sábado, 17 de diciembre de 2011

NAVIDAD JUBILOSA by Velpister.


Por un poquito, nada más que por una insignificancia de tiempo, un poquito más, si no se hubiese puesto nervioso se habría librado de una situación tan absurda y peligrosa, entró en el coche por la única puerta que había quedado libre, estaba muy cabreado porque no llegaban, llevaba más de cinco minutos esperando, siempre se enfadaba si tenía que esperar más de dos minutos, allí era siempre muy difícil y problemático parar, como tardaban decidió salir, pero había dejado el coche de tal manera que sólo podía por la puerta trasera derecha, con dificultad porque, aparte de de no poder abrir la puerta del todo, estaba la sillita de la niña que estorbaba el paso, además tenía una buena barriga que lo complicaba todo aún más. Por fin salió, caminó hacia el lugar de donde habrían de venir, pero no les vio, volvió al coche, hacía frío, estaba cabreado, la calle estaba llena de gente haciendo las últimas compras navideñas, odiaba estas fechas más que ningunas otras, se metió de nuevo, con dificultad, lo mal que estaba aparcado el coche y su sobrepeso hicieron que se metiese de culo, cabreado, jodido, cerró la puerta con fuerza, pero a saber cómo hizo, que al cerrar la puerta se enganchó todo, su melena rala, el abrigo, la bufanda y hasta parte del jersey, como de ese lado se sentaba la pequeña, la puerta estaba bloqueada y no se podía abrir, para colmo se le cayó la llave con el mando, se quedó completamente inmovilizado, la coronilla asomaba por la ventanilla, tenía las manos completamente bloqueadas, se puso nervioso, el cabreo se convirtió en ataque de ira, odiaba en ese momento a su mujer e hijos, asquerosos cabrones egoístas e impuntuales parásitos de los cojones, estoy hasta los huevos de estar esperando, empezó a gritar, ¿hola? ¡Por favor! ¿Me oye alguien? una multitud estresada y navideñamente enfurecida caminaba por fuera, pero nadie reparó en él, si alguien le hubiese visto pensaría que estaba agachado buscando la llave que se le había caído, o, sencillamente, que era un gilipollas o un borracho a quien era mejor no acercarse, ¡¡¡so...socorro, socorro!!! le entró el pánico y empezó a retorcerse para rasgar la ropa enganchada, cómo haría el infeliz que se enredó el abrigo y la bufanda alrededor del cuello y comenzó a asfixiarse, el pánico era cada vez más intenso, se estaba ahogando el muy imbécil, hay que ser imbécil, me estoy ahogando, intentó volver a la posición de antes, pensó que si le encontraban así ahora su mujer y los niños todo quedaría en algo de lo que reírse en el futuro, incluso ahora, mis niños, mis queridos niños, cuánto os quiero, al intentar volver a su posición anterior se enredó aún más que antes, los ojos se le salían de las órbitas, veía borroso, le pareció ver a su querida familia acercarse, de entre la multitud, puede que la niña le saludase con la manita, papi, papaíto, ya llegamos, por poco, lástima, por poco, cuando abrieron la puerta cayó al suelo como un peso muerto.

Texto e ilustración by Velpister.

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