpos acaban en pezuñas como los de los mulos. Llevan pendientes de oro, los cabellos recogidos delante en forma de cuernecillos, en la coronilla un ramillete de cempazuchitl o clavelones de Indias amarillos como el astro rey y su rubio regente Tonatiuh. Visten huipil de ondas negras y enaguas polícromas muy lindas. A veces en el Día de Muertos, se mezclan con las muchachas emperifolladas, cuanto más acicaladas mejor, y se llevan alguna por delante a sus cubiles siniestros para sorber su juventud.

A lo primero, el hijo de esta Llorona veracruzana que dijimos y del joven soldado muerto aparecido que la cantaba con amor, se asustó el pobre chiquitín de toda aquella caterva de muertos huesudos y desarrapados que venían con él a hacer coro, pero luego se acostumbró y de mayor se hizo dibujante de calacas literarias o calaveras y esqueletos que adornaban las revistas satíricas, y se las pagaban bien, como a su maestro don José Guadalupe Posada sus calaveras garbanceras.

Pilar Pedraza


martes, 29 de octubre de 2024

YO, INTERIOR, CUERPO: Miriam Reyes.





No soy dueña de nada
mucho menos podría serlo de alguien.
No deberías temer
cuando estrangulo tu sexo,
no pienso darte hijos ni anillos ni promesas.

Toda la tierra que tengo la llevo en los zapatos.
Mi casa es este cuerpo que parece una mujer
no necesito más paredes y adentro tengo
mucho espacio.:
ese desierto negro que tanto te asusta.

*

Mi vientre es mi mundo interior:
el espacio vacío
de todo lo que fui dejando por el camino.

El mejor lugar donde buscarme.

*

Déjalo estar
tú no eres capaz de mantener con vida ni aun cactus.
No necesitas casa y semental
suéltalo y echa a andar de una vez.
Aquel amante tuyo tenía razón
para ti, las personas son accidentes:
de pronto te suceden.

*

A lo mejor era tu cuerpo
lo que me unía a ti 
y no algo más abstracto.

A lo mejor imaginé todo lo demás.

*

Diluida en lo cotidiano
huyo tan despacio que
parece que me quedo.


Miriam Reyes, de Yo, interior cuerpo. Antología poética (Festival Internacional de Poesía de Córdoba, 2013).

domingo, 27 de octubre de 2024

LIBROS PARA MORIR EN MIEDO EN HALLOWEEN


CINE QUE DA ESCALOFRÍOS

Halloween es un buen momento para ver cine de terror o leer sobre él. Underdog Ventures acaba de publicar Películas que erizan la piel, un ensayo que incluye 217 reseñas con los títulos de terror favoritos del escritor leonés Vicente Muñoz. Tras sus volúmenes Cult Movies: Películas para llevarse al infierno y Cult Movies: Películas para la penumbra, el escritor leonés vuelve a la carga con un libro imprescindible para los amantes del género, escrito en clave muy personal, con las dosis suficientes de crítica y la pasión irrenunciable de un cinéfilo empedernido. Muñoz es el director del festival Híbridos, que en su última edición, celebrada en junio, contó en la sección ‘Maestros del horror’ con dos de los más destacados exponentes del género en este país: Jesús Palacios y Óscar Fábrega.




sábado, 26 de octubre de 2024

TOCAYU: David Mardaras.



Lejos de tratarse de un poemario o colección de poemas, Tocayu es un libro de poesía acaecido en torno al pensamiento de la figura, la obra, la poética y los temas del poeta David González (1964-2023). Narrativo, ensayístico y reflexivo, no elude críticas ni dulcifica percepciones y recuerdos. Tampoco puede sustraerse de las circunstancias y acontecimientos que rodean y afectan el devenir de su escritura o de la propia poesía de quien lo firma. Parte de registros formales característicos de la obra de David y dialoga, en el poema y en el libro, hacia formas más propias de su tocayu. Pero, sobre todo, y en primer lugar, es un homenaje al poeta.


viernes, 25 de octubre de 2024

DE CUYA VIDA: Loida Ruiz



Cuando la palabra es el vínculo que necesitamos con todo lo que somos, incluso antes de haber sido, ¿cómo comunicarnos con nuestros padres, ya muertos, para seguir manteniendo nuestras raíces de pita ancladas a un suelo sin agua que nos deja costra de sal? De cuya vida explora magistralmente el camino de la incertidumbre ante el fin de la infancia que supone la muerte del padre, de lo último que nos ancla a algo sólido.


jueves, 24 de octubre de 2024

LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.



La labor del Terminato
r, como cualquiera intuye, no es otra que la de su propia supervivencia. Y en este libro de poemas hay mucho de eso, la persecución de semejante fin, aun con la distorsión del reflejo en lagunas oscuras, por momentos serenas en sus orillas, aunque en verdad tempestuosas desde profundidades que bordean la autodestrucción, propia y común, a la que estamos asistiendo cada cual desde su lugar tranquilo del mundo. Pero a pesar de los sumarísimos juicios, del helor al que parecemos condenados de antemano, hay esperanza, siempre la habrá mientras la luz rompa la noche y el aliento se articule en palabras, más allá del aullido. La poesía en sí misma es ya un acto de fe, quizá el mayor de todos.


viernes, 18 de octubre de 2024

REDESCUBRIR UN CINE DE CULTO CASI OLVIDADO por JAVIER MATEO HIDALGO



Redescubrir un cine de culto casi olvidado:
Películas que erizan la piel,
de Vicente Muñoz Álvarez

miércoles 16 de octubre de 2024,

Cuando parece que resulta imposible realizar un libro sobre cine original por innovador, que no trate una vez más las películas que ya conocemos desde perspectivas manidas o con conceptos ya aportados —en mi propia experiencia al escribir el libro De la llegada en tren a la salida en caravana: 126 hitos de la historia del cine (1895-2021) tuve que enfrentarme a ello—, llega un deslumbrante libro pleno de “sangre fresca” —nunca mejor dicho—. Nos estamos refiriendo a Películas que erizan la piel, de Vicente Muñoz Álvarez, publicado este mismo mes por la editorial Underdog Ventures. Impulsado por Javier Campelo y Jorge González del Pozo, el recién nacido sello pretende, como el contenido del volumen, amparar títulos literarios que por su contenido no suelen encajar en los cánones establecidos. El propio logotipo, con esa apariencia de entrada cinematográfica, refiere precisamente a su originalidad y naturaleza cinematográfica. No obstante, en la editorial caben otros ámbitos además del fílmico, como la música o el arte. El nombre de “underdog” —según los propios editores— “lo dice todo”, siendo “el perro que en una pelea no tiene muchas posibilidades de imponerse en nada”; por su parte, “Ventures” alude a lo “arriesgado de la empresa”. Campelo y González fundan esta empresa tras el éxito de Editorial Páramo. Ahora, Underdog Ventures se inaugura con la reedición “ampliada y remozada” de este genuino libro de Muñoz Álvarez, que vio la luz por primera vez en Canalla ediciones hace cinco años.

Además de ser, más que un cinéfilo, un “cinéfago” —palabra que él mismo emplea—, Muñoz Álvarez es también poeta —al igual que este servidor—, y eso se nota en su forma de encajar la escritura, haciéndola personal, de una particular estética y, sobre todo, profundamente sincera. Pasión y poesía se encuentran entreveradas, logrando un producto único en su especie, donde se nos habla “del tú a tú” pero sin perder por ello el rigor y los niveles de criterio crítico que una obra de estas características precisa.

Con todo, no se trata del primer libro cinematográfico emprendido por Muñoz Álvarez, pues previamente había brindado a los lectores Cult movies. Películas para llevarse al infierno (Eutelequia, 2011 y LcLibros, 2018) y Cult movies. Películas para la penumbra (Excodra, 2015 y Literaturas Com Libros, 2018). Guarda este tercer ejemplo de su literatura sobre séptimo arte un denominador común con los anteriores que fácilmente podemos percibir ya desde sus títulos: la selección de trabajos que pueden considerarse “raras avis” por tratarse de films de culto; considerada por el propio escritor una de sus “grandes pasiones”, de este género continúa dando cuenta en su descripción desde el prólogo: “filmes que, por uno u otro motivo, a lo largo del tiempo más me habían impactado”. Aquí establece una apreciación clave, pues no se trata de “las mejores” películas “de la historia del cine” —esas “las conoce ya todo el mundo y no hace falta recomendarlas”). La intención del autor es, “por el contrario, descubrir otro tipo de cine, de culto, independiente, marginal, subterráneo, de serie B o como se le quiera llamar, menos conocido y que merece la pena reivindicar”.

Se trata, por tanto, de un libro inédito en su propuesta y en sus títulos elegidos, en su enfoque en la elección de películas a analizar y en el tipo de análisis. En ocasiones, existirá una delgada línea roja entre la obra maestra o el “bodrio indigesto” —como explica Muñoz, corresponderá al espectador juzgarlo, no siendo siempre fácil—. El cine de autor se mezclará con un cine más comercial, el erotismo con el gore, el drama con la comedia —negra, mayormente—, el simbolismo con lo explícito, lo fantástico con lo realista. Eso sí, todo ello tendrá como denominador común una temática fuera de lo cotidiano, a camino entre el misterio, el suspense, el thriller o el terror: “Al infierno […] se puede descender […] por muchos y muy diversos caminos. Esta guía de películas está especializada en indicaros algunos, o en balizar al menos ciertas trampillas de acceso”, dirá al inicio de uno de los textos.

Aquí cabrán todas las épocas —del cine mudo a la actualidad—, si bien el autor confiesa su predilección por el cine de culto anclado en las décadas de los 60 y 70. De ello da cuenta la portada, plena de gritos femeninos en unos colores pop warholianos. Existirán también cineastas que se repitan en sucesivas ocasiones, siendo predilectos de Muñoz —casos como los de David Cronenberg, Roman Polanski, Mario Bava, José Ramón Larraz o Bigas Luna—. No renuncia en la elección de títulos que “videar” —término casi perdido en las nuevas generaciones y empleado con soltura y gracia por el escritor— a cineastas y títulos emblemáticos como Freaks de (Tod Browning, 1932), Vértigo o Psicosis de Alfred Hitchcock (1958 y 1960), ¿Qué fue de Baby Jane? de Robert Aldrich (1962), Furtivos de José Luis Borau (1975) o El resplandor de Stanley Kubrick (1980). Ofrece a su vez la oportunidad de redescubrir panoramas perdidos, como el cine de terror mexicano —con Rafael Baledón a la cabeza—; también otros que parecen actualmente vivir una resurrección —aunque aún quede mucho por hacer—, como es el caso del cine español de fantasía y terror o “fantaterror —autores olvidados como Pedro de Liza (Bohemia perdida, 1967), Raúl Artigot (El monte de las brujas, 1972), Claudio Guerín (La campana del infierno, 1973), Miguel Madrid (El asesino de muñecas, 1975) o Carlos Puerto (Escalofrío, 1978)—.

Habrá filmes que serán prácticamente inencontrables para ser visionados, y esto será tal vez lo más penoso para el lector, pues Muñoz consigue despertarnos el apetito hacia algo casi imposible de visionar —y se entiende en parte, pues más que una guía “Michelin” (para que quien la lea pueda degustar a posteriori los platos que en ella aparecen) se trata de una auténtica reivindicación enciclopédica de determinados films, corroborando que existieron y demostrando su valor—. El ejemplo más claro lo encontramos en Tumba de Luismi García (1977), única reseña a la que el autor dedica más de una página por el contenido sentimental que encierra —pudo ver el film en casa del cineasta en super 8, tiempo antes de que García muriese en un accidente de tráfico “y su película, por desgracia, se debió perder con él para siempre”. Por ello dirá: “Esta sí que es una película maldita y de culto, aunque me temo que imposible de localizar… […] Ojalá algún día alguien la encuentre, si es que aún queda alguna copia, porque helaba como pocas la sangre en las venas…” Otro ejemplo no menos ilustrativo por su casi imposibilidad de poder ser revisitado, será Dimorfo (de Manuel Rodríguez, alias “Rodjara”, 1979): “Extraña, muy extraña pero fascinante película, injustamente olvidada y prácticamente inencontrable en la actualidad”.

Ese es el milagro de este libro: la posibilidad de rescatar del universo cinematográfico lo que ni se sospechaba que existía. “Que uno, después de décadas de cinefilia obsesiva, descubra todavía maravillas de las que nunca había oído hablar”. Queda, por tanto, “seguir buscando tesoros (aunque para encontrarlos, haya que remover mucho en el fango)”. Ese es el valor y el mérito de Muñoz Álvarez, su ilusión y paciencia para recuperar, como el Indiana Jones de las reliquias fílmicas, auténticas maravillas que siempre debieron permanecer en la luz… a pesar de existir por sus propias tinieblas.

Javier Mateo Hidaldo, en el Imparcial.




sábado, 12 de octubre de 2024

NO HAY VALIENTES EN EL PARAÍSO: MJ Romero.



Mujer con girasol cuando oscurece para la tormenta 
mujer sin botas por la alambrada cuando piensa en la cena 
          de la última noche del año 
mujer con perrito blanco con collar de cristales brillantes 
          al cuello (del perro) 
anciana con bolsito dorado pidiendo limosna en medio 
          de la acera 
joven vigilando a dos metros de distancia a la anciana 
          con bolsito que pide en la acera 
hombre sentado sobre el peldaño de la oficina que vende 
          pisos en construcción 
casi acabados mendigando porque está sin trabajo 
          y es padre de tres hijos 
mujer caminando deprisa empujando la silla donde
          su nieta va dormida 
mujer con bolsas de plástico del supermercado 
mujer esquimal con un pollo de plástico en la mano 
          derecha y un cuchillo en la mano 
izquierda 
mujeres zurdas las imaginadas y las reales 
mujeres imaginarias de cartón 
una larga fila.

*

He olvidado Los Cantos de Maldoror, los que me parecieron 
tan bellos, los que sangraban dentro de mí y renacían 
sobre un campo de flores muertas y buscaban tu nombre 
para mecerlo sobre la ciénaga más putrefacta.

*

Recordar la náusea, el mareo de los años sin heridas, el 
olor a hierba seca, las papeleras 
llenas, un juego de palabras creado para la ocasión 

el volumen aumentado de las cosas, los objetos no definidos, 
la nitidez perdida de las imágenes 

los papeles bajo la lluvia, la tinta azul de algunas cartas 
y hasta un lazo azul que mis manos anudaron. 

*

La soledad es un puente para encontrarte, dijo antes de 
irse. Lo dejó escrito con su sangre sobre uno de los cristales 
de la galería. 

Puentes para atravesar ríos 
puentes para adentrarse en soledades 

puentes colgantes de la vida 
puentes enterrados bajo la nieve en pleno invierno en medio 
de un frío gélido.

*

La gente en la que creciste como si fueran dioses y que 
con las tormentas se diluyeron como barro 

los que creíste humanos y fueron demasiado humanos 
hasta llegar a ser corazón de piedras 

los que fueron al final un guijarro en el zapato y cada vez 
que caminabas se restregaban en palabras contra la planta 
dolorida de cualquiera de tus pies 

pero los poemas de amor eran para ti


MJ Romero, de No hay valientes en el paraíso (Tigres de papel, 2024)


jueves, 10 de octubre de 2024

EL RESPLANDOR LITERARIO DE VICENTE MUÑOZ


Underdog Ventures reedita en versión ampliada
‘Películas que erizan la piel’,
libro del leonés Vicente Muñoz Álvarez.
MARLUS LEÓN

Underdog Ventures reedita ‘Películas que erizan la piel’, 
217 reseñas de cine de los «terrores favoritos» del autor leonés

Pacho Rodríguez, Diario de León, 10.10.2024

Amplia panorámica

‘Películas que erizan la piel’ reúne 217 reseñas
de películas de terror de todos los tiempos

Casi siempre hay un buen resplandor aunque venga de lo underground en todo lo que hace Vicente Muñoz Álvarez, escritor leonés que viaja en los márgenes de la literatura local de relumbrón pero que asoma con trabajos que le ponen en el mapa tanto de su generación como del resto. Regresiones es un buen ejemplo. Y luego sus facetas de poeta o novelista. Pero del libro que viene a hablar hoy es Películas que erizan la piel. Es decir, cine, que, por otra parte, es otra de sus pasiones, o tal vez la más cotidiana, porque no todo el día se puede estar escribiendo libros o leyéndolos. Su sala de cine es su salón, cuenta, y en él disfruta de sus «terrores favoritos», como él mismo dice emulando a Chicho Ibáñez Serrador.

En Películas que erizan la piel Muñoz Álvarez retoma este ambicioso proyecto que contaba con doscientas reseñas de películas de terror, míticas, de serie B, más acertadas o fallidas y de todo pelaje, y le suma casi una veintena más para inaugurar Underdog Ventures, una editorial de nuevo cuño, regentada por expertos, eso sí, que reclamaron del leonés ser el primer autor que publicara bajo el sello. «Es un honor que te llamen para algo así. Estoy muy agradecido. La verdad es que yo soy un escritor que no se ha comido mucho, pero siempre he tenido un trato muy bueno por parte de los editores. Ahora me han ofrecido esta oportunidad de recuperar un libro que ellos conocían de su otra editorial y que creo que puede interesar como libro de fondo. De culto. Además, hemos aprovechado para ampliar las reseñas. También tiene cuarenta fotos a todo color de carteles de las películas. Y una portada y diseño que creo que está muy bien», relata el también autor de Mi vida en la penumbra.

En cuanto al contenido, Vicente Muñoz ha querido ofrecer una panorámica del cine de terror que se ajuste a sus propias características. Por supuesto que hay títulos incontestables e imprescindibles, pero la propia naturaleza del género demanda, para que el libro sea significativo, títulos de serie B, poco conocidos y que sólo los muy cafeteros del terror conocen. En el caso de Muñoz es una garantía puesto que a su condición de cinéfilo empedernido suma su pasión por aquellas películas ‘de miedo’ y que él ha escudriñado hasta conseguir lo que resume a la perfección: «Creo que es el libro que me hubiera gustado encontrar hace 30 años. Hay una buena criba entre todas las que he visto. Y he buscado por todos los lados títulos que hace años serían imposibles de encontrar. El género de terror, tanto en cine como en literatura, siempre ha estado entre mis favoritos», relata.

Así, está El resplandor, como no podía ser menos. Pero desde La caída de la casa Usher, cine mudo de terror de los años 20, a La matanza de Texas, uno de los filmes de cabecera del escritor leonés, el repertorio es amplio y diverso.

«Vicente Muñoz Álvarez, en su brevedad, más necesaria hoy que nunca, condensa ese punch-line constante que ofrece sin necesidad de vivir en las redes sociales. Aglutina en este texto —recorrido esencial por muchas de las caras menos conocidas de la cinematografía mundial— la visión personal con el análisis más profundo, a veces cáustico, de una serie de piezas dignas de revisión, de alabanza, de enfatización y de recuperación para el imaginario popular», señala en el prólogo Jorge González del Pozo.

Como enganche, ya el propio Vicente Muñoz propone: «Este manual que tienes ahora en las manos, querido lector, es la tercera entrega de una serie de libros que en los últimos años he ido dedicando al cine de culto, una de mis grandes pasiones. Películas para llevarse al infierno (Eutelequia 2011, LcLibros 2018) y Películas para la penumbra (Excodra 2015, LcLibros 2018) fueron los dos primeros, y en ambos di buena cuenta de muchos de los filmes que, por uno u otro motivo, a lo largo del tiempo más me habían impactado. No exactamente, como ya en su día dejé claro, los que yo considero los mejores de la historia del cine, sino otros mucho menos conocidos (no sé si mejores o peores: juzgad vosotros mismos) que es también necesario y justo reivindicar».





miércoles, 2 de octubre de 2024

PALOMAS por NATACHA G. MENDOZA



En la casa de tus padres hay cuadros inmensos que llenan las paredes hasta casi rozar el techo. Todo está aquí, menos tú. Sigo buscándote en los sitios a los que perteneciste. Intento, desesperadamente, encontrar nuevos recuerdos. Tu dormitorio de niña es un escaparate, como si tu madre hubiera querido mostrar a una hija que no tenía. Supongo que los padres se sienten con derecho a seguir creándonos. En esta casa, nada me habla de ti, de la mujer que conocí una tarde en la plaza del centro, en el escándalo de las palomas asustadas porque, tan despistada, te cruzabas entre sus arrullos. Esta casa no conoce tu olor, ni la voz que derramabas en mis ojos, no tiene la menor idea de cómo besabas. No sabe del calor que desprendía tu vientre cuando, en esos días, te retorcías de dolor.

Me queda toda tu muerte para recordarte, esta ausencia que va devorando cada célula de mi cuerpo. Intento seguir en pie como te prometí, regreso a la plaza, en una búsqueda absurda de ese viento, aquel que inventaron las palomas escapando de ti.

Natacha G. Mendoza


martes, 1 de octubre de 2024

REFLEJO DE PROXIMIDAD por ALEXANDER DRAKE



Lo he buscado en Google y parece que este término no existe, de modo que lo acabo de acuñar yo mismo. Exactamente el 2 de agosto de 2023, a las 19:34 h. Reflejo de proximidad: Dícese de la discriminación automática, negativa y arbitraria a cualquier pieza artística por la única razón de que su lugar de procedencia sea cercano a la persona que la está juzgando. A mayor proximidad, mayor carga negativa del juicio de valor. Ejemplo de pensamiento común: "Si es de mi país no puede ser bueno. Si es de la otra punta del mundo, sin duda será mucho mejor". Lo he visto mil veces con respecto a grupos de música, con películas, con libros, con todo tipo de creación en general… ¿Recuerdas aquel dicho popular que dice que "Nadie es profeta en su tierra"? Ése es justo el concepto. Y ahora, además, ya tenemos el término que lo describe.

¿Qué ocurre? ¿No te termina de convencer el nombre? ¿Si lo hubiese inventado un tipo británico, estadounidense o japonés, te gustaría más?

Alexander Drake


domingo, 22 de septiembre de 2024

PELÍCULAS QUE ERIZAN LA PIEL: Ya a la venta en Underdog Ventures.



Recién salida del horno, puro pastel lisérgico y envenenado, esta 2ª Edición ampliada de Películas que erizan la piel está ya a la venta en Underdog Ventures, y podéis pedirla en vuestras librerías habituales o en la página web de la editorial.

¿Y qué os vais encontrar en el libro?

217 reseñas de películas de terror poco conocidas e imprescindibles que os pondrán los pelos punta, 40 carteles a todo color de los filmes originales en las páginas centrales, un prólogo de Jorge González del Pozo y otro mío, una nota a esta segunda edición ampliada, un epílogo de Óscar Alonso Pardo, una lista de Spotify de las bandas sonoras de las películas que incluye el libro, y un montón de entusiasmo por el cine y la literatura de género para amenizar las tediosas veladas de invierno.

La cena está servida, queridos drugos:
dadle ahora al play.

Vicente Muñoz Álvarez

Ya a la venta en Underdog Ventures:


Booktrailer:


sábado, 21 de septiembre de 2024

EL DÍA QUE MURIÓ DAVID GONZÁLEZ por NACHO ESCUÍN



hay dos bares
               y          en enfrente de cada bar
               un muro


David González

El día que murió David González una presión
descomunal se instaló en mi pecho.

El día que murió David González él y yo ya no éramos
amigos, pero tenía su voz en mi cabeza de
forma permanente y él estaba en cada uno de 
mis versos.

El día que murió el poeta David González llamé a
unos cuantos amigos de toda España y todos
estábamos con el mismo peso en el pecho.

El día que el poeta se marchó sólo pude pensar en
otros dos poetas que acaban de marcharse; JL
Rodríguez y Ángel Guinda y brindé por cada
uno de ellos mil veces solo.

Me he quedado sin tres de mis referencias poéticas y
vitales en menos de un año y el peso que 
tengo en el pecho así lo demuestra.

El día que murió David González intenté ser más yo
y menos una imitación, como era David, 
absolutamente él.

Ese día penas pude llorar pero empezaron
de inmediato cinco días de autodestrucción
que me llevaron a un ingreso domiciliario
tomando sustancias que ahora no podría ni citaros.

¿Qué guarda la cabeza en el fondo del alma que el
corazón desconoce hasta que todo hace
plasssss y ya no hay vuelta atrás?

Ese día tuve que pensar de repente, así, sin tiempo
para decidir nada, dónde estaba mi sitio,
como en ese poema de David González que
se titula Berlín, y cuál era mi lugar en el mundo.

El día que murió David González dejé de ser un poco 
yo y me dejé caer cinco días en
autodestrucción masiva. Mi cuerpo tardó 
otros cinco en recuperarse y ahora, medio 
lelo por los fármacos no sé quién soy,
trovador, he perdido la voz, trovador hoy ya
cantar no sé.

Hay veces que no sabemos explicar nada y todo
parece una historia inventada, como la de
aquel muro del que hablaba David, como el
de Berlín, como el de Gaza.

El día que murió David González casi sin saberlo
supe de qué lado quería estar.

a veces paso por allí
pero nunca me quedo 
a tomar nada:
aún no he decidido
en cuál de los dos muros

me tengo 
             que sentar.


Nacho Escuín, de Cover (Bala Perdida, 2024)