La odisea diaria
Entre signos de exclamación
Enajenarse ante los tropiezos del presente
que harán mala historia
Entre signos de exclamación
todo dolor
aun atándose firme al mástil del silencio
en previsión —absurda—
del canto de sirenas
que por supuesto no vendrá
qué mar de la tranquilidad
ha de ser la nada
cuando ya ni los poemas nos delaten
braceando, apenas asomando la boca
un instante de más
por encima de las aguas revueltas
Maelstrom
Enajenarse ante los tropiezos del presente
que harán mala historia
ser uno y nadie en sí mismo
bajo el augurio de toneladas de oscuridad
y aguas para el olvido
como el viejo Capitán Nemo
en su Nautilus
contemplando las maravillas
del poema eterno
y sus siempre misteriosas profundidades
mientras allá fuera
el mundo se ha vuelto loco
gira y gira sin sentido
con los ojos en blanco y el vértigo
bien adentro del corazón
Obra viva
La honda respiración del mar
ahogando su voz
en el tamiz revuelto de arenas
ecos de tempestad
de afán primario y olas blancas
alcanzando a morir en los abrazos
a tierra firme
solo en noches de clamor
cuando la jauría y sus muchedumbres
se ausentan
alcanzo a oírla
por encima del propio corazón
porque la oscuridad es cómplice
y tramoya de gran teatro
tacto de alientos paralelos que aquí
se perpetúan
amor, tus labios, su dádiva
por esta esquina trémula de carne
y memoria
son mi caracola
Los niños de Sorolla
¿Quién ha visto alguna vez a un niño
que intenta apresar en su mano
un rayo de sol?
Luis Cernuda
Los he visto y rememoro
en el espejo de la memoria
por las orillas de la mar, los niños
de nuestros lejanos días
corriendo entre dos mundos
casi que al vuelo
salpicando aguas y arena
todo ese tiempo que nos resbala indolente
—en verdad ya no tanto—
por el calendario finito
y como el ámbar brillan, redondas
exactas las gotas
su sal, aquella demasía de luz
sobre la piel desnuda
los gritos, las risas
y cuando ya se alejan, ahí
sus espaldas
resaltando entre el costillar, acentuadas
las escápulas, el puro hueso
ese par de muñones de cuando
fuimos ángeles en otros cielos
Pasos de cangrejo
Son mis pasos, sigue siendo esta
mi historia
la dirección contraria, siempre
me regresa a la mar
Tomás Soler Borja, del poemario inédito Regomar.
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