miércoles, 21 de julio de 2021

ARÁBICA: Pablo Cerezal.

 

... porque el pasado fue, algún día, el porvenir... porvenir, lo que está por venir, por llegar, lo que aún no conocemos pero queremos imaginar para mejor seguir viviendo. Hasta que llega, acontece, sucede y no tiene nada que ver con cómo lo imaginamos, y se convierte, sin que lo lleguemos a percibir, en pasado, un pasado poco memorable, un desperdicio de días vencidos y horas muertas, nada que recordar, al menos si queremos utilizar el recuerdo como contenedor de sensaciones agradables, porque en caso contrario descubriríamos, al fin, que el porvenir no existe, y tal vez debiésemos emplear, mejor, el término destino, lo que nos está destinado, lo que la vida ha preparado para nosotros, a pesar de toda la carga de inevitabilidad que pueda contener, mirado así, desde la suposición de que uno mismo carece de capacidad suficiente para alcanzar el destino soñado y que es otro quien nos lo sueña o nos lo dicta... porvenir, destino, ¿qué más da?, ¿a quién le importa más allá del interpelado por sí mismo sobre los fracasos de su pasado? Fracasos que tienden a repetirse salvo que decidamos dejar de soñar con un glorioso destino y nos entreguemos con deleite a lo abyecto, de esta manera ningún porvenir quedará en papel mojado como este en que juega a equivocar conceptos y gramáticas el suicidio de una lágrima que yo no he reclamado pero que llega a mí solo para reventarse contra la página, contra el papel... el papel, como asfalto sobre el que se quiebra lo que un día fue materia para descubrirse no más que pulpa, desperdicio, retazo, pedazo...

Pablo Cerezal, de Arábica
Chamán Ediciones, 2021


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