LOS BUENOS, LOS FEOS Y LOS MAGOS.
La calle, ese escaparate indigesto. Ese ensortijado flujo blando de individuos carentes de amor. Con sus colores y sus bellas formas, con sus brillar y sus sonrisas. Y yo, sentado en el suelo, concentrado todo el peso gravitacional del resto de los humanos. Después de descubrirme frente a un espejo sucio y destartalado que alguien había dejado junto al contenedor. Algunos me miran, les miro, piensan, pienso. El equilibrio nace de un desequilibrio anterior. El tropiezo es siempre la clave de la estabilidad. En cualquier campo. De las crisis nace el resurgimiento personal. Me he chupado muchas de esas.
Recuerdo las ruedas de testimonios organizadas por el comecocos de la fundación. La mayoría de nosotros no teníamos ningún tipo de ilusión por la vida. Nos resbalaba como se derrama una falda sobre las piernas de una mujer, con gracia, no nos impregnábamos de vida. Dejábamos hacer al lastimoso señor de los recuerdos. El problema, que casi nunca nos acordábamos de nada.
J.S. Avandonado por sus padres a la tierna edad de 16 años. Su padre al talego, diez años, su madre, al universo del sagrado y todopoderoso dios del caballo. J. S. ni tierno ni perezoso se cortó las venas por 16 lados, después, lo intentó desde dentro. Dedicándole mucho más tiempo. Alcohol. La estrategia de los más pacientes, el triunfo de los ángeles con manchas de sudor bajo el sobaco.
M.T. Preciosa alquimista que vendía y probaba todo tipo de comprimidos. Una lluvia multicolor que le cambió el tono azul claro de sus ojos por otro más oscuro, casi abisal. Y la perspectiva. Sobre todo la capacidad de ver más adelante o más atrás. Parecía un auto de choque hermosa pero desorientada, un espectro. Todo el mundo en realidad deseaba montarse a dar una vuelta. No sabía decir que no.
A.S. Una enorme y corpulenta mole de 60 años a la que sus propios hijos maltrataban. Con la brutalidad de los perros callejeros se había hecho con la casa. A. S. una mujer destrozada en pleno descenso, que se prepare la tierra para el impacto, cientos de años de oscuridad provocada por tanta mierda en la atmósfera terminará con la vida del planeta tierra.
L.V. Un obseso incapaz de dirigirle la palabra a cualquier mujer. Un trapo mal lavado sobre el asidero del horno en una cocina mugrosa.
El amor, por ejemplo. El amor se encuentra en ocasiones como se encuentra un hombre frente a la gripe. Es perfecta ocasión para dejar de fumar, dejar de beber, un quiebro, una oportunidad que te da tu cuerpo para recapacitar. Las separaciones son como gripes. Cuando te ves sin ellas comprendes cuánto mal estabas haciéndolas en realidad, cuánto mal le hacías a tu propio cuerpo. Recordad la enfermedad, las toses, los esputos y las fiebres, todo eso, al final pasa, de una u otra manera. Pero tropezad, sí, tropezad de nuevo con la misma piedra, las veces que hagan falta. Tropezaros y partiros los pies, las caderas, los hombros con los que sustentáis el mundo. Alguna vez seremos los elegidos, alguna vez daremos con la respuesta adecuada. Después de la gripe, después de los fármacos queda el regusto y la tentación. El amor es lo mismo.
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Nuestro hermano Luc, otro drugo aventajado de Lucifer, nos envía esta sorprendente foto junto al Hank de Robert Crumb ( otro de nuestros incuestionables fetiches ), acompañada de un texto que no dejará a nadie indiferente. Agrarraos al sofá y disfrutad de este psicotrónico cóctel antes de vuestro almuerzo.
2 comentarios:
acojonante,lukas
apiticaún
el dibujo de crumb casi de tamaño natural mola eh?
love is gripe puagghhh mmmm
un abraxo!
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