por sus designios
por los inmaculados días
que la nombran
y por aquellos otros
embarrados de sueños
hasta cubrir los ojos
con la mentira
con la suciedad
con el tamo de los inquisidores dedos
que se disuelve
al instante
entre los sabios pretéritos...
camino y me sostengo
sobre esta pista enfundada de hielo y contingencias
me sostengo
por la vida...
Concha González, en Mar de Espigas.
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