Hasta un momento de tu vida
creces en altura.
Crecen tus caderas,
tu pelo,
tu barba,
tus hormonas
-que en un futuro volverán
a su frenética actividad-.
Tu impaciencia,
tus expectativas.
Llegado a un punto
-cada cual madura a su tiempo-,
crece tu visión,
tu tolerancia;
crece tu escepticismo,
tu desilusión.
Tu capacidad de asimilar el fracaso
y transformarlo
en lección...
Y, sí, no es extraño:
crece tu ansia de vivir
aunque sea alimentada
por los restos del naufragio.
creces en altura.
Crecen tus caderas,
tu pelo,
tu barba,
tus hormonas
-que en un futuro volverán
a su frenética actividad-.
Tu impaciencia,
tus expectativas.
Llegado a un punto
-cada cual madura a su tiempo-,
crece tu visión,
tu tolerancia;
crece tu escepticismo,
tu desilusión.
Tu capacidad de asimilar el fracaso
y transformarlo
en lección...
Y, sí, no es extraño:
crece tu ansia de vivir
aunque sea alimentada
por los restos del naufragio.
Julia Navas Moreno
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