jueves, 22 de octubre de 2020

NUEVAS ESPECIES DE ÓXIDO: Antonio Soriano Santacruz.





La herrumbre: lo mío o Treinta minutos de microcosmos


Media hora son treinta minutos muertos

que dan para paja y poema.

En ese orden.


Ahora bien:

nadie habla de ello.


Creo que

toda la bohème de principios de siglo

Mallarmé ante Debussy y el preludio de su fauno

Stravinski en la octotónica del Pájaro de fuego

Nijinsky desnudo mirando a Diaguilev sin parpadear

Apollinaire dando la vuelta al cuaderno

Picasso eliminando la parte trasera de su ojo.


Todos

se matarían a pajas.

Pero nadie habla de ello.


Porque no concibo a Tzara y su:

¡Dadá no significa nada!

sin antes un buen momento para sí mismo.

Y porque es divertido

y también sensato

entender toda la historia del arte como una variación de la tensión y la distensión sexual.


El poema de la paja ha de ser como esta: 

un fútil intento estéril de autosatisfacción.

Inútil y pasajero.

Un poema enraizado en ese hastío

un esfuerzo de cincuenta calorías

como el soneto poco inspirado de un Lope o un Garcilaso cualquiera.

Y ahí ha de quedar.



La huida: pruebas del VIH


Espiral.

Maricones que son Ícaros acercándose

demasiado al sol.

Trans que son penitentes

en los acantilados del Aquerontes.


Espiral.

Heterosexuales que creían que serían de oro

y se rompieron como ídolos de barro cocido.

Enfermeros que comunican exclusión y muerte

como Torquemadas con un trabajo muy aburrido.


Espiral.

Nadie les dijo nada sobre el sexo.

El sexo da la vida.

Espiral.

El sexo os da la muerte.

Espiral.

Yo creía estar enamorado.

Espiral.        Yo.         Amor.

Centro.

Golpe.

Luz.


Una doctora que ya no es joven

me pregunta sobre besos negros y fisting.

Yo en el centro de las miradas.

Yo entreteniendo a Adriano en el circo.

Yo pintando para Rodrigo de Borja.

Yo cantando Pórpora a Felipe V.


Luz.


No, no hago fisting, gracias.

Yo solo soy el filo de la sombra que veis.


No, nada de sexo oroanal.

Solo escribo y creo querer a la persona

del espejo equivocada.


Yo.

Centro.

Yo.

Mi yo espiral.

Estoy sano, por ahora.

Solvento la plaga de los hijos de Sodoma

y aprendo uno a uno todos los idiomas Post-Babel.


Yo.

Él.

Y Yo.

Asumiremos la tormenta y saldremos adelante

sin la ayuda de ningún Perseo flameante.


Antonio Soriano Santacruz, de Nuevas especies de óxido (Boria Ediciones, 2020)


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