domingo, 31 de marzo de 2019
sábado, 30 de marzo de 2019
TIEMPO por RAMÓN GUERRERO
Y qué?
Hasta los sonetos disfrutan
de las cosas bien hechas.
Sin respeto en el pensar
está el mejor vivir.
Lanzo un reto sin ningún derecho.
No cuento endecasílabos ni consonantes
Ni cuartetos ni tercetos.
Me burlo de lo hecho en oro y sin decoro.
Contemplo violento mis ojos
reflejados en calles de cemento.
La eternidad impregnada de lo fecundo
de lo sentido y de tus latidos
de lo contenido y de lo convulso
de la puta realidad.
Ramón Guerrero
jueves, 28 de marzo de 2019
martes, 26 de marzo de 2019
TONADAS DE RONDA Y CANTOS ROMEROS por CARLOS DE LA CRUZ
No conozco tu nombre
¿quieres ser mi enemigo?
hoy
Y nos fuimos
en marzo
con la boca en un puño
aprieta las cuchillas
El cielo
a gajos
las nubes tordas
las grullas
goma de borrar
el rotundo roto del poema antes de beber
y la retama alrededor de las blasfemias
después
Nos fuimos en marzo
Frente a la ventana de la cocina
entre el edificio de protección social y vivienda joven
de diez plantas
que estiran como tripa de chicle
sobre la avenida san diego
un viejo arce blanco
a la altura del tercero B
segunda escalera
un nido
antes-de-ayer llegaron las palomas
están a sus cosas
el pequeño Bakunin
(el gato rubio con la cola rota que llegó en junio infestado de garrapatas)
dedica parte de la mañana a observar los progresos de la familia
sentado sobre la lavadora
Marzo se muere
y los enemigos vuelan intactos
son grullas
sobre el lago de unos ojos
perpendiculares como el acero
de los nervios de Entrevías
extendidos sobre el lomo de una ciudad enferma
que insiste
dumb dumb dumb
en derribar el nido
devorar los pollos
que seamos siempre
enemigas.
Carlos de la Cruz
lunes, 25 de marzo de 2019
viernes, 22 de marzo de 2019
jueves, 21 de marzo de 2019
LA NEGRA LUZ DEL CÍRCULO OSCURO: José G. Cordonié.
La Negra Luz del Círculo Oscuro es una colección de relatos englobados en el subgénero “Weird fiction”, o ficción de lo extraño, en la que podemos encontrar historias que transcurren en un insólito cotidiano, dentro de una atmósfera donde es difícil de definir, en ocasiones, si nos hallamos frente a un hecho extraordinario o ante una creación inexplicable de nuestra mente.
Un hombre que descubre que su cara no es su cara en el espejo, un niño que contacta con el más allá a través de una caracola de mar, un vampiro que se enfrenta a la pérdida de memoria, o un hombre que se encuentra con su doble exacto en una difícil y confusa situación, son algunos de los temas que puedes encontrar en estos relatos, escritos con una alta dosis de creatividad y originalidad para transformar momentos de la vida de los personajes en situaciones que provocan asombro y extrañeza.
miércoles, 20 de marzo de 2019
OFERTAS por ANA PATRICIA MOYA
I
LATAS DE ATÚN (2x1)
Frente al estante de las conservas
no suelo tardar mucho en escoger
siempre lo más barato
sin embargo, en el amor,
ya no me vale cualquiera
para consumir esta soledad tan insípida.
II
FRUTA DE TEMPORADA
Compro un cuarto de manzanas verdes
-mis favoritas, tan ácidas-
las conservo en el cajón del viejo frigorífico
y me apuro en comérmelas pronto
que todo se enfría, hasta pudrirse,
como lo nuestro,
que nació y murió sin nombre.
III
PESCADO FRESCO
FRUTA DE TEMPORADA
Compro un cuarto de manzanas verdes
-mis favoritas, tan ácidas-
las conservo en el cajón del viejo frigorífico
y me apuro en comérmelas pronto
que todo se enfría, hasta pudrirse,
como lo nuestro,
que nació y murió sin nombre.
III
PESCADO FRESCO
A diario, me cuentan novedades
del panorama literario
pero más me entusiasma
la bajada de precios,
cada día que pasa menos me interesan
los fariseos de las letras y sus imperios
y sobre este plato hay un filete
/ de lenguado
-un lujo que me permito cada
/ tres semanas-
hay más poesía.
pero más me entusiasma
la bajada de precios,
cada día que pasa menos me interesan
los fariseos de las letras y sus imperios
y sobre este plato hay un filete
/ de lenguado
-un lujo que me permito cada
/ tres semanas-
hay más poesía.
Ana Patricia Moya, de La casa rota (Versátiles, 2019)
http://versatileseditorial.es/producto/la-casa-rota-ana-patricia-moya
http://versatileseditorial.es/producto/la-casa-rota-ana-patricia-moya
martes, 19 de marzo de 2019
EN LA JUNGLA SE OYE ALGO por ELOÍSA TROYA
algunos poetas salen
locos
buscando algo
de clemencia.
La palabra
muerta es masticada y
la piel se les esconde.
Temblorosos
piden pan,
alimento sólido,
promesas.
Gritan.
En la jungla
se oye algo.
Miran,
comen,
deletrean.
Eloísa Troya
lunes, 18 de marzo de 2019
PARALIPSIUM I por FRANCIS SANRU
querido hermano,
ella me dijo:
-Este no es tu sitio.
Este no es tu hogar.-
Llevo cuatro años
junto a los guerreros
y he aprendido
que podría regresar
y depositar mi martillo
de guerra
junto a la araña,
en lo más profundo del agua.
En agosto del 18,
un robot compuso un poema
y te nombró como Janes Barley.com
por diez veces.
Era verano
y celebrábamos la libertad.
Joy bailaba “Western Shores”
en un pequeño escenario.
Luego recitaba poemas
sobre extraños regalos
dejados a los muertos
en el cementerio
de Godbye Spring Circle.
El jardín era una fiesta
lleno de estrellas.
Un universo de nieve
en el calor global
hasta que llegó,
como un regalo en vacaciones,
la fría guerra.
Un plaga.
Oraciones.
La Iglesia, hermano,
repletas de banderas
de memoria,
de información.
De revelación.
Microlocura
de un nuevo mundo.
Ovejas solitarias
en charcos de sangre,
observando árboles arder.
El dragón Alisa,
con cabeza de libélula,
regaba el país
con demonios Dédalos
que cantaban tristes Blues.
¿Qué nos salvó?
ella me dijo:
-Este no es tu sitio.
Este no es tu hogar.-
Llevo cuatro años
junto a los guerreros
y he aprendido
que podría regresar
y depositar mi martillo
de guerra
junto a la araña,
en lo más profundo del agua.
En agosto del 18,
un robot compuso un poema
y te nombró como Janes Barley.com
por diez veces.
Era verano
y celebrábamos la libertad.
Joy bailaba “Western Shores”
en un pequeño escenario.
Luego recitaba poemas
sobre extraños regalos
dejados a los muertos
en el cementerio
de Godbye Spring Circle.
El jardín era una fiesta
lleno de estrellas.
Un universo de nieve
en el calor global
hasta que llegó,
como un regalo en vacaciones,
la fría guerra.
Un plaga.
Oraciones.
La Iglesia, hermano,
repletas de banderas
de memoria,
de información.
De revelación.
Microlocura
de un nuevo mundo.
Ovejas solitarias
en charcos de sangre,
observando árboles arder.
El dragón Alisa,
con cabeza de libélula,
regaba el país
con demonios Dédalos
que cantaban tristes Blues.
¿Qué nos salvó?
Francis SanRu
viernes, 15 de marzo de 2019
jueves, 14 de marzo de 2019
EL GRAN IMPACIENTE: Suicidio Literario y filosófico.
1942, ciudad brasileña de Petrópolis: un célebre escritor austriaco redacta su nota de despedida unos minutos antes de ingerir una dosis mortal de narcóticos: «Yo, demasiado impaciente, me marcho antes». Palabras que sentencian el espíritu común que aúna a los más de trescientos cincuenta autores que convoca el poeta, ensayista, crítico literario y novelista Toni Montesinos, desde el siglo VI antes de Cristo hasta el XXI. Por medio de todos ellos, asistiremos a un desfile protagonizado en paralelo por la muerte voluntaria y el arte literario y filosófico llevado, en muchas ocasiones, hasta el paroxismo; conoceremos un amplio repertorio de métodos, lugares y excusas para salir de la vida; viajaremos en el tiempo para descubrir detalles de derecho, religión o psiquiatría que explican la actitud histórica frente al suicidio; descubriremos un gran número de novelas, poemas, obras teatrales y ensayos que han abordado este mortuorio asunto... Pero, por encima de todas estas perspectivas, se impondrá el pálpito de cada historia personal o artística, la asombrosa abundancia del suicidio entre las creaciones y existencias de los escritores —todo un aluvión en la pasada centuria—, y, en definitiva, la presencia subliminal, constante e inevitable, en torno al modo de afrontar nuestra propia mortalidad.
Sobre la obra:
"Toni Montesinos ha creado en poesía, ensayo y novela un contexto singular. Por ejemplo, su obra El gran impaciente. Suicidio literario y filosófico, pieza inclasificable en cualquier bibliografía sociológica, psicológica o literaria mundial y, por lo tanto, doblemente rara en lengua española. Su brevedad esconde el fascinante fulgor del dolor, el consuelo, la libertad y el horror. Y así inicia un apasionante recorrido por la historia y ciertos perfiles del suicidio, que se complementa con una exasperante cronología al respecto y con el modus moriendi y las clasificaciones del suicida. ¿Entonces hemos estado ante un ensayo literario, un vademécum, un libro que es necesario tirar o convertirlo en objeto de cabecera? No importa la respuesta: su resplandor nos seguirá siempre."
José Balza, «Inflexiones: Toni Montesinos», en Ensayos simultáneos, Universidad Autónoma de Querétaro, Santiago de Querétaro, 2017.
miércoles, 13 de marzo de 2019
ABEL SANTOS: Huelga decir.
CUENTAS LA SUERTE A PULSO
Madrid de 2009
es una ciudad de medio millón de parados
según las últimas estadísticas.
A veces, en la noche de mi cuarto alquilado,
yo me revuelvo y me incorporo
y voy de trabajo en trabajo por días sueltos,
porque 190 pulsaciones
no son bastantes para las 200 que requería
el puesto de grabador de datos.
Desde que tenía 16
he tendido los ojos para siempre
a este hermano imbécil o santo del poema,
que dijo Raúl Núñez.
Así que descargo mobiliario escolar
en colegios tipo El club de los poetas muertos
con trofeos y jardines y mucha luz...
Y le pido cuentas, a mis 33 años, a la poesía
que me ha llevado a estar ganándome así el pan
junto con estudiantes veinteañeros.
200 pupitres a músculo en 150 minutos.
La situación —me dicen—está peor
de lo que habíamos imaginado
para que alguien de tu edad trabaje con nosotros.
Ellos fuman y hablan con optimismo
de las fiestas universitarias en Salamanca
con jóvenes y copas hasta arriba, de drogas
que probarían y de besarse
con buenas chicas en lugares
sin demasiado peligro de vida o de cansancio.
400 sillas de futuros economistas a la espalda.
Y entonces comprendo
que me pesan más los errores y la espera
de reconocimiento y jardines y mucha luz...
Hay miles de premios, por suerte,
para seguir escribiendo.
Yo pienso en ti,
en cómo tus abrazos me arman de paciencia
en las tibias e insolventes tardes otoñales,
y en cómo mi corazón es ahora un guerrero distinto
que se está ganando a pulso la eternidad contigo
en este contrato basura con el tiempo.
Donde el amor siempre cuenta.
*
EL ENCARGADO
Bueno, de acuerdo, mira,
esto es lo máximo a lo que pueden aspirar
los tipos como nosotros:
no hay más.
CHARLES BUKOWSKI
Fue mi jefe en aquel almacén
de La Moraleja, aquella mañana de derrota,
quien me hizo la pregunta inesperada
cuando confesé que no me gustaba el fútbol
y que mi pasión era la escritura:
—¿Eres un hombre sensible?
de lo que habíamos imaginado
para que alguien de tu edad trabaje con nosotros.
Ellos fuman y hablan con optimismo
de las fiestas universitarias en Salamanca
con jóvenes y copas hasta arriba, de drogas
que probarían y de besarse
con buenas chicas en lugares
sin demasiado peligro de vida o de cansancio.
400 sillas de futuros economistas a la espalda.
Y entonces comprendo
que me pesan más los errores y la espera
de reconocimiento y jardines y mucha luz...
Hay miles de premios, por suerte,
para seguir escribiendo.
Yo pienso en ti,
en cómo tus abrazos me arman de paciencia
en las tibias e insolventes tardes otoñales,
y en cómo mi corazón es ahora un guerrero distinto
que se está ganando a pulso la eternidad contigo
en este contrato basura con el tiempo.
Donde el amor siempre cuenta.
*
EL ENCARGADO
Bueno, de acuerdo, mira,
esto es lo máximo a lo que pueden aspirar
los tipos como nosotros:
no hay más.
CHARLES BUKOWSKI
Fue mi jefe en aquel almacén
de La Moraleja, aquella mañana de derrota,
quien me hizo la pregunta inesperada
cuando confesé que no me gustaba el fútbol
y que mi pasión era la escritura:
—¿Eres un hombre sensible?
—Tan sensible como cualquiera que lo sea,
pero con un detalle:
soy receptivo al mensaje oculto de la vida,
por ello me encargo de transmitir
lo que otros no pueden
a través de la función de las palabras.
Aunque no siempre funciona.
Pareció comprenderlo.
Algo brillaba en la superficie triste de sus ojos.
Uno se da cuenta,
tras empaquetar decenas de miles de relojes caros
(junto con tus emociones más profundas),
que el cliente no apreciará en el pedido
nada más que el lenguaje
de una estúpida y perfecta maquinaria.
Hay que seguir trabajando.
https://boriaed.com/producto/huelga-decir/
pero con un detalle:
soy receptivo al mensaje oculto de la vida,
por ello me encargo de transmitir
lo que otros no pueden
a través de la función de las palabras.
Aunque no siempre funciona.
Pareció comprenderlo.
Algo brillaba en la superficie triste de sus ojos.
Uno se da cuenta,
tras empaquetar decenas de miles de relojes caros
(junto con tus emociones más profundas),
que el cliente no apreciará en el pedido
nada más que el lenguaje
de una estúpida y perfecta maquinaria.
Hay que seguir trabajando.
Abel Santos, de Huelga decir (Boria Ediciones, 2019)
*
En este nuevo libro de poesía de Abel Santos, escrito entre los años 2008 y 2018, se trata la crisis económica, social y espiritual que azota el mundo, aunque centrada principalmente en España, tras el crack bursátil de la bolsa en 2009, para hablar de desahucios, manifestaciones, contratos basura, religión, desempleo, política, adicciones, revolución sexual y poesía empleando distintos tonos de voz que representan a una ciudadanía a la que ya sólo le queda llamar a Dios con un grito humano, en legítima defensa, en un último gesto desesperado ante el abismo.
martes, 12 de marzo de 2019
LA CASA ROTA: Ana Patricia Moya.
En La casa rota, Moya recurre al ambiente cercano, sagrado e íntimo del hogar; un contexto históricamente abundante en la poesía de mujeres que se han visto, quieran o no, relegadas por la crítica y el establishment literario al ámbito de lo cercano y lo menor. Este contexto aparentemente poco pretencioso se convierte en este poemario en algo metafórica y existencialmente incluyente a través de la fuerza de las palabras. “Algunas mujeres se casan con casas”, decía la gran poeta Anne Sexton, consciente, como Ana Patricia, de que ese lavar incansable que recrea en sus poemas es metáfora de algo más: una identificación con la suciedad que se acumula en esas paredes-piel, paredes-útero, que es necesario limpiar como un acto de redención.
(Prólogo de Marisol Sánchez Gómez).
Estos poemas hablan de esa soledad de las latas de atún en el estante. Expresan una espera desde la nada y hacia la nada, un anhelo de que algo cambie de una vez en la jerarquía de la despensa. Mientras, se hacen otras cosas. Se echa en falta la tarrina de arroz perdida - un minuto en el microondas, perforar previamente, abrir con delicadeza porque quema -, que no va a volver, pero por si acaso. Se escudriñan los rincones del no-pasa-nada, la obsesión te abofetea - con delicadeza, porque quema -, la pulcritud que ofrece la soledad también permite envenenarse. Sí, estos poemas son soledad - no va a volver, pero por si acaso -, espera, melancolía y un impulso de convicción: las cosas que no están aquí, en el estante, tampoco saben las respuestas.
(Epílogo de Chá Lucena).
lunes, 11 de marzo de 2019
ELLA NUNCA SE LLAMÓ MUERTE por PEPE PEREZA
José Luis saca la camilla del quirófano y la empuja hasta el ascensor más cercano. El ochenta por ciento de su trabajo consiste en eso: llevar pacientes de sus habitaciones a los quirófanos y, una vez intervenidos, traerlos de vuelta a la habitación. Los quirófanos están en el ala oeste del edificio, es decir, justo en el otro extremo de donde se encuentran las habitaciones. Los arquitectos que diseñaron el hospital se lucieron a la hora de ubicar las instalaciones. Por su incompetencia él y los demás celadores se ven obligados a empujar las camillas por una serie de intrincados pasillos que no terminan nunca. La media de kilómetros en una jornada normal es de quince. Está agotado de tanto paseo. Pronto será mediodía y podrá irse a casa a descansar. Una vez dentro del ascensor, pulsa el botón de la planta baja. En cuanto se cierran las puertas, se inclina sobre el paciente anestesiado para extraerle una espinilla que tiene en la frente. Presiona con los dedos hasta que empiezan a salir las impurezas. Es como un orgasmo de grasa y pus. Le encanta esa sensación. Ya desde niño sentía una atracción irresistible por cualquier tipo de erupción cutánea. Su etapa de acné, al contrario que los demás adolescentes, fue un regalo para él. Cuando pasó y dejó de tener granos propios empezó a pedirles a sus familiares y amigos que le dejasen reventar los suyos. En ese momento las puertas del ascensor se abren. Él se coloca detrás de la camilla y la empuja a lo largo del pasillo.
José Luis llega a casa empapado. Está lloviendo a mares y se le ha olvidado el paraguas en el trabajo. Se seca por encima con una toalla, luego se quita la ropa mojada para ponerse un albornoz. Está cansado y debería acostarse, pero ha bebido demasiado café a lo largo de la jornada y ahora no tiene sueño. Ya dormirá más tarde. Conecta el ordenador y va directamente a la página de YouTube. Escribe: Extracción de quistes sebáceos. Aparecen una gran variedad de vídeos. Los hay para todos los gustos. Granos con pus lechoso y sangriento, con textura de nata batida, (esos son sus preferidos), también hay imágenes de puntos negros que al extraerlos del interior de la piel parecen tiras de papel arrugado… A José Luis le reconforta ver el número de visitas de la mayoría de los vídeos. En algunos se cuentan por millones. Eso quiere decir que su extravagancia es más común de lo que pensaba. Selecciona un vídeo que no había visto antes. Se trata de la extracción de un quiste en la mejilla de una mujer. Lo novedoso es que la perforación la hacen con rayos láser. El carrillo abarca la pantalla en un primerísimo plano. Unas manos enguantadas con látex dibujan un pequeño círculo con un rotulador negro, delimitando la zona a tratar. Seguidamente apoyan una guía metálica y proyectan el rayo en el centro del círculo dibujado. Se ve perfectamente cómo el haz de luz penetra en la carne. Seguidamente presionan con ambos pulgares hasta que la grasa es expulsada. Una vez que han retirado las impurezas, con unas pinzas proceden a extraer la membrana interior que envolvía la grasa, y la cortan de raíz con unas tijeras. Justo en ese instante le llega un mensaje por Whatsapp. Es Mónica.
*¿Qué haces?
*Poca cosa.
*Lo digo por si quieres pasarte por casa. Mi marido acaba de salir para ir al aeropuerto y voy a estar sola todo el día.
Aunque está cansado, un polvo con Mónica siempre merece la pena. Por otro lado, llueve y hace frío. No le apetece volver a salir de casa estando el día así. Se lo hace saber.
*¿Has visto la que está cayendo? Es el puto diluvio universal.
Como contestación, Mónica envía un selfie de sus tetas.
*Si quieres catarlas vas a tener que mover tu culo hasta aquí.
No las muestra desnudas, pero sí enseña suficiente carne para despertar su interés. Aunque lo que realmente llama su atención no son los pechos, sino una zona de puntos negros que está en medio. Son espinillas. Ese *detalle inclina la balanza.
Vale, pero antes tengo que ducharme.
*No olvides afeitarte.
Mónica le tiene prohibido cualquier asomo de barba. No quiere sarpullidos ni irritaciones en su piel que puedan alertar a su marido.
Al salir del portal lo primero que ve es un paraguas rodando por la acera y a su dueña persiguiéndolo. Y es que, para empeorar la cosa, a la borrasca hay que sumarle fuertes rachas de viento. Los ingredientes perfectos para un día de perros. La parada de autobús está a un par de manzanas. José Luis corre en esa dirección procurando pasar por debajo de los soportales y las marquesinas que encuentra por el camino. Llega a la parada y espera. El autobús tarda en llegar. Con ese tiempo el tráfico es un caos. Se oye el silbido de un Whatsapp. Todos los que están en la parada miran sus Smartphone. El aviso es para él.
*¿Dónde coño estás?
Está empapado y temblando de frío, esperando un autobús que no termina de llegar. Lo que menos le apetece es que le metan prisa. Por un momento se plantea volver a casa y dejarla plantada. Pero se acuerda de la zona de puntos negros y cambia de opinión.
*Estoy llegando.
*Ok, date prisa.
Por fin, aparece el autobús. Va lleno y hay que sacar los codos para hacerse hueco entre los pasajeros. De entre la mezcolanza de rostros hay uno que le resulta familiar. Es una mujer delgada, de piel pálida que está sentada junto a una de las ventanillas. No sabe de qué la conoce, pero hay algo en ella que le inquieta. Como en un puzle intenta encajar a esa persona en su vida. Ahora cae. Ambos estudiaron juntos en tercero y cuarto de EGB. Ella se llama Natividad. Recuerda que era una niña de piel blanca y ojeras pronunciadas, excesivamente tímida que se sentaba delante de su pupitre. Sin duda, el remordimiento que siente se debe a que por aquel entonces él no paraba de tomarle el pelo. Un día, tuvo la ocurrencia de darle la vuelta a su nombre, en vez de Natividad decidió llamarla Muerte. El hecho de tener un aspecto enfermizo posibilitó que el mote cuajará y que todos los alumnos terminaran llamándola así: Muerte. Ella nunca se lo perdonó. Se abre paso entre los pasajeros y se acerca a su asiento.
-Hola ¿Te acuerdas de mí?...
Se puede ver en su cara que sí. Él se fija en un pequeño granito que ella tiene junto a la comisura de la boca. Calcula que le faltan tres o cuatro días para que sea una espinilla lista para reventar.
-Ha pasado mucho tiempo, pero quiero que sepas que lamento mucho todas las trastadas que te hice en el colegio –le dice.
-¿Trastadas?
-Bueno, ya sabes.
-Lo que tú llamas trastadas para mí fueron crueles humillaciones.
-No crees que exageras. Yo solo le di la vuelta a tu nombre.
-Veo que no tienes ni idea del daño que me hiciste con eso. Un día, una niña se acercó a mí y me escupió en la cara porque dijo que su abuela había muerto. Lo malo es que lo hizo porque creía que yo era la culpable, pensaba que la decisión había sido mía.
-...
-Tengo una hija. El próximo año empezará a ir al colegio. Mi gran temor es que la sienten cerca de un canalla como tú.
Dicho esto, recoge sus cosas, se dirige a la parte trasera y aguarda a que el autobús se detenga. Cuando lo hace, se apea y se aleja calle abajo lidiando con la lluvia y el viento. Las puertas se cierran para seguir con el trayecto. José Luis ocupa el asiento que Natividad ha dejado libre. Aún conserva su calor corporal. En ese momento, le llega un Whatsapp.
*Han suspendido el vuelo de mi marido por el temporal. Lo siento, tendremos que vernos en otra ocasión.
El mensaje acaba con una serie de emoticonos con caras tristes: ******
Pelotas amarillentas, quistes sebáceos listos para reventar.
Pepe Pereza, de A pesar del frío (Canalla ediciones, 2019).
viernes, 8 de marzo de 2019
EL TIEMPO DE LOS ASESINOS: Ya a la venta.
Cada cierto tiempo asciende del infierno al purgatorio algún profeta, un visionario que embriaga con palabras, que escupe fuego y se desnuda y abrasa al mundo en sus pasiones, un ángel caído que recorre las calles con su pluma y hace de la tragedia humana una canción, un himno de vida y sentimiento que sublima en poesía nuestro absurdo.
Este ensayo es un rendido homenaje a estos pioneros, alquimistas del lenguaje que hicieron arte de sus vidas, rompiendo tabúes y abriendo nuevas vías de expresión, para demostrar que la literatura no es solo un ejercicio de estilo y de retórica, un juego de señoritas, sino también, y básicamente, un arma de lucha y subversión.
Vicente Muñoz Álvarez
*
Semblanzas de: J.K.HUYSMANS, OSCAR WILDE, G.I. GURDJIEFF, ARTHUR MACHEN, H.P. LOVECRAFT, LOUIS FERDINAND CÉLINE, HENRY MILLER, MALCOLM LOWRY, DYLAN THOMAS, WILLIAM S. BURROUGHS, JACK KEROUAC, CHARLES BUKOWSKI y RAÚL NÚÑEZ.
Edición en papel:
Booktrailer:
jueves, 7 de marzo de 2019
PORMINACER por GEMA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ
Pertenecer a algo,
permanecer en alguien,
el eterno objetivo,
el eje rotativo
sobre el que siempre giran
los profundos anhelos
de la raza humana,
oscilatoriamente,
así,
como un péndulo:
Pertenecer
Permanecer
Pertenecer
Permancer
Debería existir un híbrido
entre ambos,
podríamos llamarlo, no sé,
"porminacer",
¿a que suena bonito?
Porminacer...
la ingeniería mecánica
de la autoestima,
la rotación completa,
la gran revolución,
alumbrarnos de nuevo
después de la caída,
lamernos las postillas,
rodar como peonza
panza arriba
besando el remolino
del ombligo
y aprender a querernos
de una maldita vez
sin sentirnos culpables.
Gema Fernández Martínez
miércoles, 6 de marzo de 2019
HUELGA DECIR: Prólogo.
Vivimos tiempos extraños. O, tal vez, la vida en sí es extraña. Y eso la acerca al misterio y, por lo tanto, a la belleza.
Ana Frank escribió en su diario: «No veo la miseria que hay sino la belleza que aún queda».
De ahí, de esa belleza clandestina y oculta, se alimentan todos y cada uno de los poemas de este libro. Tan solo con eso ya sería suficiente para devorar página tras página hasta quedarnos sin aliento. Pero hay más; mucho más.
Día a día. Hora a hora. Minuto a minuto comprobamos en nuestra propia piel cómo el mundo, este mundo roto desde el principio, se desmorona y nos empequeñece. A veces, todas las veces, es necesario apartarse a un rincón y respirar, simplemente. Y es ahí, en ese rincón solitario, donde la poesía de Abel Santos se reconoce y emerge a la superficie.
Abel es un poeta sincero: no acepta otra forma de ser poeta y persona. Es su verdad limpia, transparente, sin tapujos ni sombras. Sus poemas no son un refugio: más bien son un territorio que roza lo sagrado y lo próximo. Abel Santos enciende un cigarro y se da un paseo por la realidad, recorre sus estrechos callejones, impregna de luz y emoción cada desencuentro y cada obstáculo. La poesía como medicina, como oxígeno, como bálsamo, como la más excelsa de las libertades.
Novalis lo dice: «La poesía cura las heridas infligidas por la razón».
Escribir y vivir, que para Abel Santos es lo mismo, significa mantenerse en pie, encajar los golpes, esquivar la muerte de alguna manera. Él, el poeta, atravesó el infierno, lo cruzó desnudo de emociones para adentro y salió de allí con un par de rasguños y el alma intacta y purificada, sonriendo. Algunos lo llamarán suerte. Yo lo llamo valentía, heroicidad, resistencia. La vida consiste en fracasar y volver a intentarlo. No tirar la toalla. Recuperar la fe en un mundo sin fe ni esperanza y casi sin amor.
Pero en este libro el amor está por todas partes. Para Abel Santos, eterno superviviente, el amor es el combustible que pone en marcha, y en orden, este universo; que le da sentido a la oscuridad de ciertos días y que nos protege del vértigo de tantas noches, enfermas y huecas. Él ama y escribe. Acaricia y sueña. El cuerpo de la persona amada se convierte constantemente en poema; sin duda, en el único poema posible.
Agarrarse al amor. Atrincherarse entre sus brazos todo el tiempo que sea preciso. Dejar de huir. Construir cielos donde antes hubieron cicatrices. Escribir un poema, para Abel Santos, es eso: dar el corazón a otros, cuantas veces haga falta, sin levantar la voz, sin exigir nada.
Paul Eluard lo tenía claro: «La única misión del poeta es no negar el dolor».
Ten cuidado, pues, lector con el libro que tienes entre tus manos; ya nada ni nadie será igual cuando salgas de aquí. Eso es lo que tiene la buena poesía, como lo es ésta: nos remueve por dentro, hace que se tambaleen nuestros inamovibles ideales, nos convierte en personas diferentes, en definitiva y en esencia.
Un antiguo dicho alemán nos advierte: «Todo lo que te hace mejor es verdad».
Huelga decir que los poemas de Abel Santos son verdad.
Y que a nosotros, seres afortunados por estar con él, nos hacen mejores y libres, más humanos y menos desdichados.
Javier Cano
*
En este nuevo libro de poesía de Abel Santos, escrito entre los años 2008 y 2018, se trata la crisis económica, social y espiritual que azota el mundo, aunque centrada principalmente en España, tras el crack bursátil de la bolsa en 2009, para hablar de desahucios, manifestaciones, contratos basura, religión, desempleo, política, adicciones, revolución sexual y poesía empleando distintos tonos de voz que representan a una ciudadanía a la que ya sólo le queda llamar a Dios con un grito humano, en legítima defensa, en un último gesto desesperado ante el abismo.
martes, 5 de marzo de 2019
SÓLO TIENE QUE FIRMAR por LUIS SÁNCHEZ MARTÍN
No ha sido una pesadilla al uso, pero creedme cuando os digo que nunca he tenido un sueño tan angustioso ni he pasado tanto miedo.
Como en una suerte de distopía, a las puertas de una ciudad amurallada —mi ciudad— dos individuos recogían firmas para su causa: «¡Firme nuestro documento denunciando el daño que hacen los inmigrantes! ¡No tenga miedo ni vergüenza, nosotros le creemos! ¡Ha llegado el momento de que alguien haga algo!».
Aunque me ardía la sangre de la ira no me atrevía a encararme con ellos y decirles lo que pensaba: TENÍA MIEDO.
Entraba en la ciudad mirando al suelo, al frente, haciendo como que no les veía —señor, eh, señor, no le robaremos mucho tiempo, sólo tiene que firmar— y, a partir de ese momento, sentía la presión de las miradas sobre mis hombros: «ese es el que no ha querido firmar».
Asustado y sintiéndome perseguido entraba en un bar en el que, según la lógica onírica del guion, siempre me habían tratado bien, pero todos callaban y el camarero no me hacía el menor caso hasta que, desolado, agachaba la cabeza y me iba por donde había venido teniendo claro que acababa de quedarme sin amigos.
Al volver a casa encontraba unos niños jugando en mi cocina. Intentaba echarlos sin éxito; apenas levantaban tres palmos del suelo y no era capaz de mostrar ninguna autoridad ante ellos, hasta que uno, ya cansado de escuchar mis quejas, me decía sin parpadear y muy seguro de sí mismo, como aquellos infantes en El pueblo de los malditos: «si me tocas un pelo le digo a mi papá que eres amigo de los moros».
Como si el Diablo hubiera apoyado su mano en mi espalda, salía huyendo sin pensarlo de mi propio hogar. Iba a casa de mi pareja (en el sueño no vivía con ella) y le decía que tenía que irme. Nos abrazábamos llorando, no sé por qué razón no podía acompañarme. Ella lo es todo para mí, cuando abandoné su casa ya no tenía nada, era una sombra sin hogar ni alma ni esperanza.
A duras penas recuerdo las últimas pinceladas del aquelarre: acababa llorando en una pensión de mala muerte a la que no sé cómo llegaba, pensando que tenía que darme prisa en sacar todo mi dinero del banco antes de ser incluido en alguna lista. Sabía que, como fuera, tenía que salir del país. Con lo puesto. Con el estómago vacío. Sudaba y temblaba, no era capaz de emprender ninguna acción más allá de dar vueltas a la estancia. Recordaba todo lo que había leído sobre la guerra civil, pero Francia ya no me parecía un destino seguro, como no me lo parecía ningún rincón de Europa.
Y desperté.
Afortunadamente los sueños, sueños son, y el ser humano aprende de la historia para no repetir los mismos errores.
¿Verdad?
Luis Sánchez Martín
lunes, 4 de marzo de 2019
HOMENAJE PÓSTUMO Y OTROS RELATOS: Lamar Henry.
Una pareja en busca de la tumba de una muchacha muerta muchos años atrás; una anciana que recuerda el linchamiento de un negro en el pueblo de su infancia; un grupo de amigos que deciden conservar una reliquia de un ser querido; un viaje al oeste a través de la ventisca… Las interestatales, los moteles de carretera, las granjas, las gasolineras, las pequeñas ciudades de la América profunda, son el escenario sobre el que este puñado de personajes tratan de encontrar sentido a sus vidas con la vista vuelta hacia un ayer que ya no existe.
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“Los lectores disfrutarán de estos cuentos por la brillantez de su estilo y por la emoción con que afrontan el desafío de construir una vida que merezca ser vivida.” Ron Charles, The Washington Post.
“Lamar Herrin siempre ha escrito maravillosamente, de un modo que recuerda a J. M. Coetzee.” Lorrie Moore
“Relatos delicadamente construidos, de una dimensión casi mística.” William Kennedy
“Un libro escrito con gran imaginación y esmero, sin el lastre de las convenciones al uso.” James Salter
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Lamar Herrin: Nació en Atlanta, Georgia (EE. UU) en 1940. Es autor de las novelas: The Rio Loja Ringmaster (1977), American Baroque (1981), The Unwritten Chronicles of Robert E. Lee (1990), The Lies boys Tell (1992), que conoció una adaptación televisiva protagonizada por Kirk Douglas, House of the Deaf (2005), publicada en España como La casa de los sordos (Chamán Ediciones, 2017), Fractures (2013), Father Figure (2016). En este 2019 aparecerá Fishing the Jump, su última novela. Los relatos de Lamar han aparecido en publicaciones como The New Yorker, Harper’s, The Paris Review y Epoch. Es profesor emérito de escritura creativa en la Universidad de Cornell, estado de Nueva York. Su libro de memorias, Romancing Spain, (2006), recoge en parte su lucha con la iglesia católica y el gobierno de Franco para lograr casarse con una muchacha española en 1970.
viernes, 1 de marzo de 2019
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