Quizá, tal como rueda el mundo en estos días, demasiadas cosas nos llenen de rabia. Pero aun así el mundo sigue girando, aunque lo haga sobre un eje herrumbroso que se ha ido pudriendo con el óxido de los días, con la furia y la desgana, con la temperancia ocre de la ruindad de algunos de nuestros semejantes, con la insolencia de un fingido bienestar de una sociedad aquejada por la esquizofrenia fuliginosa del capitalismo. Charles Bukowski ya nos habló de algo de esto en su poema Consideramos (o quizá debería decir reflexión): «Estas y otras cosas demuestran que la vida gira sobre un eje podrido». Al releer este poema del viejo Hank, me ha impactado lo terriblemente actual que es. Esto me ha llevado a pensar por un momento que el Viejo Indecente era un puto visionario o, bien, que las cosas siguen igual de mal desde hace ya mucho tiempo. Y que nada parece que vaya a hacerlas cambiar.
Sea como sea, Bukowski es atemporal. Esto es; que ha estado siempre ahí y continuará en aeternum. Sus libros, aunque muchos de ellos lleven decenas de años escritos, siguen siendo disparos certeros a la carnaza de la sociedad de hoy en día. La etílica underground que destila su literatura sigue siendo un alimento diario para llenar el buche de los sentimientos más puros, de las rebeldías y de las insurrecciones, sobre todo de aquellas que se encuentran en cada uno y que necesitan algún zarandeo periódico para que no caigan en letargo.
La revolución empieza por uno mismo, y las palabras de Bukowski son una arenga que nos mantiene despierto y que no nos permite olvidar lo que somos; que no es más que un incierto abismo entre donde estamos y donde desearíamos estar. Pero aun así, sea cual sea el lugar donde estemos, no escapamos de este mundo que gira sobre un chirriante eje podrido, que olvidamos de engrasar y que terminará por griparse.
… bares canallas en calles de penumbra, putas melancólicas de aliento a nostalgia, caballos de carreras tomando la última curva, faros de coches iluminando la noche, flexos que proyectan en la mesa la sombra obtusa de una botella de vino mediada, el olor del sexo extendido en el tacto de los dedos, peleas de borrachos en la tenebrosidad de un parking, ambiciones quemadas en la incertidumbre más incierta, camas de pensión barata abiertas a suspiros efímeros, sábanas de raso tendidas en noches de desperdicios, vómitos de angustia, sórdidas pisadas en la puerta de atrás del cielo, la lectura de John Fante en un sillón de cuero gastado, recuerdos enlatados y melancolías en conserva, aullidos desgarradores de la aletargada sociedad, el nacimiento del dólar en la palma de una mano, el misticismo de un cigarrillo colgando en los labios, Gustav Mahler ardiente e inflamado en una radio barata, reflexiones profundas ante seis latas de cerveza vacías, la rabia encerrada en un frasco de pastillas…
BUKOWSKI ES quizá parte de esto, y sobretodo EL GRAN POETA AMERICANO. La mano que desgarra la puta realidad hasta hacerla sangrar, ES.
José G. Cordonié, del blog La hermética furibuda.
1 comentario:
El maestro Bukowski, como tantos otros, ya no es que fueran o no visionarios; es que la vida gira –como bien dices- alrededor de un eje podrido. Desquebrajado desde que el australopitecos, se hizo bípedo y generó al homo sapiens sapiens.
Hemos cambiado de la cueva en la roca, a las cuevas de ladrillos.
De llevar un palo y cargarnos a quien se pusiera delante, a llevar una bomba o poner unos impuestos por las nubes -que hacen las veces de la misma.
Antes, al menos, teníamos el hándicap de estar poco instruidos, ahora somos lo peor de lo peor, la mierda pichado en un palo. Y, encima nos creemos los reyes del mambo.
Sigo la línea Bukowski. Le canto a las putas freak, a los indies y a todos los desgraciados que –como yo- tenemos que caminar por un alambre –de espinas- para sobrevivir, mientras nuestras piernas de desangran. Saludos,
Ann@
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