domingo, 16 de octubre de 2022

EL SUICIDIO DE LOS POEMAS por MAREVA MAYO



Me abuhardillo entre pasos sin escapatoria que en tu barro, me destaparon el frío. Yo sólo quería un poco de lo que fumabas para que te acordaras de mí cuando la lluvia te diera miedo, cuando todo te torturara el vacío que ponías entre los dos, y ser yo, una culebra de naipes y sedas, con cascabeles de los domingos perdidos bajo los autobuses abriendo grutas en la tiniebla. Quería que me evocaras entre esos andenes helados que te hacían hacer la guerra contra todo aquél que se acercara, quería ser la excepción a la que guardaras un hueco en tus manos para refugiarme de ti. Quería ser la que mano a mano, botella a botella, golpe a golpe, comprendiera tu odio y lo convirtiera en gasolina en mi cerilla para iluminar la noche, la que jamás te llegara con condicionales ni ley, la que jamás rechazara nada de ti, ni te quisiera mío ni de nadie. La que amara en ti lo que nadie amó. Lo que te aterraba. Lo que te hacía violento. Y arriesgué los puntos de sutura y el suicidio de los poemas, los ojos arrancados de mi muñeca de trapo, el alcoholismo incendiado entre amores de cianuro e islas que nos ahogaban.

Fue mucho después, al limpiarme la sangre, cuando entendí, que te aterraba y odiabas tanto lo que había detrás de tus cicatrices, que sólo podías tirarte a matar a alguien que pusiera allí los ojos. Jamás amarías al amor, ahí, en lo profundo, en el lugar donde el amor es. Sólo podías amar como la carrera hacia los barrizales cuando en la noche suena una alarma y se acercan las sirenas. Sólo como el rodar por el suelo para apagarse las llamas. Como el dejar caer el coche tomado monte abajo y verlo ahogarse en el pantano. No podía salir ilesa de ti. Nadie podría. Y con todas las muertes que bailé en ti, aprendí a que mis causas perdidas, me dieran algo más que hachís. Y que si tengo que romperme los huesos y perder el amor y la fe, al menos que caiga algún rey, alguna patria, algún hijo puta como tú, conmigo.

Mareva Mayo


No hay comentarios: