Lleno, estoy lleno de vacío,
hasta arriba de nada,nada, nada, nada...
Tres escorpiones recorren mi espalda
con su aguijón, su indiferencia, su veneno.
Recitan un poema perdido,
olvidado hace décadas.
Con sus golpes, sus patadas
e insultos hacen más llevadero este infierno.
Derraman sobre mí agua bendita,
el olor resulta demasiado fuerte,
escucho cómo surge el fuego de cerilla
y presiento que ese será mi último momento.
Quizás lo merezca, o no...
Puede que mañana nadie sepa
que desaparecí de este mundo
o quizás sea la portada de algún periódico.
Muere quemado un mendigo en Sevilla.
Antonio Huerta Orihuela, de Doce y cuarto (Origami, 2012).
http://www.editorialorigami.com/tienda/
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