viernes, 27 de enero de 2012
BEATA CON BESO (o la Virgen del Pilar) por Vicente Simón.
Me besas,
pero mal,
con besos tropezados
de niños que no saben darse besos
y te pones tonta después de besar
y tu boca me sabe
—acaba sabiéndome—
a vino manso y sin sed.
Los buenos besos
—déjame guiar tu salva inhabitada, tu saliva nueva—
se fraguan lento,
casi sin empujarlos,
en cafés asediados por la lluvia.
Déjame mudar tu amor para toda la vida
en un roce de mujer urgente y usadera.
Déjame arrancarte al socavón de los domingos,
susurrar
la pedrada irreverente del Deseo
bajo la tiritona estéril de los cirios.
Yo seré el Mesías de camisa negra que te pinte los labios.
El individuo cruel y hermoso que te acerque a los barrios junto al río y,
a pesar de la muda protesta en tus ojos,
te bese la boca,
dejando en tu conciencia
un suelo de escombros
que se confunda
con la felicidad.
Yo seré el galán de viudas que te enseñe a besar durante los oficios de la tarde,
el Señor que revele orgulloso sus estigmas
a unos besos empachados de carcoma.
Yo seré el Redentor al margen de la ley que tutele tus malos pasos,
la bicha que te muestre prodigios
en la última bancada de la catedral barroca.
Para desalojar tus últimas trincheras,
para desahuciar tu hornacina de pureza, necesito
solamente estas manos
que conocen los caminos,
las angosturas,
las escaleras incógnitas.
Te daré la paz
durante los desórdenes de la comunión y volveré al mundo
con el traje bien compuesto,
un carraspeo de decoro
y una flor
salvada del mar entre los dedos.
Yo seré tu Dios. Un Dios enojadizo
de voz tormentosa y exhortaciones inapelables
que violente las reglas de tu Biblia
y te envíe sueños reveladores:
Un vestido rojo abrazando tu cuerpo.
Toneladas de azul en los ojos.
La noche narcótica de tu primer aquelarre
sintiendo crecer el cuerpo abierto.
Vicente Simón, del El guapo (Ediciones Vitruvio, 2011).
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