que sólo pensaban en causar daño,
un dolor atroz e inimaginable
como el que tiempo atrás
habían sufrido en sus propias carnes.
Quizá fuera la política del trauma por el trauma,
pero lo cierto es que venía sucediendo así
desde el mismo inicio de los viejos tiempos.
La podredumbre espiritual como norma
en un circo de buitres carroñeros
sobrevolando almas
amamantadas por error.
Emponzoñamiento sanguíneo
y cáncer neuronal
a partes iguales
en las entrañas hediondas del Mundo Matadero,
donde había personas tan podridas por dentro
que sólo pensaban en hacerse el mayor daño a sí mismas
para provocar la mayor culpabilidad en los demás.
Mundo que agonizaba al compás de la química bastarda
diagnosticada por psiquiatras disfrazados
de malabaristas de sueños,
sueños como pesadillas violentas,
ennegrecidas por el sinsentido de miles de vidas vacías,
donde había personas tan jodidamente podridas por dentro
que no sabían ni tan siquiera quererse a sí mismas.
José Manuel Vara, de Daño Selectivo (Excodra Editorial, 2013).
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