sábado, 15 de octubre de 2022

ÉTER según MANUEL COVA TENARDD



UNA PELÍCULA DE GÉNERO MAD DOCTOR
QUE SE EMBORRACHÓ CON METAFÍSICA

KRZYSTOF ZANUSSI es un cineasta polaco que a lo largo de su dilatada carrera (hoy en día es octogenario) se ha granjeado una merecida fama de artista complicado. Por sus películas pululan científicos e intelectuales que perennemente intentan domeñar los secretos de la existencia humana. Él mismo es un hombre de ciencia: físico. Y además, sin temor a estrellarse contra la incongruencia y la paradoja, es un contumaz católico.

Se diría que en él podríamos encontrar a un discípulo de Swedenborg: ese místico tardío -reconvertido con casi 60 años- que abandona su carrera de científico tras la visita de lo que el creyó reconocer como un prodigio celestial que le convirtió en el trasunto de Fausto que, según cuenta Jorge Luis Borges, fue el artífice de la abrupta epifanía que este recibe, y que le lleva a "describir", con conocimientos ilimitados, las bondades de la fe en Jesucristo.

Habría que decir que tanto Zanussi como Swedemborg pueden ser valorados por una obra de extraordinario brillo intelectual propiciada por la vasta cultura que en ella se refleja, que les aleja del vulgar charlatán fanático religioso, otra cosa sería decir que su propuesta sea incontroveritble.

FAUSTO: DE GOETHE A THOMAS MANN

Con esta sapiencia que abarca lo humano y lo divino, los secretos del alma humana propia de un Fausto, construye su trama el cineasta: un film imbricado de referencias literarias que quedará irresoluble si no se tienen en cuenta.

En este alegato de Zanussi contra lo que considera actividades científicas deshumanizadas, encontramos un pacto diabólico con un Mefistófeles ensoberbecido que se verá diseccionado por la lupa moral del cineasta; asistiremos a la exoneración del malvado Doctor -tras librarse de una condena a muerte por el asesinato de una mujer-.Y a su retiro en Siberia con honores militares y carta blanca para proseguir sus experimentos, pero más que con el personaje de Goethe, sería preciso indicar que la devoción y el asombro que demuestra su potencial ayudante (y cobaya!!) encuentra mayor semejanza con el demoníaco esplendor de Adrian en Doktor Faustus de Thomas Mann percibido y relatado por Serenus Zeitblom, el amigo que en la película encuentra un equivalente en un muchacho que acepta aportar el cadáver de su propio padre para que el doctor austro-húngaro progrese en sus pesquisas mientras transcurre la primera guerra mundial.

LA ESTRUCTURA DEL AGUA

Será en ese epílogo inesperado (Zanussi se refiere a el como La Historia nunca contada) que encontremos más diáfanamente la estela del teólogo y científico sueco; ese plano final con el rostro del médico, por primera vez, sonriente y resplandeciente, es el se un hombre transmutado según la tesis central de la obra datada en 1758 de Emmanuel Swedenborg: la sorprendente De caelo et ejus mirabilibus et de inferno, ex auditis et visis. 

Será más allá de la muerte, en un limbo ultraterrenal que el film encuentre el sentido propuesto por el cineasta polaco. En un ritornelo alterado que evoca una de sus primeras películas: la evocadora La estructura del cristal. Esta vez será la del agua; un elemento imprevisto propondrá la clave del enigma. La intrincada línea que separa una sustancia sedante como el éter y un exorcismo por posesión diabólica.

Manuel Cova Tenardd


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