A veces me pasa
cuando voy a comer
a casa de mis padres
Se me olvidan las llaves
y no hay nadie en casa
Entonces me toca esperar
sentado en el suelo de la calle
observando a la gente pasar
hasta que alguien llega
y me abre la puerta
Sin ir más lejos
hace cuatro días
me tocó esperar
un buen rato
Estaba yo sentado en el suelo de la calle
observando a la gente
cuando de repente reconocí
a un chico de mi barrio de la infancia
Uno de los macarras
cuando voy a comer
a casa de mis padres
Se me olvidan las llaves
y no hay nadie en casa
Entonces me toca esperar
sentado en el suelo de la calle
observando a la gente pasar
hasta que alguien llega
y me abre la puerta
Sin ir más lejos
hace cuatro días
me tocó esperar
un buen rato
Estaba yo sentado en el suelo de la calle
observando a la gente
cuando de repente reconocí
a un chico de mi barrio de la infancia
Uno de los macarras
Uno de los que nos solían cascar
a mí y mis amigos
cuando éramos pequeños
Había pasado por muchos reformatorios
Era un pieza de cuidado
Lo recuerdo muy bien
era pura dinamita
tenía mucha rabia contenida
dentro del cuerpo
y siempre parecía estar
a punto de estallar
Le gustaba vacilar
y pegar a los pequeños
era el típico abusón
del colegio
Lo más curioso de todo
es que cuando lo reconocí
iba con un niño pequeño en brazos
y una chica que supongo era su novia
Parecían la típica familia feliz
La chica empujaba un carrito
y el chico acariciaba
con mucho mimo a su hijo
Le hacía cosquillitas en la nariz
con su propia nariz
y jugaba con él
y le abrazaba con ternura
y entonces pensé
que quizás la gente supera etapas
sean buenas o malas
y que hay cosas que nunca cambian
pero supongo que las etapas
están ahí
para superarlas
y que todo tiene un sentido
y que nada
es definitivo
seas o no seas
un caso perdido
Txema Maraví acaba de publicar el poemario "A través de la ventana cerrada" en Desacorde ediciones:
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