viernes, 11 de junio de 2010

PIMIENTOS DEL PIQUILLO RELLENOS DE MORCILLA by Julia D.Velázquez.


Merci beaucoup en un perfecto francés, escuché decirle al camarero.

Comía pimientos del piquillo rellenos de morcilla, que lanzaba entre sus dientes cuando a gritos roncos pedía más al camarero. Cuando empezó a llover en el exterior, cogió sus trenzas y dijo "a mí me da igual, yo soy un águila" . Me dijo que era azafata, señalando su mochila, y que se mareaba en los viajes. Al preguntarle si había viajado mucho en su vida, sólo pudo contestar con tres o cuatro lugares a no más de 20 Km de donde nos encontrábamos. Su acento se tornó italiano y con él me explicó, levantándose la camiseta, que nunca comía fritos, que tenía dos hijos que no veía desde hacía dos años y que se estaba pegando un homenaje por ser hoy. Hoy de hoy no más. Sus ojos eran pequeños y brillantes y estaban disfrazados con una gruesa e irregular raya negra en los párpados. Era guapa, muy guapa. Encontró la fiebre en algún lugar y sospecho que no lo sabía. Comía pimientos del piquillo rellenos de morcilla y le encantaban. Me enseñó sus gafas recién adquiridas y un cinturón de Mango. Lo que me dijo a continuación no pude descifrarlo, ahora mal articulaba un perfecto castellano ronco mientras se bajaba el escote y presumía de colgantes de cuentas de mil colores.

Me despedí de ella ... pensando en su fiebre y sabiendo que nadie es inmune a ella.


Ilustración y texto by Julia D.Velázquez, del blog Gente Triste.

la lupe: fever
(pincha y baila)

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