barba de días,
gabardina
con lamparones,
hablaba poco, fumaba mucho,
se emborrachaba siempre
que podía...
Un madrugada dobló
una esquina
y nunca más
supe de él.
Decían que era un genio
tocando el piano.
Hoy he visto su esquela.
Supongo
que no lo consiguió.
Karmelo Iribarren
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