miércoles, 18 de diciembre de 2024

REGOMAR: Tomás Soler Borja.




La odisea diaria

Entre signos de exclamación 
todo dolor 
aun atándose firme al mástil del silencio 
en previsión —absurda— 
del canto de sirenas 
que por supuesto no vendrá 

qué mar de la tranquilidad 
ha de ser             la nada 
cuando ya ni los poemas nos delaten 
braceando, apenas asomando la boca 
un instante de más 
por encima de las aguas revueltas


Maelstrom 

Enajenarse ante los tropiezos del presente
que harán mala historia 
ser uno y nadie en sí mismo 
bajo el augurio de toneladas de oscuridad 
y aguas para el olvido 
como el viejo Capitán Nemo 
en su Nautilus 

contemplando las maravillas 
del poema eterno 
y sus siempre misteriosas profundidades 
mientras allá fuera 
el mundo se ha vuelto loco 
gira y gira sin sentido 
con los ojos en blanco y el vértigo
bien adentro del corazón


Obra viva 

La honda respiración del mar 
ahogando su voz 
en el tamiz revuelto de arenas 
ecos de tempestad 
de afán primario y olas blancas 
alcanzando a morir en los abrazos 
a tierra firme 

solo en noches de clamor 
cuando la jauría y sus muchedumbres 
se ausentan 
alcanzo a oírla 
por encima del propio corazón

porque la oscuridad es cómplice 
y tramoya de gran teatro 
tacto de alientos paralelos que aquí 
se perpetúan 

amor, tus labios, su dádiva 
por esta esquina trémula de carne 
            y memoria 
son mi caracola


Los niños de Sorolla 

¿Quién ha visto alguna vez a un niño 
que intenta apresar en su mano 
un rayo de sol?
Luis Cernuda 

Los he visto y rememoro 
en el espejo de la memoria 
por las orillas de la mar, los niños 
de nuestros lejanos días 
corriendo entre dos mundos 
casi que al vuelo 
salpicando aguas y arena 
todo ese tiempo que nos resbala indolente 
—en verdad ya no tanto— 
por el calendario finito 
y como el ámbar brillan, redondas 
exactas las gotas 
su sal, aquella demasía de luz
sobre la piel desnuda 
los gritos, las risas 
y cuando ya se alejan, ahí 
sus espaldas 
resaltando entre el costillar, acentuadas 
las escápulas, el puro hueso 
ese par de muñones de cuando 
fuimos ángeles en otros cielos 


Pasos de cangrejo 

Son mis pasos, sigue siendo esta 
mi historia 
la dirección contraria, siempre 
me regresa                  a la mar


Tomás Soler Borja, del poemario inédito Regomar.


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