lunes, 31 de mayo de 2010
TRANSEÚNTES DEL OLVIDO
domingo, 30 de mayo de 2010
sábado, 29 de mayo de 2010
COGER AL MUNDO POR LOS PIES by Estelle Talavera Baudet.
Calzada.
Vías de tren.
Arcén. Escalera.
La entrada espectacular y desesperada de un casino luminoso;
acera, adoquín, piedras unidas por asfalto.
Tendido eléctrico, ondas de radio, chips, chops, ordenador parlante,
interlocutor sin tímpanos y con cables a su espalda, penas indoloras.
Si al mundo se lo cogiese por los pies, cabeza abajo,
la línea separaría el cielo mar del mar cielo.
ay, si se le diese la vuelta,
los brazos serían barcos, los pájaros moluscos,
la piel piedra musgosa, el alga pegajosa una amapola de tentáculo.
La palabra una burbuja, la sal el polen.
El aire una corriente de agua marina.
Los bancos de peces bancos de sentar.
Los casinos banquetes de tiburón.
Los tiburones de doble dentadura tú y yo.
ay, si se le diese la vuelta,
el mundo bajo el agua se herrumbraría.
Si se le diese la vuelta,
quién sabe qué nadar inventaríamos.
Quién sabe qué ahogos, qué diálogos,
qué ondas,
qué tonos de luz,
qué clase de amor pez, roce medusa,
abrazo pulpo, erizo de aire,
volátil caminar, patoso nadar.
Quién sabe -¡quién lo sabe!- cómo sería el clavo
el clavar, el lento dar, el ágil quitar.
El resbalar de cuerpos por los edificios bajo mar,
por las inmensas y vacías oficinas, tiendas, circos, cárceles,
por las calles sin oxígeno,
cucharas, cuchillos, ventanas
que, bajo agua, da igual abrir que cerrar.
viernes, 28 de mayo de 2010
DELINCUENTE JUVENIL
Alfabeto de cicatrices: nuevo poemario de Ana Pérez Cañamares
ETIMOLOGÍA
Antes de que cremaran
a mi madre, mi hermano
cogió el micrófono
que ningún cura iba a usar
y dijo: "Si una madre
es la verdadera patria,
hoy nos hemos quedado
sin patria y sin madre".
(La etimología no está
siempre de parte
de la verdad.)
Desde entonces he intentado
llevar dignamente el exilio:
vigilando que se mantenga viva
la lengua que hablamos
los expulsados del paraíso.
jueves, 27 de mayo de 2010
El Tejedor en... Madrid (15 poetas en Madrid)
EL TIBURÓN
Yo soy el que sufre para nadie, el que se aprieta contra el hielo
el que cree que alguien lo ve y anota su dolor
para explicárselo algún día.
Siempre hay tiempo.
Qué manera esta de morir y ver la muerte.
Los caminos se cruzan por delante de mis ojos.
Qué silencio tan veloz.
Están preparados los cuchillos y las nubes.
La migración de las aves silenciosas se ha posado sobre mí
y soy yo el que las comanda.
Nada importa cuando todo es invisible pero está.
Como yo, que hablo, y ya no estoy aquí.
Noto cambios en mi cara y en mis huesos.
El hueco que hace el mar sobre la roca es sólo mío.
El número crece y es injusto.
Ya siento el rechazo por la pierna.
Alguien vierte un veneno por mi oído.
¿Pedro, tú también me negarás?
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Vienen precipitadamente los infiernos a mi cama.
Llego a los barrancos solitarios que hay en mi memoria
y solo quedan las azules telas de la nada.
Mi chillido es cada vez más desesperado y más normal.
Lentamente algo de mí se está quemando por la casa
en el horno, en el espejo.
Hay luces que nunca terminan de encenderse
las hay que no terminan de apagarse.
Los hay que cualquier día se pierden
y nunca más se habla de ellos.
Estoy dispuesto, vestido y puntual.
Estoy apartado de las letras, de los números felices del descanso.
Estoy aún más lejos que todas estas letras.
Es incontrolable el tiburón cuando suelta el sedal del que tiraba.
Paolo
Paolo corre.
THE CHILDREN'S BOOK OF AMERICAN BIRDS: Hoy en León.
DETERGENTE by Jorge Barco.
en la puerta de la iglesia. Lo dijo el poeta:
No entregues balones de fútbol a los lisiados,
dales hostias consagradas y que recen.
Hay tantos poetas como dioses pero nadie
les escucha, porque escriben hoy palabras sin aliento.
Sólo ofrecen partituras al ciego
y turrón al mellado
y carbón al minero.
Hay que ofrecer vino al borracho, drogas al yonki,
y sexo a la ninfómana.
El poeta es una puta brasileña
que se engaña y que la engañan por dos duros,
que la chupa por dos duros
mientras piensa en otra cosa.
como en los anuncios de crema anticelulitis.
AMOR ENVENENADO por Joaquín Lloréns.
miércoles, 26 de mayo de 2010
25 centímetros, de David Refoyo (Clifor)
David Refoyo (Clifor) en Una ciudad llamada Perdición
En esta web se puede obtener información sobre la novela y leer el primer capítulo: www.25centimetros.com
DAVID GONZÁLEZ live in Gijón.
MÓSTOLES EROS SESSION by Eloy Fernández Porta.
PARÍS SEGÚN LAS BESTIAS: I Premio de Poesía Eclipsados.
martes, 25 de mayo de 2010
UN POEMA DE PEDRO MAIRAL
POR ESO
porque yo me desierto y tú me lluvias
porque me océano y me balsas
porque me otoño y tú me hojas
porque me sótano y me alas
por eso yo te músico y me músicas
por eso yo te potro y tú me frutas
y yo te marinero y me tabernas
y yo te remolino y me lagunas
por eso yo te circo y tú me infancias
por eso te amarillo y me amarillas
y te barco y me arenas
y te astro y me noches
y te buzo y me perlas
y te campo y me flores
por eso yo te viento y tú me crines
por eso te crepúsculo y me auroras
por eso yo te cielo y tú me golondrinas
Blog de Pedro Mairal
POESÍA SOLA, PURA PREMONICIÓN. Kepa Murua.
El peso
Os diré que mis manos nada nuevo han cogido.
Pero al menos encontré un libro blanco
donde puedo juntar mis palabras por la noche.
Mis ojos el mar no vieron, pero navegué.
Mi cuerpo jamás venció, pero fui vencido
donde nadie se atreve a reconocerlo.
Tras pedir perdón, amé como un loco.
Tras hacerlo como se reconocen los errores
donde no corre el paso del tiempo.
Mi cuerpo que vio como marcaban a otros.
Mis ojos que sintieron un mar helado
donde no había mapas para saberlo.
Siempre soñé con un viaje lejano
en el que encontrara la felicidad perdida.
Pero encontré otros ojos con lágrimas.
Otros secretos inconfesables
que no merece la pena reconocer
cuando la vida marca a todos con su incierto peso.
Estimados amigos.
¿Cómo estáis?
Os envío la información que ha preparado la editorial Ellago sobre un libro que acabo de editar y que os podría interesar.
Intuyo que es un libro especialmente indicado para los poetas y los artistas, aunque también es válido para la gente de ciencias y para aquellos que están preocupados por la vida en general.
Confío en que todo os vaya bien, tanto en lo personal como en lo profesional.
Un fuerte abrazo.
Kepa Murua
Título: Poesía sola, pura premonición.
Autor: Kepa Murua
ISBN: 978-84-96720-91-6
PVP: 25 euros
PÁGINAS: 544 pág.
PRÓLOGO DE 'LA GENTE PARECE FLORES AL FIN' (CHARLES BUKOWSKI). Por Eduardo Iriarte
(Extraido de la web de Eduardo Iriarte, escritor, traductor de Bukowski y autor del prólogo de esta edición de Visor)
Aunque no se pueda hablar de una evolución del estilo, sí se intuye una tendencia a buscar cada vez una mayor simplicidad, a ceñirse a esas leves pinceladas que basta con dar a la realidad para que adquiera su justo valor. En ocasiones, vemos cómo el poeta casi se contenta con observar, sin añadir nada: «a veces no hay nada que decir / sobre / la muerte», sentencia, y sobre ese presupuesto, levanta un libro que se constituye en descripción y preparación para el tránsito definitivo.
Hay en esta colección algunas modificaciones sobre los mismos temas e incluso variantes —tal vez intentos sucesivos —, de poemas ya publicados, lo que demuestra su incesante labor de corrección, evidente en «Perros Salados», «vuestras» u «otro poema sobre un borracho y entonces te dejarán en paz», que aparecen con variaciones sutiles en la forma pero radicales en su concepción con respecto a las versiones de libros anteriores. El autor, que ya ha alcanzado la madurez y la ha dejado atrás, reconoce, como lo hiciera ante Al Purdy, poeta con el que mantuvo una interesante correspondencia, cómo no se puede «entusiasmar demasiado. He estado aguantando el tipo y trabajando y sin trabajar, en silencio durante un montón de años, y no me extrañaría un poco más de silencio, a la mierda. Estoy preparado para la tumba, y que el sol alumbre a los perros lamiéndose durante toda la eternidad».
Pero aceptar la merma, la mella del paso del tiempo, señalarla sin tapujos, no equivale a darse por vencido. No se aprecia aquí asomo alguno de claudicación pese a los años y los aprendizajes, aunque sí se observa incluso un intento de reconciliación con la denostada figura del padre maltratador, así como una tentativa de explorar su relación más allá del enfrentamiento evidente e insalvable, de buscar el origen del odio que siente por él. Otra deuda que reconoce en estas páginas es la que tiene con las mujeres de su vida, y para ello les escribe aquí canciones de amor sin ambages, pequeñas odas de despedida: «te he amado, mujer, / tan cierto como que te he nombrado / óxido y arena y nailon». Y pese a este amor sin tapujos, vuelve en ocasiones a la guerra perdurable contra la mujer —las sucesivas mujeres, confundidas como si todas fueran una misma en diversos periodos de su vida— que le hace sufrir. «maldito sea el amor ahora, / como maldito fue cuando / llegó en un principio. / … / mi reticencia / desaparecería / para siempre / y la sangre / manaría / la suya y la mía / tal como quería ella».
Su hija Marina es otro de los motivos que afloran en este libro, su relación ambivalente con ella, siempre impregnada del cariño sin límite por esa «flor que se mece al viento en el centro absoluto de / mi corazón…», versos de «Para mi hija» que no estarían fuera de lugar en un poema como «A mi hija», de Stephen Spender. Y puestos a buscar similitudes con este poeta, a quien en otra parte reconociera como una de sus múltiples influencias —al igual que Camus, Hemingway, Céline, Kafka, Auden, Pound y muchos otros que van desfilando por estos poemas—, «Los ahogados», del autor británico, no dista mucho en tono y temática de «travesía», en su loa a «todos los amantes solitarios muertos».
No es fortuita la apelación, si quiera de pasada, a los escritores que vinieron y se fueron antes que él, pues algunos poemas de este libro suponen el reconocimiento de la partida inminente, lo que le otorga un peso mayor si cabe. Llegado el momento de hacer balance, su tono sigue siendo parco y distante, su temple, envidiable: «soy / una serie de / pequeñas victorias / y grandes derrotas». Bukowski ha encontrado su sitio definitivamente, el mismo que siempre había venido ocupando, ahora suyo por derecho propio: «ser capaz de rascarte y / mostrar indiferencia es victoria / suficiente. / esas mentes estreñidas que buscan / un sentido más alto / serán despachadas con el resto / de la basura. / tómatelo con calma. / si hay luz / ya te / encontrará». A su edad, no teme señalar lo que ve ni refutar a los grandes: «así es como / viven y mueren / los hombres: no a la manera de Eliot / sino / a la mía, a la nuestra, / quedos cual ala plegada».
Es como si el poeta ya hubiera estado allí, y estuviera en situación de decirnos lo que cabe esperar: «hay que morir unas cuantas veces antes de poder / vivir de verdad», sin jactarse, pero sin adornar ni amortiguar nada tampoco: «la vida en sí no es el milagro. / que el dolor sea tan constante, / ése es el milagro. / … / el dolor es la alegría de conocer / la más cruel de las verdades / que llega sin / avisar. / … / la vida es estar solo / la muerte es estar solo».
Pero si algo destaca en este último volumen es la sensación acumulada del paso del tiempo, su marchamo siempre palpable en algún verso del poema: «soy viejo / pies de pirada han hollado / los suelos de limpia paja / de mi alma / y los canarios ya no cantan». A pesar del desprecio a la vida del que siempre parece haber hecho gala Bukowski, de sus coqueteos con el suicidio y del hastío que a veces parece destilar, es más que notable su atención al transcurrir del tiempo, al paso del instante único, y la honda tristeza que eso conlleva.
En este sentido, «el minuto» es probablemente uno de los mejores poemas de toda su obra, una declaración de principios, una llamada a las armas contra el desperdicio del tiempo socialmente aceptado y fomentado, una denuncia de cómo se «mutilan minutos / horas / días / vidas», y al mismo tiempo, una furibunda declaración de principios: «luchar por cada minuto es / luchar por lo que es posible en / tu interior / de manera que tu vida y tu muerte / no sea como la / suya. / no seas como ellos / y / sobrevivirás. / minuto a / minuto».
Versos así, capaces de transmitir una verdad simple de manera tan concisa y descarnada, aquilatada a fuerza de los intentos de toda una vida, justificarían un libro de aforismos: «tú también averiguarás que / nos hemos equivocado / todos de asunto / y si no sabes a / qué me refiero / es que no sientes la / tristeza en el aire», pues es probablemente en estas páginas postreras donde asoma el mejor Bukowski aforístico obstinado en sus certezas: «la única definición de / Verdad (que cambia) / es que es esa cosa o acto o / creencia que rechaza / la muchedumbre», o, «el recuerdo es una triste excusa para el presente». Da la sensación de que, con el paso de los años, y a pesar de su prolijidad, es capaz cada vez en mayor medida de condensar conocimientos y dejar máximas medio escondidas en los poemas: «los hombres más fuertes son los menos / y las mujeres más fuertes también / mueren solas», o bien «no nos merecemos nada / y eso es lo que tenemos / ahora».
Es precisamente la certidumbre de saberse asentado y reconocido lo que le permite afirmar que «la vida de cada cual es muy corta para / encontrar significado y / todos los libros casi un / desperdicio». Se confiesa derrotado en su empeño una vez más, a pesar de barruntar que ya ha alcanzado eso que él considera la inmortalidad, a pesar de haber puesto un pie en la posteridad a fuerza de descaro y tesón. «La sabiduría para dejarlo / es lo único que nos queda», afirma. Pero Bukowski sigue adelante, ajeno ya a los homenajes, que teme y desprecia por igual: «cabrones, aunque leáis esto mucho después / de mi muerte, / olvidaos de mí. / probablemente no era / tan bueno». Se trata ya de evidentes preparativos para sus exequias: «ojalá en algún funeral / alguien dijera: “¡qué tipo tan odioso/ era!”. / incluso en mi funeral / que haya un poquito de verdad, / y luego la buena tierra / limpia».
Poco tiempo después de escribir esos poemas, cincelarían en su lápida el epitafio Don’t try, no lo intentes. Pero también podríamos encontrar otros epitafios del mismo calado en estas páginas: «ceniza / sólo me queda pura / ceniza / primero nos meamos en el corazón / ahora nos meamos en la ceniza».
La gente parece flores al fin. Según sus herederos, aquí termina la exhumación de poemas de los archivos de Charles Bukowski. Ahora se puede hablar de que su obra está por fin completa, y cabe someterla en su totalidad al juicio de la crítica y los lectores. Al ir alcanzando el final, el poeta dice: «la muerte me entra en la boca / y me serpentea por los dientes / y me pregunto si me asusta / este morir sordo y apenas triste que es / como el marchitarse de una rosa». Ha llegado el momento de volver atrás y releer sus escritos, desde el principio, tal vez empezando por un libro como Atrapa mi corazón en sus manos, o por un poema que comienza con la invitación: «Bienvenido a mi infierno agusanado».
lunes, 24 de mayo de 2010
POEMA - NO DEL TODO - ESPERANZADOR by Gsus Bonilla.
LIMPIEZA DE BAJOS por Alfonso Xen Rabanal.
Los sueños, esas imágenes de otras vidas, miles de situaciones que ante mi desfilaban con un movimiento de muñeca. Y todo lo vi: entre luces y sombras escuché el eco de mil muertes que me reclamaban como fedatario... y me asustaban y confundían, pero seguía mirando hasta que las imágenes se disolvían en puntos luminosos... Entonces comprendía y un sueño de vida me alcanzaba. Mi mano se deslizaba por la pintura leyendo en su estucado... Y me unía al coro feliz de mis hermanos.
domingo, 23 de mayo de 2010
A DOS PASOS by Loredhi.
La manera de recogerse el pelo en La Opinión Coruña:
sábado, 22 de mayo de 2010
viernes, 21 de mayo de 2010
FRÁGIL (Antología 2001-2010). EVA VAZ
(Baile del sol)
SO-118. Poesía. 2010. 132 páginas. ISBN: 978-84-92528-97-4. 10 €.
COMO UNA ENSALADA. Pablo G. Bao
He seguido, desde hace ya tiempo, sus andanzas literarias y personales, o personales y literarias (en Carla, ambas cosas se confunden y convergen hasta formar un todo), y al día de hoy no me cabe la menor duda de que estamos ante una poeta a tener bien en cuenta, con un manejo bien fluido de variados registros, como puede observarse contrastando, por ejemplo, la contundencia expositiva del poema Unos cuantos piquetitos, de la pequeña perla musical Midnight Blues, cuyo sencillo tono “atraviesa limpiamente tu espalda”, o del nocturno y taciturno y reflexivo Espasmos en San Francisco y ese precioso trino que abre el poemario Cuviví, que yo ya conocía, igual que conocía La Extranjera, notable tarjeta de visita por si a alguien le cupieran dudas, y cómo no, el que parece más elaborado, mezcla de humor, ironía y amor, condimentado con traviesa inteligencia, el dedicado a Mark, su hombre, 7 jugadas en blanco y negro, especialmente válido para quien quiera averiguar que el ajedrez no es solamente un juego, o que es precisamente eso, un juego, el juego, donde la vida salta, avanza, retrocede y se enroca, y donde el jaque mate es el último sueño de la noche…
No es mi intención ni mi deseo hacer una reseña en profundidad del poemario en cuestión, dios me libre de algo así, sólo quería dejar una modesta opinión sobre esta inquieta joven y su joven aunque eterna pasión, cosa esta que ya parece no estar de moda, salvo que deseemos llamar pasión a esa histeria malsana de tanto y tanta poeta recurrente, donde parece ser que lo que prima es hablar de las reglas menstruales o de la innata estupidez del macho (ellas) o de la última resaca y vomitona y soledad y existencial angustia (ellos), quedándole a veces a uno ese regusto incómodo de haberse equivocado otra vez, de no haber abierto las hojas deportivas del diario en lugar de esa última tabarra lírica recién salida del horno editorial.
Carla, puesto que me has querido honrar con tu amistad, como un amigo te lo digo: leer tu poemario ha sido igual que zamparse una ensalada fresca y nutritiva, algo muy saludable y conveniente.
Y ahora voy a terminarme mi ensalada…
LAS MUJERES DE BUKOWSKI. Sergio Sauce
[Publicado en El Viajero de El País]
Un repaso a los lugares que marcaron la vida del escritor maldito de las letras norteamericanas en Los Ángeles
SERGIO SAUCE - 04/05/2010
La sombra de Charles Bukowski (1920-1994) se extiende por toda la ciudad de Los Ángeles. Era un viejo indecente, todo el mundo lo sabía. Un ludópata, un alcohólico y, en demasiadas ocasiones, un violento. Un canalla, en suma. Y, sin embargo, acodado en la barra del Frolic Room, se mostraba como alguien totalmente inofensivo. Es aquí, en la confluencia de Hollywood Boulevard y Vine Street, donde empieza el recorrido por algunos de los lugares que marcaron la vida del escritor maldito de las letras norteamericanas. En la calle hay mujeres, ruido y trapicheos. En el bar también. A sólo un par de manzanas está la tienda donde Bukowski solía ir a comprar cervezas. Este siempre fue uno de los lugares favoritos del poeta.
Bukowski era un mentiroso. A veces contaba que nació en California, pero en realidad lo hizo en Andernach, Alemania, en 1920. Hijo de inmigrantes, dio sus primeros pasos en el número 4511 de la calle 28 oeste de Los Ángeles. Hoy la casa la habita una joven pareja norteamericana. Luego se mudó. Y así una y otra vez. De pequeño nunca se planteó qué quería ser. De mayor tampoco, confesaría después.
Pregúntale al polvo
Bukowski pasó la adolescencia en el 2122 de Longwood Avenue mientras estudiaba en el Mount Vernon Junior High, un imponente edificio de cemento típicamente americano. Frustrado, con la cara llena de granos, era un chico tímido, callado y solitario. No tuvo ni novias ni amigos.
En 1939 se graduó en Los Ángeles High School, como cuenta en su novela La senda del perdedor, y entonces fue cuando todo cambió. Una tarde, ojeando las estanterías de la Biblioteca Pública de Los Ángeles, en West 5th Street, descubrió Preguntale al polvo de John Fante y, con él, el realismo sucio.
Fue acumulando trabajos uno tras otro como cromos de una colección. Escribió alguna poesía, algún relato breve, pero no fue hasta los 51 años cuando vio que podía ganarse la vida con la máquina de escribir y publicó su primera novela, Cartero.
Entre tanto encontró un empleo como funcionario de correos en la Terminal Annex del centro (inspiración para su debut) y se casó con Barbara Frye, alter ego del personaje de Joyce en Cartero. La relación no duró demasiado y al poco tiempo se divorciaron. Después conoció a Frances Dean, en el hostal 1623 de North Mariposa Avenue, un lúgubre antro del Hollywood este. Con ella tuvo a su única hija, Marina, que nació en 1964.
Un hombre afortunado
Bukowski era un hombre muy poco atractivo y no fue hasta que empezó a tener éxito como escritor cuando las mujeres comenzaron a acercarse a él. Como la relación con Frances Dean tampoco cuajó, conoció a la escultora Linda King, con la que mantuvo una turbulenta aventura de amor, maltrato, gritos e infidelidad durante varios años. Juntos se instalaron en un chalet en De Longpre Avenue y más tarde se trasladaron a Edgerwater Terrace, en el barrio de Silver Lake. Con ella no se casó, pero sí con Linda Lee Beighle, que se convertiría en su última pareja.
Los 70 fueron una buena época para Bukowski. Empezó a ganar nombre como escritor y, con él, mucho dinero. Además de las apuestas, se permitía el lujo de ir a comer en el restaurante Musso & Frank Grill, uno de los más populares entre las estrellas de Hollywood. Allí solía pedir cordero y vino blanco dulce para acompañar. Lejos quedaban los años de malvivir, pasando de pensión en pensión, de casa en casa, y para gastar sus últimos años Bukowski se trasladó a San Pedro.
Fue su época más tranquila. Pasaba las tardes en el hipódromo de Hollywood Park. Por las mañanas se dedicaba a escribir poesía en el patio de su casa y comenzó a recoger gatos de la calle. Aunque había llevado una vida de excesos, disfrutó una considerable buena salud hasta el final. Tras recibir quimioterapia en el tratamiento contra la leucemia, Charles Bukowski murió el 9 de marzo de 1994 en el hospital San Pedro Peninsula. Cinco días después fue enterrado en el cementerio Green Hills Memorials Parks, en el Rancho Palos Verdes.
jueves, 20 de mayo de 2010
CÓMO COCINAR UN CRUCIFIJO. Javier Krahe
Leer la noticia
EN LA CÁRCEL DE SAN PEDRO. Miguel Sánchez-Ostiz
Cúbiculos, pasillos estrechos, pasadizos oscuros, escaleras empinadas que dan a las celdas privadas, de pago, arañadas o inventadas en donde no hay sitio para nada... y un patio que es un pueblo o un termitero por el que no cesaba de circular gente: hombres, mujeres, niños. Los policías al otro lado de las rejas. Ningún vigilante a la vista. En la galería superior de esa ruina, ropa tendida, calzados, gente acodada...
La cárcel de San Pedro es un lugar de leyenda, por los políticos que han estado dentro, por los criminales famosos que todavía están, por el hacinamiento, porque es una ciudad dentro de la ciudad, con sus barrios, sus comercios, sus casas de comidas y cocinas humeantes y sus leyes, y sobre todo porque era un destino turístico de los gringos que iban a comprar cocaína que se hacía en su interior.
En otro lugar conté cómo el líder obrero Filemón Escóbar escribía en sus memorias que los ladrones salían por la noche de la cárcel a robar y regresaban una vez acabada su jornada laboral.
Ahora mismo, en la Sección Posta, que es en la que he estado, hay presos políticos y presos comunes, casi todos por tráfico de drogas, y de todas las nacionalidades. Tienen su propio equipo de fútbol que poco después del almuerzo ha desaparecido por un corredor estrecho y oscuro con su uniforme reglamentario. He saludado a un español, de Madrid, preso por tráfico, que está a la espera de una extradición. "Casi todos están por mulas", me han dicho.
Hemos almorzado en un rincón del patio, bajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, en familia, entre amigos, como si no pasara nada y aquello fuera lo más natural del mundo.
Un patio con mesas protegidas con sombrillas, que es a la vez cancha de baloncesto, de balonmano y de ping-pong, y galería comercial, un bar y dos tienditas: "Tiendita El Amigo", decía una de ellas.
Algunos reclusos mataban el tiempo mirando al infinito, otros secreteaban en un rincón o jugaban al ping-pong, y otros más llevaban vida familiar con sus mujeres e hijos.
Un ex ministro de Evo Morales, encerrado por corrupción, ha pasado un par de veces sin vernos.
Los hijos de otros reclusos, chicos de primaria, que también viven en la cárcel con toda su familia, han venido a que el tata les de la paga del día. Y en la reja las enamoradas besándose a través de los barrotes con sus enamorados.
BUKOWSKI EN LOS SÁBADOS NEGROS
Sábado 22 de Mayo de 2010 a las 18:30 horas
Calle Embajadores, 35, local 6 - Lavapiés - 28012 Madrid
Teléfono: 915 320 928
http://www.traficantes.net
miércoles, 19 de mayo de 2010
LA VIEJA por Gemma la Santa.
LA ELECCIÓN por Velpister.
DÍA DAS LETRAS GALEGAS
un bico e ganas de vervos
martes, 18 de mayo de 2010
VINALIA TRIPPERS BLOG: Colaboraciones.
MIEDO por Julia D.Velázquez.
miedo que traiciona mi voluntad
miedo que arranca ilusiones
miedo que anula mi sentido
miedo a lo pasado
miedo genético
miedo inculcado
miedo que irrita el presente
miedo que me deja en carne viva,
miedo que sale entre las sabanas y se cuela en mis sueños
brazos que cierran heridas
brazos que dan aliento
brazos que curan el miedo.