lunes, 6 de enero de 2014

LA VENGANZA FINAL. Ana Grandal

       
—¿Qué, otra vez al cementerio?
—Pobrecito, está tan solo allí.
—Desde luego, tu marido, allá donde esté, seguro que te estará agradeciendo tanta devoción.

La mujer está de pie ante la tumba. Abre el bolso y, con mucho cuidado, extrae un recipiente de plástico con tapa hermética. Lo abre despacio, sonríe y vierte los excrementos sobre la inmaculada losa de mármol.

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