lunes, 20 de julio de 2020

INTRODUCCIÓN Y NOTAS: Rafa García Jover.




POEMA DE LA EXPERIENCIA [DENOSTADO]

9 de agosto de 2018, jueves.
Librería La Central de Callao,
Postigo de San Martín, 8.
Primera planta, sección poesía,
subiendo las escaleras,
giro de casi 360 grados,
al fondo, a la izquierda.

Echo un vistazo a los estantes.
Busco la V. Llego hasta la M.
Hay algo raro.

—Busco El desgarro de Jorge Villalobos, Hiperión,
201 8, 70 páginas, 1 0€; recomendado por Bagué Quílez
en el Babelia y XXXIII Premio de Poesía Hiperión.

—Imposible. Estamos de reformas y sólo tenemos disponibles
los volúmenes que abarcan de la A a la M.

Y es verdad: he logrado ver por ahí
un libro de Machado, seguramente
de don Antonio (pobre don Manuel).
Y ahora me doy cuenta de lo raro:
los estantes de la N a la Z han desparecido.
Hay sólo pared blanca, recién pintada,
recién reformada: pintura blanca y masilla, o yeso.
El chico que me atiende sonríe
para disculparse, pero yo le digo que no,
que no se preocupe,
que eso también es poesía.
El chico que me atiende, quizá poeta,
intensifica su sonrisa porque,
quizá, me entiende.

Y pienso: la poesía no existe
porque haya estantes llenos
de libros de poesía. La poesía
está más allá del volumen,
está justo ahí, en la pared blanca,
masilla y yeso, donde tiene que estar.
Igual que esa pared blanca del museo
en la que debería estar el cuadro que buscas
pero sólo hay una cartela que te dice que no,
que no está porque lo están restaurando
o se lo han prestado a otro museo
para hacer una retrospectiva del autor.

¡A la mierda ese pensamiento!
¡La poesía es algo físico!
Necesito el libro, tenerlo, para
comérmelo en caso de hambruna
si fuese necesario
o para tirárselo a la cabeza a mi enemigo.
Lo necesito, en papel, 80% de gramaje.
La poesía es algo físico (a 0.14 € / hoja),
dejémonos de tonterías.
Lo quiero, he venido aquí para eso.
¡Quiero ese libro! (Impreso y encuadernado
en la imprenta Grafilia, calle Carpinteros, 3,
Boadilla del Monte, en el mes de mayo
de 2018).


LA VIE MODE D’EMPLOI (capítulo 1)

Georges Perec

Sucede que el edificio en el que vivo
tiene varios inquilinos que ocupan las viviendas
que no están vacías.
                         Veamos.

En el segundo izquierda vive la señora Sonata.
Es una señora de casi setenta años,
vestida de negro, que siempre va rodeada
de un halo de polvo gris que arrastra
desde su casa maloliente. Ese polvo gris huele a laca.
Eso no me desagrada en absoluto.

En el cuarto derecha vive una niña de no más
de 10 años. Sola. No recuerdo su nombre ni su cara,
sólo la oigo caminar por el pasillo.
Sus pasos son lo único que sé de ella.
Sus pasos me ayudan a descifrar
su estado de ánimo. Cuando salta, es que está alegre.
Sólo hay una ocasión en que no consigo descifrar nada:
cuando sus pasos son desacompasados
y después de oírlos en la parte del techo que da a la cocina
los oigo, de repente, en el otro extremo,
en la parte del techo que da al comedor.

En el entresuelo izquierda hay un matrimonio joven
que dicen ser los caseros del edifico. Él, de unos 30,
te abre la puerta justo en el momento
en el que vas a introducir la llave en la cerradura.
Buenos días. Buenos días. Y se aparta para que pases.
Al no tener ascensor, su amabilidad acaba ahí.
Si hay correo, te lo entrega en mano. Ella, de 33,
mantiene las zonas comunes del edificio en perfecto estado
Cambia las bombillas y friega todos los días los 87 escalones
Ayer la encontré amasando yeso
para colocar un rodapié desprendido.
Nadie les paga por ello. ¿Seguro?, pregunta Sonata.
Segurísimo, le oigo decir al administrador.

En el ático vive un joven atlético que se gana la vida
de modelo en una academia de pintura de aquí cerca.
Siempre que va a salir a la calle,
justo cuando está parado en el umbral de su puerta,
se da cuenta de que está completamente desnudo.
Nunca nadie lo ha visto en semejante tesitura.
Lo cuenta él entre risas. Unas risas que no le dejan ver
la indiferencia en nuestros rostros. Yo no acabo
de creérmelo.
Pienso que lo cuenta para que nos fijemos en su cuerpo
e imaginemos cómo será sin toda esa ropa
que lleva encima (siempre traje de chaqueta;
en invierno, también abrigo).

El entresuelo derecha es el almacén
de una tienda de jarrones que está situada
en una de las calles perpendiculares.
La dueña de la tienda entra al almacén
a través de una puerta situada al fondo de su negocio,
puerta que da a la cocina del entresuelo.
La tendera, harta de tener que salir de su tienda
cada vez que tenía que ir al almacén,
llamó a un sobrino suyo arquitecto.
Dime el lugar exacto en el que podríamos
hacer una puerta. Aquí, tía. Eres un sol, Néstor.
La dueña de la tienda, desde que construyó su puerta,
nunca usa la puerta
del entresuelo para entrar en el almacén.

Yo vivo en el tercero derecha.

Cuando vine a este edificio,
después de vivir durante años en una caravana,
ya se comentaba que un desconocido compró
el tercero y el cuarto izquierda y se hizo un dúplex.
Y desapareció. La única manera
de tener comunicados el arriba y el abajo
es hacer un buen boquete en el suelo / techo,
dice el casero del entresuelo izquierda.
Yo le digo que, para comunicarse entre la izquierda y la derecha,
tan solo hay que hacer una puerta. Se sonríe.
Prefiero un buen hoyo a una puerta, dice.


Rafa García Jover, de Introducción y notas (Boria Ediciones, 2020)

*

Los poemas de este libro tratan de su concepción de la poesía (el autor rechaza la reflexión hueca y el adoctrinamiento), del paso del tiempo (como ineludible vista atrás) o de él mismo (en relación con su identidad —no solo sexual—). Y lo hace siempre con la realidad como punto de partida o de llegada y con múltiples referencias culturales (Carnero, Baudelaire, Banksy, Miguel Hernández, Fernández Mallo…), que hacen que la intertextualidad sea una de sus señas de identidad. Por ello, resulta esencial atender a las citas y a las notas a pie de página, pues sitúan los poemas en esas realidades, los contextualiza.

Este poemario contiene todo lo que se espera de un buen libro de poesía: originalidad, introspección, reflexión a partir de la actualidad y dominio tanto del lenguaje como de la técnica. Y, como la mejor Literatura, nos invita a la lectura pausada que se convierte en lectura gozosa.


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