o de partida,
puntos de sutura
o suspensivos,
punto y aparte
de una despedida,
puntos y comas
de incertidumbre.
Nos deslizamos así,
entre esa insignificante
gota de tinta circular,
casi imperceptible,
que nos cambia una posibilidad
por un rotundo imposible,
que nos indica los caminos:
norte, para perderlo,
sur, para sentirlo,
este, para amanecer,
oeste, para esperar la luna.
Puntos sobre las íes
para gritar la verdad al rostro.
Millones de puntos de vista
distintos
apuntándose unos contra otros.
Y yo sigo teniendo
la misma mala puntería de siempre:
cuando creo escribirte
punto seguido
tú te haces, irremediablemente,
punto
y
final.
María Guivernau
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