Las temperaturas se desploman y hasta los perritos emulan los atuendos de sus dueños. Ponerse de acuerdo nunca fue tan sencillo, solamente consiste en mirarse en el otro como en un espejo. Mimetizados rozando la locura, el desvarío. Carnaval de invierno fuera de martes.
Aprieta el sol en la tarde, como una promesa, y cada fotograma es tan real como huir de una punzada de mala suerte.
En ocasiones, aprovechar el tiempo ya es un rodeo para volver a empezar.
Les llamaban "Sheylas" y volvían sus patitas a recorrer el mundo con cadenas.
Cumpliendo sueños ajenos a su estirpe.
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Las floristerías han recaudado un buen número de euros en nombre de Cupido.
Flores delicadas en rojo, color de la pasión erótica, caminan sostenidas en brazos de amantes amantísimos e ilusionados.
Seguramente se trate de amores recién estrenados.¿Quién lo sabe?
Amores nuevos. Amores antiguos. Amores se van marchando como las olas del mar en la canción de la gran Mari Trini.
Esta tarde vi llover..., y el tiempo detenido en la primera juventud.
Errantes, por calles sin nombre, parejas cargadas de hijos arrastran zapatos que otros desecharon en los containers. Van sin asear y murmullean.
Los niños reclaman su regalo de cumpleaños sabiendo que no habrá dinero que cumpla este deseo.Cuentan los mendrugos que atroparon para la cena del día catorce de Febrero. Noche cerrada y aún caminan hacia su guarida como alimañas.
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Los paisajes reciben de buen agrado el manto níveo. Es necesario, y pasmosa la belleza que se desprende del fenómeno atmosférico más deseado.
Nos sorprendemos esperando el maná, como los niños, y el maná se derramó de más; resultó blanco, frío, comestible y sabroso como un juego resbaladizo y deslizante en el que cada uno escoge su ración a engullir, sintiendo el mundo concentrado en las papilas gustativas.
La nieve posee la capacidad de la celebración; nadie huye despavorido hacia un refugio seguro a los primeros copos, abundantes, que se derraman silenciosos.
No existe el estruendo y es precisamente en esta comunión contemplativa donde reside la magia.
Parece que la nieve no empapa los paisajes, ni el campo, ni el asfalto sino que el derramarse es un acto delicado y exquisito como el encaje de bolillos. Tan inusual, en el fondo, que a veces pasan años en los que la añoranza es súplica. Hemos tenido suerte de que febrero nos haya concedido el regalo.
Nevar. Amar. Brillar. Todo es lo mismo.
Nuria Viuda, de Crónica de los días que pasan.
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