sábado, 26 de abril de 2025

EL DÍA QUE ME CRUCÉ CON CHARLES MANSON por ALEXANDER DRAKE



Domingo 15 de diciembre de 2019, 12:33 del mediodía. Cruzo el puente del Kursaal en dirección al Centro y justo en medio veo a un chico joven con pinta de hippie repartiendo unos folletos. Me ofrece uno, lo cojo y veo que se trata de un restaurante del que ya he oído hablar. Pertenece a una secta que lleva varios años instalada en la ciudad. Todos tienen una pinta de locos de la leche, y siempre que los veo me acuerdo de la Familia Manson. Miro aquel papel de color verde y me fijo en la tipografía del nombre del local. Sin duda se parece a las letras del “Flower Power” y toda esa movida. La época hippie de la California de los años 60 de regreso a San Sebastián en pleno siglo XXI. Arrugo el folleto y lo tiro a la primera papelera que veo. Sigo caminando hasta llegar al Boulevard y en mitad del gentío hay otro hippie de esos repartiendo los mismos folletos. Me fijo en él con detalle y veo que es la viva imagen de Charles Manson. Me quedo impactado por un segundo, y cuanto más me acerco a él más me parece estar viendo a Charlie. ¿Qué cojones hace aquí? ¿No salió de prisión para morir en aquel hospital de Bakersfield en 2017? De no haber muerto, hoy tendría 85 años, y el tipo que tengo delante rondará los 50, pero el cabrón es idéntico. Misma altura, misma complexión, mismo peinado, misma cara, misma barba, mismos ojos, misma mirada de psicópata… Lo único que le falta es la esvástica tatuada en la frente, por lo demás es EXACTAMENTE IGUAL. ¿Habrá hecho un pacto con Satanás? Si alguien ha podido hacerlo, sin duda sería él. “35 años más joven y ausencia de esvástica a cambio de seguir corrompiendo las almas de jóvenes vírgenes a las que convertir en asesinas”. Pues quizás sea cierto porque el tío está aquí mismo, en pleno Boulevard de San Sebastián, disfrutando del sol del mediodía y repartiendo esa publicidad junto con su puta familia de hippies renegados. Sigo avanzando hacia él, y cuando lo tengo a un metro Charlie extiende el brazo ofreciéndome uno de los papeles. Le digo que no con la mano mientras le verbalizo que no hace falta que me dé el folleto, que ya conozco el restaurante, que gracias. Entonces me lanza una mirada llena de rencor y odio y ansias de matar. Paso de él y sigo caminando, pero algo me dice que ese puto loco sigue mirándome fijamente, clavando su mirada en mi espalda como quien clava un cuchillo en el cuerpo de su enemigo. Me doy media vuelta para comprobarlo y veo que Charlie me mira con ojos de psicópata asesino. De hombre frustrado y abducido por su propia paranoia.

“Quisiste ser una estrella de la música pero no lo conseguiste. Aquel productor pasó de ti como de comer arena con cristales. No te preocupes, a Hitler le ocurrió algo parecido. Sus sueños de convertirse en un brillante pintor se esfumaron de inmediato cuando le denegaron el acceso en la Academia de Bellas Artes de Viena. Qué diferente hubiese sido todo si ambos lo hubieseis conseguido, ¿verdad? La frustración y la venganza fueron vuestros motores principales; y todos sabemos lo que ocurrió después...”

Yo me detengo y también clavo mis ojos en los suyos. El odio nos conecta por un instante. Es un duelo de perturbados. Estoy hasta los huevos de este tipo de gente. Yo también me puedo convertir en un loco. Yo también puedo jugar a su juego. Mi mirada se vuelve más dura y violenta por momentos y dice algo así como: “Ven aquí, cabrón. Te voy a despellejar vivo.” Él entonces gira la cabeza para otro lado y sigue caminando en dirección contraria.

“Siempre fuiste un cobarde, Charlie. Por eso mandabas a otros a cometer los crímenes. Tú ordenabas y ellos hacían el trabajo sucio. Pero un loco nunca desiste en su empeño, y mucho menos en su venganza. Seguramente otro día me vuelva a encontrar contigo, y entonces nuestras miradas volverán a conectar. Tan sólo es cuestión de tiempo…”

Alexander Drake


sábado, 19 de abril de 2025

LA CARRETERA MUERTA según MONTERO GLEZ



Para los adictos a la buena literatura, la que cuenta y la que nace de los adentros, el Gabi es un maestro; uno de esos tipos que uno lee y que enganchan; un cruce bastardo del Céline más guarro con la línea chunga de las viñetas de El Víbora, cuya colección el Gabi la atesoraba en su queli como merecen estas cosas.

elDiario.es /18 de abril de 2025

Louis-Ferdinand Céline dejó un reguero de hijos bastardos. Tal vez, el más conocido -aunque no el mejor- sea Bukowski. Para mi gusto, el colombiano Fernando Vallejo supera con creces al de Hank Chinaski. Y en este país de mucho escribir y tan poco contar, el que monda a todos y escribe con las mil leches bastardas del doctor Destouches no es otro que Gabriel Oca Fidalgo, el Gabi, como se le sema, dicho en germanía; un tipo duro, curtido en las calles de León, que chanela caló a la sombra del jaco con una puntita de perico, lo justo para alegrar el macarrón de la vena como bien sabía el Burroughs.

En ese plan, el tío se ha marcado un libro de relatos que se titula La carretera muerta, un volumen testimonial donde los personajes surgen como de una viñeta. Casi ná. El libro de marras tiene sus años, pero es que ahora lo reedita Papelillo Editorial con prólogo del Paco Gómez Escribano, otro que tal baila. A ver si con estas cosas, el Gabi corre con toda la suerte que merece en este país donde se promociona a moñas que fingen como prostitutas, dicho por lo fino, un país de macaneo cultural donde nos camelan con mortadela como si fuera jamón de bellota. Ojana. Porque el Gabi es un autor de pata negra, de los que escriben con un cuchillo entre los dientes; un amador de este oficio de putas, ahora por lo grueso, sobre todo por estar a la altura.

Me he leído sus relatos de una sentada, historias de la calle, de cuchara quemada y vinagre de manzana; buco, pota y el brazo como un colador de tanto viaje. Para los adictos a la buena literatura, la que cuenta y la que nace de los adentros, el Gabi es un maestro; uno de esos tipos que uno lee y que enganchan; un cruce bastardo del Céline más guarro con la línea chunga de las viñetas de El Víbora, cuya colección el Gabi la atesoraba en su queli como merecen estas cosas. Hasta que un buen día, o un mal día, según se mire, en un arranque de generosidad, el Gabi va y se la pasa a un colega que se está desintoxicando. Para que se entretenga durante el mono y no se rasque tanto la cabeza. Y va el colega y se la pule, sí, la colección de El Víbora del Gabi. Así lo cuenta en el primero de los relatos.

Luego hay otro relato donde narra lo que pasó una vez que se fue de acampada con los colegas, una historia con la que todavía me estoy partiendo la caja y donde se aprecia ese humor de trazo grueso que se gasta el tío, con esa mala leche de la que hace gala cuando toca contar cómo se cuelan en un cementerio a estudiar lápidas.

En fin, sólo queda decir que a ver si Rocío, la gachí que lleva lo de Papelillo Editorial, se tira el pingüi y se enrolla y saca más cosicas molonas de este tío que, junto a David González y a Vicente Muñoz Álvarez, forma parte de la Santísima Trinidad del realismo sucio de nuestras letras. A ver si.

Montero Glez



jueves, 17 de abril de 2025

WILLIAM HOPE HODGSON: LA VOZ DE LAS PROFUNDIDADES. Jesús Palacios.



William Hope Hodgson (1877-1918) es uno de los grandes creadores del terror moderno, contemporáneo de Machen y Blackwood, sus novelas y relatos de horrores marinos constituyen un monumento original e inigualable. En palabras del crítico Lee Weinstein: “…Hodgson fue un verdadero pionero. Utilizó de forma consistente la visión científica de nuestro universo para crear un nuevo tipo de relato de terror; un tipo de narración que Lovecraft retomará.” (1980). Jesús Palacios Trigo (Madrid, 1964), escritor y crítico cinematográfico y cultural, especializado en el género fantástico, traza aquí una rigurosa semblanza del escritor británico y su obra principal. Se incluye también en este volumen el extraordinario relato de Hodgson: Una voz en la noche (1907).


martes, 15 de abril de 2025

BAJO LA PIEL



Otra de esas películas capaces de volarte la cabeza y alterar, nunca mejor dicho, tu conciencia, como si de una droga psicodélica se tratara, Bajo la piel (Under the skin, 2013), de Jonathan Glazer (el director de la tremenda Sexy Beast, que asimismo os recomiendo) se ha convertido en poco tiempo en un filme de culto, pieza clave del cine de ciencia ficción del nuevo milenio, aplaudido por muchos y denostado por otros tantos, como suele suceder siempre con este tipo de películas: o se la ama o se la desprecia, no hay términos medios.

Yo estoy entre los primeros, sin duda, por muchos y muy diversos motivos: Scarlett Johansson, magnética e irresistible, que borda su papel de alienígena; una fascinante banda sonora (de Mica Levi) y fotografía; una historia enigmática y melancólica (inspirada en una novela de Michel Faber) abierta a múltiples interpretaciones; y el pulso narrativo del director, Jonathan Glazer, que con muy pocos diálogos consigue involucrar al espectador en la trama y seducirle con una hipnótica puesta en escena.

No me importa tanto el mensaje de la película, quizás excesivamente hermético (como critican sus muchos detractores), ni las influencias que tiene (Kubrick, Tarkovsky, Lynch), sino disfrutar de la atmósfera de ensoñación que recrea, gélida y decadente, ominosa y solitaria, la extrañeza de los actos de la protagonista y lo sorprendente de muchas secuencias.

Lenta y pausada, inquietante y poética, Bajo la piel se clava como una aguja envenenada en el subconsciente, dejando un montón de preguntas e imágenes centrifugándose en la cabeza y una rara sensación de tristeza al fondo del corazón.

Para mí, en suma, una maravilla de película: juzgad, cuando la veáis, vosotros mismos.

Vicente Muñoz Álvarez


viernes, 11 de abril de 2025

LA CARRETERA MUERTA: Gabriel Oca Fidalgo.



Si el realismo sucio fuera un crimen, con La carretera muerta nos enchironaban del tirón. Los seis relatos que componen este libro desprenden pureza e ingenio, vertidos sin filtrar desde las vísceras de Gabriel Oca Fidalgo, y retratan una cara de la sociedad relegada a los márgenes, barrida bajo la alfombra y privada de altavoz.

Oca Fidalgo narra con la experiencia de quien vive: no con la del que se documenta, lo recrea y lo plasma. Una lectura que derriba prejuicios y que aporta luz a las sombras de estos seis relatos, estas seis «aventuras» reales. Porque en La carretera muerta no es todo ruina y oscuridad, no faltan el humor y momentos que dan respiro y liberan la tensión de quien lee.

El poso de su escritura se define con un estilo rápido y directo (tan rápido que no le gusta que le toquen «las comas»), y con un vocabulario tan extenso que solo puede darse en alguien que ha mamado tanta literatura como calle (o más). Hiperrealismo sucio directamente desde León, si bien para esta edición también hemos contado con colaboraciones desde Canillejas-San Blas (San Blas-Canillejas, tanto monta monta tanto).

Por el lado de Canillejas: Paco Gómez Escribano se ha marcado un prólogo niquelao, que ya nos gustaría a nosotras ser capaces de escribir algo parecido para estas movidas de la web, la publi y esas vainas. A Gabi le flipa Paco y a Paco le flipa Gabi. A nosotras nos flipan los dos, y confiamos en que a la peña que los conozca, también. Menudo combo.

Y por el lado de San Blas, hemos contado con Albert Fetén (parte de la familia Papelillo) para la ilustración de cubierta. Ha bordao una cabina de las de entonces, que tanto protagonismo tienen en los relatos de Gabi (dando título a uno inclusive). Una imagen nostálgica, grabada en la retina como un icono de otro tiempo pasado (y no por ello mejor) que habrá desbloqueado más de un recuerdo entre el personal.

«La época de las pastillas y la farlopa. Una película esta que no ha molestado ni molesta, el bisnes que no desentona con su peña tan fardona, ¡su casta elitista con la ropa a la moda y el Focus de siete kilos! Otra cosa es la heroína y sus adeptos, a esos hay que meterlos en el gueto, viaje a la chabola en los trenes vigilados con destino al crematorio, ¡tiñalpas desahuciados con los dientes carcomidos por el vicio!».

La carretera muerta recoge seis historias que relatan las vivencias a finales de los ochenta del protagonista, Gabi, un buscavidas enganchado al caballo. Genuino hiperrealismo sucio leonés, puro, sin adulterar. Textos autobiográficos y sin cortes, surgidos de la calle y de las entrañas de Oca Fidalgo.
A pecho descubierto. Citando a Gómez Escribano en el prólogo que acompaña a esta edición: «No se anda con jodidos eufemismos el nota».

«De visita en las Barranquillas, como si el tiempo no hubiese pasado. Pero el tiempo había pasado sin duda: ahí estaba el metabús lo primero, a la entrada del poblado con una cola que ni te cuento. Y luego en el interior lo indescriptible: las chabolas con chapa de uralita, los coches destartalados, la procesión de adeptos entrando y saliendo sin descanso. Los corrillos y la peña, la basca que te entra y ese tío que no te deja, buscándose la vida, suplicando una limosna, comiéndote la oreja. La nueva generación de críos luciendo frescos como el rocío pero con la cabeza hecha migas por la farlopa. Y por supuesto que la gente de mi quinta, muertos en vida la mitad de ellos, deshechos con la factura que les ha pasado ese Madrid en el que te quitabas el mono con cien duros».

*

Gabriel Oca Fidalgo (León, 1965), escritor de literatura de supervivencia y subsuelo, ha publicado hasta ahora las obras Ansiedad y Una novela quinqui (en Lupercalia, 2014 y 2016 respectivamente), además de La carretera muerta (2008), *ambas descatalogadas.

Recientemente ha hecho aparición uno de sus escritos en Un abrazo fuerte, libro homenaje al poeta David González y publicado en 2024 por Pregunta ediciones. Ahí comparte sitio con Vicente Muñoz Álvarez y Carlos Salcedo Oklas (representantes también del hiperrealismo sucio leonés), con el mismo Paco Gómez Escribano o con el autor Montero Glez (muy del gusto de Oca Fidalgo y de estas humildes editoras), entre muchos otros.

Sobre Gabi, comenta Gómez Escribano en el prólogo de La carretera muerta lo siguiente:

«Valiente es Gabi Oca, por lo que escribe y por cómo lo escribe. Según declara, la literatura es Louis-Ferdinand Céline + Thomas Bernhard, y un tipo que declara esto es un elemento. Pero es que además su escritura recuerda a un Bukowski aumentado como si el americano hubiera sido un yonqui en vez de un borracho».

Así que, como veis, eso que ponemos en la solapa de «Quienes disfruten leyendo a autores como Bukowski, Henry Miller o —más de aquí– Mansilla o Cussà, cuyas vidas convulsas son inseparables de su obra, encontrarán en Oca Fidalgo otro escritor del que tirar» no somos las únicas que lo pensamos.


lunes, 7 de abril de 2025

ABRIRLO TODO por NURIA VIUDA



Si abres todas las puertas, y todos los cajones de tu casa, todos los armarios y todas las ventanas, comprobarás cómo el silencio te inunda los rincones. Un silencio de hielo, como el que siente esquilmado su feudo y sus asuntos. Su espacio y su intimidad. Una sensación de vacío y de océanos profundos, insondables y sin misericordia.

Comprueba cómo el tiempo se para y languidece; pues al abrirlo todo te quedas sin canciones, sin tiempo, ni esperanzas. Así, muy quieto, y observando los diques, sabrás lo que se viene cuando acecha la vida y es urgente tomar partido, posiciones, alertas. La intemperie que cubre teatros y estaciones. Será entonces que corras, presuroso, a ir cerrando las puertas, los cajones, los diques, las ventanas, los barcos, por si acaso la vida te sorprenda desnudo, sin norte ni comparsas.

Nuria Viuda