Poesía torrencial. Sus versos abren surcos de fuego y estrían el espíritu del lector y lo avasallan con la púa ardiente y helada de los místicos. Un Rubenski prometéico, “Trastornado por universos”, navega por “dimensiones de las estelas cósmicas”, y canta una Estambul “de nostalgias”, “Esplendor de una antigua y moderna melodía”, “Laberintos de belleza”, “Laberinto de símbolos”, para darnos estas deslumbradoras “flores sangrantes”.
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