me ofrezco voluntario para un botellón
a mis años, me veo en la obligación moral de devolver a la sociedad del bienestar algo de lo que me ha dado
prometo que en la vomitona incluiré todos los miedos que me han inculcado, los silencios, la artrosis de cuello por mirar siempre hacia otro lado, hacia la bandera de mi ombligo, educado para no ver a los muertos, los ojos de todas y de cada una de las mujeres que amé en barras de alcohol y silencio, los desengaños de las que me amaron mientras caía borracho, el paso marcial de la resaca que engaña, prometo devolver los gritos ahogados de los que han muerto olvidados de sí mismos, la última mirada de los suicidados, las lágrimas de los que una vez creyeron que creían, los ecos de los adioses que retumban en los vasos vacíos, mis huellas en sus párpados, la sangre que es costra en mi alma, la que no he vendido, lo prometo, prometo traer la luz en la botella para romperla, siempre voluntario con ella, y regar las calles con las revoluciones que no vieron luz en la resaca, los pasos perdidos en la desesperación, la epifanía de la cloaca, el manifiesto que es grafiti de orines, los amaneceres que se cegaron, todas las renuncias en mis ojos tristes, las palabras que cumplen condena en mi bilis, todas mis huidas, las disonancias en mi pecho, las derrotas que no luché, las derrotas que gané, también el silencio, la deriva en extramuros, la muerte que no acaba de morir, también el silencio de quien dejó de luchar, los que no se atreven a vomitar, a devolver las letras emponzoñadas, lo único que les ha dado tu sociedad del desahucio, botella, la putrefacción entre bambalinas, los renglones del abismo, el borrón de la noche entre ellos, la ansiedad por caer inconsciente, los temblores, la cobardía de la ficción, los sueños si una vez soñé, los cristales rotos, los que pude tragarme, el vómito de lágrimas negras que también me tragué, las calles por las que no pude escapar...
en ellas te dejo mis vómitos, botella...
te devuelvo algo de lo que me diste.
Alfonso Xen Rabanal, de Crónicas para decorar un vacío.
Photo by Jul
a mis años, me veo en la obligación moral de devolver a la sociedad del bienestar algo de lo que me ha dado
prometo que en la vomitona incluiré todos los miedos que me han inculcado, los silencios, la artrosis de cuello por mirar siempre hacia otro lado, hacia la bandera de mi ombligo, educado para no ver a los muertos, los ojos de todas y de cada una de las mujeres que amé en barras de alcohol y silencio, los desengaños de las que me amaron mientras caía borracho, el paso marcial de la resaca que engaña, prometo devolver los gritos ahogados de los que han muerto olvidados de sí mismos, la última mirada de los suicidados, las lágrimas de los que una vez creyeron que creían, los ecos de los adioses que retumban en los vasos vacíos, mis huellas en sus párpados, la sangre que es costra en mi alma, la que no he vendido, lo prometo, prometo traer la luz en la botella para romperla, siempre voluntario con ella, y regar las calles con las revoluciones que no vieron luz en la resaca, los pasos perdidos en la desesperación, la epifanía de la cloaca, el manifiesto que es grafiti de orines, los amaneceres que se cegaron, todas las renuncias en mis ojos tristes, las palabras que cumplen condena en mi bilis, todas mis huidas, las disonancias en mi pecho, las derrotas que no luché, las derrotas que gané, también el silencio, la deriva en extramuros, la muerte que no acaba de morir, también el silencio de quien dejó de luchar, los que no se atreven a vomitar, a devolver las letras emponzoñadas, lo único que les ha dado tu sociedad del desahucio, botella, la putrefacción entre bambalinas, los renglones del abismo, el borrón de la noche entre ellos, la ansiedad por caer inconsciente, los temblores, la cobardía de la ficción, los sueños si una vez soñé, los cristales rotos, los que pude tragarme, el vómito de lágrimas negras que también me tragué, las calles por las que no pude escapar...
en ellas te dejo mis vómitos, botella...
te devuelvo algo de lo que me diste.
Alfonso Xen Rabanal, de Crónicas para decorar un vacío.
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