Militia est vita hominis super terra
La presencia de esta cita latina de la Vulgata y del libro de Job en uno de los primeros poemas de este libro; cita, por otra parte, tan sugerente siempre y tan cercana al concepto de aventura poética, le sirve a Pablo Malmierca para continuar la senda que tomase en su anterior y arriesgado libro dD, en el que a partir del concepto de desgarramiento, marcado desde su inicio por una cita de Hegel: “El espíritu solo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el absoluto desgarramiento”, se plantea una aventura dialéctica a través del amor en la que el héroe de aquel libro frontera, dD, aparece ahora como un sujeto épico y poético, como un Hércules de carácter mitológico, en continua lucha para llevar su vida sobre la tierra desde la óptica del amor desgarrado y descorazonador, y la pérdida, o la transformación de la palabra y el poema enredados y ofrecidos al modo clásico, en esa épica peculiar y tan de reliquia que expone de forma clara entre sus versos.
No comas mi corazón, supone una clara continuidad, ahora desde la complementación de la épica del mundo clásico o barroco, con la propia forma de decir del poeta, con ese mundo de introspección psicológica que apareciera en sus versos anteriores y que definen su voz y su forma de mirar (“Esencia de continuidad / en el cuerpo ajeno del pasado”).
No obstante, conviene decir que en este caso el lector va a encontrarse con una serie de poemas ubicados en una suerte de sinfonía de transformación simbólica estructurada en seis tiempos diferenciados, en los que el proceso creativo avanza y se desarrolla significativamente desde la presencia inicial de un héroe cercenado hasta su transformación en otro personaje diferente gracias a la poesía. Todo ello al lado de cierta dualidad continua que obliga al autor a buscar una salida necesaria (“Después de morir en todo/ vivir instalado en tu cuerpo”) a través de las palabras y la experiencia poética siempre en lid y renacidas, a veces, de sus propias cenizas dialécticas: “prólogo / epílogo”, “pensamientos/sentimientos”, “humedad / sequía”, “tú / yo; todo / nada”.
Igual que sucediera con dD, en este libro frontera, -como podríamos definir la forma de construir los poemas de Pablo Malmierca-, aparece la búsqueda de la identidad marcada por una forma de lucha (“preso del ritmo de tus versos / de la sombra de sus pasos / de la crisis de su fuego”), de militancia en esta poesía desgarrada que se encuentra latiendo en los diferentes estados físicos de la materia, líquido, sólido o gaseoso; estados que se entrecruzan mezclándose con otro nuevo, que intersecciona con ellos complementándose, y que parece ser una especie de estado físico poético de carácter poliédrico, centrado en esta peculiar forma de mirar, caleidoscópica y vítrea que busca su salida en la luz de una poética peculiar, tan tenaz y dura como la propia soledad.
La mezcla, la trabazón de la palabra poética y las citas clásicas con un lenguaje de lucha y unos parámetros y personajes, a mi modo de ver y como ya apareciera en su anterior libro, simbólicos y cercanos de alguna manera al mundo del Cómic y a cierto tipo de barroquismo, hacen de No comas mi corazón, un libro de poemas que podríamos incluir en un modo de escribir que, atendiendo a sus ingredientes poéticos, épicos y próximos al Cómic, calificaríamos -sin querer crear ningún tipo de categoría poética sino un modo de acercamiento a esta escritura- como una muestra de lo Poepicómic, donde el personaje épico, el poeta en este caso, como un Caravaggio redivivo en los versos y blandiendo esa “Humilitas occidit superbium” que aparece citada en el poema Vanitas vanitatis, llegará a ser consciente de que el orgullo y la codicia del héroe solo pueden desaparecer tomando la espada de la humildad para cortarle la cabeza al gigante de los miedos, la angustia y la pérdida de ese amor. Humildad necesaria desde la que busca integrarse en la experiencia y la aventura poéticas para encontrar una salida (“Reiné triunfante sobre el fracaso y la codicia / en tu nombre ignoto desequé raíces / navegué en un viaje inacabado”); por eso el poeta luchará desde esa sencilla humildad de entrega, pues se sabe necesitado de la otra parte de la dualidad a la que busca para integrarse (lugar / no lugar) y encontrar alguna salida.
En el análisis de la presencia de lo Poepicómic entre los versos de Pablo Malmierca y desde la propia aventura amorosa, no deja de ser curiosa y llamativa la importancia que tiene la cita de Fausto de Goethe que aquí se incluye: “Vi veri universum vivus vici” y que, como sabemos, aparece en el Cómic original V de Vendetta de Alan Moore en el que se basa la famosa película; así como el personaje Tetsuo “El hombre de hierro” tan cercano al Cómic; los inquietantes personajes nórdicos, Geri y Freki, lobos de leyenda y compañeros de Odin, representantes genuinos de la codicia; o los interesantes, intrigantes y descorazonadores amores de reliquia medieval entre Crisele y Memmón.
Ese poder de la verdad que aparece en la cita de Fausto y que Pablo Malmierca incluye de manera tan certera para elevar el orden poético, aclara el contenido moral de este libro que basa su forma de mirar (“Si supieras el valor de una mirada/ no venderías cara tu presencia”), su aventura y su lucha poéticas (Quamodo fabula sic vita), en una necesidad de salvar en la lucha de amor en la que se aventura, al menos las palabras; aunque el grito del poeta, -que desgarra desde dentro-, suponga un cuchillo que flota avisándole a él y al lector de lo necesario que es el compromiso poético que implica la cordura.
Resulta curioso observar cómo también, a tenor de la aparición de este punto de vista moral, parece que lo que hemos llamado aquí Poepicómic, característico de esta forma de hacer versos, se complementa con un posible modo de mirar más Poeticómic, que conformaría una de las claves de esta peculiar, ética, intensa y cruda poesía, a la que desde No comas mi corazón, el autor nos está invitando.
Luis Ramos de la Torre, prólogo a
No comas mi corazón, de Pablo Malmierca (PiEdiciones, 2017).