Entró a tientas en la habitación, que estaba en la más completa oscuridad, y al llegar a la cama notó humedad en las sábanas revueltas, pero no le dio importancia, pensando que una noche más ella habría estado bebiendo cervezas hasta caer rendida, mientras él salía hasta tarde con quién sabe quién. Pero aquella noche iba a ser la última, murmuraba mientras besaba el ombligo de su mujer. Ahora se había dado cuenta de muchas cosas y no quería seguir haciéndole daño. Ahora todo va a ser distinto, murmuraba mientras notaba sobre sus labios la frialdad de su mujer. Y deslizando sus labios por la línea alba, pensó en todas las tonterías que había cometido, todo el dinero que había perdido en prostíbulos de carretera, en transexuales mal operadas que le dieran por culo. Y le dijo, mientras bordeaba sus pezones, que todo iba a cambiar. Pero sus pezones no cambiaban, ni notaba el ritmo de su respiración. La única respuesta que obtenía era el mórbido frío de su piel, y la humedad metálica que descendía por su cuello.
Awixumayita, del blog La niña de las Naranjas.
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