el movimiento del corazón humano:
estrangulado en Missouri;
cubierto de cera caliente en Boston;
quemado como una patata en Norfolk;
perdido en las montañas de Allegheny;
hallado de nuevo en una cama de caoba de 4 columnas
en Nueva Orleans;
ahogado y enchironado con alubias pintas
en El Paso;
colgado de una cruz como un perro borracho
en Denver;
cortado por la mitad y tostado en
Kalamazoo;
hallado canceroso en un barco de pesca
frente a la costa de Méjico;
engañado y enjaulado en Daytona Beach;
pateado por una niñera
con vestido de campesina a cuadros verdes y blancos
mientras esperaba a que me sirvieran en una estación de autobús
de Carolina del Norte;
rociado con aceite de oliva y orina de cabra
por una prostituta ajedrecista en el East Village;
pintado de rojo, blanco y azul
por un decreto ley del Congreso;
torpedeado por una rubia de bote
con el culo más grande de Kansas;
corneado y destripado por una mujer
con alma de toro
en East Lansing;
petrificado por una chica con dedos diminutos,
le faltaba un diente,
una de las palas, y ponía gasolina
en Mesa;
el movimiento del corazón humano sigue
y sigue
y sigue y sigue
una temporada.
Charles Bukowski, de Arder en el agua Ahogarse en el fuego. Traducción de Eduardo Iriarte Goñi ( La Poesía, señor hidalgo, 2004 ).
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