lunes, 10 de octubre de 2022

COMO VUELAN LAS BICICLETAS por GEMA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ



De vez en cuando
ensayabas la vida,
eso decías,
la vida bocetada por
los otros.
 
Arrojabas los ojos
por la ventana
directos a un mañana
todavía abarcable,
subordinado siempre
al dictamen exacto
de sus pies
y caminabas sin rumbo
ni aspiraciones peatonales,
sin planos y sin planes.
 
La mañana era un huerto
de córneas perezosas
y párpados sellados,
un bostezo ahogado,
la eutanasia del sueño
prendiéndole el silencio
a la garganta,
un cielo adolescente,
un quejido de cafetera
subtitulado...
 
Ensayabas la vida
como las plantas
trepadoras
le bailan la quietud
a las fachadas,
como vuelan
las bicicletas, los pájaros
y los dragones,
igual que las farolas
observan a la luna
por encima del hombro
 
y te quedabas quieto,
muy quieto,
con un profundo esguince
en los playeros
y un pozo petrolífero
en la boca,
vivo de miedo,
tembloroso, alerta...
 
Entonces me mirabas
desde lejos,
cansado del guión
parecías decirme:
¿Qué tal si improvisamos?
 
Y yo me reía
con la lengua y los dientes
manchados de un futuro
alternativo
y quemaba el telón
antes del primer acto.
 
Ya sabes,
por si acaso otras vidas,
las vidas de los otros
dirigiendo la nuestra.

Gema Fernández Martínez


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