Dígame sino, señor policía, que esta muchacha de larga salida, es una ladrona elevada a la quinta potencia; porque se lleva las tardes enteras, de caminos cortos; en la noche larga de las mil esperas.
Dígame sino, señor policía, que pasado mañana, el gol de ayer, fue el beso esperado de su mirada sabida; que olvidaron la esquina, de trago largo, de copa de vino reprimida.
Dígame sino, señor policía, que esta muchacha de corta venida, más parece un sentir de saliva; camino agridulce, de un amor de eterna despedida.
Dígame sino, señor policía, que el año bisiesto, en la cárcel de San Pitonisa, vino el cristo de espaldas, para decirme que la vea de lejos; mientras sentía el doloroso perfume, de una caricia en el espejo.
Dígame sino, señor policía, que esta muchacha es poesía, verso largo de capa caída, que cubre su piel eterna, de muñeca de Babel; y que en las noches de mañana, es beso largo de sed, que embiste el ambiente, del esquivo cariño, del antesdeayer.
Dígame sino, señor policía, que se merece la cadena efímera, de los condenados a vivir; porque de tanto hurtar, lo que nunca se llevó, merece estar libre, entre cuatro paredes, torturada de amor.
Dígame sino, señor policía, que esta muchacha insatisfecha de besar, no merece llamarse como se llama, en el nombre del padre, del hijo y del infierno santo; merece llevar en sus labios, la palabra que lleva el nombre, de Libertad.
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