viernes, 3 de mayo de 2019

LA ILUMINACIÓN según SERGIO MAYOR



Sé que no tiene mucha importancia, y menos aquí, en FB, pero verán, pocos hombres hemos alcanzado ese estado. Según los maestros budistas japoneses, no más de mil en todos los tiempos. 
A Ezequiel le sucedió a orillas del río Kebar. 
A mí, camino de Plaza Nueva. 
La Iluminación. 
Creo que fue la Iluminación, pero pudiera ser una aberración de mi carácter. Aubrey decía que Shakespere, de haber trabajado de mozo en una carnicería, mataría una cabra con un estilo grandioso y pronunciaría un discurso.

Uno dice una iluminación. Maslow habla de una "experiencia cumbre". Otros dicen una crisis epiléptica, un satori, una unio mystica, una Beatifica Visio. Schopenhauer degrada el asunto a un encelamiento de los perros. Como sea. De aquella metanoia me vino una intensidad teológica muy frecuente en los centros de internamiento. 
¿Conocen la teopatía? Una enfermedad mental particularmente penosa. "Underwitted saints", escribe William James. Nosotros, los santos subnormales. 
Me acuerdo de Christopher Smart, el immaculate fool que se arrodillaba a rezar en las calles los parques los tranvías los assembly rooms y acabó debidamente confinado en un lunatic asylum. 
Me acuerdo de Pedro de Luxemburgo, que se confesaba varias veces al día, que despertaba a media noche a los capellanes de castillo, que hacían oídos sordos, cansados de dar la absolución a Pedro de Luxemburgo treinta o más veces por semana.

Entiendan: la Iluminación se parece a ese sobresalto que tuvo Macedonio Fernández en la playa de Capurro: "A mí nunca me había interesado la respiración, pero cuando estuve en la playa de Capurro, en Montevideo, y me cubrió un ola, de pronto me sentí muy interesado en ella"
A mí nunca me había interesado la teología, pero cuando estuve en la calle Tablas, y me cubrió la luz de esa muchacha, me sentí muy interesado por el asunto de la teología. 
(Luego, las muchachas razonables, hartas de ser teofanizadas, se alejan de los teópatas y dan parte a la policía)

La escena es conocida. Un tipo sube despreocupadamente a Plaza Nueva para encontrarse con su vendedor favorito de hachís y resulta arrollado por una de las revelaciones más graves y aparatosas de todos los tiempos. Estigmatizado, será atendido por los mejores psiquiatras y los mejores camareros, frecuentará los oratorios, las bibliotecas, las celdas benedictinas; las tomografías buscarán las pruebas de un episodio cerebrovascular, un asteroide en la cabeza. En adelante será uno de esos excéntricos que la gente compadece, un inútil, un aficionado a la teología que medita por los bares el misterio de la belleza, los grados del ser, la condición del exilio, los estados de conciencia, la programación de Telecinco, el dinero que le queda, si ginebra o si cerveza.

¿Iluminación? Una manera de llamarlo. Yo era inteligente y aquello que contemplé me hizo un idiota. Perdí la claridad, perdí la palabra, hallé que el arché del mundo era el dolor. 
Nadie quiera ser iluminado. 
En cuanto a ella...aún no sé quién era. Nadie puede saberlo. Posiblemente era Isis. Quizás era Ishtar, Afrodita, María, quizás una estudiante de hebreo interesada en los misterios del zodíaco y los horóscopos sexuales. 
Pessoa decía: “Ya he visto a Isis, ya he tocado a Isis: no sé, a pesar de ello, si existe” 
Creo que era Nizam, de Isphahan. Creo que era la aaparición que sobrecogió a Dante en un puente de Florencia, creo que merece un tipo como Dante, mejor una madrasa, una Torah, una Upanishad, no un tipo infectado de teología, la aporética, un tipo obsesionado sobre "aquello de lo que nada puede ser pensado y nada puede ser dicho", y menos aquí, ahora, esta noche, convaleciente, en FB.


Sergio Mayor


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