Vosotros, Millenials, no tenéis ni puta idea y os poneis calcetín tobillero con medio metro de nieve y medias altas con la canÍcula a tope.
Un paisano de verdad, cuando hace frío se “aprieta” 2 pares de calcetines gordos, pero gordos tipo mórbidos y no utiliza madreñas porquE no sabe dónde dejarlas cuando se las quita.
Esos calcetines de lana con el despunte asomando son el refugio espiritual de Occidente.
Y cuando “Lorenzo aprieta” una camiseta de tirantes (Abanderado o Ferrys), una guayabera chula y a funcionar.
3 paisanos con la camisa abierta hasta el ombligo en una terraza y cerveza en mano te arreglan la inflación anual, la bajada de tipos, el asfaltado de la calle de enfrente y aún les sobra para tirar piropos chulos a las viandantes…
Qué grandes son los cabrones..
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Vosotros, Millenials, no tenéis ni puta idea y convertís en estrellas a gente perreando 4 letras mal juntadas, escondidas detrás un vocoder y un vídeo con culos saltando y collares de hojalata en el pecho.
Habéis convertido las ma..cona(das) de Mecano, valga la redundancia, en un acto de resistencia y a los Hombres G en una banda cuasi heavy, cuando eran la bandera de la moñería.
Un grupo de verdad salía al escenario como si estuviera en el salón de su casa y el público le importaba lo que un pañal a un bebé.
Pero que Público mas tonto tengo (esto es para los muy iniciados) era la idea.
Componer canciones como si estuvieras en la ducha y pasarlas al papel era de primero de “artista” y pasar por la tienda de segunda mano a por chucherías estéticas era tan cotidiano como ir a por el pan.
Un imperdible, una gorra militar o una gabardina de tu abuelo te consagraban como influencer sin necesidad de redes sociales, sondeos de mercado y estudios globales de mercadotecnia.
Qué grandes eran los cabrones…
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Vosotros, Millenials, no tenéis ni puta idea, pero un paisano después de ducharse, sale del cuarto de baño en pelotas, hace el orangután delante de su mujer hasta que esta le dice...
Tira, que estás como una puta chota...
Esos que se secan media hora, se dan mil cremas, se colocan los Calvin hasta que la churra está asentada y pasan media hora con el peine son unos sinvergüenzas...
No les quiero ni para cobrar una herencia.
Los que tienen el coraje de salir a puerta gayola de la ducha, a riesgo de darse la hostia padre, correr por el pasillo hasta la habitación a pillar los gayumbos y salir airoso y con dignidad... siempre en mi equipo...
Qué grandes son los cabrones…
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Vosotros, Milennials, no tenéis ni puta idea con vuestras toallas de marca y colorines, vuestras cremas de protección 50 y vuestros altavoces Bluethooth, pero cuando nosotros íbamos a la playa, agarrabas la primera puta toalla que hubiese por el baño, aunque fuese de manos y mojada, porque las toallas grandes eran de margaritos, te sudaba todo la polla a chorros. También era válido el no llevar y gorronearle toalla a alguna piba que te pusiese palote, gran truco. Y la crema sería la que alguno llevaba en el bolsillo pa fumar, porque ahí se aguantaba al sol hasta que despellejabas a tiras, y como mucho, al llegar a casa echabas algún potingue de los de tu madre, metiendo la pata hasta la ingle porque era la crema de noche de “nosequehostiasdemarca” carísima y te caían remazos para llenar dos calderos.
Y de los altavoces… ahora son IP64 y se pueden llenar de arena y mojarse, antes o llevabas el walkman y tenías que dejárselo a toda la puta playa, o la única música que ibas a escuchar era cuando llegaba la furgona de los helados pitando como Echenique cuando le aparcan en su plaza.
Y eso de comer de chiringuito? Con suerte te hacías tú un bocata con lo que hubiese en la nevera, eso si te acordabas, a la playa se iba a pasar hambre y sed todo el puto día, como en la Legión Extranjera, ni botellitas termo de esas de aluminio de mierda, ni hostias que las fundó.
Ahora lleváis frisbis o como hostias se diga, nosotros llevábamos un balón de jurgol que cuando caía al agua se llenaba luego de arena y, entre las entradas de los colegas (pasa la bola pero no el pibe), y ese ”balón-erizo”, acababas con los empeines y las espinillas con más rozaduras que haciéndote una gayola con papel de lija. Por no hablar de cuando los contrarios eran “locales”, que entonces, las hostias continuaban por la noche en los garitos.
Por cierto, al salir de la playa, ni a casa a ducharse ni hostias, al bar a tomarla con la puta toalla de manos, sangrando por las piernas y con unas quemaduras de tercer grado en hombros y espalda (tomar el sol de jeto es de margaritos también) tales que hasta el niki parecía una cama de fakir llena pinchos. Y si se complicaba el tema, empalmabas con la noche, y ya ibas calentito para darte de remazos con los del pueblo. De esos kokis con los locales salieron algunos de mis mejores amigos, eso también hay que decirlo.
Old School RULES!
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Vosotros, Millenias, no tenéis ni puta idea y os enfrascáis en peleas por internet, combates virtuales, insultos nuevos que solo vosotros conocéis e incluso hacéis peleas de gallos...
Un verdadero kinki está curtido en la lucha callejera, maneja con destreza acero de Albacete, lo justo para intimidar, conoce el arte de los Luchacos, Bruce Lee siempre está en la pared de la habitación y los Coches de Choque y el disco-pub su hábitat natural.
Aman a Dios, pero sus profetas son Los Chichos, Bordón 4 y sobre todo los Chunguitos.
Hay muchas leyes no escritas, pero sobre todas ellas está la de atención al herido.
Un Kinki de catálogo acaba la “disputa” con 2 cubalibres, Larios Tónica y Bacardi cola y diciendo... a tomar por culo... se acabo.
2 paisanos que cruzan puñetazos, sangre y cubatas sellan amistad de por vida.
Cualquiera de ellos se ofrece para padrino de comunión del hijo o avalista de hipoteca gorda...
Qué grandes son los cabrones…
Para más consejos seguid a Vicente Muñoz Alvarez. Alma mater de este post.
Manolo Volkscooter
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