lunes, 31 de diciembre de 2007
LO HERMOSO Y LO PATÉTICO, por Inma Luna.
FERRARA: NIHILISMO SANGRIENTO.
domingo, 30 de diciembre de 2007
El amor, según Märta Tikkanen
PARA MÍ
el amor no puede ser nunca
dos que se quedan acurrucados
en un rincón
mientras la vida pasa de largo rugiendo
Para mí
el amor tiene que ser siempre
muchos que luchan hombro con hombro
– tú también, yo también –
ahí fuera en mitad de todo
en plena vida
SECUELA, 1 poema de Sylvia Plath.
sábado, 29 de diciembre de 2007
CON HANK...¡ EN EL INFIERNO ! Por Ginés Torres García.
Además, no sabía dónde coño estaba.
Bueno, sí. Era un bar, de eso no cabía duda, y estar en uno de ellos también era algo muy normal en mí. Mi trasero pedorro descansaba sobre un hostil y reducido taburete rompehuevos. Y mis codos se hallaban adheridos a una pringosa barra repleta de botellas y copas. Todo en el maldito garito parecía estar derritiéndose de tanto sudar. Vasos, sillas, paredes, botellas, personas, bombillas, éramos un todo que transpiraba y transpiraba. Una suerte de esponja cósmica que por mucho que abrevaba, no dejaba de expulsar líquidos al exterior.
El calor era insoportable.
Desde luego no parecía un lugar de mucha clase, que digamos.
Mi mirada se encontraba fija en un punto, como intentando adivinar vastos e inexplorados confines entre la botella de Bacardí y la de Anís del Mono. Sacudí la cabeza. ¿ Cómo había llegado hasta semejante antro?
Eso sí, aquello estaba repleto, en especial las mesas dispersas por el local. Rudos motoristas, tipos solitarios de aspecto taciturno, viejos que hurgaban en sus narices mientras libaban, rockeros de todo pelaje
Y yo.
Ahora bien, ni una sola tía a la vista. Ni una mujer entre tanto pelo, tatuaje y testosterona. Ni un triste par de tetas al que aferrarse en la caída
¿Un garito de ambiente, tal vez?
Lo que llamó mi atención fue la palidez de los rostros. Parecían jetas de cera a punto de fundirse bajo el sofocante bochorno. Eché un vistazo a la decoración, en busca de pistas Amenazantes llamas anaranjadas, ribeteadas con amarillos ardientes, se dibujaban sobre las paredes, realzando e intensificando la sensación de ígneo agobio que allí reinaba.
De repente, apareció. Pálido y sudoroso como los demás. Era el bendito camarero.
-¿Qué te pongo?- me preguntó. Parecía cansado, sus ojos se escondían tras unas enormes y anticuadas gafas.
-Vodka seven, por favor. Bien mezclado. Se os ha jodido el aire acondicionado, ¿no? Estoy achicharrándome vivo- pedí y puntualicé. Empezaba a salir de mi extraño letargo.
El tipo combinó con rapidez y habilidad. Depositó el vaso frente a mí dando un golpe.
-Ahí tienes, chico, y no lo derrames sobre tu amigo muerto. Hace siglos que nadie limpia esta barra- el acento del menda delataba su origen. Argentino, fijo. La permanente transpiración provocaba un deslizamiento de sus gafas tocha abajo. Un empujoncito con su dedo índice volvía a auparlas. Entonces reparé seriamente en su frondoso mostacho y su mirada, tierna y lánguida a la vez. Mecagüen, aquel tipo era Raúl Núñez. O su doble calcado. Sólo un gay biker muy pasado se atrevería a ir por ahí con semejante bigotazo. Un gay biker o, claro, Raúl Núñez.
-Coño, tío, eres clavado a un escritor fiambre hace ya mucho. Un argentino que se llamaba Raúl Núñez, no creo que te suene. Nadie se acuerda ya del gran Raúl. – le expliqué.
-No sé de quién me hablas. Yo soy Sinatra, chaval. Hoy no parece ser tu día- me largó antes de ir a atender a otro sediento.
-¡ Pss!¡ Eh, tú, chico!-, alguien me llamaba- ¿ No tendrás un pitillo por ahí, verdad? Me dejé el paquete y el encendedor sobre la mesilla, en la habitación del hospital- no había reparado en él. Se sentaba en el taburete a mi derecha. Un viejo pedo con aspecto de vagabundo. Una poblada barba enmarcaba su rostro, hipnóticamente feo y pálido, asaeteado de cicatrices y perforado por diminutos cráteres. Una jeta de las que no se olvidan. Debía de haber recibido lo suyo. También habría repartido unas cuantas, seguro. Como todos allí, sudaba copiosamente.
Bufé, fingiendo fastidio, luego extraje el paquete y se lo lancé a lo largo de la barra. Pero la abundante y pegajosa porquería lo frenó a escasos centímetros de mí. Me levanté, y fue todo un trabajo con aquel calor del demonio, tiré del paquete hacia arriba y se lo ofrecí en mano al carcamal.
-Gracias- me soltó, tras pillar tres cigarrillos. Se guardó dos en el bolsillo del pantalón y se llevó el tercero hasta la boca- Dame fuego, chico, ya sabes, el hospital- se lo encendí. Dio una ansiosa calada y exhaló un penacho de humo que se diluyó rápidamente en la densa atmósfera del tugurio- Me gusta fumar, el trago y el cigarrillo se equilibran- sentenció. Mientras hablaba, sus ojos permanecían entrecerrados, pero, aún así, su mirada parecía taladrarme en todo momento. Volvió a su copa.
Y yo a mi taburete ahítepudras y a mi vodka seven. Ya no quedaba rastro de los hielos. Habían sucumbido, como todos lo haríamos pronto si alguien no reparaba el puto aire. Esa jeta, esa jeta de boxeador beodo,¡ mecagoenlaputa! ¡ Ese tipo era el doble exacto de Bukowski!
-Viejo, eres clavado a Hank, el escritor americano. Claro que él ya palmó y tal. Pero, joder, eres clavadito, ¿ no te lo había dicho nadie?
-Por qué no pruebas a bajar del taburete y darte unas patadas en el trasero. Es una forma de pasar el tiempo- me soltó, el menda, mientras con su mano derecha se rascaba las pelotas. O lo que tuviese donde debieran estar las pelotas. Del bolsillo de su chaqueta asomaba el Racing Form.
-Vale, viejo, vale. Era sólo por charlar un poco
-Yo no soy buena compañía, hablar no me sirve para nada- me escupió con desdén.
-Pues hablas como un jodido escritor, ¿ no deberías estar ya muerto, Hank? Quizá seas como Elvis...
-La muerte de la mayoría es una farsa, no queda nada que pueda morir. Lo triste no es la muerte, sino las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte- siguió sentenciando quienquiera que fuese. Una mosca revoloteó alrededor de su copa y luego se posó junto al abarrotado cenicero. El tipo alargó la mano y la mosca desapareció- ¿ Abres la boca, chico?- fanfarroneó con el puño cerrado y alzado.
-Y una mierda-protesté, abrió su mano y la mosca zumbó enfurecida y se perdió en dirección a la nada. Raúl Núñez, o quienquiera que fuese, reapareció, los dos aprovechamos para demandarle bebercio.
-El alcohol es una de las mejores cosas que hay, además de un servidor- Hank rió su ocurrencia
-¿Hablas conmigo, viejo?- el tipo ya empezaba a cargarme. Pasa siempre con los escritores. Viven en el afectado convencimiento de que el mundo necesita sus soporíferas monsergas. Se equivocan, claro.
-Los hombres más fuertes son los más solitarios- la llevaba peor que yo, al parecer
-¿ Por qué hace tanto calor aquí, viejo? ¿ Y dónde coño están las tías?
-Lee, chico- me señaló un cartel sobre la nevera de los vinos. " Bar Infierno, echa un trago mientras el diablo termina con las chicas", eran unas llamativas letras doradas, salpicadas de pequeños diablillos que correteaban entre ellas.
-Muy gracioso, así que estamos en el infierno, ¿ eh?
-Sí. Y no se pagan las copas
-Coño, voy a quedarme por una temporada- asentí encantado
-Chico, nadie abandona este sitio. Nunca- Hank rompió a reír como si un resorte se hubiese soltado dentro de su cuerpo. Reía y reía, mientras su tripa cervecera se inflaba y desinflaba compulsivamente.
-Buah!!! Me aburres, tío. Voy a echar una meada.
Su escandalosa risa me acompañó por todo el antro hasta el pasillo de los retretes. Me detuve un momento. Un cartel que anunciaba un concierto llamó mi atención. El grupo se llamaba " Me Cago En Tus Muertos". El cantante semejaba el doble de Joey Ramone, la misma pose desgarbada y todo. El guitarra era el gemelo de Joe Strummer, en su época Sandinista. Al bajo, un niñato desaliñado y de aspecto estreñido. Joder, la misma cara que el difunto Sid Vicious tenía el chaval. Tocaban allí, en el Infierno, y el bolo lo organizaba un tal Kike Turmix.
La hostia, daban el pego, ya lo creo.
Localicé la puerta del cagadero. Estaba ocupado. Oí como alguien aspiraba con fuerza. Dos veces, luego moqueó estentóreamente. Al instante, la puerta se abrió. Una reluciente calva me saludó. Un hombre menudo, sonriente, ojos camuflados tras unas gafas oscuras. Su rostro parecía más encendido y empapado que el del resto, si eso era posible. Un pitllo humeaba al final de una ostentosa boquilla que colgaba de su boca.
-Todo tuyo, hermano- me fintó y desapareció pasillo adelante. Que me cuelguen si aquel elemento no era el doble exacto de Hunter S. Thompson ¿ Qué me pasaba? ¿ Había tocado fondo como aseguraban mis escasos amigos? ¿Había entrado en zona peligrosa y los deliriums amenazaban con intensificar su desasosegante presencia? ¿ Por qué todo el mundo me recordaba a algún escritor muerto en aquel bar infame?
¿ Cómo se sobrevive a un domingo por la tarde?
Entonces me vino el flash. Y quedé paralizado
El puto control de alcoholemia de improviso. El fantoche del picolo agitando frenético su siniestra varita luminosa, como un muñeco dislocado y fuera de sí.
La curva excesivamente cerrada.
El volantazo brusco. El salto al vacío...
El...¿ Infierno?.
viernes, 28 de diciembre de 2007
Carta de Bukowski a Sheri Martinelli
(Fragmento de una de las cartas de la amplia correspondencia entre Charles Bukowski y Sheri Martinelli –1960 .1967–) (Enviado por Pablo G. Bao)
[…] Es la hostia de duro vivir como un Santo, los nervios ceden, y también sería difícil participar en la Santidad y enterarse luego –igual que una ostra sacada de su concha- de que andabas errado. Si no pones ninguna ficha sobre la mesa, no se las pueden llevar…
Ginsberg y Corso tienen problemas con la prepotencia. Se pasean por distintos países alzando sus nombres por encima de la cabeza mientras todavía tiene brillo. Han caído en la peor de las trampas y su escritura –su creación– tiene que verse afectada porque han sacado su don del molde y lo están utilizando como cuña para entrar en algo distinto. Cuando voy a las carreras o a la cama con una puta, me mantengo al margen. En realidad no entro. Estoy allí para registrar los sonidos de otro mundo. Hago cosas sin ser cosas. Mi x esposa lo averiguó tras 3 años de ejercer de esposa: “No eres más que un maldito puritano”, era su manera de expresarlo. No estaba dispuesto a ofrecerle mi alma para que se paseara en zapatillas y creyó que yo sería presa fácil, “un primo”, después de leer mis poemas. Soy leve como el aire en parte & luego está el duro acero alemán. Espero que Dios y el diablo me concedan el favor de no andar demasiado errado. Sería difícil imponer por uno mismo ninguna ley determinada… sólo que hay una cosa muy rara… Me veo guiado hacia algún lugar desde atrás y desde arriba. De otra manera hace tiempo ya que me habría lanzado por los rápidos.
La mayoría de los poetas –si así se les puede llamar– se pierden en el fango y el riesgo de su propio trabajo. No conocen el secreto e incluso si les revelaras el secreto no sabría utilizarlo. Cuando Ezra [Pound] dijo “no te preocupes por tus contemporáneos”, dijo lo suyo.
Parte del secreto estriba en tener a alguien detrás y arriba. Parte del secreto estriba en fijar la palabra. La palabra debe fijarse sobre la página de manera que quede clavada con taladro, atornillada, remachada a polvos, para que no se la lleve el viento. El lenguaje debe ser un lenguaje básico que no cambie. […] Lenguaje básico no significa facilidad. El pensamiento tiene que ir filtrándose, y las palabras sin la mente son en buena medida fórmula y la mayoría de los autores acaban en fórmula porque se candan y escriben lo que quieren escribir. Cuando te canses, deja de escribir. Yo lo dejé durante diez años. Me llené lo suficiente en diez años para escribir durante 200, tal vez 2.000. Todo es tan sencillo, y sin embargo no pueden verlo. Pound lo vio y Jeffers lo vio, y el resto de las páginas fueron desperdicio. T. S. Eliot se puso en plan mono y le cogió gusto al bocado y le cortaron la boca. Los dioses nos han dado algo y los dioses se enfurecen, se enfurecen de la hostia cuando se les agravia.
VEINTICUATRO AÑOS, por Raúl Núñez.
BAD LIEUTENANT
jueves, 27 de diciembre de 2007
¿ POR QUÉ LA GUERRA ? 1 relato de Lluis Pons Mora.
Deberías de hablar con todas las mujeres de este planeta, para decirles todo eso que los dos pensamos, no sé bien en qué proporción. Eso de que soy egoísta, frío y espantoso. Que soy un insensible, un sarcástico y que con el tiempo pierdo todas las atenciones posibles. Que soy incapaz de esforzarme por algo, que al levantarme tengo cara de mala ostia y me meo en cualquier lado. Que a veces paso días frente a esta pantalla sin importarme apenas la parte del mundo que no es esta pantalla. Que no muestro interés por nada, ni nadie. Ni familia, ni visitas, ni eso que llaman compromisos de pareja o algo así. Y no olvidar que me matan los domingos porque me recuerdan al puto cristianismo, y porque no pasa el cartero, y que puedo ser muy mal hablado a cualquier hora, y muy intolerable, cagándome en todo sin ofrecer una idea a cambio, u ofreciendo sólo destrucción. Ni olvidar mi mal humor, y que ronco como un tractor en marcha subiendo una colina.
Seguro que a mí se me escapa algo. A ti se te da tan bien, niña, hablar así de mí casi a diario. Deberías haber sido escritora, tendrías gancho, hubieras sido una jodida escritora más que aceptable. O quizás no, no me refiero a ti, me refiero a que realmente ningún escritor debería haber sido escritor. En mi caso no me queda otra alternativa. Es algo así como tú y el arte, o como tu feminidad. Naciste para ello y con ello, y sabes aprovecharlo porque te encargas de instruirte para que tus armas sean más completas. Yo no me instruyo, o utilizo otros métodos, pero tú esculpes, y tallas, y visionas, y dibujas, y moldeas la tierra con agua como si fuera hachís con tabaco, inequívocamente bien. Tus manos son tu edén y te pertenecen. No fallan, aunque a veces actúan con miedo o desdén, como cuando cocinas o acaricias mi sexo. No renuncies nunca a tus manos y tu sangre. Sabes a que me refiero: en tu sangre hay artesanía y en la mía tinta agria. La sangre es a veces nuestro único punto en común. No exactamente la sangre, sino que ambos tenemos algo en ella, cada uno una cosa diferente, pero lo tenemos. Hay mucha gente que sólo tiene sangre en las venas, y la mayoría son unos acabados aunque tengan grandes empleos y oportunidades. Aunque también es verdad que incluso para tu propia sangre y su poder eres más aplicada, eso tampoco deberías olvidarlo en tus declaraciones. Eres como una arquera subida a una atalaya, disparando, concentrada, creando poco a poco, certera y correctamente. En un orden. Yo soy una perra de monte que menstrua renglones y mis periodos no avisan ni se atienen a las lunas. Meto cuello en los combates y lo mismo de un bocado mato a uno que lo mismo me quitan de en medio con sólo un bocado. Lo importante es que me siento bien siendo una perra de monte, porque me mantiene y me hace sentir vivo.
No debería hablar de estas cosas. No es verdad que se pueda hablar de todo. Como anoche cuando me dijiste que te importaba un carajo la camarera de aquel chiringuito, o como cuando estaba jodido por lo de Demelza y lloraba día tras día. Esas cosas que deben tragarse y guardarse para uno mismo. Esas cosas que según el mundo no pueden suceder, ni pensarse, ni decirse, ni desearse; como en el puto cristianismo.
Todo es tan relativo, incluido el todo. La escritura es la salida pero la salida es interminable, no me lleva ni nos lleva a nada, nunca. Pero alivia, es el acto más egoísta y más placentero y trascendental, aunque dura muy poco. Más egoísta que amar, créeme, estoy casi seguro, como casi seguro estoy de que los jueves apenas me amas, o quizás los lunes, o los martes. Ojalá sólo fuésemos amantes, lo pienso a menudo. No quiero decir que sólo debiéramos follar, ya me entiendes, o no sé si me entiendes. Quiero decir que ojalá fuéramos-volviéramos-empezáramos-pasáramos a ser amantes. Sólo eso.
Por mucho que escribiera, bien o mal, nada podría explicarse. Lo inexplicable es lo que abunda. Ahora mismo, silencio un cigarrillo contra el cenicero, el perro me lame un pie, el gato corretea por los muebles, y allá a lo lejos, al otro lado de la habitación, pasan fotos tuyas desnuda a modo de salvapantallas; sin explicación. Nada la tiene, y se acaba otro día sin un poema.
Y si la tuviera no me serviría.
HOMENAJE A BUKOWSKI & BAMBINO en Sevilla.
miércoles, 26 de diciembre de 2007
Mohamed Chukri, el más grande escritor de Marruecos
Pablo G. Bao, nos envía esta necrológica, firmada por Javier Valenzuela y aparecida en El País en 2003 tras la muerte de Mohamed Chukri, en efecto el mas grande escritor de Marruecos, y cuyas obras llegan a nuestras orillas en patera, casi clandestinamente. De hecho, algunos lectores han tenido el placer, la emoción de descubrirlo a través de este blog. En breve, incluiremos algún fragmento de su obra principal, El pan desnudo.
Mohamed Chukri, el más grande escritor de Marruecos
Mohamed Chukri fue un gran escritor y una persona maravillosa. Este marroquí, que hasta pasados los 20 años de edad fue analfabeto y cuya infancia y juventud transcurrieron en una miseria y una violencia tremendas, fue un autor de la estirpe de los malditos, con una obra corta, intensa, repleta de amor a la humanidad y odio a las injusticias. Como persona, Chukri fue un gran amigo de sus amigos, con su rico corazón y su modesta casa siempre abiertos a aquel que no fuera un gilipollas. Sus amigos llevaban meses esperando la noticia que les llegó ayer por la tarde: la muerte de Chukri, como consecuencia de los múltiples cánceres con que su cuerpo había terminado respondiendo a tanto alcohol y tanta vida golfa, tanto sufrimiento y tanto gozo.
Chukri tenía 63 años. Había nacido en una pobre aldea rifeña, en la época del Protectorado español sobre el norte de Marruecos, y eso explicaba su excelente manejo del castellano, aunque no el cariño que siempre sintió por los españoles y su literatura. Su padre era un desertor del Ejército colonial que ataba al niño Chukri a un árbol y le azotaba con un cinturón de cuero. Ese padre era tan brutal que un día mató al hermano de Chukri: lo estranguló en un arrebato de cólera. Chukri nunca olvidó, ni perdonó, a su padre. Y si nunca quiso tener hijos fue, según explicaba, por el temor a reproducir con ellos lo que su progenitor les había hecho a él y a su hermano.
Analfabeto hasta los 21 años, pero dotado de una inteligencia y una sensibilidad innatas y extraordinarias, Chukri fue un autodidacta. Contó su infancia y juventud en El pan desnudo, uno de los libros más importantes de la literatura árabe contemporánea. Libro duro, muy duro, El pan desnudo es un ejemplo de literatura descarnada y directa, la que practicaría el marroquí hasta el final de sus días. Su última obra traducida al castellano, Rostros, amores y maldiciones, participa de ese mismo espíritu: escenas brutales contadas de un modo tan sencillo, con tal aparente objetividad y desapego, que su eficacia estremecedora sale redoblada. Por ejemplo, en Rostros, un hombre le hace una felación a su anciano padre para que ya no necesite mujeres, para que no se case de nuevo y él no tenga que compartir con nadie su herencia. Y eso está contado escuetamente, sin comentarios ni efectismos de ningún tipo.
La última vez que nos vimos, en Tánger, donde Chukri vivía desde hacía décadas, el escritor me confirmó que la historia del hijo que le hace la felación al padre era verídica, era algo que había ocurrido en una aldea del norte marroquí, era un crudo trozo de realidad como todo lo suyo, desde sus aventuras con prostitutas de los cabarés de Tánger hasta su amistad con muchos de los escritores internacionales que recalaban por esa ciudad: Paul Bowles, Tennessee Williams, William Burroughs, Jean Genet, Allen Ginsberg, Juan Goytisolo, Tahan Ben Jelloun...
En ese encuentro, Chukri me anunció también que no sería un integrista fanático el que le mataría -él estaba en la lista negra del islamismo-, sino el cáncer. Me lo contó con mucha serenidad y hasta con una pizca de humor. Y es que el descubrimiento de que Chukri sufría esa enfermedad había llevado al rey Mohamed VI a cuidar de él, cubriéndole la atención médica en un hospital militar de Rabat y creando una fundación para atesorar y preservar su obra. "Ahora que me estoy muriendo", dijo sin rencor, "se dan cuenta de que soy un escritor marroquí".
Era el más grande de los escritores marroquíes. No deja esposa ni hijos ni fortuna material de ningún tipo, pero sí unos textos impresionantes. Su obra El pan desnudo ha sido traducido a 40 lenguas, incluido el hebreo, y entre la literatura árabe difundida internacionalmente sólo es superado en celebridad por los de Naguib Mahfuz. Pero ese libro estuvo prohibido a los lectores marroquíes hasta hace bien poco, por la sencilla razón de que era demasiado realista. En él Chukri retrató un lugar y un tiempo desde el lado de los que limpiaban botas, vendían cigarrillos de contrabando, trapicheaban con kif, cometían pequeños hurtos o se prostituían con extranjeros. Luego, en Tiempo de errores, segunda entrega de la trilogía autobiográfica iniciada con El pan desnudo y culminada con Rostros, Chukri contó su extraordinario esfuerzo para convertirse en escritor desde su condición inicial de pícaro.
En una entrevista que sostuvimos para Babelia, el suplemento de libros y cultura de EL PAÍS, en el otoño del pasado año, Chukri declaró: "Yo estoy comprometido socialmente. Me inclino a defender a las clases marginadas, olvidadas y aplastadas. No soy Espartaco, pero creo que todas las personas tienen una dignidad que tiene que ser respetada. Aunque no hayan tenido oportunidades en la vida".
Digno, muy digno: así fue Chukri hasta el final. Un gran señor en los márgenes, y por ello más raro y apreciado; un escritor y un amigo irrepetibles.-
HOMENAJE A BUKOWSKI en el C.C.A.N.
un homenaje a Charles Bukowski
LECTURA Y MÚSICA EN DIRECTO:
VICENTE MUÑOZ ÁLVAREZ
JORGE PASCUAL
SILVIA D CHICA
JOHN- FLAMENCO
MARCOS Y RAMÓN- JUNTOS EN ACCIÓN
Sábado 29 de diciembre a las 21 h. en el C.C.A.N. ( León ).Entrada libre.
A SOLAS CON TODO EL MUNDO, por Charles Bukowski.
PRIVADA DANZA DE MÚSICA, por José Manuel Sanrodri.
se resignan a escuchar el vértigo vacío de la música,
donde los violines de las chicharras descifran el silencio
y el frágil pentagrama interpreta irrespirables notas
para que dance una muñequita con ojos de goma
que pernocta en el interior, de un joyero en madera rota.
Al hervir en el aire la vigilia de una melodía metálica,
los dedos de mis pies se apuntalan en el torpe zapateo
de secas polifonías, no se escucha el vinilo arcaico de burbujas,
y mis piernas, son remplazadas por los resortes de bisagras
de las que cierran y abren en el agua de ese cuerpo mío;
la música rescinde y la polichinela en el último giro se desarma.
José Manuel Sanrodri, inédito.
martes, 25 de diciembre de 2007
LA HORA DE PELEAR, por David González.
lunes, 24 de diciembre de 2007
A TRAVÉS DEL ESPEJO, por Alfonso Xen Rabanal.
1 poema de AMERICANA, por Nacho Escuín.
TRISTEZA PRIVADA, 1 poema de BOB KAUFMAN.
domingo, 23 de diciembre de 2007
CARA REVENTADA DE ÁNGEL, por J.M.Vara.
Una cara esculpida a jirones de rabia.
¡Me excitaba tanto que me pegaras!...
Autodestrucción a flor de piel,
Hematomas en el alma,
Allí donde se aferra desesperadamente
El cadáver semidescompuesto
De tu juventud.
Sangre a borbotones
Inundando los poros insondables de tu piel
Como estigmas de lo efímero
Y del viejo dolor anclado entre las piernas…
Espectadores ciegos del Circo del Amor.
Una cara masacrada por la incomprensión
O cara de ángel abortada,
Reventada,
Cara,
Cara,
FACE, FACE, FACE, fade
Fade in black.
sábado, 22 de diciembre de 2007
ESFINGE DE GIZEH: nuevo single de David Murders.
Mi esfinge. Mi esfinge.
Quizá qué.
Mi sílfide.
Sirena.
Hada.
Muñeca.
Nena.
Sol.
Sol en el desierto abrasador donde padezco la pesada exposición a tu inclemente ausencia. Es este un destierro abrupto convertido en eterno errar. Oh ausencia llena de inclemencia.
Sol de tu ausencia, muñeca, en que mis ojos ardieron –oh nena– mientras vagaba buscando Gizeh, buscándote a ti –corriendo, muñeca-, siempre solo.
Prefiero morir ¡a ser arrojado! muy lejos de ti para siempre jamás.
Nada hay peor ¡que ser recluido!, apartado de ti, en otro lugar.
"¡Al fin, muñeca, he llegado al final!"
"¡El fin, mi esfinge! ¡Una noche sin fin bajo el Sol, el Signo, el Sino de tu inclemente ausencia!"
Mi cuerpo es alimento de las fieras.
Mis restos se los lleva el viento.
para siempre yaces con Dios.
de los siglos
1 POEMA de ANA PÉREZ CAÑAMARES
viernes, 21 de diciembre de 2007
THE BRIDES OF FUMANCHU
jueves, 20 de diciembre de 2007
El pan desnudo /Il pane nudo (la pelicula)
www.forbreadalone.com
The Joshua Tree
Matt Dillon
De Matt Dillon, uno de los grandes actores de su generación, que interpretó a Bukowski y de quien aprovechamos para recomendar la magnífica Rumble Fish (La ley de la calle), a la que pertenecen el cartel y la fotografía de arriba, recogemos estas declaraciones:
El actor añadió que "conseguir ciertos papeles es difícil" porque se le sigue considerando "un chico problemático", aunque ese encasillamiento le viene bien para que le ofrezcan ciertos papeles, como el personaje de Charles Bukowski en "Factótum" (2005).
"Trabajando con un muy interesante y serio realizador (Bent Hamer) interpreté a Bukowski, algo que nunca había imaginado que podía hacer", explicó.
El actor de comedias románticas como "Solteros" (1992), de Cameron Crowe; "Beautiful girls", de Ted Demme (1996), y "Un marido para mi mujer" (1994), de Anthony Minghella, bromeó sonriendo que "he dejado de leer libros", aunque confesó ser lector de "Charles Bukowski, Jack Kerouac, porque escriben saltándose las normas".
"Pero no leo mucho, soy un actor, por lo que mi cultura es incompleta", señaló irónicamente.
22. KIKE TURRON
- Kike Turrón (Madrid, 1970)
- Es autor de los libros de relatos Nadie come del aire (1998), B.N.C.A. (Buitre no come alpiste) (2001) y Al domador se lo tragaron las fieras (2006), del libro De espaldas al kiosko. La historia de los fanzines en el estado (1996) y de las biografías Historias escritas (Biografía de Boikot) (2000), Dentro (Biografía de Los Enemigos) (2001), La paja en el ojo ajeno (Biografía de A Palo Seko) (2001), Tremendo delirio (Biografía de Siniestro Total) (2002), La sana intención (Biografía de Rosendo) (2003), Jimmy Jazz, décimo aniversario (Biografía del bar vallecano Jimmy Jazz) (2004), El Hebe, 1980-2005, la barra del barrio (Biografía del bar vallecano) (2005) y El sol y la rabia (Biografía de Reincidentes) (2006)
miércoles, 19 de diciembre de 2007
Raices, Mohamed Chukri
La literatura de Mohamed Chukri es imprescindible para todo buen hijo de Satanás, se traga como la propia saliva cuando no se tiene otra cosa con la que llenar el estómago, revienta en las tripas con un sabor a tierra dura y seca, a un sol que destila zumo de naranja licuado con sangre, y hace rugir dentro una fiera, dispuesta a sobrevivir, a pelear, a no rendirse jamás, a mantener siempre la dignidad… Aquí va un texto, extraido de www.pliegosdeopinion.net, en el que Chukri nos habla de su gran novela, El pan desnudo, entre otras muchas cosas.
Raíces (Mohamed Chukri)
Aquellos que han leído mi autobiografía, El pan desnudo , saben que soy hijo de la inmigración.
Fue en los años cuarenta. Mi territorio de origen, el Rif, padeció una terrible sequía. Los míos, como todos los demás, fueron arrojados a los caminos por el hambre y la escasez. Tomaron los caminos del exilio unos hacia Orán, otros hacia la zona norte de Marruecos y especialmente a Tánger. Desde Beni Chiker, aldea próxima a la ciudad de Melilla, transportamos un solo y único bien: el rifeño, nuestra lengua.
Tenía siete años cuando encallé en Tánger, el Paraíso de la época. Y, cuando quería jugar con otros niños del arrabal donde mis padres habían plantado su barraca, encontré la persecución: - “Vete de aquí, hijo del hambre”. “¡Largo! ¡Fuera, rifeño!”
¿Será natural la crueldad en los niños? En cualquier caso, sabe ser espectacular.
En este mismo arrabal vivían gitanos y andaluces, tan marginados como nosotros, los rifeños, pero gozando de un estatus menos precario que el nuestro. Hacía mucho tiempo que estaban instalados allí. Ganaban su vida algunas veces haciendo trabajos manuales, otras veces robando. Sus hijos me aceptaron y trataron como uno de ellos. Unía con frecuencia mi fuerza a la suya para atacar a los otros niños del suburbio, los más violentos, los marroquíes. Estos niños gitanos y andaluces me enseñaron no solamente a defenderme, los niños hablan sobre todo con el lenguaje del cuerpo, sino también a pronunciar las primeras palabras en español. Es así como aprendí el español antes que el dialectal marroquí. La lengua del exilio.
Todavía hoy, el Mediterráneo es un espacio de exilio, de inmigración. El hambre no es tan violenta como en el pasado, pero ha dejado paso a sus secuelas: el marasmo económico, la elevada tasa de paro, los accidentes ecológicos, la guerra étnica, todos vectores del mismo efecto inhumano, todos fuente de desestabilización.
Estos factores están en el origen del desplazamiento masivo y con frecuencia incontrolado de hombres en una geografía perturbada por la Historia –antigua y moderna-, por las ideologías y los sistemas económicos. Así, se vuelve difícil hablar actualmente del porvenir del Mediterráneo sin vernos enfrentados a esta siniestra realidad.
El escenario actual es sombrío, casi apocalíptico, como ya constaté en 1993 en otra comunicación. Todavía hoy, me veo obligado, moral y humanamente, a denunciar:
• El fenómeno de los espaldas mojadas .
• El fenómeno de las barcas de la muerte ( pateras )
La emigración ha cambiado de cara: se ha convertido en silenciosa y mortífera. Si la emigración fue, en el pasado, una prueba iniciática que acrecentaba el humanismo de la persona y le permitía pasar de un estado de indigencia a un estado de enriquecimiento, se ha convertido, actualmente, en una antecámara de la muerte, real o metafórica. La candidatura a la emigración es una candidatura a la muerte. Expulsado por las carencias y la sequía, arrojado en brazos de la aventura, el emigrante no lleva con él más que un rayo de esperanza y un asustado soplo de dignidad. Conozco los asuntos de la vida errante. Yo también he sido perseguido por niños y viejos, pero me fue dado aprender la lengua de mis perseguidores. Es verdad que intentaba entonces disimular mi acento para ocultar mi origen indeseable en una sociedad que despreciaba a los rifeños. Pero terminé por triunfar sobre esta lengua estructurada y poderosa, clara y extranjera. La sometí a mi ley. La vencí.
¿De qué triunfo se jacta el actual emigrante? ¿Sobre quién?
Asistimos actualmente a una pérdida de valores morales que provoca por todas partes un estallido de las sociedades que las han producido. La costa sur ha aceptado también la filosofía de “el tiempo es oro”. Intenta, también ella y por todos los medios, hacer suyas las ideas utilitaristas y la lógica cartesiana. Favorece a los grupos económicamente fuertes. Aparca a sus marginados en las zonas periféricas. Todo eso tiene como consecuencia que los jóvenes, hombres y mujeres, sueñen con otra tierra, con otra vida. Ocurre que son justamente los menos tocados por el virus del fracaso. Ocurre que, justo frente a ellos, en la punta de sus miradas, espejea una tierra más clemente, o así lo creen ellos, la de la ribera norte. La desean. La codician. La acarician. Desean, cueste lo que cueste, fundirse con ella.
Adelante, hacia la aniquilación.
El litoral español se alcanza desde Tánger en menos de una hora.
El transportista hace pagar caro este sueño a aquel que quiere ir a su encuentro. Millares de dirhams. Una suma con frecuencia difícilmente adquirida. Estos Ulises modernos no vuelven siempre de sus aventuras. Los dioses del Olimpo también han emigrado.
El abismo que separa los países ricos de los países pobres es más profundo que nunca. La sociedad de consumo, la opulencia de Occidente, el mito de la democracia, han operado una fascinación inigualable sobre los pobres del tercer mundo. En los países ex-comunistas, millares de personas tenían sus maletas ya hechas, aguardando una aparente esperanza, para venir a la Europa rica. En mi país, centenares de clandestinos intentan cada día atravesar el Estrecho, arriesgando sus vidas sobre pequeñas barcas. Obstinados en su búsqueda de la tierra prometida, provocan a la muerte. Italia conoce este problema. Europa actualmente asiste a este fenómeno con angustia. Ve su ciudadela asediada por todas partes y, para protegerse, intenta (quiere) transformar sus fronteras en una fortaleza inexpugnable.
La muralla de hierro se transforma en una muralla de arena. ¿Qué quiere la Europa opulenta si no salvaguardar su riqueza?
En el Mediterráneo la situación es esquizofrénica. Los países, divididos geográfica y psicológicamente por un modelo nórdico y materialista, buscan soluciones tecnológicas a problemas culturales y sociales, y con la intuición de que las soluciones no podrán ser más que intelectuales; adoptan estrategias inadecuadas. Pues la respuesta a todas nuestras cuestiones puede encontrarse en el pensamiento mediterráneo y orientalista de nuestros humanistas. La hazaña de Ulises puede servir de modelo. Este héroe que surca los mares, errando durante diez años en busca de la verdad, era un emigrante que Ítaca ve volver tranquilizado por la sabiduría y profundamente humanista gracias a su periplo.
Yo fui Ulises, en un momento de mi vida. ¿He dejado de serlo?
He recorrido un periplo como el suyo. Lo recorro aún. Mi espacio de aventura es un espacio escriptural. Mi madre es la escritura. Mis pruebas son de orden intelectual.
Recuerdo que mi madre me obligaba a hablar en rifeño y me prohibía hablar otra lengua que no fuese aquélla. Nacido en el Rif, yo debía continuar hablando la lengua de mi tierra, decía. La muerte libró a mi hermano Abdelkader de esta guerra. A mis otros hermanos y hermanas, hijos e hijas del exilio, no les concernía esta batalla. Eran libres de utilizar la lengua de sus ancestros o la de su tierra natal.
Como ustedes saben sin duda, no supe leer y escribir hasta los veinte años. Aprender una lengua que no era la mía y poseerla fue una prueba, un desafío antes de ser una profesión. Aprendí el árabe clásico con los límites que se imponen a un autodidacta. Sin embargo, alcancé a enseñarlo en las escuelas primarias y secundarias. He podido escribir libros gracias a esta lengua. Solamente, a pesar de mis esfuerzos, a pesar de toda mi voluntad de expresarme en esta nueva lengua, una nostalgia silenciosa y no obstante viva me ata a la orilla de mi lengua materna y sólo se aplaca con su utilización. No soy más que un niño adoptivo en todas las lenguas que utilizo para hablar o para escribir, incluso la lengua del Profeta: no puede colmar el vacío que me ocasiona la ausencia de mi primera lengua, aquélla de la que fui desposeído.
En el exilio, cuando todas las lenguas valen, he hecho de la lengua árabe un instrumento para comunicarme con la sociedad en la que vivo. No me arrepiento de haber aprendido el árabe y de haber escrito en árabe todos mis libros. Diré más, me siento privilegiado frente a mis compatriotas que utilizan otras lenguas distintas a la de su sociedad de origen y que son tratados de ingratos y renegados a pesar de su genio.
No me digan que este juicio es anacrónico... La sociedad árabe posee un pensamiento atrofiado, y tenemos el ejemplo de este poeta bereber que escribe sus poemas en un francés sublime y que sin embargo ha soñado siempre con poder hacerlo en árabe. Reconocía que esta lengua era superior. Era el único que la recordaba tal como la había aprendido en la escuela coránica. Mohamed Kheireddine murió sin poder poseer esta lengua árabe, pura y grandiosa.
Entonces, ¿qué es la escritura? ¿Qué es la expresión?
Imaginad una lengua en hibernación. Imaginad un hombre que intenta usar esta lengua para expresarse. Tal es mi situación cara a esta lengua que me es extranjera.
Dicen que el que encuentra refugio en una lengua que no es la suya está mejor armado para dominarla. La perfecciona mejor que sus nativos. Este es el caso de Conrad, Beckett, Nadokov, Ionesco, Gibran Khalil Gibran...
¿Por qué? La única cosa que puedo afirmar es que la escritura tiene sus secretos, sus misterios que no penetramos impunemente: nos poseen y nos sentimos poseídos por ellos.
Actualmente, mi lengua es la que me permite escribir y el rifeño ha terminado por ser una nostalgia, la de un sueño.
Para el niño de la emigración, para el amante de la escritura, para el autodidacta que no ha cesado de sumergirse en la nostalgia de un sueño, el Mediterráneo es un mar, un periplo, un sueño iniciático, el espacio del Humanismo, el crisol de civilizaciones. Pero ninguna civilización es producto del azar. Es un largo proceso de humanización. No importa qué tribu puede poseer una cultura pero, ¿podemos hablar también de civilización? Los pueblos del Mediterráneo han vivido siempre en ciudades: Alejandría, Cartago, Atenas, Roma, Cádiz (Gades), Tánger... Ellos han forjado una civilización y es por ello por lo que estoy convencido de la fuerza de la percepción, de la capacidad intelectual que nosotros, mediterráneos, tenemos para hacer frente al peligro que amenaza nuestras riberas, nuestras culturas y nuestros hombres, si persistimos en querer seguir ciegamente el modelo nórdico.
El modelo nórdico, utilitarista y racionalista, es útil cuando se trata de organizar el trabajo o de optimizar el rendimiento; pero corresponde al Humanismo de las viejas culturas mediterráneas colmar ese modelo nórdico, insuflarle valores humanos.
Se me alcanza que, para sobrepasar el actual peligro, no hay que culpar ni a las religiones ni a las razas; después de todo, es el hombre quien interpreta los libros y es de sus actos de los que brota la ambigüedad. Es necesario volver a los fundamentos de las culturas, al humanismo que tuvo nacimiento en el Mediterráneo. Es el único modo de humanizar las sociedades de consumo.
Acaso algunas veces con poco se puede llegar a encontrar bastante...
El eslabon encontrado. Rodrigo Fresan.
Tuve la suerte de encontrar a Bukowski en el momento exacto y a la edad justa: cuando la vocación literaria, el sexo, la noche y la alegría de ser un outsider de todo eran una sola cosa. Por lo tanto, Bukowski cumplió su justo cometido: hacer que me olvidara para siempre de Herman Hesse. No recuerdo quién me extirpó a Bukowski de mi organismo. Probablemente fueran Jack Kerouac y Bob Dylan actuando en tándem. O Thomas Pynchon y Kurt Vonnegut. Sí me acuerdo que lo primero que leí de Bukowski (con este tipo de autores iniciáticos el primer libro que se lee de ellos, sea cual fuere, siempre es el único que en realidad cuenta) fue Factótum. Y me sigue pareciendo el mejor aunque hoy se me confunda con todos sus otros libros. No sé por qué, pero podría jurar que a Bukowski le pasaba lo mismo.”
(Texto publicado por Rodrigo Fresán en Pagina/12 (Argentina)