Estamos jodidos.
El vagabundo
está tumbado en la boca del metro,
invisible, como el vacío.
Y en la calle,
distintas edades de seguidores
ya se apresuran,
de buena mañana,
a la nueva Feria del Cómic.
Reparar en un mendigo
da que pensar, y es un asunto lento.
Es más fácil
luchar contra el mal―me digo―
comprando muñecos
(a la velocidad de la luz)
de la guerra
de las galaxias.
Yo llegaré tarde al trabajo
y no me paro,
en cambio, lo veo.
Qué bien le vienen las prisas
al pueblo del mundo ―pienso―
para no
enterarse
de nada.
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