Madrid, 4 de mayo
Una mariposa de esperma se ha posado en tu barbilla. Viene de batir alas en la atmósfera inconclusa de tu paladar. Viene de batirte batidos en la garganta como en una polinización confusa de veranos y apetito. Porque la mariposa, al fin, sirve para polinizar, procrear, y solo es bella cuando inútil, como todo, como ahora, ya fallecido su vuelo sobre tu barbilla.
Ha fallecido el vuelo de la mariposa y, de paso, me ha sobrevenido un desfallecimiento del que tú intentas rescatarme con un salvavidas en que solo se salvan la mariposa y tu saliva. Tu lengua como salvavidas, tantas veces, y hoy lamiéndole las alas a una mariposa que no puede batirlas, por mojadas.
Después me besas, y juntos hacemos el boca a boca a una mariposa.
La mañana se atraganta con un festín de gorriones y yo te devoro de nuevo, Corea, dejando a nuestro alrededor, esparcidas entre los pliegues de mantel en falsas nupcias con que se engalanan las sábanas, migajas de lepidóptero como sobras de un banquete primaveral o un picnic a la luz de las luciérnagas que aún no han hecho acto de presencia. Porque es primavera, no sé si lo había dicho. Siempre es primavera en ti, amor, aunque suene a propaganda de grandes almacenes.
Pablo Cerezal,
de Diario de Corea
(Versátiles, 2021)
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