tarde de agosto
en el pantanomis hijos chillan y juegan en el agua
los miro y me recuerdo,
me veo aquí, en este mismo lugar,
cuando venía con mis padres
y mi hermano
siempre me ha encantado este paraje,
"carretera cortada", lo llaman
hay una carretera cuyo paso interrumpe
una valla,
pero ésta continúa su trayecto bajo el agua
y emerge lejos de aquí,
en la otra orilla,
como un Guadiana asfaltado
busco una sombra para sentarme
y escribir un rato :
"este es el mar de Castilla
voz y carácter de un pueblo, de una tierra,
austero corazón y piel caliza "
miro a la otra orilla
justo por detrás, a varios kilómetros,
siguiendo el serpenteo del pantano,
el pueblo sumergido de La Muedra
-Atlántida pinariega-
cuando baja el nivel asoma el campanario,
algunos muros, arbustos y piedras
crecen regados por el sol
donde solo había agua
también asoma un grito mudo,
el grito de ese pueblo,
de esta tierra olvidada,
el mío,
el último que di cuando aún sabía
chillar y jugar en el agua
-mis hijos chillan y juegan en el agua-
míralos, me digo, lo mejor de mí
chapoteando encima de la vida
y yo me recuerdo
pero ya no estoy aquí,
tal como era
estoy aquí tal como soy,
nostálgico de mí,
convaleciente de infancia
cansado, como este sol que se desnuca
tras las sierras
dónde estás, niño gordo,
vuelve a casa
recupera tu reino
y expulsa a este enjuto y triste adulto
échalo a patadas
él ya no sabe cómo se chilla y se juega
en el agua
Pedro César Alcubilla
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