miércoles, 28 de noviembre de 2012

3 MICRORRELATOS de Javi de Ríos.


EL PAREDÓN

Una tarde de aquel verano del 82 Sandro me lo soltó a bocajarro:

Aquí, contra el muro de este cementerio, tu abuelo fue uno de los que fusilaron al mío.

Hasta que finalizaron las vacaciones de aquel año formó parte de nuestros juegos queSandro me fusilara una y cien veces contra aquella pared. No se por qué, pero no conseguí quedarme a gusto.


ASUNTOS SOCIALES

Anselma empujaba con paso cansino la silla de ruedas en la que su marido, Braulio, aparentemente dormitaba envuelto en una manta de cuadros rojos y negros.

Atravesaron la plaza con parsimonia y entraron por las puertas giratorias delmajestuoso edificio antes de plantarse delante de los dos guardias jurados, un hombre canoso y una mujer de edad indefinida que custodiaban el arco detector de metales. En ese momento Braulio abrió los ojos.

¡Hijos de puta! ¡Sois todos unos hijos de la gran puta!

Anselma se puso colorada. No se terminaba de acostumbrar a las palabras que elalzheimer ponía en boca de su marido, antaño una persona que destilaba paz y sosiego a cada paso que daba.

Lo, lo siento…

¡Hijos de perra! Y tú no te acerques, ma-rra-na, silabeó Braulio.

La guardia jurado le puso la mano en el hombro a Anselma y la sonrió de forma afectuosa.

No tiene usted nada que sentir, pueden pasar si quieren por esta otra puerta.

Y les franqueó la entrada por una pequeña puerta auxiliar. Seis minutos y treinta y siete segundos después el Ministerio de Asuntos Sociales estallaba por los aires.


INCORRUPTA

Corría el año 1942 y las 23 integrantes de la Orden de las Hermanas Sufrientes de Santa Torcuata se reunieron alrededor del sepulcro de su fundadora, como hacían desde tiempo inmemorial cada 20 años para comprobar que el cuerpo de la santa seguía incorrupto. Para la madre superiora era la tercera, y con toda seguridad la última, participación en una ceremonia de ese tipo.

Todo seguía igual, salvo un par de pequeños detalles. El crucifijo que el cadaver sostenía entre sus manos no estaba en la posición correcta, sino boca abajo, y la cara momificada de la fundadora lucía una sonrisa sardónica, extraña. La madre superiora tragó saliva por tres veces antes de dar la orden de cerrar el sepulcro que, hasta que nosotros llegamos, no había vuelto a ser abierto.


Javi de Ríos, del blog La viga en mi ojo.

1 comentario:

Javi de Ríos dijo...

Muchas gracias por publicarlos. Alguno de ellos es mi favorito, (de momento), pero no diré cuál.